Tarija y la Revolución de Mayo de 1810
El 4 de julio de 1574, el capitán español Luis de Fuentes y Vargas, en virtud de una provisión que habría firmado con el Virrey Francisco de Toledo, fundó la villa de San Bernardo de Tarija. Tarija, actual capital del departamento del mismo nombre, se constituyó en una avanzada defensiva...
El 4 de julio de 1574, el capitán español Luis de Fuentes y Vargas, en virtud de una provisión que habría firmado con el Virrey Francisco de Toledo, fundó la villa de San Bernardo de Tarija.
Tarija, actual capital del departamento del mismo nombre, se constituyó en una avanzada defensiva de Charcas frente a los ataques de los chiriguanos, en un camino hacia Tucumán y en un centro de civilización basado en la fe cristiana.
Como dice el historiador argentino Mariano de Echazú Lezica: “En el límite entre el primitivo mundo aborigen y la compleja civilización de la América española puede afirmarse que Tarija fue una encrucijada indo-hispánica, donde florecieron misiones, reducciones y fuertes, además de poblaciones y estancias que fueron, con el correr de los años, el testimonio de esa peculiar realidad histórica, surgida en el Nuevo Mundo que, no debe olvidarse, fue la base de la idiosincrasia y de la cultura de las que luego serían las actuales naciones americanas.”
Por disposición de la metrópoli, Tarija dependió de la Intendencia de Potosí, situación en la que se encontraba cuando fue creado el Virreinato del Río de la Plata en 1776.
En 1807 las autoridades de España deciden la creación del Obispado de Salta en atención a una iniciativa del Gobernador Intendente de Córdoba Rafael de Sobre Monte, lo cual determinó la división del Obispado de Tucumán. La nueva jurisdicción eclesiástica comprendía Salta, San Miguel de Tucumán, San Ramón de la Nueva Orán, Catamarca y Jujuy. El Rey en la cédula del 17 de febrero de ese año dispuso, además, que se agregue todo el partido de Tarija de la Intendencia de Potosí y que “se ponga bajo la jurisdicción del nuevo Obispado de la Salta y de la Intendencia”.
Con esta norma real, la incorporación del nuevo territorio abarcaba los campos religioso, administrativo y político.
Europa estaba sacudida por las guerras napoleónicas. El Rey Fernando VII dejó de reinar pero antes había formado en Madrid la Junta Suprema de Gobierno, origen de las posteriores juntas provinciales. La que se estableció en Sevilla tomó el nombre de la Junta Suprema de España e Indias. Con estas juntas se pretendía llenar el vacío político y administrativo que se produjo por la ausencia obligada del monarca.
En 1809 en Chuquisaca se lleva a cabo un movimiento que si bien era de apoyo al Rey, se lo considera como el primer grito libertario de América.
Un año más tarde, el 25 de mayo de 1810, se formó en Buenos Aires la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, encabezada por el ilustre potosino don Cornelio de Saavedra, Jefe del Regimiento de Patricios y creador de ese cuerpo. Esta Junta juró defender los derechos del monarca cautivo y depuso al Virrey Baltazar Cisneros. Estos sucesos han pasado a la historia como la “Revolución de Mayo”.
Cabe destacar que la Junta presidida por Saavedra estuvo integrada por los vocales Juan José Castelli, Miguel Azcuénaga, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Manuel Alberti, Domingo Mathew, Juan Larrea y Juan José Paso, quienes se comprometieron a “conservar la integridad de esta parte de América para Fernando VII y sus sucesores… y observar puntualmente las leyes del reino”.
Las resonancias y efectos que la Revolución de Mayo tuvo en la villa de Tarija. La Junta de Buenos Aires, en fecha 27 de mayo, aprobó una Circular redactada por Castelli que buscaba obtener el apoyo del interior al movimiento revolucionario. Se disponía que cada ciudad con Cabildo nominara diputados para el Congreso General que se reuniría en Buenos Aires.
Esta circular fue recibida por el Cabildo de Tarija el 23 de junio. Ese órgano, presidido por Mariano Antonio de Echazú e integrado por José Antonio Reguerín, Juan Francisco de Ruyloba y Ambrosio Catoira; respondió que “por la estrechez del tiempo del Correo no se ha podido elegir diputado de este pueblo que se previene y de su cumplimiento daremos aviso en el próximo correo”. Estas notas constituyen los primeros documentos referidos al movimiento tarijeño que culminó con la emancipación.
El cuerpo capitular convocó a un “Cabildo Abierto” el que tuvo lugar, con masiva concurrencia, el 18 de agosto de 1810. Participaron en él las autoridades religiosas de los diferentes conventos, el clero, administradores de las Rentas Reales de Correos y Tabacos, capitanes y oficiales del Regimiento Provincial, personas consideradas de mayor mérito y representación, más un número importante de vecinos de la villa.
Echazú de Lezica dice: “Esta calificada reunión multitudinaria fue entonces la primera manifestación masiva de la población de Tarija en favor de la Revolución de Mayo, expresada en forma orgánica por un cauce institucional tradicional como era ese congreso de vecinos.”
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José Julián Pérez de Echalar fue elegido diputado por casi la totalidad de los votos. Tras su elección fue ovacionado por el pueblo que se había congregado en las inmediaciones del Cabildo. Sobre este ilustre personaje que llegó a ocupar encumbradas posiciones en Buenos Aires.
