Identidad, programa político y articulación regional de la rebelión de los Gauchos de Zenta y Valle Grande en 1826 (Primera parte)
¿Gauchos? En la provincia de Jujuy, hablar de los protagonistas de la Independencia hoy, es interpelar a un conjunto de sensibilidades muy activas, frente a quienes se sienten comprometidos, pero a quienes no se está seguro de complacer precisamente. Paradójicamente, para hablar de estos...



¿Gauchos?
En la provincia de Jujuy, hablar de los protagonistas de la Independencia hoy, es interpelar a un conjunto de sensibilidades muy activas, frente a quienes se sienten comprometidos, pero a quienes no se está seguro de complacer precisamente. Paradójicamente, para hablar de estos sujetos es necesario ubicar en el momento en que finaliza la guerra de Independencia. Dos elementos de partida a remarcar: el primero es que acción revolucionaria y guerra, en diferentes proporciones, hicieron trizas de conjunto el orden social colonial, y nuestro relato se vincula con las necesidades de recrear un orden sobre sus cenizas. Vinculado con este elemento, y en polémica con los aquellos que entienden a los sujetos subalternos como un telón de fondo donde los dirigentes bordan sus acciones heroicas o desafortunadas, el conflicto que se analizará permite apreciar la profundidad y amplitud de los procesos de politización de las masas rurales jujeñas. Se está lejos todavía del conocimiento que se tiene sobre la insurrección agraria salteña.2 Los avances en las investigaciones impulsan a apreciar diferencias interesantes y sis- tematizables entre diferentes sujetos sociales entre los integrantes de los escuadrones gauchos en Salta y Jujuy y de las diferentes regiones de Jujuy entre sí. Y aquí es donde la región, como espacio social, cobra relevancia. No se habla de un motín “gaucho”, entonces, sino de un motín de los gauchos del Zenta y Valle Grande, esta especificidad no es un dato más, sino una de las claves explicativas de la problemática histórica que se quiere desarrollar.
Se encuentra frente a la negativa de los integrantes de un escuadrón gaucho de Caspalá a cumplir la orden de dejar el aislamiento de su localidad, ya que sienten este orden como una amenaza a su integridad y libertad. Sin embargo, este hecho inorgánico, defensivo y hasta aparentemente pueril, no puede ser resuelto mediante los mecanismos habituales de disuasión o represión y pasados los meses se convierte en una rebelión de fuste, con programas, caudillos, proclamas, alianzas interregionales que amenaza la todavía no coagulada frontera entre la nueva República de Bolivia y Jujuy -en su nuevo e incómodo rol- y que prolonga sus estertores sin terminar de resolverse hasta promediar el siglo XIX. De resistencia casi cotidiana a utopía libertaria. Como trasfondo, despuntando sólo a través de ciertos indicios, está la pertenencia étnica de estos sujetos. Esta reacción parecería indicar la existencia de una conflictividad compleja que la finalización de la guerra y su articulación con los procesos de organización/desorganización del espacio sociopolítico a escala del antiguo virreinato no hacen más que multiplicar como un efecto de billar, en donde la dispersión del golpe mueve elementos muy periféricos, a los cuales termina otorgándoles centralidad.
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LA IMPORTANCIA DEL DERECHO A NO SUFRIR LEVAS. EL PAISAJE COMO RESGUARDO
El día 31 de Agosto de 1826 los oficiales del Escuadrón de Gauchos de Caspalá intentaron reunir la tropa para cumplir la orden de su comandante José Francisco Pastor -con asiento en Humahuaca-, para que se marchen hacia aquella localidad -según se les informará más tarde-, escoltar a unos reclutas provenientes de Tarija hasta Tilcara. Los soldados se presentaron ante la convocatoria de sus oficiales de a pie, sin sus caballos:
“... en una voz tumultuosa diciendo que no podían salir a parte alguna, que sabían posiblemente que en el momento de salir de sus casas los habrían de reclutar y que por este temor no querían salir del Valle. que nadie los había dicho pero que ellos lo sabían” 3
En los testimonios que recogerá la sumaria investigación que se desarrolla a continuación, los interrogados repetirán con leves diferencias esta versión local de la respuesta a lo Fuenteovejuna, en donde el colectivo se muestra con una cohesión tal, que responde como un sujeto único de la acción. El relato de la jornada se reitera una y otra vez, mientras los oficiales agregan cuánto trataron de disuadir a sus hombres pero que no fue posible.
