Tarija y Chichas en La Batalla de Suipacha (Segunda parte)
La Batalla de Cotagaita Fortificadas las fuerzas de Balcarce con nuevos contingentes en el encuentro de Mojo, siguieron luego rumbo a Tupiza que había sido abandonada por Córdova para ir a resguardarse en Cotagaita. En Tupiza Balcarce ordena a una partida un operativo exploratorio de tránsito...



La Batalla de Cotagaita
Fortificadas las fuerzas de Balcarce con nuevos contingentes en el encuentro de Mojo, siguieron luego rumbo a Tupiza que había sido abandonada por Córdova para ir a resguardarse en Cotagaita. En Tupiza Balcarce ordena a una partida un operativo exploratorio de tránsito a Cotagaita, la cual sostiene un enfrentamiento con el enemigo en la “Cuesta de Almona” el 17 de Octubre con resultados negativos, pero que la Junta reconoció como un acto heroico. Pasado este hecho, la expedición continuó rumbo al Norte dispuesta a combatir, en el recorrido Balcarce recibió el entusiasmo de la gente lugareña de Almona, Salo, Ramadas, Cazón y otros que atraídos por su paso y el cometido libertario, no vaciló en prestarle medios de subsistencia y de transporte, así como varios naturales se agregan al Ejército Auxiliar.
En Cotagaita los realistas esperaban a la expedición fuertemente armados, dotados de una fuerte caballería y artillería, más un terreno bien fortificado e inaccesible; en cambio los patriotas tenían poco armamento y artillería, nada comparable a los realistas. Balcarce para el ataque que inició a las 9 de la mañana del 27 de Octubre, no consideró en su debida dimensión esta fortaleza militar, y por otra parte, no espero que todas sus fuerzas se concentren para iniciar un ataque conjunto. Así se tiene a decir de José Antonio Larrea, las tropas tarijeñas a su mando, llegaron recién al combate cuando este ya había comenzado. Por lo tanto Balcarce no tuvo el apoyo de gente que conocía la zona y además el posible empleo táctico de una acción guerrillera que manejaban bien los hombres de Larrea y Güemes, en vez de una ofensiva sucesiva frontal nada conveniente como estrategia militar.
El resultado fue que Balcarce después de cuatro horas de combate es vencido y obligado a ordenar una retirada con dirección al Sur. Sufre la pérdida según datos patriotas 3 hombres y según datos realistas 40, decenas de heridos y varios prisioneros algunos de los cuales se pasan a las filas enemigas. En cambio los realistas tienen como efecto sólo 2 soldados muertos y 15 heridos. Ante este favorable resultado, Córdova pensando que con su victoria ya había logrado todo, instruye persecución con la intención de aniquilar y destrozar al ejército patriota que consideraba se encontraba en franca fuga.
Córdova hubiese cumplido su objetivo de vencer definitivamente a Balcarce, de no ser la extraordinaria acción de pobladores locales y de las tropas leales guerrilleras. Primero fueron los peones y arrieros de Cotagaita que impidieron la persecución de Córdova, al desbandar de sus corrales a 600 mulas y caballos, privando y haciendo perder un tiempo valioso necesario a los realistas para la persecución Después serían los combatientes de Martín Güemes y José Antonio Larrea que a través de una acción tipo “guerrillas” en diferentes lugares hasta llegar a Tupiza, cubrieron heroicamente la retirada de Balcarce. Así se evitó la derrota definitiva y el desbande del ejército auxiliar, permitiendo un segundo combate en Suipacha.
El líder tarijeño, José Antonio Larrea en un informe publicado por Arturo Luís Torino, expresa la situación de la retirada de Cotagaita y la acción tarijeña, dice lo siguiente:
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“En ocasión que ya los tarijeños que los trajo por delante el señor general al comando del capitán Martín Güemes, y don Pedro Galup, se hallaban sosteniendo el punto, por donde los enemigos desfilaban a cortarnos la retaguardia, el que lo defendieron con la mayor bizarría frustrando el intento del ejército contrario, , con lo que pudimos lograr la retirada, después de un fuego el más activo, de cuatro a cinco horas, en cuyo conflicto, no omitió diligencia la gente de Tarija, para salvar la artillería, y demás pertrechos hasta Tupiza donde nos siguió el enemigo, y de allí, a Nazareno, y en esa noche tuvimos la satisfacción que nos llegase los pertrechos que tanto necesitábamos”. 10
Existen algunos criterios errados al considerar que Córdova hubiese cometido una equivocación al no haber ordenado a tiempo la destrucción total de Balcarce. Sin embargo, en realidad el desarrollo del combate de Cotagaita abarcó dos fases. La primera, impuesta bajo el criterio de Balcarce que decidió el ataque sin un cálculo prudente y con fuerzas incompletas, causando la victoria de Córdova y la retirada patriota. La segunda, la ininterrumpida, vigorosa y entusiasta acción guerrillera de los refuerzos de Larrea y Güemes que desde la retaguardia impidieron que la retirada tenga graves derivaciones. De este modo, no es que Córdova hubiese cometido un error máximo militar, sino que su vanguardia se vio sorprendida por el accionar formidable de los combatientes de Larrea y Güemes que desde las quebradas y cerros derrotaron a los realistas e impidieron un desastre irremediable hasta llegar a Suipacha.
La Victoria de Suipacha el 7 de Noviembre
El realista Córdova al mando aproximadamente de 900 efectivos, en la creencia que el ambiente le era favorable y que las tropas de Balcarce no resistirían un nuevo ataque, en las inmediaciones de Tupiza el 6 de Noviembre, lanza una Proclama que transcribe el Prof. Edgar Murillo H., manifestando amenaza, recompensa y confianza en una supuesta victoria, diciendo en su primer párrafo:
“Soldados del Ejército de Buenos Aires. El Mayor General del Perú, Comandante de las tropas de operaciones, está a la vista, y os habla por este papel, para deciros que teniendo a su mando las tropas aguerridas que os vencieron el 27 del pasado y la fuerte guarnición veterana de Charcas que se le ha unido posteriormente, os va atacar de firme, y en términos que no podáis dejar de ser envueltos; queréis disfrutar de los bienes que están gozando vuestros compañeros pasaros a mis banderas en el acto de la acción, venid a mi. El que traiga un fusil percibirá en el acto 30 pesos, sin el 15, y el que me conduzca un oficial le daré 500, el que despreciare mis consejos sufrirá la pena muerte irremisiblemente”. 11
Córdova creyó que esta Proclama provocaría que los patriotas pudiesen traicionar a sus jefes y se incorporarían a sus fuerzas. Al contrario, recibió como única respuesta el más absoluto silencio de la gente armada patriota, así como de los pobladores de Tupiza y comarcas vecinas que incrementaron su accionar con más ímpetu y entusiasmo para la gran batalla que se aproximaba.
Con la experiencia de lo ocurrido en Cotagaita, sin lugar a dudas, quienes identificaron el sitio para sostener un combate, fueron los lugareños que conocían las características geográficas de la comarca y asesoraron a Balcarce. Es así que con miras a una actitud defensiva, los patriotas escogen como su cuartel a la localidad de Nazareno que en su frente por donde se esperaba el ataque, se encuentra a simple vista la extensa playa del río Suipacha – San Juan del Oro; por detrás protegiendo la espalda un conjunto de cerros altos, quebradas, zanjas, arboledas que ocultaban la organización estratégica de Balcarce. Por su lado, Córdova ante el despliegue patriota ganado, confiado en su superioridad y en que no tendría mayor resistencia, prepara su ataque al frente de Nazareno en la localidad de Suipacha.
Balcarce que advierte la llegada y posición del enemigo, apela en primera instancia a la estrategia de enviar “bomberos o espías” lugareños convenientemente aleccionados para que se mezclen con los realistas y propalen versiones falsas sobre el estado y preparativos del ejército patriota, informando pugnas internas, falta de armas, municiones, provisiones y número de efectivos. Estas noticias falsas dadas por pobladores fieles a la causa, serían decisivas para engañar al optimista Córdova. Además Balcarce en la noche del 6 de Noviembre, recibe el refuerzo de 200 hombres que Castelli le manda desde Yavi y también se adhieren nuevos contingentes de nativos de las comarcas vecinas, aproximándose a tener más o menos 800 guerreros equiparando en algo a las fuerzas realistas.