El 20 de agosto el Cabildo se dirigió al Presidente y Vocales de la Junta de Buenos Aires para informar sobre el cumplimiento que se dio a las instrucciones recibidas y la elección del parlamentario a quien se le otorgó el correspondiente poder y las instrucciones para su viaje. Al mismo tiempo que las autoridades porteñas adoptaban medidas políticas, tomó decisiones de carácter militar.
La Junta resolvió la formación de una fuerza de auxilio que se dirigiera hacia el Alto Perú con la pretensión de llegar hasta Tupiza para prevenir una presunta ocupación de parte del virrey de Lima. A esta fuerza se la denominó “Ejército Auxiliar del Perú”.
Aunque originalmente se había previsto que esta hueste estaría formada por 500 hombres, partió de Monte Caseros con 1.150 voluntarios bajo las órdenes del comandante de Arribeños D. Antonio Ortiz de Ocampo. Se incorporaron Hipólito Vieytes, Feliciano Antonio de Chiclana y el poeta Vicente López y Planes.
Mientras se desarrollaba la marcha se produjo un incidente en Córdoba. Allí el Cabildo rechazó a la Junta y juró lealtad al Consejo de Regencia, movimiento que estuvo encabezo por el ex virrey Santiago de Liniers, afloró el jacobinismo de Mariano Moreno y Castelli que ordenaron el fusilamiento de quien había sido el héroe realista cuando se produjeron las invasiones inglesas. Ante el estupor que causó la medida, se dice que Ortiz de Ocampo se mostraba vacilante, lo que motivó que José Antonio Gonzales Balcarce fuera nombrado Jefe Militar y Juan José Castelli, asesor.
En Tarija se decidió apoyar a las tropas auxiliares bajo el comando accidental de don José Antonio Larrea, sin dependencia de otra persona.
En estas circunstancias, el caudillo salteño Martín Miguel Güemes decidió trasladarse desde Humahuaca hasta Tarija para apoyarla y dar lugar a una serie de acciones heroicas que este prócer compartió con los hijos de esta tierra donde es apreciado como uno de sus ilustres servidores.
El virrey del Perú José Fernando Abascal nombró a Goyeneche comandante de las fuerzas del rey para marchar hacia el sud y ahogar el movimiento de la Revolución de Mayo. En este contexto –dice Arnade– “la apacible ciudad de Tarija era la puerta de las provincias bajas.”
El Alcalde de primer voto Mariano Antonio de Echazú organizó la fuerza tarijeña de 600 hombres y marchó a la cabeza de ella con destino a Tupiza. Balcarce dispuso que 300 hombres retornaran a Tarija, según informó al gobierno de Buenos Aires el 17 de octubre, con el fin de que se evitara la fuga de los jefes revolucionarios del Perú.
Esta sería la razón fundamental de la determinación del comandante argentino.
El 27 de octubre tuvo lugar en Cotagaita el primer enfrentamiento bélico con resultado adverso para los patriotas que tuvieron que replegarse. El 7 de noviembre de 1810 se produjo la batalla de Suipacha, el primer triunfo de las armas patrióticas en el virreinato del Río de la Plata.
El segundo informe de este hecho de armas fue llevado a Buenos Aires por el oficial tarijeño Pedro Antonio Flores.
Este primer ejército auxiliar, bajo la conducción de Castelli, fracasó en Guaqui. Otros disertantes se ocuparán con detalle de estos hechos históricos hasta concluir en la emancipación con énfasis en la actuación de los heroicos luchadores.
En consecuencia, la personalidad del diputado José Julián Pérez de Echalar que tuvo una notable participación en Buenos Aires.
En noviembre de 1810 empezaron a llegar los diputados que habían sido electos en las diferentes provincias y ciudades, ellos eran Gregorio Funes de Córdoba, Manuel Felipe Molina de Tucumán, José García de Cossío de Corrientes, Manuel Ignacio Molina de Mendoza, José Antonio Olmos de Catamarca, Juan Francisco Tarragona de Santa Fe, Juan Ignacio Gorriti de Jujuy y José Julián Pérez de Echalar de Tarija.
La presencia de estos diputados dio lugar a un enfrentamiento. Moreno se oponía a que fueran incorporados al Poder Ejecutivo, aducía que deberían formar parte de una Asamblea Constituyente. Triunfó la posición contraria, en la que se destacaba Gregorio Funes y José Julián Pérez, así nació lo que pasó la historia como la Junta Grande.
Este ilustre prócer nació en la villa de Tarija en 1780, hijo de Juan Pérez de Estrada del reino de Gailicia y de Agustina Echalar Ichazo. Entre los miembros de esta familia había destacadas personalidades como Ildefonso Echalar Ichazo que fue canónigo magistral de la Catedral de Chuquisaca. El doctor Vicente Anastasio de Isasmendi de Echalar y el coronel Nicolás Severo de Isasmendi, el primero dean de la catedral de Salta y el segundo gobernador de esa provincia, ambos primos de nuestro diputado. Según Cutulo por línea paterna era primo hermano del acaudalado comerciante establecido en Buenos Aires don José Santos de Inchauguerry y Pérez.
Después de graduarse de abogado en la Real y Pontificia Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca retornó a su tierra natal donde empezó a ejercer su profesión, también lo hizo en Jujuy, allí contrajo matrimonio con Josefa Margarita de Zegada y Rubianes.