Este episodio permitió reflexionar hasta qué punto la exención de la leva y el servicio en el propio territorio era ‘la tercera pata’ -junto con la suspensión del pago de arrendamientos y el fuero gaucho -sobre la que se apoyaba la adhesión de la población rural al “sistema” de Güemes, aún después de su muerte. Es más, la propia situación que estamos relatando, sumada algunos otros indicios nos inducen a preguntarnos si esta pata “implícita” no habrá sido, al menos en algunas regiones, el impulso principal de la adhesión de la población frente a los otros.
Se debe parar en este asunto de central importancia para la definición más precisa de los sujetos. Avanzado el conflicto, Mauricio de Goyechea, miembro de la familia propietaria de Valle Grande, desde la colonia,4 se presenta a cobrar los arrendamientos que le corresponden. Independientemente del resultado obtenido en ese momento, sobre lo que volveremos oportunamente, lo interesante es que no parece ser una situación excepcional ni conflictiva; todo indica que los gauchos de Caspalá continuaban pagando sus arriendos.5
El gobierno debía aclarar una y otra vez que se hallaba vigente la exención del pago de arrendamiento para los gauchos, pero este mismo hecho muestra que el cobro de arrendamientos no era tan extraño.6 Por otra parte, resulta interesante observar que las quejas y conflictos más frecuentes entre patronos y trabajadores estaba centrado más en la escasez de peones, los problemas de disciplina y en particular la disputa por el acceso al ganado.7 No se quiere decir con esto que la exención del arrendamiento no fue un aliciente poderoso, sino que quizá no fue el principal ocasionalmente para todos.
En tanto que la incorporación a los Escuadrones “gauchos” implicaba por sí un escudo importante contra las permanentes levas que sufrían los sectores populares. El mismo Güemes experimentó los alcances y los límites que imponía la movilización campesina y en particular en Jujuy, en donde cada escuadrón tenía la oportunidad más frecuente que en Salta, de pelear en su propio territorio, casi su propia casa, se podria decir.8
A pesar de que iba de suyo que la pertenencia a los escuadrones gauchos eran un reclutamiento, Güemes entendió necesario solicitar y obtener de Pueyrredon que:
“se digne prestar su superior declaración, para que en ningún tiempo se me arguya falta de cumplimiento. Vuestra excelencia es un testigo ocular, que todos los hombres que podían destinarse al ejército, están siempre ocupados en el servicio de la causa pública... a primera vista se descubre que toda la provincia en masa, repele, rechaza y contiene a aquellos” Y no evitará su acostumbrado ademán paternalista al solicitar que no se realicen levas: “A vista pues de tan poderosos fundamentos nada tiene de extraña mi protección hacia estos infelices… tengo el honor de impetrar y exigir la gracia de que por ahora sea esta benemérita provincia excenta de la obligación que la sujeta la citada orden del 24 de agosto.. .”.9
Pero Güemes y Pueyrredón no eran protagonistas de esta escena. ¿Qué elementos tenían los gauchos para alimentar sus sospechas? En principio su propia experiencia. Avanzado el conflicto, y continuados los interrogatorios los gauchos declaraban:
“que los temores que les acompañaban a todos era el que los reclutasen para las tropas y que era fundado porque en dos ocasiones ha sucedido que con pretexto de ordenes nos han hecho bajar y han sido en la primera reclutados cinco por el Coronel Dn. Francisco Pastor y la segunda vez cuatro por el mismo señor.. .”.10