Al mediodía del 7 de Noviembre, Córdova da la orden de ataque por el río, ante cuya aproximación Balcarce responde con el adelanto de infantes de su sector visible de la playa, que luego de un intercambio de fuego simulan una huida precipitada, dando la impresión de una derrota.
Engañado por la maniobra, Córdova dispone un avance del grueso de sus efectivos sobre Nazareno, abandonando su posición segura en Suipacha. Recibe como respuesta que desde el sector oculto de los cerros y las quebradas, salgan en contraataque y con violento empuje cientos de patriotas que combaten “tipo guerrillas” a caballo, sumándose a la acción la aparición sobre la cúspide de los cerros grupos de indígenas bajo la apariencia de entrar en batalla, no obstante de estar desarmados. Esta estrategia, obligo a los realistas replegarse a Suipacha, donde continúa el combate hasta durar aproximadamente cinco horas, logrando los patriotas al final infringir una definitiva derrota y una vergonzosa fuga del enemigo.
Entre las consecuencias propias de la batalla, se tiene por parte de los realistas 40 muertos, 150 prisioneros, toma de banderas, diverso armamento y bolsas de plata que pasan a poder de Balcarce. Por los patriotas, se registran 1 muerto y luego otros 2 por heridas ocasionadas, más 12 heridos muchos de los cuales quedan inválidos. Por otra parte, los soldados de Balcarce que se habían pasado al bando realista en Cotagaita y que fueron hechos presos, en castigo son sentenciados a ser pasados por las armas en el mismo pueblo de Suipacha. Además, al poco tiempo los principales jefes realistas, Vicente Nieto, Presidente de la Audiencia de Charcas; Paula Sanz, Intendente de Potosí; José de Córdova, Jefe de Estado Mayor en Suipacha; caen presos en su fuga y son sentenciados a la pena capital que se cumple en Potosí el 15 de Diciembre de 1810.
La Gloria de Suipacha en su Pluralidad Pertenece a Tarija y Chichas
Tarija, Chichas, Salta y Jujuy al momento de la victoria de Suipacha, se hallaban muy unidas por pertenecer a la Audiencia de Charcas que a su vez dependía del Virreinato del Río de la Plata y particularmente enlazadas a la Intendencia de Salta que ejerció mando militar sobre ellas. En sus espacios en lapsos previos, se produjeron una serie de hechos dignos de admiración, siendo el corolario la Batalla de Suipacha, que luego de su análisis salta a la vista que fueron estas demarcaciones con su territorio, líderes y gente, las que mejor aportaron a ese momento de grandeza.
Partiendo del escenario, Suipacha y Nazareno, en ese momento dos extremos opuestos, fueron siempre espacios de contacto entre Tarija, Chichas y el Norte Argentino. Se encuentran a 25 kilómetros de Tupiza en Chichas; a 70 de Yavi hoy Norte Argentino; y un tanto más lejos aproximadamente 200 Tarija, siguiendo el río San Juan del Oro una ruta natural de comunicación. Es por eso que tanto los pueblos de Suipacha como Nazareno y a su lado Tupiza, por su ubicación geográfica, jugaron un rol importante al constituirse en “centro de gravedad” del desarrollo de la batalla.
En cuanto al número de combatientes por cada bando en lucha, según datos de escritores argentinos los soldado de Balcarce alcanzaron a 75; las partidas de Güemes a 60 montoneros; el aporte reclutado por Tarija a 300 hombres. A este contingente se añadió a último momento otros 200 refuerzos procedentes de Buenos Aires, Norte Argentino y Sur del Alto Perú, así como un número aproximado de 150, identificados como “nativos agregados”. En consecuencia y en proporción al total de número de efectivos que alcanzó el ejército patriota algo más de 800, la mayor fuerza combativa que consiguió el triunfo estuvo constituida por gente de Tarija y Chichas, pudiendo ser incluidas las milicias de Salta, Jujuy, Cinti y Oran.
Además, en la serie de acontecimientos que desembocaron en Suipacha, existieron otros recursos humanos indígenas que sirvieron unos como “Chasquis” facilitando la comunicación entre las partidas patriotas; otros llamados “Milicianos Peones Diestros” llevando alimentos, ganado, municiones y otras vituallas necesarias para el avance y combate. En este grupo, se destacan los “Bomberos Naturales”, especie de confidentes que eran enviados a observar lo que pasaba entre los realista y referirlos a los patriotas. Entre estos últimos, se encuentra el bombero Pedro Pablo Mariscal, que jugó un papel determinante antes de Cotagaita y Suipacha, adelantando noticias a Balcarce y Güemes sobre las órdenes, armas y fuerzas con que contaban el enemigo en la Villa de Tupiza. Así como Mariscal, existieron otros tantos en todo el proceso previo a Suipacha, identificados en los Partes sólo bajo el nombre de “bomberos”.
En cuanto a la dirección y disposición de la batalla, como se ha relatado, todas las unidades disponibles estaban dirigidas por Balcarce, especialmente las reclutadas en Buenos Aires; las tropas de Salta y Jujuy, estuvieron al mando de Güemes; y las agrupadas en Tarija a cargo del caudillo Larrea, que además tenía la consigna del Cabildo de Tarija de actuar “sin dependencia ni subordinación de otra persona que la de su cuerpo”. Bajo estos tres mandos principales, el dispositivo militar ante el inminente enfrentamiento de Suipacha, habría sido previsto por Güemes y Larrea que por tener autoridad sobre sus hombres, conocer el terreno y poseer experiencia de combate tipo guerrillas, aconsejaron a Balcarce la toma de posiciones estratégicas y forma de combate a emplearse. Por lo tanto, habría sido la opinión de Larrea y Güemes y el concurso de sus fuerzas nativas las que más contribuyeron a conseguir el resultado favorable de la batalla.
Por ejemplo y como testimonio, por parte de las tropas congregadas en Tarija, se tiene en el informe de José Antonio Larrea transcrito en el libro de Luís Güemes, el siguiente párrafo: “Al día siguiente fue la célebre acción de Suipacha, a la que se ha debido la pacificación del Virreinato entero. En ella me porté, según debía a la cabeza de mi gente, como su comandante en jefe, cuyo mérito es notorio a todo el ejército”. 12
Este informe no siempre anotado en textos, confirma que los combatientes agrupados por Tarija bajo el mando independiente de Larrea, fueron los principales protagonistas de Suipacha
y que supieron cumplir en combate el cometido patriótico libertario junto a los hombres de Balcarce y Güemes.
Varios autores y libros indican la participación de otros cabecillas en la contienda, no siempre en forma coincidente son nombrados y exaltados Pedro Galup por el Norte Argentino; Pedro Antonio Flores, Francisco Uriondo, Ramón Rojas, y Eustaquio Méndez por Tarija; Vicente Camargo por Cinti; y Pedro Arraya por Chichas. Mereciendo también nombramiento por Yavi, José Fernández Campero, que no obstante no estar en los combates, había organizado tropas de caballería para ir a Mojo, Cotagaita y Suipacha. Es muy posible que así haya sido y otros más que quedaron en el anonimato por las circunstancias militares que rodearon a Suipacha.
Queda como prueba que al poco tiempo, esos nombres comienzan a aparecer asociados en la continuación de la marcha del Ejército Patriota hacia el Norte, así como aparecen como grandes líderes en las guerrillas de Tarija, Cinti y Chichas.
