TIEMPO Y VIDA
Debes ser auténtico, formarte física, mental y espiritualmente, soñar despierto, buscar con fe y esperanza el éxito, armonía y paz. Ser humano, amar a tu país y forjar tu propio destino. = = La vida pasa rápido, como el viento en la cumbre andina. El tren partirá pronto, ¿estás...



Debes ser auténtico, formarte física, mental y espiritualmente, soñar despierto, buscar con fe y esperanza el éxito, armonía y paz. Ser humano, amar a tu país y forjar tu propio destino.
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La vida pasa rápido, como el viento en la cumbre andina.
El tren partirá pronto, ¿estás preparado…?
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La conciencia del buen obrar recompensa nuestro viaje por la vida, ¿podrás aprobar la materia…?
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Todo camino transitado deja huella. No podrás abandonar el mundo si no demostraste que fuiste digno de ser engendrado y de justificar, por tanto, el acto de la fugaz existencia.
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Si supiste brindar a tus hijos y nietos el calor de hogar y fe en el mañana, saldrás de la nave de la vida con la dignidad del capitán que llevó a su familia a buen puerto.
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Las piedras en el camino recorrido no deben representar ninguna carga, o fardo pesado en tu existencia, si salvaste los escollos con hombría de bien, lealtad y sacrificio.
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¿Adónde van los muertos? A ese territorio ignorado seremos transferidos un día, del que no tenemos memoria, para extasiar el alma con los embelesos del sueño y la paz.
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No puede naufragar la existencia de quien supo agradecer a sus progenitores, en vida o en oración, el don de haber nacido. Bienvenida la vida, severa en veces, serena otras, pero siempre reconocida en corazón y mente.
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El corazón apesadumbrado quiere dar marcha atrás. ¡No! Déjalo avanzar día a día sin prisa y sin temor, imbuido de fe y esperanza. La vida vale la pena ser vivida.
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El mundo astillado y plúmbeo se me vino encima. Mi alma se enrojeció de furia y San Miguel, barrio enclavado en la zona sur, ocultó su faz en medio del gentío. Mi amor se extravió en sus paredes atestadas de publicidad y luces, en anuncio de ofertas navideñas. Sola mi alma en el desamor.
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Navegué en un mar de dudas. Recalé en puerto del mar que pereció en La Haya. ¡Quiero recuperar el mar nuestro de cada día…!
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No me dejaría llevar en limusina todos los días, ya que sería partícipe del lujo ajeno, perteneciente al jet set de otras latitudes. ¡Y eso, eso está muy mal y es reprochable…!
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Para qué aparentar lo que uno no es. No soy Juan Pablo I, pero amo la bondad y la fantasía de Luciani como artífice de cuentos infantiles. No soy Juan Tenorio, amo a las mujeres. No soy Juan Carlos y no lloro por haber perdido la corona. No soy ningún don Juan, me gusta galantear a la vida. ¡Qué va, a vivir la simple vida…!
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Una vez más en mi vida estoy libre como el viento. Podré volar, volar y volar…
Hasta encontrarme a mí mismo.
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En cambio de estación, como las almas en ascenso, migrarán las aves para conocer la Ciudad del Cielo y disputar espacio a las cambiantes nubes y cápsulas del teleférico diferenciadas por colores.
Por siempre te seguiré amando La Paz, ciudad de mis amores y tristezas, de mis desvelos, amarguras y reconciliaciones. Adiós.