Su prestigio llegó a Salta, cuando se tuvo conocimiento en esa ciudad de los sucesos del 25 de mayo, el deán de la Catedral el doctor Isasmendi que conocía Pérez de Echalar como “hombre de conciencia y prudencia” despachó un chasqui en fecha 12 de junio para consultarle qué actitud sería conveniente que asumiese frente a los sucesos que habían acaecido en España.
En Jujuy su nombre fue mencionado para que asumiera la representación parlamentaria de esa ciudad pero tras los comicios del 4 de septiembre fue elegido el presbítero Juan Ignacio Gorriti.
En el Congreso de Buenos Aires se destacó sobre todo en la reunión del 18 de diciembre que decidió la incorporación de los diputados del interior a la Junta de Gobierno. Ignacio Núñez al referirse a la actuación de los diputados, entre otros conceptos, dice: “sobresalían entre ellos, como capacidad de nota entre los pueblos del interior el dean de Córdoba, Dr. Funes; el Dr. Pérez de Echalar, de Tarija; el Dr. Molina, de Mendoza; el Dr. Gorriti, de Jujuy y el Dr. Cossío, de Corrientes…”.
Mariano Moreno, al ser derrotado en su posición renunció al cargo que tenía en la Junta y fue reemplazado por algunos días por José Julián Pérez.
Cronológicamente, sobrevivieron diversos sucesos que son tratados por otros investigadores en esta reunión, entre ellos la catastrófica derrota que sufrió Castelli en Guaqui y la creación de la Junta Subalterna de Tarija, que emitió un notable pronunciamiento que se publicó en la Gaceta de Buenos Aires.
El historiador argentino Vicente Sierra expresa: “Fue Tarija la ciudad valiente, cuya Junta Subalterna, en 13 de junio de 1811, ante la noticia del desastre de Guaqui, emitió una valiente proclama enalteciendo el espíritu de los tarijeños a favor de la causa de Buenos Aires. Después de Guaqui se formó en la villa una Junta de Guerra formada por Miguel Martín de Güemes y Antonio Larrea e integrada por las personalidades más destacadas del lugar.
Pero se creó una crítica situación entre Montevideo y Buenos Aires. Francisco Javier de Elío, nombrado gobernador de la primera de estas ciudades por el Virrey Liniers, desconoció el movimiento bonaerense con sujeción absoluta al sistema monárquico.
Elío fue sorpresivamente designado por el Consejo de Regencia virrey, gobernador y capitán del Río de la Plata y presidente de la Audiencia de Buenos Aires. Asumió el mando estableciéndose en Montevideo; se dirigió a las autoridades de la Junta exhortándoles a conferenciar sobre los medios para “restablecer la tranquilidad de estas provincias”.
José Julián Pérez que reemplazaba interinamente a Mariano Moreno como Secretario de la Junta, rechazó el planteamiento formulado.
Ante este fracaso, Elío se declaró rebelde y revolucionario al gobierno de Buenos Aires y empezó a prepararse para la guerra intensificando el bloqueo que había sido establecido.
El gobierno argentino que tropezaba con serias dificultades, decidió buscar una pacífica solución. Decidió que sus miembros el Deán Gregorio Funes, el Dr. José Julián Pérez de Echalar y el Dr. Juan José Paso viajasen a Montevideo en misión negociadora. Los comisionados, el 12 de agosto de 1811, se embarcaron en la fragata inglesa “Nereus” bajo el comando del capitán Pedro Heywood. Esta misión fracasó pues Elío se enteró del desastre de Guaqui y pensó que la victoria española fuera definitiva. Envalentonado rechazó toda negociación y ordenó un gran festejo por la derrota que sufrió Castelli.
A continuación se produjeron en Buenos Aires sucesos políticos de trascendencia. La Junta se encontraba dividida, por un lado estaban los llamados conservadores que apoyaban a Saavedra y por otra los que se consideraban demócratas calificados como jacobinos, que estaban encabezados por Moreno quien vencido se alejó de la Junta y asumió una función diplomática en Londres que no se hizo efectiva porque falleció prematuramente en alta mar.
Después de actos conspirativos, Saavedra decidió dejar la conducción del gobierno con el fin de trasladarse al Alto Perú para asumir el mando de las tropas que habían sido destrozadas en Guaqui, objetivo que no alcanzó a hacer realidad porque cuando ya se encontraba en Salta y se aprestaba a comandar el ejército, fue informado que había sido separado de la Junta.
La Junta Gubernativa fue sustituida por un Triunvirato que estaba formado por los vocales Feliciano Chiclana, el Dr. Juan José Paso y don Manuel Sarratea. Junto a ellos fueron nombrados tres secretarios: el diputado por Tarija, José Julián Pérez de Echalar, como Secretario de Gobierno; Bernardino Rivadavia, Secretario de Guerra y Vicente López y Planes, Secretario de Hacienda. El 7 de noviembre el nuevo órgano asumió la totalidad de los poderes como Gobierno Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del señor don Fernando VII.
Entre las primeras medidas adoptadas fue enviar una misión diplomática a Montevideo para negociar el fin del bloqueo y formalizar un acuerdo de paz con Elío. Elío recibió a Pérez con deferencia y nombró a dos representantes para las reuniones. Junto a Pérez actuaba el caudillo José Gervasio Artigas.