Historiadores tratando de aclarar lo sucedido, dan respuestas de quiénes hubiesen sido los vencedores de Suipacha. El Salteño Alejandro Ubaldo Pojasi, sobre el particular escribe dos párrafos indicando:
“Es aquí donde se centraliza un interrogante de muchos trabajos de investigación y aportes históricos, porque si bien mayoritariamente coinciden que a las órdenes de González Balcarce se reorganiza la caballería, es también donde se encuentran los aprestos altoperuanos que contribuyeron a tan magna victoria de la Patria Grande sean tupizeños, camargueños, chicheños en momento tan definido; nadie pudo precisar antes su número aportado y generalmente relativizado, pues en el bautismo que se presumía para el día 7-de noviembre- todos actuaron bajo el ordenamiento de militares de carrera considerando que ellos, cuando más, eran milicias de adhesión”.
“El repetitivo interrogante ¿dónde actúan la fuerzas tarijeñas y chicheñas?”, ha desprendido serios juicios de subestimación a estos héroes claves de una victoria que llevaron adelante precisamente las escuadras de caballería. Se lo cuenta a Antonio Acebey, Marcelino Torres, Pedro Antonio Flores, Vicente Camargo, Pedro Norberto Arraya”. 13
Estos párrafos de Pojasi, tienen el mérito de identificar y hacer sobresalir lugares y nombres que en algunos testimonios son ignorados, al igual que lo ocurrido con Martín Güemes y José Antonio Larrea por parte de Castelli. Es interesante por ejemplo, el caso que levante el nombre de Pedro Arraya en el triunfo de Suipacha y la consecuente aparición de la Caballería Chicheña al servicio de la Patria. Arraya y la Caballería, fueron y actualmente son dos glorias grandes de la Histórica Región de los Chichas y por ende de Tarija.
Sobre este último punto Pojasi, en otro párrafo destacando la participación de Pedro Arraya y su caballería en Suipacha escribe:
“… de quién además cuenta la memoria popular local, fueron Dos las cargas de caballería decisivas. La primera cuando se precipita el combate y es el choque de vanguardia contra vanguardia, la patriota la dirige el capitán Güemes. Allí se inicia todo y participan artillerías e infantería de ambos bandos. Pero hay una segunda carga de caballería que no estaba en el fragor de la lucha y son 80 lanceros que llegan de Talina bajo las órdenes del joven Alférez Arraya, quienes ingresan por el denominado “Cementerio Viejo” y arremeten temerariamente en el flanco derecho de las defensas realistas que las quiebra definitivamente. Todos estos aguerridos jinetes desde siempre y particularmente sobre Pedro Arraya, se confirma que sirvió entre los Húsares, ya que años más tarde, en el año 1815, tras la traición, muerte y decapitación del belgraniano Tte.Cnel. Vicente Camargo, Arraya al reemplazarlo militarmente en esta región, sus escuadrones casi imbatibles, tomaron la denominación de “Húsares de Chichas”. Años después y producida la muerte en Salta el día 17 de junio de 1821 del General Martín Miguel de Güemes, comandará también los Regimientos de “Santa Victoria” y “Dragones Americanos”. 14
A estas notas se añade que Pedro Arraya y su caballería, posterior a Suipacha en 1816, actúa subordinado a Francisco Uriondo en la “Republiqueta de Tarija” y destinado a la División de Frontera en Bermejo. Cumplidas varias misiones reconocidas documentalmente, en 1817 pasa al cuartel de Tupiza donde luego de realizar proezas, siempre al mando de Uriondo y a disposición de Güemes junto a Manuel Rojas y Eustaquio Méndez, cae herido y preso del enemigo. Vuelve aparecer en 1825, siguiendo la causa americana de los libertadores Bolívar y Sucre al mando del escuadrón “Dragones Americanos”, por cuyos valiosos servicios que presta es distinguido por los libertadores como “Patriota, Honroso y Desinteresado” y ascendido al grado de Coronel de Ejército.
Retomando el análisis de Suipacha y referente a qué grupo patriota sufrió mayores víctimas humanas, se tiene que de parte de los voluntarios tarijeños fue muerto en la misma batalla Basilio Iñiguez de San Lorenzo; el Alférez de Salta Eduardo Gaona que fallece días después por sus heridas y es enterrado en Tupiza; luego muere Melchor Bonedo, un efectivo de infantería del ejército auxiliar. A estos mártires se añaden decenas de heridos, entre ellos el abanderado de Tarija Manuel Álvarez. Muchos de los heridos lugareños quedan inválidos y sensiblemente no son tratados en la misma forma que otros impedidos del ejército regular de Buenos Aires el gozar de asignaciones económicas especiales por vida.
Por lo tanto y considerando la concepción de Suipacha en su inicio, transcurso y resultados, se puede afirmar, respetando el aporte del ejército auxiliar de Buenos Aires, que en el triunfo aportaron y destacaron particularmente las victoriosas fuerzas de Salta, Jujuy y las extraordinarias de Tarija y Chichas, iniciando así con una gloria el ciclo de la Independencia en las hoy Argentina y Bolivia.
Repercusiones y Sucesos Posteriores
El impacto de Suipacha inmediatamente estremeció el poder realista en todo el Bajo y Alto Perú, en la Argentina y en toda América. La victoria fue reconocida por los propios jefes realistas como el derrotado Coronel José de Córdova que en una nota15 enviada a Balcarce le dice:
“La victoria de Suipacha, que vuestra señoría ha conseguido ayer, es más completa que lo que le pareció, pues sólo ella ha decidido la suerte del Alto Perú, correspondiente al virreinato de Buenos Aires”. Por su parte, el máximo jefe militar de los ejércitos españoles en el Perú, General José Manuel Goyeneche se expresa diciendo16: “La acción de Suipacha dejaba las puertas del Perú abiertas para la perdición de todo el reino”.
Ante el resonante triunfo e impresión causada, poco después del 7 de Noviembre, Potosí se pronuncia por la libertad el 10 de Noviembre derrocando a las autoridades españolas; luego Chuquisaca el 12 del mismo mes desconoce el poder español y se pone a disposición de la Junta de Buenos Aires; sigue Cochabamba que dicta una Ordenanza de celebración de la victoria y Esteban Arce el 14 de Noviembre a ejemplo de Suipacha consigue derrotar al enemigo en Aroma; continúa La Paz y Oruro que también se rebelan y reconocen la autoridad de la Junta de Buenos Aires. A partir de entonces, se fue configurando la organización y el destino político de la Audiencia de Charcas o Alto Perú.
A su vez, el triunfo es festejado en Buenos Aires, Córdova, Salta, Jujuy y muchas otras provincias que aseguran con más convicción que sus gobiernos queden en manos de la revolución. La Junta de Buenos Aires, en virtud a los servicios, fervor patriótico y heroísmo prestado por los combatientes en Suipacha, decide premiarlos por Decreto de 28 de Noviembre de 1810, con ascensos militares, sueldos vitalicios, vestuario y gratificaciones extraordinarias y además como premio principal les faculta a que usen en el brazo derecho un Escudo con la inscripción “La Patria a los Vencedores de Tupiza”. Significando así como “vencedores” a toda la gente patriota de Buenos Aires, Salta, Jujuy, Oran, Tarija, Chichas y Cinti que en un esfuerzo y sacrificio conjunto ganaron la batalla.
Ulterior Campaña del Ejército Auxiliar
El Ejército Auxiliar luego de Suipacha avanzó hasta Potosí, donde lamentablemente ocurre que las milicias de Martín Güemes y José Antonio Larrea vencedoras en Suipacha, son “desmovilizadas y dadas de baja” de sus originales mandos el 11 de Enero de 1811, disponiéndose que su gente pase a conformar los cuerpos regulares de Castelli, no obstante la disposición patriótica de estos guerrilleros de continuar juntos y aliados a los propósitos revolucionarios. Como consecuencia de esta decisión, Güemes y Larrea deciden abandonar Potosí y volver a sus lugares de origen, en razón de verse limitados como parte del ejército auxiliar y privados de la jefatura de sus tropas.
