Informe del Delegado Nacional en el Gran Chaco Dr. Leocadio Trigo (Segunda parte)
El 31 de agosto, dispuse hacer una exploración, acompañado de una ligera columna, para reconocer personalmente el terreno que teníamos delante, dejando el grueso expedicionario bien establecido en aquel campamento. Partí a las 8 de la mañana con un piquete de 6 rifleros y 6 zapadores, y con...
El 31 de agosto, dispuse hacer una exploración, acompañado de una ligera columna, para reconocer personalmente el terreno que teníamos delante, dejando el grueso expedicionario bien establecido en aquel campamento.
Partí a las 8 de la mañana con un piquete de 6 rifleros y 6 zapadores, y con 9 indios. Seguimos una angosta senda de salvajes, sin alejarnos del río, marchando sobre terreno fangoso recientemente abandonado por el agua. El suelo estaba surcado por múltiples zanjas. Había monte seco y enlamado. A corta distancia se tenía la continuación de la gran selva de quebracho. Se veía en la ribera derecha lo mismo que en la izquierda, la salida de pequeños riachuelos desprendidos del Pilcomayo. Las márgenes se presentaban cada vez más bajas y el terreno se hacía más fangoso, dificultando nuestra marcha a pie. A las 10 de la mañana vimos la separación de dos riachos del Pilcomayo por su margen derecha, después siguieron separándose otros más a cortas distancias. Atravesamos una ancha y profunda zanja, entonces sin agua, por donde debió correr un brazo del Pilcomayo, desprendido de la margen izquierda. Desde allí ya era ostensible la disminución del caudal del río, mermado por los riachuelos desprendidos. Abundante palizada seca interceptaba el curso del río. Seguía el cerrado bosque espinoso y enlamado, por entre el cual se escurría el agua. Nosotros seguíamos la margen izquierda sin abandonarla, hasta que llegamos a ver al gran Pilcomayo, convertido en un angosto riachuelo de poca profundidad. Al descansar a la sombra de un árbol, grabamos en él, el nombre de Bolivia. No teníamos una copa de champagne para saludar a la patria amada al llegar al feliz término de una empresa anhelada. Los hijos de Bolivia necesitamos ser muy sobrios para terminar la obra de reparación nacional en que estamos empeñados.
A medio día continuamos la marcha, internándonos por el bosque espinoso sin abandonar el riachuelo que nos guiaba. Salimos a vastísima playa, en la que se nos presentaron con todos sus detalles, las divisiones y subdivisiones del río en múltiples brazos, que volvían a reunirse para separarse nuevamente, formando una red inextricable en ancho campo, en el que el cauce de estos riachos tenía insignificantes bordes, y el agua se derramaba bañando el suelo completamente fangoso. Los únicos rastros que encontramos, fueron de tigre, el rey de aquellos desiertos. Avanzamos hasta que el fango nos lo impidió absolutamente. Teníamos al norte el bosque alto y cerrado de quebracho y algarrobo, y al sud las masas compactas de bobo, detrás de las que salían las espesas humaredas de los incendios que producían los vecinos pueblos de tobas o pilagas, que habitan en la margen derecha de los esteros, según afirmación de los indios que nos acompañaban.
En la tarde regresamos a nuestro campamento. El problema estaba resuelto; nuestras cargas no podrían avanzar más por impedirlo el fango. La chalana aún podría bajar por el Pilcomayo, unos pocos kilómetros más, para quedar detenida por la palizada seca y el bosque cerrado que interceptan el río.
El 1° de septiembre, llevamos con el señor Herrmann y el Sargento Mayor Natalio C. Suarez, la chalana “6 de Agosto”, hasta el punto final en que es posible navegar el alto Pilcomayo, donde la dejamos amarrada a un grueso tronco.
Regresamos con todo el cuerpo expedicionario, 5 kilómetros hasta un sitio conveniente para establecer un campamento de descanso, a orillas de un inmenso lago.
Resolvimos practicar una exploración parcial de los esteros, para lo que partimos el 4 de septiembre, en compañía del señor Herrmann y llevando un cuerpo de pocos acompañantes, todos a pie cargando sus provisiones y armas. Avanzando más de lo alcanzado anteriormente, entramos a la región de los esteros; múltiples y pequeños riachuelos corrían en todas direcciones; el bosque estaba enlamado, seco y con las señales de la altura que alcanzaba el agua, a 70 centímetros más o menos; era muy abundante la vegetación de pantano; las compactas enredaderas, formaban amplias grutas apoyándose y rodeando los árboles secos. Escogíamos los mejores sitios para avanzar, entrando en el fango hasta las rodillas. Impedidos por el pantano y los riachuelos, dimos un rodeo inclinándonos al E., hasta convencernos de lo imposible que nos era avanzar más. En seguida emprendimos el reconocimiento hacía el S., pasando algunos brazos del Pilcomayo y cruzando la ancha playa. Nos pusimos descalzos y desnudos, a pesar del viento frío del sud, porque solo de esa manera se podía pasar por aquella red de riachuelos, algunos profundos y fangosos El pantano volvió a impedir nuestra marcha en todas direcciones y nos obligó a regresar.,
De vuelta en el campamento, emprendimos la contramarcha con todo el cuerpo expedicionario.