Las discusiones eran difíciles y tensas, finalmente tras largas deliberaciones, el 11 de octubre de 1811 se firmó el Tratado de Pacificación que contenía 24 artículos en los cuales, naturalmente, se reconocía los derechos de Fernando VII y sus sucesores.
José Julián Pérez de Echalar retornó a Buenos Aires el día 24. José Manuel Beruti comenta: “Como a eso de la una y media de la tarde se oyó en esta capital unas salvas de artillería y, en seguida, un repique general de campanas cuya señal fue procedente de haber llegado de la ciudad de Montevideo un barco con el Dr. Pérez, quien concluyó sus negociaciones con Elío pacíficamente trayendo la plausible noticia de haber allanado las diferencias de ambos pueblos, por lo que había levantado el sitio de dicha plaza puesto por nuestras tropas”.
El tratado, que fue publicado en la Gaceta de Buenos Aires, tuvo otras repercusiones según Vicente Sierra. Artigas en franca rebelión rechazó el acuerdo e inició el éxodo del pueblo oriental. La infanta Carlota reaccionó airadamente y se dirigió a Goyeneche para atacar el instrumento firmado y pedirle que llegara cuanto antes a Buenos Aires y acabara con los pérfidos revolucionarios. Estas posiciones no evitaron que el acuerdo entrara en vigencia.
El Triunvirato adoptó una serie de medidas referidas a la organización de lo que, con el transcurso del tiempo, se convertiría en el nuevo Estado. Entre las principales se debe mencionar el decreto de imprenta y el de seguridad individual que contemplaba la inviolabilidad de las personas, domicilios y bienes, la emancipación de los esclavos, en realidad un anticipo de las garantías constitucionales. En Tarija tuvo particular resonancia la norma que le confirió a José Antonio de Larrea el grado de teniente coronel del Ejército, para reparar en alguna medida el trato injusto que le dio Juan José Castelli.
Pero ante una política avasalladora que empezó a adoptar el Triunvirato, los secretarios Pérez de Echalar y López y Planes presentaron sus renuncias.
Como consecuencia de turbulentos acontecimientos, el 8 de octubre de 1812 se instaló un nuevo Poder Ejecutivo, conocido como el Segundo Triunvirato. Estaba formado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Este órgano convocó a elecciones para elegir diputados con el fin de formar la Asamblea Constituyente. Los comicios se llevaron a cabo en enero de 1813. Buenos Aires eligió a cuatro diputados: Hipólito Vieytes, Vicente López y Planes, Valentín Gómez y José Julián Pérez de Echalar.
Mientras tanto continuaba la guerra en el norte. Surgieron serias discrepancias en el seno del gobierno que motivaron la renuncia de Juan José Paso.
El 13 de febrero de 1813, día en el que Belgrano obtenía la magnífica victoria de Salta, la soberana Asamblea Constituyente emitió un decreto a través del cual modificaba la estructura del Segundo Triunvirato que por mayoría de votos quedó constituido por Nicolás Rodríguez Peña como primer individuo, José Julián Pérez de Echalar como segundo y Antonio Álvarez Jonte como tercero. La Asamblea suprimió el carácter de provisorio de este órgano y dispuso que durara en sus funciones hasta que se sancione la nueva Constitución. Los miembros debían turnarse cada tres meses en la presidencia de este poder.
El órgano de gobierno tomó una serie de medidas administrativas y militares entre las que se recuerda la designación que hizo de José de San Martín como comandante general de Caballería. La designación mencionada está firmada por los tres triunviros. La comunicación que le hicieron lleva fecha 8 de septiembre de 1813.
Al finalizar el año 1813 tuvo lugar una nueva restructuración del Triunvirato por renuncia de José Julián Pérez de Echalar, quien se encontraba muy enfermo. La Asamblea General Constituyente aprobó una ley de respuesta que manifestaba que […] “ha oído con dolor esta exposición y se ha mostrado sensible al motivo en que funda su renuncia ese funcionario benemérito a quien antes había separado de su seno para elevarlo a la Suprema Magistratura del Estado. Pero convencida de las razones que alega, declaró admitida la renuncia…”.
Retirado de la actividad política reinició el ejercicio de la abogacía en Buenos Aires. Ante el deterioro creciente de sus facultades mentales, fue internado en un hospital de hombres.
Falleció en agosto de 1840. El día 26 tuvieron lugar las exequias en el templo de San Francisco.
Bibliografía
Arnade, Charles, La dramática Insurgencia de Bolivia. Editorial Juventud, La Paz, 1979.
Beruti, José Manuel, Memorias Curiosas. Biblioteca de Mayo t.VI, Congreso de la Nación. 1960.
Bidondo, Emilio, Alto Perú: Insurrección, libertad, independencia (campañas militares) 1809-1825. La Paz: Ministerio de Defensa 1989.
Cutolo Vicente Osvaldo, Nuevo Diccionario biográfico argentino (1750-1930). Editorial Elche. Buenos Aires 1968.
Echazú Lezica, Mariano de, “La revolución de mayo en Tarija”. Investigaciones y ensayos n° 38. Academia Nacional de Historia. Buenos Aires 1988.
Echazú Lezica, Mariano de, “Junta de guerra de Tarija con la participación de Güemes”. Investigaciones y ensayos n° 36. Academia Nacional de Historia. Buenos Aires, 1988.