Larrea, en una nota dirigida a la Junta de Buenos Aires, representa la decisión y explica los motivos de su alejamiento diciendo lo siguiente a partir de Suipacha:
“De allí he venido hasta este cuartel general de Potosí, en que me he mantenido dispuesto a obedecer en cuanto se me quiera mandar y habiendo sabido ahora que en la reforma hecha del ejército se ha destinado mi gente, a otros cuerpos, quedando yo por esto un comandante sin ejercicio, me ha parecido oportuno ocurrir a V.E., haciéndole presente, que en todo lo que llevo referido, y que es constante, no he hecho sino cumplir con los deberes de buen ciudadano, cual ha sido el único objeto de mis operaciones quedándome la satisfacción de haber sido útil a la patria, en ocasión que han necesitado mis servicios. Con lo que no siendo ya necesaria mi persona, espero se me den los documentos correspondientes para mi regreso: a continuación de este escrito, que se me devolverá original. A V.E. pido y suplico así lo prevea y mande que será justicia que pido etc. José Antonio Larrea”. 17
Existen versiones en sentido que lo ocurrido en Potosí con Güemes y Larrea, se debió a discrepancias que hubo en cuanto a la estrategia de penetración hacia el Norte. Se habría reclamado la demora e inactividad por varios meses de Castelli y Balcarce, en vez de ponerse en camino y perseguir al enemigo que estaba descontrolado por lo de Suipacha. Ya sin el refuerzo adecuado de Larrea y Güemes, el ejército auxiliar meses después llega al río Desaguadero límite del Virreinato de La Plata con el del Perú, donde el realista General José Manuel Goyeneche luego de hábiles y engañosas negociaciones consigue finalmente derrotar a Castelli en Guaqui el 20 de Junio de 1811. Así se desaprovechó la decisiva ventaja política y militar conseguida en Suipacha.
Pese a todo lo ocurrido después de Suipacha, esta victoria fue reconocida y recogida por la historia como un extraordinario hecho del patriotismo americano y un verdadero orgullo para Tarija, Chichas como también el Norte Argentino. Rememorando y valorando esta gloria se tiene como corolario el criterio del historiador Argentino Guillermo Sola que sostiene:
“Eso fue Suipacha, la primera y más importante conquista militar y política en la Guerra de la Independencia. Fue la primera en la cronología de las acciones de armas, pero fue la más importante por lo emblemático, porque desalojo Absolutamente de los realistas de todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, arrojándolos a fines de 1810, al Perú, del otro lado del Río Desaguadero”. 18
Posteriores Acciones Conjuntas
Entre 1810 y 1825, el nexo regional humano independentista se sigue enriqueciendo, cuando Tarija y Chichas combinan diversas operaciones para reforzar al ejército de Belgrano en los “Éxodos Jujeños”, especialmente en los triunfos de la “Batalla de Tucumán” el 24 de Septiembre de 1812 y en la “Batalla de Salta” el 20 de Febrero de 1813. También y por las buenas condiciones guerrilleras a caballo y el manejo de la lanza de los combatientes de Salta, Jujuy, Tarija y Chichas, Belgrano dispone organizar cuerpos de caballería en cada región para internarse al Alto Perú con un Segundo Ejército Auxiliar, oportunidad en que aparece con identidad propia y exhibiendo su propia bandera la “Unidad de la Caballería Chicheña” en los combates de Vilcapugio y Ayohuma el 1º de Octubre y el 14 de Noviembre de 1813 respectivamente. En todos estos hechos, ya sea de grandeza o infortunio, el Sur del Alto Perú y el Norte Argentino se encontraban siempre unidos.
A estos testimonios se suma el “Congreso de Tucumán” el 9 de Julio de 1816, donde en representación de Chichas y la Villa de Tupiza, asiste como diputado electo el sacerdote Andrés Pacheco de Melo y firma a nombre de su pueblo el Acta que Proclama la Independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata. No pudo concurrir el otro diputado electo por Chichas y Tupiza, Juan José Fernández Campero, por atender acciones de armas que amenazaban a la región. Sin embargo, Campero se compromete con el evento de Tucumán y redacta una “Proclama de Jura de la Independencia”, haciéndola afirmar a partir del mes de Agosto, primero en Jujuy, después en Orán y Tarija, en ceremonias solemnes a cargo de Francisco Uriondo.
En este contexto se presenta la “Batalla y Victoria Patriota de la Tablada” en Tarija 15 de Abril de 1817. El personaje del acontecimiento fue el Coronel Gregorio Araoz de La Madrid, enviado por Belgrano al mando del Cuarto Ejército Auxiliar para contener las constantes incursiones que amenazaban desde Tupiza ocupar Salta y Tucumán. La Madrid, bajo órdenes de cortar la retaguardia del enemigo, se presenta en Tarija resguardada por tropas del Coronel Mateo Ramírez y después de una acción valiente y osada las fuerzas patriotas infringen a los realistas una fatal derrota con más de 60 muertos, otros heridos, prisioneros y de la parte patriota una sola víctima mortal. En la batalla, historiadores involucran como otros principales actores al Moto Méndez y Francisco Uriondo, siendo posible que también hayan participado por lo menos parte de las milicias de Pedro Arraya que se encontraban cerca en las Salinas en la parte de Oran hostilizando a los realistas.
La magnitud y trascendencia histórica del triunfo de la Tablada enfrente la invasión del ejército de La Serna, es que recupera Tarija para la Patria y provoca desaliento entre los españoles en su intento de posesionarse de todo el Sur del Alto Perú, Norte Argentino e incluso y de ser posible llegar a Buenos Aires. Por otra parte, ese 15 de Abril, queda hasta hoy como la máxima expresión libertaria y símbolo cívico del pueblo de Tarija que recuerda el hecho con honor y orgullo.
Al final de esta historia colectiva, se encuentra la “Batalla de Tumusla” el 1 de de Abril de 1825, destacada como la “Ultima por la Independencia” y gracias a la cual el Alto Perú consigue expulsar definitivamente a los enemigos españoles y sellar su Independencia como República.
La victoria contra el ejército realista dirigido por Pedro Antonio de Olañeta, fue conseguida por Carlos Medinaceli Lizarazu, conduciendo fuerzas alistadas en los Chichas y Tarija que vencen en la contienda, dando lugar además a que Olañeta caiga herido y luego fallecer. Medinaceli en Tumusla, haciendo clara alusión a la contribución tarijeña y chicheña en este “Último Triunfo por la Independencia”, antes de entrar en combate lanza una “Arenga” diciendo:
“¡Jefes, Oficiales y Soldados! - ¡Valerosos Chicheños y Tarijeños y compatriotas!: “Por la Libertad y la Autonomía de la Patria, enfrentemos decididos a la División enemiga que avistamos ya. De vuestro empuje, denuedo y valor de esta tarde, del primer día de Abril, de Jueves Santo, dependerá la gran victoria o la derrota definitiva de nuestro Regimiento y batallón “Cazadores” y “Chichas”. 19
Hasta aquí es el reconocimiento breve a tantas glorias y héroes que fundamentan históricamente la integración territorial y humana que existió entre Tarija y Chichas desde Suipacha hasta Tumusla. De no ser la decisión de la Asamblea Soberana de 1825, el transformar a las Provincias Coloniales en Departamentos bajo intereses que no siempre representaron la realidad de la naciente Bolivia, tal vez la histórica “Provincia Chichas y Tarija” hubiese subsistido integrada hasta hoy.
10 Ídem. Ob. Cit., p. 22
11 Murillo Huarachi, Edgar, Glorias de la Histórica Región de los Chichas en la Independencia, 2ª Edic. Propia, Tupiza 2014, p. 41, 42.
12 Güemes, Luis, Güemes Documentado, Tomo 1, Edic. Plus Ultra, Buenos Aires, 1979, p. 229.
13 Pojasi, Alejandro Ubaldo, Los Decididos de la Patria en el Combate de Río Piedras, Edic. Hanne, Salta, 2012, p. 65.
14 Idem., Ob. Cit., p. 66, 67.
15 Ídem. Ob. Cit., p. 267.
16 Ídem. Ob. Cit., p. 290.
15 Ídem. Ob. Cit., p. 267.
16 Ídem. Ob. Cit., p. 290.