Frente a los argumentos encontrados de los protagonistas (oficiales y tropa) es conveniente revisar la documentación. Por una parte sería cierto que se los está convocando para escoltar a reclutas de Tarija. El tema de los reclutas de Tarija es el primero, pero no el único ni el principal eslabón que enlazará nuestra historia con la problemática tarijeña, que se está debatiendo en ese preciso instante, en la definición de su identidad política entre tres opciones: su continuidad como parte de la Provincia de Salta, formar parte de la Argentina -que tendrá para ese momento la efímera existencia republicana de Rivadavia- o integrarse a Bolivia. Como parte de los esfuerzos para que permanezca bajo el control salteño, Alvarez de Arenales -por entonces gobernador de Salta, pero un líder de consenso en el Alto Perú- se encontraba en Tarija tratando de imponer acciones de enlace con la provincia y la Nación. En este contexto es que el Congreso General de las Provincias Unidas del Río de la Plata ordena que Tarija separe de sus escuadrones de milicias 200 reclutas para formar parte del Ejército Nacional que por entonces se estaba formando
“que al mismo tiempo que mantenga ilesos los sagrados derechos de la Independencia sellada con torrentes de Sangre Americana, conserve igualmente la integridad del territorio Argentino”. Dichos reclutas “que deberán ser precisamente jóvenes de catorce a veinte años; de familias a quienes hagan menos falta, pero no vagos, ni viciosos, ni lexionados” deberían marchar hacia Salta bajo el mando del Coronel Comandante Dn. Eustaquio Mendez.. .”.11
Se supone que demorados por la conflictiva situación tarijeña, y sin el jefe asignado -el cual se encuentra en ese momento encabezando una rebelión- son esos reclutas los que se ordena que deben ser escoltados desde Humahuaca a Tilcara, detonando una situación que seguramente se había ido armando involuntariamente con la sumatoria de las reiteradas injurias. La imponente custodia que debe organizarse da muestra de lo violento de la situación:
“que se apresten 100 hombres armados para la escolta.. .y de que se cubran los caminos estraviados y retaguardia con la jente restante de este partido. .”.12
1 Gabriela Gresores, es integrante de la Coordinación de las Carreras de Profesorado y Licenciatura en historia de la Universidad Nacional de Jujuy Argentina.
2 Mata, Sara E., “Tierra y revolución. La campaña salteña en las primeras décadas del siglo XIX” Mundo Agrario Vol 17 No. 35. Agosto 2016.
3 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
4 Sica, Gabriela, “Paisajes agrarios coloniales en la Quebrada de Humahuaca. Tierras privadas, tierras comunales. Siglos XVI-XVIII” En: Teruel Ana y Cecilia Fandos. Quebrada de Humahuaca. “Estudios Históricos y Antropológicos en torno a las formas de propiedad”. Ediun- ju. 2014, p. 52
5 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
6 AHPJ. Archivo 1823, 1824 y 1828
7 Paz, Gustavo. “El orden es el desorden” Guerra y movilización campesina en la campaña de Jujuy, 1815-1821” En: Fradkin, Raúl y Gel- man, Jorge, comp. Desafíos al Orden. Política y sociedades rurales durante la Revolución de Independencia. Prohistoria, Rosario. 2008.
8 En este caso, el Zenta y Valle Grande constituyeron un camino secundario pero frecuente de avance de las tropas realistas. Coronel Emilio. A. Bidondo, Contribución al Estudio de la Guerra de la Independencia en la Frontera Norte (El Aporte Jujeño). Círculo Militar, Buenos Aires, 1968. Anexo 7, 7a, 7b, 10,11,12M7,18,19.
9 Oficio de Güemes al Director Pueyrredón del 17 de octubre de 1816. Güemes Documentado, t 4, p. 69-70.
10 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
11 Archivo Histórico de la Provincia de Salta. Citado en : Dra. Cristina Minutolo de Orsi (dir.) Historia de Tarija (Corpus Documental) Tomo III. Universidad Autónoma “Juan Misael Saracho”. Tarija. 1987, p. 187-189.