Echazú Lezica, Mariano de, “La actuación del último diputado por Tarija en el Congreso Constituyente Argentino de 1824 a 1827”. Investigaciones y Ensayos n° 46. Academia de Historia. Buenos Aires, 1997.
Fuentes, Gabriel, Don Francisco Javier de Elío en el Río de la Plata. Buenos Aires: Esnaloa 1996.
Minutolo de Orsi, Cristina, Historia de Tarija, Corpus Documental, Universidad J. M. Saracho, Tarija 1986.
Núñez, Ignacio, Noticias Históricas de la República Argentina- Orientación Cultural. Editorial. Buenos Aires 1952.
O’Connor d’Arlach Tomás, Tarijeños Notables. Imprenta La Estrella de Tarija, Tarija 1888.
Paz Luis, Historia General del Alto Perú, hoy Bolivia, T.II. Imprenta Bolívar. Sucre 1919.
Rosa, José María, Historia argentina, T.II. Editorial Oriente 1979.
Sierra, Vicente, Historia argentina. T.V y T.VI. Editorial Científica Argentina, 1982.
1 Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach, es abogado, periodista y diplomático. Miembro de la Sociedad Boliviana de la Historia, Academia Argentina de la Historia, Sociedad Argentina de Escritores.
Tarija, actual capital del departamento del mismo nombre, se constituyó en una avanzada defensiva de Charcas frente a los ataques de los chiriguanos, en un camino hacia Tucumán y en un centro de civilización basado en la fe cristiana.
Como dice el historiador argentino Mariano de Echazú Lezica: “En el límite entre el primitivo mundo aborigen y la compleja civilización de la América española puede afirmarse que Tarija fue una encrucijada indo-hispánica, donde florecieron misiones, reducciones y fuertes, además de poblaciones y estancias que fueron, con el correr de los años, el testimonio de esa peculiar realidad histórica, surgida en el Nuevo Mundo que, no debe olvidarse, fue la base de la idiosincrasia y de la cultura de las que luego serían las actuales naciones americanas.”
Por disposición de la metrópoli, Tarija dependió de la Intendencia de Potosí, situación en la que se encontraba cuando fue creado el Virreinato del Río de la Plata en 1776.
En 1807 las autoridades de España deciden la creación del Obispado de Salta en atención a una iniciativa del Gobernador Intendente de Córdoba Rafael de Sobre Monte, lo cual determinó la división del Obispado de Tucumán. La nueva jurisdicción eclesiástica comprendía Salta, San Miguel de Tucumán, San Ramón de la Nueva Orán, Catamarca y Jujuy. El Rey en la cédula del 17 de febrero de ese año dispuso, además, que se agregue todo el partido de Tarija de la Intendencia de Potosí y que “se ponga bajo la jurisdicción del nuevo Obispado de la Salta y de la Intendencia”.
Con esta norma real, la incorporación del nuevo territorio abarcaba los campos religioso, administrativo y político.
Europa estaba sacudida por las guerras napoleónicas. El Rey Fernando VII dejó de reinar pero antes había formado en Madrid la Junta Suprema de Gobierno, origen de las posteriores juntas provinciales. La que se estableció en Sevilla tomó el nombre de la Junta Suprema de España e Indias. Con estas juntas se pretendía llenar el vacío político y administrativo que se produjo por la ausencia obligada del monarca.
En 1809 en Chuquisaca se lleva a cabo un movimiento que si bien era de apoyo al Rey, se lo considera como el primer grito libertario de América.
Un año más tarde, el 25 de mayo de 1810, se formó en Buenos Aires la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, encabezada por el ilustre potosino don Cornelio de Saavedra, Jefe del Regimiento de Patricios y creador de ese cuerpo. Esta Junta juró defender los derechos del monarca cautivo y depuso al Virrey Baltazar Cisneros. Estos sucesos han pasado a la historia como la “Revolución de Mayo”.
Cabe destacar que la Junta presidida por Saavedra estuvo integrada por los vocales Juan José Castelli, Miguel Azcuénaga, Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Manuel Alberti, Domingo Mathew, Juan Larrea y Juan José Paso, quienes se comprometieron a “conservar la integridad de esta parte de América para Fernando VII y sus sucesores… y observar puntualmente las leyes del reino”.
Las resonancias y efectos que la Revolución de Mayo tuvo en la villa de Tarija. La Junta de Buenos Aires, en fecha 27 de mayo, aprobó una Circular redactada por Castelli que buscaba obtener el apoyo del interior al movimiento revolucionario. Se disponía que cada ciudad con Cabildo nominara diputados para el Congreso General que se reuniría en Buenos Aires.
Esta circular fue recibida por el Cabildo de Tarija el 23 de junio. Ese órgano, presidido por Mariano Antonio de Echazú e integrado por José Antonio Reguerín, Juan Francisco de Ruyloba y Ambrosio Catoira; respondió que “por la estrechez del tiempo del Correo no se ha podido elegir diputado de este pueblo que se previene y de su cumplimiento daremos aviso en el próximo correo”. Estas notas constituyen los primeros documentos referidos al movimiento tarijeño que culminó con la emancipación.
