La niña en pena
Tiene una pena tan honda, que por ser muda es tan india; no encuentra efugio de lágrimas ni palabras de evadida. Para que ignoren las gentes Cómo quema, a llama viva, la agazapa en sus entrañas, tras un velo de sonrisas. Pero la pena, ¡tan pena!, luna tras luna se...



Tiene una pena tan honda,
que por ser muda es tan india;
no encuentra efugio de lágrimas
ni palabras de evadida.
Para que ignoren las gentes
Cómo quema, a llama viva,
la agazapa en sus entrañas,
tras un velo de sonrisas.
Pero la pena, ¡tan pena!,
luna tras luna se iba
transformando en un venero
de ignoradas alegrías…
No importa ya que las gentes
se digan lo que se digan:
ahora, ríe la pena
y tiene llanto la dicha.
¿Para quién teje esas blancas
madejas de sus cantigas?
En sus impacientes manos
aletean las caricias. . .
De la orilla de la noche
a la ribera del día,
por el puente de su entraña
llorando llega la vida.
Toda la leche del alba
colma sus pechos de arcilla,
y el corazón se le expande
en llamarada divina.
¡La luz del alumbramiento
te iguala a Dios, clara niña!
[gallery type="slideshow" size="full" ids="214280"]
que por ser muda es tan india;
no encuentra efugio de lágrimas
ni palabras de evadida.
Para que ignoren las gentes
Cómo quema, a llama viva,
la agazapa en sus entrañas,
tras un velo de sonrisas.
Pero la pena, ¡tan pena!,
luna tras luna se iba
transformando en un venero
de ignoradas alegrías…
No importa ya que las gentes
se digan lo que se digan:
ahora, ríe la pena
y tiene llanto la dicha.
¿Para quién teje esas blancas
madejas de sus cantigas?
En sus impacientes manos
aletean las caricias. . .
De la orilla de la noche
a la ribera del día,
por el puente de su entraña
llorando llega la vida.
Toda la leche del alba
colma sus pechos de arcilla,
y el corazón se le expande
en llamarada divina.
¡La luz del alumbramiento
te iguala a Dios, clara niña!
[gallery type="slideshow" size="full" ids="214280"]