17 Ídem. Ob. Cit., p. 22, 23.
18 Sola, Guillermo, El Gran Bastión de la Patria, Edic. Maktub, Salta, 2005, p. 80.
19 Ídem. Ob. Cit., p. 154
Fortificadas las fuerzas de Balcarce con nuevos contingentes en el encuentro de Mojo, siguieron luego rumbo a Tupiza que había sido abandonada por Córdova para ir a resguardarse en Cotagaita. En Tupiza Balcarce ordena a una partida un operativo exploratorio de tránsito a Cotagaita, la cual sostiene un enfrentamiento con el enemigo en la “Cuesta de Almona” el 17 de Octubre con resultados negativos, pero que la Junta reconoció como un acto heroico. Pasado este hecho, la expedición continuó rumbo al Norte dispuesta a combatir, en el recorrido Balcarce recibió el entusiasmo de la gente lugareña de Almona, Salo, Ramadas, Cazón y otros que atraídos por su paso y el cometido libertario, no vaciló en prestarle medios de subsistencia y de transporte, así como varios naturales se agregan al Ejército Auxiliar.
En Cotagaita los realistas esperaban a la expedición fuertemente armados, dotados de una fuerte caballería y artillería, más un terreno bien fortificado e inaccesible; en cambio los patriotas tenían poco armamento y artillería, nada comparable a los realistas. Balcarce para el ataque que inició a las 9 de la mañana del 27 de Octubre, no consideró en su debida dimensión esta fortaleza militar, y por otra parte, no espero que todas sus fuerzas se concentren para iniciar un ataque conjunto. Así se tiene a decir de José Antonio Larrea, las tropas tarijeñas a su mando, llegaron recién al combate cuando este ya había comenzado. Por lo tanto Balcarce no tuvo el apoyo de gente que conocía la zona y además el posible empleo táctico de una acción guerrillera que manejaban bien los hombres de Larrea y Güemes, en vez de una ofensiva sucesiva frontal nada conveniente como estrategia militar.
El resultado fue que Balcarce después de cuatro horas de combate es vencido y obligado a ordenar una retirada con dirección al Sur. Sufre la pérdida según datos patriotas 3 hombres y según datos realistas 40, decenas de heridos y varios prisioneros algunos de los cuales se pasan a las filas enemigas. En cambio los realistas tienen como efecto sólo 2 soldados muertos y 15 heridos. Ante este favorable resultado, Córdova pensando que con su victoria ya había logrado todo, instruye persecución con la intención de aniquilar y destrozar al ejército patriota que consideraba se encontraba en franca fuga.
Córdova hubiese cumplido su objetivo de vencer definitivamente a Balcarce, de no ser la extraordinaria acción de pobladores locales y de las tropas leales guerrilleras. Primero fueron los peones y arrieros de Cotagaita que impidieron la persecución de Córdova, al desbandar de sus corrales a 600 mulas y caballos, privando y haciendo perder un tiempo valioso necesario a los realistas para la persecución Después serían los combatientes de Martín Güemes y José Antonio Larrea que a través de una acción tipo “guerrillas” en diferentes lugares hasta llegar a Tupiza, cubrieron heroicamente la retirada de Balcarce. Así se evitó la derrota definitiva y el desbande del ejército auxiliar, permitiendo un segundo combate en Suipacha.
El líder tarijeño, José Antonio Larrea en un informe publicado por Arturo Luís Torino, expresa la situación de la retirada de Cotagaita y la acción tarijeña, dice lo siguiente:
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“En ocasión que ya los tarijeños que los trajo por delante el señor general al comando del capitán Martín Güemes, y don Pedro Galup, se hallaban sosteniendo el punto, por donde los enemigos desfilaban a cortarnos la retaguardia, el que lo defendieron con la mayor bizarría frustrando el intento del ejército contrario, , con lo que pudimos lograr la retirada, después de un fuego el más activo, de cuatro a cinco horas, en cuyo conflicto, no omitió diligencia la gente de Tarija, para salvar la artillería, y demás pertrechos hasta Tupiza donde nos siguió el enemigo, y de allí, a Nazareno, y en esa noche tuvimos la satisfacción que nos llegase los pertrechos que tanto necesitábamos”. 10
Existen algunos criterios errados al considerar que Córdova hubiese cometido una equivocación al no haber ordenado a tiempo la destrucción total de Balcarce. Sin embargo, en realidad el desarrollo del combate de Cotagaita abarcó dos fases. La primera, impuesta bajo el criterio de Balcarce que decidió el ataque sin un cálculo prudente y con fuerzas incompletas, causando la victoria de Córdova y la retirada patriota. La segunda, la ininterrumpida, vigorosa y entusiasta acción guerrillera de los refuerzos de Larrea y Güemes que desde la retaguardia impidieron que la retirada tenga graves derivaciones. De este modo, no es que Córdova hubiese cometido un error máximo militar, sino que su vanguardia se vio sorprendida por el accionar formidable de los combatientes de Larrea y Güemes que desde las quebradas y cerros derrotaron a los realistas e impidieron un desastre irremediable hasta llegar a Suipacha.
La Victoria de Suipacha el 7 de Noviembre
El realista Córdova al mando aproximadamente de 900 efectivos, en la creencia que el ambiente le era favorable y que las tropas de Balcarce no resistirían un nuevo ataque, en las inmediaciones de Tupiza el 6 de Noviembre, lanza una Proclama que transcribe el Prof. Edgar Murillo H., manifestando amenaza, recompensa y confianza en una supuesta victoria, diciendo en su primer párrafo:
“Soldados del Ejército de Buenos Aires. El Mayor General del Perú, Comandante de las tropas de operaciones, está a la vista, y os habla por este papel, para deciros que teniendo a su mando las tropas aguerridas que os vencieron el 27 del pasado y la fuerte guarnición veterana de Charcas que se le ha unido posteriormente, os va atacar de firme, y en términos que no podáis dejar de ser envueltos; queréis disfrutar de los bienes que están gozando vuestros compañeros pasaros a mis banderas en el acto de la acción, venid a mi. El que traiga un fusil percibirá en el acto 30 pesos, sin el 15, y el que me conduzca un oficial le daré 500, el que despreciare mis consejos sufrirá la pena muerte irremisiblemente”. 11
Córdova creyó que esta Proclama provocaría que los patriotas pudiesen traicionar a sus jefes y se incorporarían a sus fuerzas. Al contrario, recibió como única respuesta el más absoluto silencio de la gente armada patriota, así como de los pobladores de Tupiza y comarcas vecinas que incrementaron su accionar con más ímpetu y entusiasmo para la gran batalla que se aproximaba.
Con la experiencia de lo ocurrido en Cotagaita, sin lugar a dudas, quienes identificaron el sitio para sostener un combate, fueron los lugareños que conocían las características geográficas de la comarca y asesoraron a Balcarce. Es así que con miras a una actitud defensiva, los patriotas escogen como su cuartel a la localidad de Nazareno que en su frente por donde se esperaba el ataque, se encuentra a simple vista la extensa playa del río Suipacha – San Juan del Oro; por detrás protegiendo la espalda un conjunto de cerros altos, quebradas, zanjas, arboledas que ocultaban la organización estratégica de Balcarce. Por su lado, Córdova ante el despliegue patriota ganado, confiado en su superioridad y en que no tendría mayor resistencia, prepara su ataque al frente de Nazareno en la localidad de Suipacha.
Balcarce que advierte la llegada y posición del enemigo, apela en primera instancia a la estrategia de enviar “bomberos o espías” lugareños convenientemente aleccionados para que se mezclen con los realistas y propalen versiones falsas sobre el estado y preparativos del ejército patriota, informando pugnas internas, falta de armas, municiones, provisiones y número de efectivos. Estas noticias falsas dadas por pobladores fieles a la causa, serían decisivas para engañar al optimista Córdova. Además Balcarce en la noche del 6 de Noviembre, recibe el refuerzo de 200 hombres que Castelli le manda desde Yavi y también se adhieren nuevos contingentes de nativos de las comarcas vecinas, aproximándose a tener más o menos 800 guerreros equiparando en algo a las fuerzas realistas.