El cuerpo capitular convocó a un “Cabildo Abierto” el que tuvo lugar, con masiva concurrencia, el 18 de agosto de 1810. Participaron en él las autoridades religiosas de los diferentes conventos, el clero, administradores de las Rentas Reales de Correos y Tabacos, capitanes y oficiales del Regimiento Provincial, personas consideradas de mayor mérito y representación, más un número importante de vecinos de la villa.
Echazú de Lezica dice: “Esta calificada reunión multitudinaria fue entonces la primera manifestación masiva de la población de Tarija en favor de la Revolución de Mayo, expresada en forma orgánica por un cauce institucional tradicional como era ese congreso de vecinos.”
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José Julián Pérez de Echalar fue elegido diputado por casi la totalidad de los votos. Tras su elección fue ovacionado por el pueblo que se había congregado en las inmediaciones del Cabildo. Sobre este ilustre personaje que llegó a ocupar encumbradas posiciones en Buenos Aires.
El 20 de agosto el Cabildo se dirigió al Presidente y Vocales de la Junta de Buenos Aires para informar sobre el cumplimiento que se dio a las instrucciones recibidas y la elección del parlamentario a quien se le otorgó el correspondiente poder y las instrucciones para su viaje. Al mismo tiempo que las autoridades porteñas adoptaban medidas políticas, tomó decisiones de carácter militar.
La Junta resolvió la formación de una fuerza de auxilio que se dirigiera hacia el Alto Perú con la pretensión de llegar hasta Tupiza para prevenir una presunta ocupación de parte del virrey de Lima. A esta fuerza se la denominó “Ejército Auxiliar del Perú”.
Aunque originalmente se había previsto que esta hueste estaría formada por 500 hombres, partió de Monte Caseros con 1.150 voluntarios bajo las órdenes del comandante de Arribeños D. Antonio Ortiz de Ocampo. Se incorporaron Hipólito Vieytes, Feliciano Antonio de Chiclana y el poeta Vicente López y Planes.
Mientras se desarrollaba la marcha se produjo un incidente en Córdoba. Allí el Cabildo rechazó a la Junta y juró lealtad al Consejo de Regencia, movimiento que estuvo encabezo por el ex virrey Santiago de Liniers, afloró el jacobinismo de Mariano Moreno y Castelli que ordenaron el fusilamiento de quien había sido el héroe realista cuando se produjeron las invasiones inglesas. Ante el estupor que causó la medida, se dice que Ortiz de Ocampo se mostraba vacilante, lo que motivó que José Antonio Gonzales Balcarce fuera nombrado Jefe Militar y Juan José Castelli, asesor.
En Tarija se decidió apoyar a las tropas auxiliares bajo el comando accidental de don José Antonio Larrea, sin dependencia de otra persona.
En estas circunstancias, el caudillo salteño Martín Miguel Güemes decidió trasladarse desde Humahuaca hasta Tarija para apoyarla y dar lugar a una serie de acciones heroicas que este prócer compartió con los hijos de esta tierra donde es apreciado como uno de sus ilustres servidores.
El virrey del Perú José Fernando Abascal nombró a Goyeneche comandante de las fuerzas del rey para marchar hacia el sud y ahogar el movimiento de la Revolución de Mayo. En este contexto –dice Arnade– “la apacible ciudad de Tarija era la puerta de las provincias bajas.”
El Alcalde de primer voto Mariano Antonio de Echazú organizó la fuerza tarijeña de 600 hombres y marchó a la cabeza de ella con destino a Tupiza. Balcarce dispuso que 300 hombres retornaran a Tarija, según informó al gobierno de Buenos Aires el 17 de octubre, con el fin de que se evitara la fuga de los jefes revolucionarios del Perú.
Esta sería la razón fundamental de la determinación del comandante argentino.
El 27 de octubre tuvo lugar en Cotagaita el primer enfrentamiento bélico con resultado adverso para los patriotas que tuvieron que replegarse. El 7 de noviembre de 1810 se produjo la batalla de Suipacha, el primer triunfo de las armas patrióticas en el virreinato del Río de la Plata.
El segundo informe de este hecho de armas fue llevado a Buenos Aires por el oficial tarijeño Pedro Antonio Flores.
Este primer ejército auxiliar, bajo la conducción de Castelli, fracasó en Guaqui. Otros disertantes se ocuparán con detalle de estos hechos históricos hasta concluir en la emancipación con énfasis en la actuación de los heroicos luchadores.
En consecuencia, la personalidad del diputado José Julián Pérez de Echalar que tuvo una notable participación en Buenos Aires.
En noviembre de 1810 empezaron a llegar los diputados que habían sido electos en las diferentes provincias y ciudades, ellos eran Gregorio Funes de Córdoba, Manuel Felipe Molina de Tucumán, José García de Cossío de Corrientes, Manuel Ignacio Molina de Mendoza, José Antonio Olmos de Catamarca, Juan Francisco Tarragona de Santa Fe, Juan Ignacio Gorriti de Jujuy y José Julián Pérez de Echalar de Tarija.
La presencia de estos diputados dio lugar a un enfrentamiento. Moreno se oponía a que fueran incorporados al Poder Ejecutivo, aducía que deberían formar parte de una Asamblea Constituyente. Triunfó la posición contraria, en la que se destacaba Gregorio Funes y José Julián Pérez, así nació lo que pasó la historia como la Junta Grande.