12 AHPJ. Archivo 1826. Oficio de Juan Francisco Pastor.
En la provincia de Jujuy, hablar de los protagonistas de la Independencia hoy, es interpelar a un conjunto de sensibilidades muy activas, frente a quienes se sienten comprometidos, pero a quienes no se está seguro de complacer precisamente. Paradójicamente, para hablar de estos sujetos es necesario ubicar en el momento en que finaliza la guerra de Independencia. Dos elementos de partida a remarcar: el primero es que acción revolucionaria y guerra, en diferentes proporciones, hicieron trizas de conjunto el orden social colonial, y nuestro relato se vincula con las necesidades de recrear un orden sobre sus cenizas. Vinculado con este elemento, y en polémica con los aquellos que entienden a los sujetos subalternos como un telón de fondo donde los dirigentes bordan sus acciones heroicas o desafortunadas, el conflicto que se analizará permite apreciar la profundidad y amplitud de los procesos de politización de las masas rurales jujeñas. Se está lejos todavía del conocimiento que se tiene sobre la insurrección agraria salteña.2 Los avances en las investigaciones impulsan a apreciar diferencias interesantes y sis- tematizables entre diferentes sujetos sociales entre los integrantes de los escuadrones gauchos en Salta y Jujuy y de las diferentes regiones de Jujuy entre sí. Y aquí es donde la región, como espacio social, cobra relevancia. No se habla de un motín “gaucho”, entonces, sino de un motín de los gauchos del Zenta y Valle Grande, esta especificidad no es un dato más, sino una de las claves explicativas de la problemática histórica que se quiere desarrollar.
Se encuentra frente a la negativa de los integrantes de un escuadrón gaucho de Caspalá a cumplir la orden de dejar el aislamiento de su localidad, ya que sienten este orden como una amenaza a su integridad y libertad. Sin embargo, este hecho inorgánico, defensivo y hasta aparentemente pueril, no puede ser resuelto mediante los mecanismos habituales de disuasión o represión y pasados los meses se convierte en una rebelión de fuste, con programas, caudillos, proclamas, alianzas interregionales que amenaza la todavía no coagulada frontera entre la nueva República de Bolivia y Jujuy -en su nuevo e incómodo rol- y que prolonga sus estertores sin terminar de resolverse hasta promediar el siglo XIX. De resistencia casi cotidiana a utopía libertaria. Como trasfondo, despuntando sólo a través de ciertos indicios, está la pertenencia étnica de estos sujetos. Esta reacción parecería indicar la existencia de una conflictividad compleja que la finalización de la guerra y su articulación con los procesos de organización/desorganización del espacio sociopolítico a escala del antiguo virreinato no hacen más que multiplicar como un efecto de billar, en donde la dispersión del golpe mueve elementos muy periféricos, a los cuales termina otorgándoles centralidad.
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LA IMPORTANCIA DEL DERECHO A NO SUFRIR LEVAS. EL PAISAJE COMO RESGUARDO
El día 31 de Agosto de 1826 los oficiales del Escuadrón de Gauchos de Caspalá intentaron reunir la tropa para cumplir la orden de su comandante José Francisco Pastor -con asiento en Humahuaca-, para que se marchen hacia aquella localidad -según se les informará más tarde-, escoltar a unos reclutas provenientes de Tarija hasta Tilcara. Los soldados se presentaron ante la convocatoria de sus oficiales de a pie, sin sus caballos:
“... en una voz tumultuosa diciendo que no podían salir a parte alguna, que sabían posiblemente que en el momento de salir de sus casas los habrían de reclutar y que por este temor no querían salir del Valle. que nadie los había dicho pero que ellos lo sabían” 3
En los testimonios que recogerá la sumaria investigación que se desarrolla a continuación, los interrogados repetirán con leves diferencias esta versión local de la respuesta a lo Fuenteovejuna, en donde el colectivo se muestra con una cohesión tal, que responde como un sujeto único de la acción. El relato de la jornada se reitera una y otra vez, mientras los oficiales agregan cuánto trataron de disuadir a sus hombres pero que no fue posible.