Al mediodía del 7 de Noviembre, Córdova da la orden de ataque por el río, ante cuya aproximación Balcarce responde con el adelanto de infantes de su sector visible de la playa, que luego de un intercambio de fuego simulan una huida precipitada, dando la impresión de una derrota.
Engañado por la maniobra, Córdova dispone un avance del grueso de sus efectivos sobre Nazareno, abandonando su posición segura en Suipacha. Recibe como respuesta que desde el sector oculto de los cerros y las quebradas, salgan en contraataque y con violento empuje cientos de patriotas que combaten “tipo guerrillas” a caballo, sumándose a la acción la aparición sobre la cúspide de los cerros grupos de indígenas bajo la apariencia de entrar en batalla, no obstante de estar desarmados. Esta estrategia, obligo a los realistas replegarse a Suipacha, donde continúa el combate hasta durar aproximadamente cinco horas, logrando los patriotas al final infringir una definitiva derrota y una vergonzosa fuga del enemigo.
Entre las consecuencias propias de la batalla, se tiene por parte de los realistas 40 muertos, 150 prisioneros, toma de banderas, diverso armamento y bolsas de plata que pasan a poder de Balcarce. Por los patriotas, se registran 1 muerto y luego otros 2 por heridas ocasionadas, más 12 heridos muchos de los cuales quedan inválidos. Por otra parte, los soldados de Balcarce que se habían pasado al bando realista en Cotagaita y que fueron hechos presos, en castigo son sentenciados a ser pasados por las armas en el mismo pueblo de Suipacha. Además, al poco tiempo los principales jefes realistas, Vicente Nieto, Presidente de la Audiencia de Charcas; Paula Sanz, Intendente de Potosí; José de Córdova, Jefe de Estado Mayor en Suipacha; caen presos en su fuga y son sentenciados a la pena capital que se cumple en Potosí el 15 de Diciembre de 1810.
La Gloria de Suipacha en su Pluralidad Pertenece a Tarija y Chichas
Tarija, Chichas, Salta y Jujuy al momento de la victoria de Suipacha, se hallaban muy unidas por pertenecer a la Audiencia de Charcas que a su vez dependía del Virreinato del Río de la Plata y particularmente enlazadas a la Intendencia de Salta que ejerció mando militar sobre ellas. En sus espacios en lapsos previos, se produjeron una serie de hechos dignos de admiración, siendo el corolario la Batalla de Suipacha, que luego de su análisis salta a la vista que fueron estas demarcaciones con su territorio, líderes y gente, las que mejor aportaron a ese momento de grandeza.
Partiendo del escenario, Suipacha y Nazareno, en ese momento dos extremos opuestos, fueron siempre espacios de contacto entre Tarija, Chichas y el Norte Argentino. Se encuentran a 25 kilómetros de Tupiza en Chichas; a 70 de Yavi hoy Norte Argentino; y un tanto más lejos aproximadamente 200 Tarija, siguiendo el río San Juan del Oro una ruta natural de comunicación. Es por eso que tanto los pueblos de Suipacha como Nazareno y a su lado Tupiza, por su ubicación geográfica, jugaron un rol importante al constituirse en “centro de gravedad” del desarrollo de la batalla.
En cuanto al número de combatientes por cada bando en lucha, según datos de escritores argentinos los soldado de Balcarce alcanzaron a 75; las partidas de Güemes a 60 montoneros; el aporte reclutado por Tarija a 300 hombres. A este contingente se añadió a último momento otros 200 refuerzos procedentes de Buenos Aires, Norte Argentino y Sur del Alto Perú, así como un número aproximado de 150, identificados como “nativos agregados”. En consecuencia y en proporción al total de número de efectivos que alcanzó el ejército patriota algo más de 800, la mayor fuerza combativa que consiguió el triunfo estuvo constituida por gente de Tarija y Chichas, pudiendo ser incluidas las milicias de Salta, Jujuy, Cinti y Oran.
Además, en la serie de acontecimientos que desembocaron en Suipacha, existieron otros recursos humanos indígenas que sirvieron unos como “Chasquis” facilitando la comunicación entre las partidas patriotas; otros llamados “Milicianos Peones Diestros” llevando alimentos, ganado, municiones y otras vituallas necesarias para el avance y combate. En este grupo, se destacan los “Bomberos Naturales”, especie de confidentes que eran enviados a observar lo que pasaba entre los realista y referirlos a los patriotas. Entre estos últimos, se encuentra el bombero Pedro Pablo Mariscal, que jugó un papel determinante antes de Cotagaita y Suipacha, adelantando noticias a Balcarce y Güemes sobre las órdenes, armas y fuerzas con que contaban el enemigo en la Villa de Tupiza. Así como Mariscal, existieron otros tantos en todo el proceso previo a Suipacha, identificados en los Partes sólo bajo el nombre de “bomberos”.
En cuanto a la dirección y disposición de la batalla, como se ha relatado, todas las unidades disponibles estaban dirigidas por Balcarce, especialmente las reclutadas en Buenos Aires; las tropas de Salta y Jujuy, estuvieron al mando de Güemes; y las agrupadas en Tarija a cargo del caudillo Larrea, que además tenía la consigna del Cabildo de Tarija de actuar “sin dependencia ni subordinación de otra persona que la de su cuerpo”. Bajo estos tres mandos principales, el dispositivo militar ante el inminente enfrentamiento de Suipacha, habría sido previsto por Güemes y Larrea que por tener autoridad sobre sus hombres, conocer el terreno y poseer experiencia de combate tipo guerrillas, aconsejaron a Balcarce la toma de posiciones estratégicas y forma de combate a emplearse. Por lo tanto, habría sido la opinión de Larrea y Güemes y el concurso de sus fuerzas nativas las que más contribuyeron a conseguir el resultado favorable de la batalla.
Por ejemplo y como testimonio, por parte de las tropas congregadas en Tarija, se tiene en el informe de José Antonio Larrea transcrito en el libro de Luís Güemes, el siguiente párrafo: “Al día siguiente fue la célebre acción de Suipacha, a la que se ha debido la pacificación del Virreinato entero. En ella me porté, según debía a la cabeza de mi gente, como su comandante en jefe, cuyo mérito es notorio a todo el ejército”. 12
Este informe no siempre anotado en textos, confirma que los combatientes agrupados por Tarija bajo el mando independiente de Larrea, fueron los principales protagonistas de Suipacha
y que supieron cumplir en combate el cometido patriótico libertario junto a los hombres de Balcarce y Güemes.
Varios autores y libros indican la participación de otros cabecillas en la contienda, no siempre en forma coincidente son nombrados y exaltados Pedro Galup por el Norte Argentino; Pedro Antonio Flores, Francisco Uriondo, Ramón Rojas, y Eustaquio Méndez por Tarija; Vicente Camargo por Cinti; y Pedro Arraya por Chichas. Mereciendo también nombramiento por Yavi, José Fernández Campero, que no obstante no estar en los combates, había organizado tropas de caballería para ir a Mojo, Cotagaita y Suipacha. Es muy posible que así haya sido y otros más que quedaron en el anonimato por las circunstancias militares que rodearon a Suipacha.
Queda como prueba que al poco tiempo, esos nombres comienzan a aparecer asociados en la continuación de la marcha del Ejército Patriota hacia el Norte, así como aparecen como grandes líderes en las guerrillas de Tarija, Cinti y Chichas.
Historiadores tratando de aclarar lo sucedido, dan respuestas de quiénes hubiesen sido los vencedores de Suipacha. El Salteño Alejandro Ubaldo Pojasi, sobre el particular escribe dos párrafos indicando:
“Es aquí donde se centraliza un interrogante de muchos trabajos de investigación y aportes históricos, porque si bien mayoritariamente coinciden que a las órdenes de González Balcarce se reorganiza la caballería, es también donde se encuentran los aprestos altoperuanos que contribuyeron a tan magna victoria de la Patria Grande sean tupizeños, camargueños, chicheños en momento tan definido; nadie pudo precisar antes su número aportado y generalmente relativizado, pues en el bautismo que se presumía para el día 7-de noviembre- todos actuaron bajo el ordenamiento de militares de carrera considerando que ellos, cuando más, eran milicias de adhesión”.