Este ilustre prócer nació en la villa de Tarija en 1780, hijo de Juan Pérez de Estrada del reino de Gailicia y de Agustina Echalar Ichazo. Entre los miembros de esta familia había destacadas personalidades como Ildefonso Echalar Ichazo que fue canónigo magistral de la Catedral de Chuquisaca. El doctor Vicente Anastasio de Isasmendi de Echalar y el coronel Nicolás Severo de Isasmendi, el primero dean de la catedral de Salta y el segundo gobernador de esa provincia, ambos primos de nuestro diputado. Según Cutulo por línea paterna era primo hermano del acaudalado comerciante establecido en Buenos Aires don José Santos de Inchauguerry y Pérez.
Después de graduarse de abogado en la Real y Pontificia Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca retornó a su tierra natal donde empezó a ejercer su profesión, también lo hizo en Jujuy, allí contrajo matrimonio con Josefa Margarita de Zegada y Rubianes.
Su prestigio llegó a Salta, cuando se tuvo conocimiento en esa ciudad de los sucesos del 25 de mayo, el deán de la Catedral el doctor Isasmendi que conocía Pérez de Echalar como “hombre de conciencia y prudencia” despachó un chasqui en fecha 12 de junio para consultarle qué actitud sería conveniente que asumiese frente a los sucesos que habían acaecido en España.
En Jujuy su nombre fue mencionado para que asumiera la representación parlamentaria de esa ciudad pero tras los comicios del 4 de septiembre fue elegido el presbítero Juan Ignacio Gorriti.
En el Congreso de Buenos Aires se destacó sobre todo en la reunión del 18 de diciembre que decidió la incorporación de los diputados del interior a la Junta de Gobierno. Ignacio Núñez al referirse a la actuación de los diputados, entre otros conceptos, dice: “sobresalían entre ellos, como capacidad de nota entre los pueblos del interior el dean de Córdoba, Dr. Funes; el Dr. Pérez de Echalar, de Tarija; el Dr. Molina, de Mendoza; el Dr. Gorriti, de Jujuy y el Dr. Cossío, de Corrientes…”.
Mariano Moreno, al ser derrotado en su posición renunció al cargo que tenía en la Junta y fue reemplazado por algunos días por José Julián Pérez.
Cronológicamente, sobrevivieron diversos sucesos que son tratados por otros investigadores en esta reunión, entre ellos la catastrófica derrota que sufrió Castelli en Guaqui y la creación de la Junta Subalterna de Tarija, que emitió un notable pronunciamiento que se publicó en la Gaceta de Buenos Aires.
El historiador argentino Vicente Sierra expresa: “Fue Tarija la ciudad valiente, cuya Junta Subalterna, en 13 de junio de 1811, ante la noticia del desastre de Guaqui, emitió una valiente proclama enalteciendo el espíritu de los tarijeños a favor de la causa de Buenos Aires. Después de Guaqui se formó en la villa una Junta de Guerra formada por Miguel Martín de Güemes y Antonio Larrea e integrada por las personalidades más destacadas del lugar.
Pero se creó una crítica situación entre Montevideo y Buenos Aires. Francisco Javier de Elío, nombrado gobernador de la primera de estas ciudades por el Virrey Liniers, desconoció el movimiento bonaerense con sujeción absoluta al sistema monárquico.
Elío fue sorpresivamente designado por el Consejo de Regencia virrey, gobernador y capitán del Río de la Plata y presidente de la Audiencia de Buenos Aires. Asumió el mando estableciéndose en Montevideo; se dirigió a las autoridades de la Junta exhortándoles a conferenciar sobre los medios para “restablecer la tranquilidad de estas provincias”.
José Julián Pérez que reemplazaba interinamente a Mariano Moreno como Secretario de la Junta, rechazó el planteamiento formulado.
Ante este fracaso, Elío se declaró rebelde y revolucionario al gobierno de Buenos Aires y empezó a prepararse para la guerra intensificando el bloqueo que había sido establecido.
El gobierno argentino que tropezaba con serias dificultades, decidió buscar una pacífica solución. Decidió que sus miembros el Deán Gregorio Funes, el Dr. José Julián Pérez de Echalar y el Dr. Juan José Paso viajasen a Montevideo en misión negociadora. Los comisionados, el 12 de agosto de 1811, se embarcaron en la fragata inglesa “Nereus” bajo el comando del capitán Pedro Heywood. Esta misión fracasó pues Elío se enteró del desastre de Guaqui y pensó que la victoria española fuera definitiva. Envalentonado rechazó toda negociación y ordenó un gran festejo por la derrota que sufrió Castelli.
A continuación se produjeron en Buenos Aires sucesos políticos de trascendencia. La Junta se encontraba dividida, por un lado estaban los llamados conservadores que apoyaban a Saavedra y por otra los que se consideraban demócratas calificados como jacobinos, que estaban encabezados por Moreno quien vencido se alejó de la Junta y asumió una función diplomática en Londres que no se hizo efectiva porque falleció prematuramente en alta mar.
Después de actos conspirativos, Saavedra decidió dejar la conducción del gobierno con el fin de trasladarse al Alto Perú para asumir el mando de las tropas que habían sido destrozadas en Guaqui, objetivo que no alcanzó a hacer realidad porque cuando ya se encontraba en Salta y se aprestaba a comandar el ejército, fue informado que había sido separado de la Junta.