Este episodio permitió reflexionar hasta qué punto la exención de la leva y el servicio en el propio territorio era ‘la tercera pata’ -junto con la suspensión del pago de arrendamientos y el fuero gaucho -sobre la que se apoyaba la adhesión de la población rural al “sistema” de Güemes, aún después de su muerte. Es más, la propia situación que estamos relatando, sumada algunos otros indicios nos inducen a preguntarnos si esta pata “implícita” no habrá sido, al menos en algunas regiones, el impulso principal de la adhesión de la población frente a los otros.
Se debe parar en este asunto de central importancia para la definición más precisa de los sujetos. Avanzado el conflicto, Mauricio de Goyechea, miembro de la familia propietaria de Valle Grande, desde la colonia,4 se presenta a cobrar los arrendamientos que le corresponden. Independientemente del resultado obtenido en ese momento, sobre lo que volveremos oportunamente, lo interesante es que no parece ser una situación excepcional ni conflictiva; todo indica que los gauchos de Caspalá continuaban pagando sus arriendos.5
El gobierno debía aclarar una y otra vez que se hallaba vigente la exención del pago de arrendamiento para los gauchos, pero este mismo hecho muestra que el cobro de arrendamientos no era tan extraño.6 Por otra parte, resulta interesante observar que las quejas y conflictos más frecuentes entre patronos y trabajadores estaba centrado más en la escasez de peones, los problemas de disciplina y en particular la disputa por el acceso al ganado.7 No se quiere decir con esto que la exención del arrendamiento no fue un aliciente poderoso, sino que quizá no fue el principal ocasionalmente para todos.
En tanto que la incorporación a los Escuadrones “gauchos” implicaba por sí un escudo importante contra las permanentes levas que sufrían los sectores populares. El mismo Güemes experimentó los alcances y los límites que imponía la movilización campesina y en particular en Jujuy, en donde cada escuadrón tenía la oportunidad más frecuente que en Salta, de pelear en su propio territorio, casi su propia casa, se podria decir.8
A pesar de que iba de suyo que la pertenencia a los escuadrones gauchos eran un reclutamiento, Güemes entendió necesario solicitar y obtener de Pueyrredon que:
“se digne prestar su superior declaración, para que en ningún tiempo se me arguya falta de cumplimiento. Vuestra excelencia es un testigo ocular, que todos los hombres que podían destinarse al ejército, están siempre ocupados en el servicio de la causa pública... a primera vista se descubre que toda la provincia en masa, repele, rechaza y contiene a aquellos” Y no evitará su acostumbrado ademán paternalista al solicitar que no se realicen levas: “A vista pues de tan poderosos fundamentos nada tiene de extraña mi protección hacia estos infelices… tengo el honor de impetrar y exigir la gracia de que por ahora sea esta benemérita provincia excenta de la obligación que la sujeta la citada orden del 24 de agosto.. .”.9
Pero Güemes y Pueyrredón no eran protagonistas de esta escena. ¿Qué elementos tenían los gauchos para alimentar sus sospechas? En principio su propia experiencia. Avanzado el conflicto, y continuados los interrogatorios los gauchos declaraban:
“que los temores que les acompañaban a todos era el que los reclutasen para las tropas y que era fundado porque en dos ocasiones ha sucedido que con pretexto de ordenes nos han hecho bajar y han sido en la primera reclutados cinco por el Coronel Dn. Francisco Pastor y la segunda vez cuatro por el mismo señor.. .”.10
