Julio Cari Valdéz
Nació un 3 de diciembre de 1951, hijo del monte; siendo huérfano de padre a los 6 años, adoptó como padre a la música de su tierra. Hombre de carácter picaresco, bromista, risueño, amante de la música tradicional, escultor de instrumentos y utensilios, maestro constructor; su travesía...
![Espacio publicitario](https://elpais.bo/img/banners/mobile/af954306-c6c8-4a35-9d73-905bb4a28bff.jpg)
![Espacio publicitario](https://elpais.bo/img/banners/tablet/af954306-c6c8-4a35-9d73-905bb4a28bff.jpg)
![Espacio publicitario](https://elpais.bo/img/banners/desktop/af954306-c6c8-4a35-9d73-905bb4a28bff.jpg)
Nació un 3 de diciembre de 1951, hijo del monte; siendo huérfano de padre a los 6 años, adoptó como padre a la música de su tierra.
Hombre de carácter picaresco, bromista, risueño, amante de la música tradicional, escultor de instrumentos y utensilios, maestro constructor; su travesía por Tarija la realizaba con su bicicleta arriba y bicicleta abajo.
Sus primeros amores los tuvo con la quena y la camacheña, desatando danzares a ritmo de los villancicos, pero más tarde aprendió a comprender y amar otras melodías en otros instrumentos, entre los que destacan: el erque y la caja (nada podría encajar más con su personalidad), ¡hijo de la música alegre! Entre la rueda chapaca, sus melodías estimularon la tradición del carnaval chapaco a lo largo de su vida como músico.
Tiempo más tarde, después de contraer matrimonio con el auténtico amor de su vida: la Sra. Delicia Ruiz, quien le daría 6 hijos: Aida, Andrés, Gualberto, Reider, Fanny y Matilde; tuvo el mayor romance en su trayectoria como músico: esta pasión fue entregada a su compañero de notas musicales más fiel: su violín, con el que día a día, tras asomarse el atardecer, atraía a personas de diversas edades a su domicilio al ritmo de sus melodías.
Fueron grandes compañeros en épocas de cueca y zapateo; sostenía una relación íntima con la Pascua Florida de San Lorenzo. En nombre de esa pasión con su compañero violín, fue inaugurado el P.I.D.I. que funcionaría en su domicilio, con el nombre de “Violincito Chapaco”. Durante largo tiempo, el nombre de “Julio Cari” fue sinónimo de “Violín chapaco”, para los vecinos del barrio Simón Bolívar, lugar de residencia de este apasionado artista.
Toda esa aventura con la música duraría hasta el año 2000, tras sufrir un accidente por un vehículo, mientras se conducía a su rutina laboral, montado en su bicicleta; motivo que lo obligaría por 18 años, a dejar descansar a sus compañeros de sus notas, sin excepción de su fiel amigo: su violín; quien lo acompañaría colgado a las faitanas de su cama (pie de cama) hasta la edad de 66 años, a un 29 de Julio de 2018, día en el que le llegó el sueño que lo guarda para siempre en la memoria de su tierra.
Hombre de carácter picaresco, bromista, risueño, amante de la música tradicional, escultor de instrumentos y utensilios, maestro constructor; su travesía por Tarija la realizaba con su bicicleta arriba y bicicleta abajo.
Sus primeros amores los tuvo con la quena y la camacheña, desatando danzares a ritmo de los villancicos, pero más tarde aprendió a comprender y amar otras melodías en otros instrumentos, entre los que destacan: el erque y la caja (nada podría encajar más con su personalidad), ¡hijo de la música alegre! Entre la rueda chapaca, sus melodías estimularon la tradición del carnaval chapaco a lo largo de su vida como músico.
Tiempo más tarde, después de contraer matrimonio con el auténtico amor de su vida: la Sra. Delicia Ruiz, quien le daría 6 hijos: Aida, Andrés, Gualberto, Reider, Fanny y Matilde; tuvo el mayor romance en su trayectoria como músico: esta pasión fue entregada a su compañero de notas musicales más fiel: su violín, con el que día a día, tras asomarse el atardecer, atraía a personas de diversas edades a su domicilio al ritmo de sus melodías.
Fueron grandes compañeros en épocas de cueca y zapateo; sostenía una relación íntima con la Pascua Florida de San Lorenzo. En nombre de esa pasión con su compañero violín, fue inaugurado el P.I.D.I. que funcionaría en su domicilio, con el nombre de “Violincito Chapaco”. Durante largo tiempo, el nombre de “Julio Cari” fue sinónimo de “Violín chapaco”, para los vecinos del barrio Simón Bolívar, lugar de residencia de este apasionado artista.
Toda esa aventura con la música duraría hasta el año 2000, tras sufrir un accidente por un vehículo, mientras se conducía a su rutina laboral, montado en su bicicleta; motivo que lo obligaría por 18 años, a dejar descansar a sus compañeros de sus notas, sin excepción de su fiel amigo: su violín; quien lo acompañaría colgado a las faitanas de su cama (pie de cama) hasta la edad de 66 años, a un 29 de Julio de 2018, día en el que le llegó el sueño que lo guarda para siempre en la memoria de su tierra.