Instalación y desarrollo del canto en el Valle de Tarija
Con la aparición de la agricultura y la tecnología en general se inició una transformación en la esencia cultural de la humanidad de entonces y fundó todo el desarrollo posterior de ella. Cambio cultural y en el todo del homo sapiens Ya no sería un habitante más de la superficie de la...



Con la aparición de la agricultura y la tecnología en general se inició una transformación en la esencia cultural de la humanidad de entonces y fundó todo el desarrollo posterior de ella.
Cambio cultural y en el todo del homo sapiens
Ya no sería un habitante más de la superficie de la tierra, de la naturaleza; una especie animal que afectaba al medio ambiente como cualquier otra especie, sino que desde ahora comenzó a transformarlo.
Así poco a poco se fue formando un sistema: el agrosistema. Con el componente principal social los campesinos. Entonces llegaron a armonizarse todas las partes; a armonizarse con los astros, el clima y la naturaleza.
Lo que producía la fusión del todo era el canto
Sí, salía desde el fondo más profundo de la mujer y del hombre; desde donde habitan el espíritu y los sentimientos más arraigados; en el momento astral preciso, e invadía el medio ambiente tocando a todos los entes y se elevaba y se mezclaba, necesariamente en forma armónica, con la música del universo.
El instante que partía era preciso y mágico, y era justo en el momento que el universo lo reclamaba y la humanidad lo necesitaba.
Partía de la realidad territorial concreta, desde lo que era esa geografía, es decir de cómo se expresaba allí el tiempo y el espacio.
Como partía de la realidad concreta, de la microrrealidad concreta, (el coro que cantaba sólo era un instrumento de ella) cada micro región tenía su propia tonada, su lugar y momento preciso para expresarse.
Era desafiar a los dioses el no cumplir los preceptos del Rito Musical; mala suerte traía y trae cantar en el lugar y en el momento inadecuado: porque rompe la precisa unidad armónica del universo.
Quienes indicaban el momento eran los astros principalmente el sol y la luna (habían otros también).
El lugar lo indicaban el hombre o la mujer elegidos: el chamán. Él sabía (y sabe) cuáles son los lugares sagrados en cada momento.
Todo era colectivo, no existía la propiedad privada. Así es que la siembra se realizaba entre todos como también los cultivos y la cosecha que se repartía.
Había un canto (una ceremonia) para cada momento y como cada momento (el de la siembra, de los cultivos y cosecha) dependían del estado del sol o de la luna, a ellos, que eran los dioses, se les cantaba y rogaba como también se agradecía y pedía a la santa tierra.
“El que canta ora dos veces”
Entonces el canto era una manifestación espiritual, todos los cantos eran sagrados, inclusive los de amor de pareja, como es sagrado el canto de un pájaro.
El canto, entonces, también era colectivo: nadie cantaba para nadie sino que todos cantaban para el todo.
Luego la letra, el qué cantar, también era colectiva, pertenecía a todos. No había propiedad intelectual porque el intelecto, el saber, el conocimiento se compartía: la creación era del conjunto.
Las letras se difundían por toda la región; una vez que nacían sufrían cambios, adaptaciones en cada microrregión con el paso de los años.
En cambio la melodía era propia de cada microrregión. La tonada se adaptaba al microclima de cada micro región. Es así que a un habitante de cualquier pequeño valle se lo reconocía por cómo cantaba.
Esta revolución tecnológica produjo también instrumentos musicales.
El uso del acompañamiento de los instrumentos musicales también estaba regido por los ciclos de los astros, cada uno tenía su preciso momento de ser tocado.
Y esto era así porque cada instrumento, al sonar, despertaba un espíritu necesario en ese instante que se lo dirigía al Dios que se invocaba: la tierra o el aire o el fuego o el agua.
Entonces el canto era necesariamente armónico con el espacio y el tiempo no sólo en el sentido musical sino también en el sentido espiritual.