Frente a los argumentos encontrados de los protagonistas (oficiales y tropa) es conveniente revisar la documentación. Por una parte sería cierto que se los está convocando para escoltar a reclutas de Tarija. El tema de los reclutas de Tarija es el primero, pero no el único ni el principal eslabón que enlazará nuestra historia con la problemática tarijeña, que se está debatiendo en ese preciso instante, en la definición de su identidad política entre tres opciones: su continuidad como parte de la Provincia de Salta, formar parte de la Argentina -que tendrá para ese momento la efímera existencia republicana de Rivadavia- o integrarse a Bolivia. Como parte de los esfuerzos para que permanezca bajo el control salteño, Alvarez de Arenales -por entonces gobernador de Salta, pero un líder de consenso en el Alto Perú- se encontraba en Tarija tratando de imponer acciones de enlace con la provincia y la Nación. En este contexto es que el Congreso General de las Provincias Unidas del Río de la Plata ordena que Tarija separe de sus escuadrones de milicias 200 reclutas para formar parte del Ejército Nacional que por entonces se estaba formando
“que al mismo tiempo que mantenga ilesos los sagrados derechos de la Independencia sellada con torrentes de Sangre Americana, conserve igualmente la integridad del territorio Argentino”. Dichos reclutas “que deberán ser precisamente jóvenes de catorce a veinte años; de familias a quienes hagan menos falta, pero no vagos, ni viciosos, ni lexionados” deberían marchar hacia Salta bajo el mando del Coronel Comandante Dn. Eustaquio Mendez.. .”.11
Se supone que demorados por la conflictiva situación tarijeña, y sin el jefe asignado -el cual se encuentra en ese momento encabezando una rebelión- son esos reclutas los que se ordena que deben ser escoltados desde Humahuaca a Tilcara, detonando una situación que seguramente se había ido armando involuntariamente con la sumatoria de las reiteradas injurias. La imponente custodia que debe organizarse da muestra de lo violento de la situación:
“que se apresten 100 hombres armados para la escolta.. .y de que se cubran los caminos estraviados y retaguardia con la jente restante de este partido. .”.12
1 Gabriela Gresores, es integrante de la Coordinación de las Carreras de Profesorado y Licenciatura en historia de la Universidad Nacional de Jujuy Argentina.
2 Mata, Sara E., “Tierra y revolución. La campaña salteña en las primeras décadas del siglo XIX” Mundo Agrario Vol 17 No. 35. Agosto 2016.
3 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
4 Sica, Gabriela, “Paisajes agrarios coloniales en la Quebrada de Humahuaca. Tierras privadas, tierras comunales. Siglos XVI-XVIII” En: Teruel Ana y Cecilia Fandos. Quebrada de Humahuaca. “Estudios Históricos y Antropológicos en torno a las formas de propiedad”. Ediun- ju. 2014, p. 52
5 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
6 AHPJ. Archivo 1823, 1824 y 1828
7 Paz, Gustavo. “El orden es el desorden” Guerra y movilización campesina en la campaña de Jujuy, 1815-1821” En: Fradkin, Raúl y Gel- man, Jorge, comp. Desafíos al Orden. Política y sociedades rurales durante la Revolución de Independencia. Prohistoria, Rosario. 2008.
8 En este caso, el Zenta y Valle Grande constituyeron un camino secundario pero frecuente de avance de las tropas realistas. Coronel Emilio. A. Bidondo, Contribución al Estudio de la Guerra de la Independencia en la Frontera Norte (El Aporte Jujeño). Círculo Militar, Buenos Aires, 1968. Anexo 7, 7a, 7b, 10,11,12M7,18,19.
9 Oficio de Güemes al Director Pueyrredón del 17 de octubre de 1816. Güemes Documentado, t 4, p. 69-70.
10 AHPJ. Archivo 1826 Caja 2. Gobierno.
11 Archivo Histórico de la Provincia de Salta. Citado en : Dra. Cristina Minutolo de Orsi (dir.) Historia de Tarija (Corpus Documental) Tomo III. Universidad Autónoma “Juan Misael Saracho”. Tarija. 1987, p. 187-189.
12 AHPJ. Archivo 1826. Oficio de Juan Francisco Pastor.