“El repetitivo interrogante ¿dónde actúan la fuerzas tarijeñas y chicheñas?”, ha desprendido serios juicios de subestimación a estos héroes claves de una victoria que llevaron adelante precisamente las escuadras de caballería. Se lo cuenta a Antonio Acebey, Marcelino Torres, Pedro Antonio Flores, Vicente Camargo, Pedro Norberto Arraya”. 13
Estos párrafos de Pojasi, tienen el mérito de identificar y hacer sobresalir lugares y nombres que en algunos testimonios son ignorados, al igual que lo ocurrido con Martín Güemes y José Antonio Larrea por parte de Castelli. Es interesante por ejemplo, el caso que levante el nombre de Pedro Arraya en el triunfo de Suipacha y la consecuente aparición de la Caballería Chicheña al servicio de la Patria. Arraya y la Caballería, fueron y actualmente son dos glorias grandes de la Histórica Región de los Chichas y por ende de Tarija.
Sobre este último punto Pojasi, en otro párrafo destacando la participación de Pedro Arraya y su caballería en Suipacha escribe:
“… de quién además cuenta la memoria popular local, fueron Dos las cargas de caballería decisivas. La primera cuando se precipita el combate y es el choque de vanguardia contra vanguardia, la patriota la dirige el capitán Güemes. Allí se inicia todo y participan artillerías e infantería de ambos bandos. Pero hay una segunda carga de caballería que no estaba en el fragor de la lucha y son 80 lanceros que llegan de Talina bajo las órdenes del joven Alférez Arraya, quienes ingresan por el denominado “Cementerio Viejo” y arremeten temerariamente en el flanco derecho de las defensas realistas que las quiebra definitivamente. Todos estos aguerridos jinetes desde siempre y particularmente sobre Pedro Arraya, se confirma que sirvió entre los Húsares, ya que años más tarde, en el año 1815, tras la traición, muerte y decapitación del belgraniano Tte.Cnel. Vicente Camargo, Arraya al reemplazarlo militarmente en esta región, sus escuadrones casi imbatibles, tomaron la denominación de “Húsares de Chichas”. Años después y producida la muerte en Salta el día 17 de junio de 1821 del General Martín Miguel de Güemes, comandará también los Regimientos de “Santa Victoria” y “Dragones Americanos”. 14
A estas notas se añade que Pedro Arraya y su caballería, posterior a Suipacha en 1816, actúa subordinado a Francisco Uriondo en la “Republiqueta de Tarija” y destinado a la División de Frontera en Bermejo. Cumplidas varias misiones reconocidas documentalmente, en 1817 pasa al cuartel de Tupiza donde luego de realizar proezas, siempre al mando de Uriondo y a disposición de Güemes junto a Manuel Rojas y Eustaquio Méndez, cae herido y preso del enemigo. Vuelve aparecer en 1825, siguiendo la causa americana de los libertadores Bolívar y Sucre al mando del escuadrón “Dragones Americanos”, por cuyos valiosos servicios que presta es distinguido por los libertadores como “Patriota, Honroso y Desinteresado” y ascendido al grado de Coronel de Ejército.
Retomando el análisis de Suipacha y referente a qué grupo patriota sufrió mayores víctimas humanas, se tiene que de parte de los voluntarios tarijeños fue muerto en la misma batalla Basilio Iñiguez de San Lorenzo; el Alférez de Salta Eduardo Gaona que fallece días después por sus heridas y es enterrado en Tupiza; luego muere Melchor Bonedo, un efectivo de infantería del ejército auxiliar. A estos mártires se añaden decenas de heridos, entre ellos el abanderado de Tarija Manuel Álvarez. Muchos de los heridos lugareños quedan inválidos y sensiblemente no son tratados en la misma forma que otros impedidos del ejército regular de Buenos Aires el gozar de asignaciones económicas especiales por vida.
Por lo tanto y considerando la concepción de Suipacha en su inicio, transcurso y resultados, se puede afirmar, respetando el aporte del ejército auxiliar de Buenos Aires, que en el triunfo aportaron y destacaron particularmente las victoriosas fuerzas de Salta, Jujuy y las extraordinarias de Tarija y Chichas, iniciando así con una gloria el ciclo de la Independencia en las hoy Argentina y Bolivia.
Repercusiones y Sucesos Posteriores
El impacto de Suipacha inmediatamente estremeció el poder realista en todo el Bajo y Alto Perú, en la Argentina y en toda América. La victoria fue reconocida por los propios jefes realistas como el derrotado Coronel José de Córdova que en una nota15 enviada a Balcarce le dice:
“La victoria de Suipacha, que vuestra señoría ha conseguido ayer, es más completa que lo que le pareció, pues sólo ella ha decidido la suerte del Alto Perú, correspondiente al virreinato de Buenos Aires”. Por su parte, el máximo jefe militar de los ejércitos españoles en el Perú, General José Manuel Goyeneche se expresa diciendo16: “La acción de Suipacha dejaba las puertas del Perú abiertas para la perdición de todo el reino”.
Ante el resonante triunfo e impresión causada, poco después del 7 de Noviembre, Potosí se pronuncia por la libertad el 10 de Noviembre derrocando a las autoridades españolas; luego Chuquisaca el 12 del mismo mes desconoce el poder español y se pone a disposición de la Junta de Buenos Aires; sigue Cochabamba que dicta una Ordenanza de celebración de la victoria y Esteban Arce el 14 de Noviembre a ejemplo de Suipacha consigue derrotar al enemigo en Aroma; continúa La Paz y Oruro que también se rebelan y reconocen la autoridad de la Junta de Buenos Aires. A partir de entonces, se fue configurando la organización y el destino político de la Audiencia de Charcas o Alto Perú.
A su vez, el triunfo es festejado en Buenos Aires, Córdova, Salta, Jujuy y muchas otras provincias que aseguran con más convicción que sus gobiernos queden en manos de la revolución. La Junta de Buenos Aires, en virtud a los servicios, fervor patriótico y heroísmo prestado por los combatientes en Suipacha, decide premiarlos por Decreto de 28 de Noviembre de 1810, con ascensos militares, sueldos vitalicios, vestuario y gratificaciones extraordinarias y además como premio principal les faculta a que usen en el brazo derecho un Escudo con la inscripción “La Patria a los Vencedores de Tupiza”. Significando así como “vencedores” a toda la gente patriota de Buenos Aires, Salta, Jujuy, Oran, Tarija, Chichas y Cinti que en un esfuerzo y sacrificio conjunto ganaron la batalla.
Ulterior Campaña del Ejército Auxiliar
El Ejército Auxiliar luego de Suipacha avanzó hasta Potosí, donde lamentablemente ocurre que las milicias de Martín Güemes y José Antonio Larrea vencedoras en Suipacha, son “desmovilizadas y dadas de baja” de sus originales mandos el 11 de Enero de 1811, disponiéndose que su gente pase a conformar los cuerpos regulares de Castelli, no obstante la disposición patriótica de estos guerrilleros de continuar juntos y aliados a los propósitos revolucionarios. Como consecuencia de esta decisión, Güemes y Larrea deciden abandonar Potosí y volver a sus lugares de origen, en razón de verse limitados como parte del ejército auxiliar y privados de la jefatura de sus tropas.