La Junta Gubernativa fue sustituida por un Triunvirato que estaba formado por los vocales Feliciano Chiclana, el Dr. Juan José Paso y don Manuel Sarratea. Junto a ellos fueron nombrados tres secretarios: el diputado por Tarija, José Julián Pérez de Echalar, como Secretario de Gobierno; Bernardino Rivadavia, Secretario de Guerra y Vicente López y Planes, Secretario de Hacienda. El 7 de noviembre el nuevo órgano asumió la totalidad de los poderes como Gobierno Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del señor don Fernando VII.
Entre las primeras medidas adoptadas fue enviar una misión diplomática a Montevideo para negociar el fin del bloqueo y formalizar un acuerdo de paz con Elío. Elío recibió a Pérez con deferencia y nombró a dos representantes para las reuniones. Junto a Pérez actuaba el caudillo José Gervasio Artigas.
Las discusiones eran difíciles y tensas, finalmente tras largas deliberaciones, el 11 de octubre de 1811 se firmó el Tratado de Pacificación que contenía 24 artículos en los cuales, naturalmente, se reconocía los derechos de Fernando VII y sus sucesores.
José Julián Pérez de Echalar retornó a Buenos Aires el día 24. José Manuel Beruti comenta: “Como a eso de la una y media de la tarde se oyó en esta capital unas salvas de artillería y, en seguida, un repique general de campanas cuya señal fue procedente de haber llegado de la ciudad de Montevideo un barco con el Dr. Pérez, quien concluyó sus negociaciones con Elío pacíficamente trayendo la plausible noticia de haber allanado las diferencias de ambos pueblos, por lo que había levantado el sitio de dicha plaza puesto por nuestras tropas”.
El tratado, que fue publicado en la Gaceta de Buenos Aires, tuvo otras repercusiones según Vicente Sierra. Artigas en franca rebelión rechazó el acuerdo e inició el éxodo del pueblo oriental. La infanta Carlota reaccionó airadamente y se dirigió a Goyeneche para atacar el instrumento firmado y pedirle que llegara cuanto antes a Buenos Aires y acabara con los pérfidos revolucionarios. Estas posiciones no evitaron que el acuerdo entrara en vigencia.
El Triunvirato adoptó una serie de medidas referidas a la organización de lo que, con el transcurso del tiempo, se convertiría en el nuevo Estado. Entre las principales se debe mencionar el decreto de imprenta y el de seguridad individual que contemplaba la inviolabilidad de las personas, domicilios y bienes, la emancipación de los esclavos, en realidad un anticipo de las garantías constitucionales. En Tarija tuvo particular resonancia la norma que le confirió a José Antonio de Larrea el grado de teniente coronel del Ejército, para reparar en alguna medida el trato injusto que le dio Juan José Castelli.
Pero ante una política avasalladora que empezó a adoptar el Triunvirato, los secretarios Pérez de Echalar y López y Planes presentaron sus renuncias.
Como consecuencia de turbulentos acontecimientos, el 8 de octubre de 1812 se instaló un nuevo Poder Ejecutivo, conocido como el Segundo Triunvirato. Estaba formado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Este órgano convocó a elecciones para elegir diputados con el fin de formar la Asamblea Constituyente. Los comicios se llevaron a cabo en enero de 1813. Buenos Aires eligió a cuatro diputados: Hipólito Vieytes, Vicente López y Planes, Valentín Gómez y José Julián Pérez de Echalar.
Mientras tanto continuaba la guerra en el norte. Surgieron serias discrepancias en el seno del gobierno que motivaron la renuncia de Juan José Paso.
El 13 de febrero de 1813, día en el que Belgrano obtenía la magnífica victoria de Salta, la soberana Asamblea Constituyente emitió un decreto a través del cual modificaba la estructura del Segundo Triunvirato que por mayoría de votos quedó constituido por Nicolás Rodríguez Peña como primer individuo, José Julián Pérez de Echalar como segundo y Antonio Álvarez Jonte como tercero. La Asamblea suprimió el carácter de provisorio de este órgano y dispuso que durara en sus funciones hasta que se sancione la nueva Constitución. Los miembros debían turnarse cada tres meses en la presidencia de este poder.
El órgano de gobierno tomó una serie de medidas administrativas y militares entre las que se recuerda la designación que hizo de José de San Martín como comandante general de Caballería. La designación mencionada está firmada por los tres triunviros. La comunicación que le hicieron lleva fecha 8 de septiembre de 1813.
Al finalizar el año 1813 tuvo lugar una nueva restructuración del Triunvirato por renuncia de José Julián Pérez de Echalar, quien se encontraba muy enfermo. La Asamblea General Constituyente aprobó una ley de respuesta que manifestaba que […] “ha oído con dolor esta exposición y se ha mostrado sensible al motivo en que funda su renuncia ese funcionario benemérito a quien antes había separado de su seno para elevarlo a la Suprema Magistratura del Estado. Pero convencida de las razones que alega, declaró admitida la renuncia…”.
Retirado de la actividad política reinició el ejercicio de la abogacía en Buenos Aires. Ante el deterioro creciente de sus facultades mentales, fue internado en un hospital de hombres.
Falleció en agosto de 1840. El día 26 tuvieron lugar las exequias en el templo de San Francisco.
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1 Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach, es abogado, periodista y diplomático. Miembro de la Sociedad Boliviana de la Historia, Academia Argentina de la Historia, Sociedad Argentina de Escritores.