La humanidad en el Valle de Tarija evolucionó desde el momento del nacimiento de la agricultura hacia una sociedad de campesinos integrada armónica y espiritualmente al Universo, al Todo, gracias a la acción fusionante del canto colectivo.
Cambio cultural y en el todo del homo sapiens
Ya no sería un habitante más de la superficie de la tierra, de la naturaleza; una especie animal que afectaba al medio ambiente como cualquier otra especie, sino que desde ahora comenzó a transformarlo.
Así poco a poco se fue formando un sistema: el agrosistema. Con el componente principal social los campesinos. Entonces llegaron a armonizarse todas las partes; a armonizarse con los astros, el clima y la naturaleza.
Lo que producía la fusión del todo era el canto
Sí, salía desde el fondo más profundo de la mujer y del hombre; desde donde habitan el espíritu y los sentimientos más arraigados; en el momento astral preciso, e invadía el medio ambiente tocando a todos los entes y se elevaba y se mezclaba, necesariamente en forma armónica, con la música del universo.
El instante que partía era preciso y mágico, y era justo en el momento que el universo lo reclamaba y la humanidad lo necesitaba.
Partía de la realidad territorial concreta, desde lo que era esa geografía, es decir de cómo se expresaba allí el tiempo y el espacio.
Como partía de la realidad concreta, de la microrrealidad concreta, (el coro que cantaba sólo era un instrumento de ella) cada micro región tenía su propia tonada, su lugar y momento preciso para expresarse.
Era desafiar a los dioses el no cumplir los preceptos del Rito Musical; mala suerte traía y trae cantar en el lugar y en el momento inadecuado: porque rompe la precisa unidad armónica del universo.
Quienes indicaban el momento eran los astros principalmente el sol y la luna (habían otros también).
El lugar lo indicaban el hombre o la mujer elegidos: el chamán. Él sabía (y sabe) cuáles son los lugares sagrados en cada momento.
Todo era colectivo, no existía la propiedad privada. Así es que la siembra se realizaba entre todos como también los cultivos y la cosecha que se repartía.
Había un canto (una ceremonia) para cada momento y como cada momento (el de la siembra, de los cultivos y cosecha) dependían del estado del sol o de la luna, a ellos, que eran los dioses, se les cantaba y rogaba como también se agradecía y pedía a la santa tierra.
“El que canta ora dos veces”
Entonces el canto era una manifestación espiritual, todos los cantos eran sagrados, inclusive los de amor de pareja, como es sagrado el canto de un pájaro.
El canto, entonces, también era colectivo: nadie cantaba para nadie sino que todos cantaban para el todo.
Luego la letra, el qué cantar, también era colectiva, pertenecía a todos. No había propiedad intelectual porque el intelecto, el saber, el conocimiento se compartía: la creación era del conjunto.
Las letras se difundían por toda la región; una vez que nacían sufrían cambios, adaptaciones en cada microrregión con el paso de los años.
En cambio la melodía era propia de cada microrregión. La tonada se adaptaba al microclima de cada micro región. Es así que a un habitante de cualquier pequeño valle se lo reconocía por cómo cantaba.
Esta revolución tecnológica produjo también instrumentos musicales.
El uso del acompañamiento de los instrumentos musicales también estaba regido por los ciclos de los astros, cada uno tenía su preciso momento de ser tocado.
Y esto era así porque cada instrumento, al sonar, despertaba un espíritu necesario en ese instante que se lo dirigía al Dios que se invocaba: la tierra o el aire o el fuego o el agua.
Entonces el canto era necesariamente armónico con el espacio y el tiempo no sólo en el sentido musical sino también en el sentido espiritual.
La humanidad en el Valle de Tarija evolucionó desde el momento del nacimiento de la agricultura hacia una sociedad de campesinos integrada armónica y espiritualmente al Universo, al Todo, gracias a la acción fusionante del canto colectivo.