Larrea, en una nota dirigida a la Junta de Buenos Aires, representa la decisión y explica los motivos de su alejamiento diciendo lo siguiente a partir de Suipacha:
“De allí he venido hasta este cuartel general de Potosí, en que me he mantenido dispuesto a obedecer en cuanto se me quiera mandar y habiendo sabido ahora que en la reforma hecha del ejército se ha destinado mi gente, a otros cuerpos, quedando yo por esto un comandante sin ejercicio, me ha parecido oportuno ocurrir a V.E., haciéndole presente, que en todo lo que llevo referido, y que es constante, no he hecho sino cumplir con los deberes de buen ciudadano, cual ha sido el único objeto de mis operaciones quedándome la satisfacción de haber sido útil a la patria, en ocasión que han necesitado mis servicios. Con lo que no siendo ya necesaria mi persona, espero se me den los documentos correspondientes para mi regreso: a continuación de este escrito, que se me devolverá original. A V.E. pido y suplico así lo prevea y mande que será justicia que pido etc. José Antonio Larrea”. 17
Existen versiones en sentido que lo ocurrido en Potosí con Güemes y Larrea, se debió a discrepancias que hubo en cuanto a la estrategia de penetración hacia el Norte. Se habría reclamado la demora e inactividad por varios meses de Castelli y Balcarce, en vez de ponerse en camino y perseguir al enemigo que estaba descontrolado por lo de Suipacha. Ya sin el refuerzo adecuado de Larrea y Güemes, el ejército auxiliar meses después llega al río Desaguadero límite del Virreinato de La Plata con el del Perú, donde el realista General José Manuel Goyeneche luego de hábiles y engañosas negociaciones consigue finalmente derrotar a Castelli en Guaqui el 20 de Junio de 1811. Así se desaprovechó la decisiva ventaja política y militar conseguida en Suipacha.
Pese a todo lo ocurrido después de Suipacha, esta victoria fue reconocida y recogida por la historia como un extraordinario hecho del patriotismo americano y un verdadero orgullo para Tarija, Chichas como también el Norte Argentino. Rememorando y valorando esta gloria se tiene como corolario el criterio del historiador Argentino Guillermo Sola que sostiene:
“Eso fue Suipacha, la primera y más importante conquista militar y política en la Guerra de la Independencia. Fue la primera en la cronología de las acciones de armas, pero fue la más importante por lo emblemático, porque desalojo Absolutamente de los realistas de todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, arrojándolos a fines de 1810, al Perú, del otro lado del Río Desaguadero”. 18
Posteriores Acciones Conjuntas
Entre 1810 y 1825, el nexo regional humano independentista se sigue enriqueciendo, cuando Tarija y Chichas combinan diversas operaciones para reforzar al ejército de Belgrano en los “Éxodos Jujeños”, especialmente en los triunfos de la “Batalla de Tucumán” el 24 de Septiembre de 1812 y en la “Batalla de Salta” el 20 de Febrero de 1813. También y por las buenas condiciones guerrilleras a caballo y el manejo de la lanza de los combatientes de Salta, Jujuy, Tarija y Chichas, Belgrano dispone organizar cuerpos de caballería en cada región para internarse al Alto Perú con un Segundo Ejército Auxiliar, oportunidad en que aparece con identidad propia y exhibiendo su propia bandera la “Unidad de la Caballería Chicheña” en los combates de Vilcapugio y Ayohuma el 1º de Octubre y el 14 de Noviembre de 1813 respectivamente. En todos estos hechos, ya sea de grandeza o infortunio, el Sur del Alto Perú y el Norte Argentino se encontraban siempre unidos.
A estos testimonios se suma el “Congreso de Tucumán” el 9 de Julio de 1816, donde en representación de Chichas y la Villa de Tupiza, asiste como diputado electo el sacerdote Andrés Pacheco de Melo y firma a nombre de su pueblo el Acta que Proclama la Independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata. No pudo concurrir el otro diputado electo por Chichas y Tupiza, Juan José Fernández Campero, por atender acciones de armas que amenazaban a la región. Sin embargo, Campero se compromete con el evento de Tucumán y redacta una “Proclama de Jura de la Independencia”, haciéndola afirmar a partir del mes de Agosto, primero en Jujuy, después en Orán y Tarija, en ceremonias solemnes a cargo de Francisco Uriondo.
En este contexto se presenta la “Batalla y Victoria Patriota de la Tablada” en Tarija 15 de Abril de 1817. El personaje del acontecimiento fue el Coronel Gregorio Araoz de La Madrid, enviado por Belgrano al mando del Cuarto Ejército Auxiliar para contener las constantes incursiones que amenazaban desde Tupiza ocupar Salta y Tucumán. La Madrid, bajo órdenes de cortar la retaguardia del enemigo, se presenta en Tarija resguardada por tropas del Coronel Mateo Ramírez y después de una acción valiente y osada las fuerzas patriotas infringen a los realistas una fatal derrota con más de 60 muertos, otros heridos, prisioneros y de la parte patriota una sola víctima mortal. En la batalla, historiadores involucran como otros principales actores al Moto Méndez y Francisco Uriondo, siendo posible que también hayan participado por lo menos parte de las milicias de Pedro Arraya que se encontraban cerca en las Salinas en la parte de Oran hostilizando a los realistas.
La magnitud y trascendencia histórica del triunfo de la Tablada enfrente la invasión del ejército de La Serna, es que recupera Tarija para la Patria y provoca desaliento entre los españoles en su intento de posesionarse de todo el Sur del Alto Perú, Norte Argentino e incluso y de ser posible llegar a Buenos Aires. Por otra parte, ese 15 de Abril, queda hasta hoy como la máxima expresión libertaria y símbolo cívico del pueblo de Tarija que recuerda el hecho con honor y orgullo.
Al final de esta historia colectiva, se encuentra la “Batalla de Tumusla” el 1 de de Abril de 1825, destacada como la “Ultima por la Independencia” y gracias a la cual el Alto Perú consigue expulsar definitivamente a los enemigos españoles y sellar su Independencia como República.
La victoria contra el ejército realista dirigido por Pedro Antonio de Olañeta, fue conseguida por Carlos Medinaceli Lizarazu, conduciendo fuerzas alistadas en los Chichas y Tarija que vencen en la contienda, dando lugar además a que Olañeta caiga herido y luego fallecer. Medinaceli en Tumusla, haciendo clara alusión a la contribución tarijeña y chicheña en este “Último Triunfo por la Independencia”, antes de entrar en combate lanza una “Arenga” diciendo:
“¡Jefes, Oficiales y Soldados! - ¡Valerosos Chicheños y Tarijeños y compatriotas!: “Por la Libertad y la Autonomía de la Patria, enfrentemos decididos a la División enemiga que avistamos ya. De vuestro empuje, denuedo y valor de esta tarde, del primer día de Abril, de Jueves Santo, dependerá la gran victoria o la derrota definitiva de nuestro Regimiento y batallón “Cazadores” y “Chichas”. 19
Hasta aquí es el reconocimiento breve a tantas glorias y héroes que fundamentan históricamente la integración territorial y humana que existió entre Tarija y Chichas desde Suipacha hasta Tumusla. De no ser la decisión de la Asamblea Soberana de 1825, el transformar a las Provincias Coloniales en Departamentos bajo intereses que no siempre representaron la realidad de la naciente Bolivia, tal vez la histórica “Provincia Chichas y Tarija” hubiese subsistido integrada hasta hoy.
10 Ídem. Ob. Cit., p. 22
11 Murillo Huarachi, Edgar, Glorias de la Histórica Región de los Chichas en la Independencia, 2ª Edic. Propia, Tupiza 2014, p. 41, 42.
12 Güemes, Luis, Güemes Documentado, Tomo 1, Edic. Plus Ultra, Buenos Aires, 1979, p. 229.
13 Pojasi, Alejandro Ubaldo, Los Decididos de la Patria en el Combate de Río Piedras, Edic. Hanne, Salta, 2012, p. 65.
14 Idem., Ob. Cit., p. 66, 67.
15 Ídem. Ob. Cit., p. 267.
16 Ídem. Ob. Cit., p. 290.
15 Ídem. Ob. Cit., p. 267.
16 Ídem. Ob. Cit., p. 290.
17 Ídem. Ob. Cit., p. 22, 23.
18 Sola, Guillermo, El Gran Bastión de la Patria, Edic. Maktub, Salta, 2005, p. 80.
19 Ídem. Ob. Cit., p. 154