Para ponernos en relación con los indios tapietes, permanecimos el 7 de septiembre, en una de sus principales rancherías. Les proporcionamos una verdadera fiesta, haciéndoles concursar al tiro de la flecha, con premios a los vencedores. En la noche bailaron y cantaron cerca de nosotros. Conservan el recuerdo de la expedición Campos.
Dan detalles de la expedición de Lange. No responden nada de Ibarreta, y muy temerosos, se manifiestan ignorantes en absoluto. Informan que el pantano es el obstáculo que no permite pasar la región de los esteros por la margen izquierda.
En conversación íntima y afectuosa me expresaron, que tendrán mucho agrado si regreso a visitarlos, llevándoles regalos; que nuestra generosidad los satisfacía; que ellos vivían cuidando sus ganados y creyéndose poseedores de cuanto necesitaban, pero que veían que les faltaban muchas cosas que nosotros les habíamos hecho conocer; que a mi regreso sería recibido como verdadero amigo y conocido, sin que haya razón para que se manifiesten temerosos como estuvieron al vernos por primera vez.
En conclusión: en 31 días, del 4 de agosto al 4 de septiembre, hicimos el avance desde el fortín Guachalla situado a los 22o 3o’sud, hasta los esteros de Patiño más allá de los 24” sud, la distancia calculada de 300 kilómetros, siguiendo la margen izquierda del Pilcomayo. En el regreso tardamos sólo 13 días de marcha, haciendo jornadas cortas y cómodas por el ancho camino que habíamos dejado abierto.
Esta distancia puede disminuir mucho, rectificando las tortuosas curvas que tuvimos que hacer en la marcha exploradora.
El 19 de septiembre de 1906, arribamos al fortín Guachalla, después de haber dado feliz término a la tercera expedición del Pilcomayo.
Me es muy grato hacer constar el distinguido comportamiento de todo el cuerpo expedicionario. Demostraron sus relevantes cualidades el jefe, Mayor Natalio C. Suárez y todos los oficiales, sin dejar nada que desear en el estricto servicio de la delicada campaña.
La clase de tropa, animosa y esforzada, demostró las superiores cualidades de disciplina y abnegación absoluta, del mejor soldado boliviano.
Confirmo el extenso diario descriptivo de esta expedición, que envié al Ministerio de Colonias y Agricultura, con fecha 25 de diciembre de 1906.
Como resultado inmediato de la anterior expedición, me fue permitido ofrecer la verificación del curso del Pilcomayo, acompañando un croquis del río, y las condiciones en que puede ser navegado. Los detalles se hallan consignados en el oficio siguiente:
“Fortín Guachalla, Set. 29 de 1906.
Al Señor Delegado Nacional en el Gran Chaco.
Doctor Leocadio Trigo.
Presente.
Señor;
Me es grato presentar a Ud. un plano provisorio con la escala de 1:1.000.000, del itinerario de la expedición del Pilcomayo, ejecutada desde el 4 de agosto hasta el 19 de septiembre del presente año. Las fechas marcadas al lado izquierdo se refieren a la ida, y las de la derecha a la vuelta de la expedición.
Las tribus salvajes y los nombres de sus caciques, están marcados y fijados en el lugar correspondiente.
El pequeño plano con la escala de 1: 1oo.ooo diseñado en el mismo pliego, detalla el itinerario de la última parte de la expedición en los Esteros.
Como resultado de la expedición por agua, navegando el río Pilcomayo en la chalana que puso Ud. a mis órdenes y disposición, puedo comunicarle lo siguiente: La chalana, que cargada y tripulada calaba 30 centímetros, ha navegado sin mayores dificultades, desde el fortín Guachalla hasta el grado 24o de latitud sud. En todo el curso recorrido del río, he comprobado que no existe ninguna bifurcación ni se desprende ningún brazo, lo que demuestra ser este el único y verdadero cauce del Pilcomayo hasta los Esteros.
Los importantes rápidos marcados entre los grados 23o y 24o de latitud sud, en casi todos los mapas; no existen. Los rápidos de Patiño son una fábula, como es inexacto todo el informe de dicho Padre, quien habría llegado hasta el interior de Bolivia, si en verdad hubiese recorrido 471 leguas, como afirma.
Los rápidos que he marcado en el preferido plano, son sitios en que hay corriente mayor que la general del río, que no ofrecen dificultad a la navegación y que desaparecen cuando aumenta el caudal de agua.
Siendo uno de los meses en que disminuye más el caudal del río, el de agosto, en que he descendido por el Pilcomayo, había en todo el trayecto recorrido bastante agua para navegar en embarcaciones con 40 y aun 5o centímetros de calado.
En casi toda la extensión recorrida, he constatado las señales bien marcadas en los bordes del río, del nivel alcanzado por el agua de 50 a 60 centímetros sobre la superficie actual, y que debe ser el nivel que conserva el Pilcomayo en la mayor parte del año, después que pasan las grandes crecientes de la estación lluviosa. En los tres primeros meses del año, en que el caudal del río alcanza su máximum, el agua se desborda y baña las riberas en más o menos grandes extensiones, sobre todo en la región de los Esteros y sus proximidades. Por las señales marcadas en los árboles se constata que el agua en los Esteros sube sobre la superficie del suelo hasta un metro 20 centímetros. En la ribera próxima a los Esteros, estas señales marcan 10 a 12 centímetros,
A nuestra vuelta he observado que el agua ha disminuido lentamente de 10 a 20 centímetros, lo que ofrecería ahora algunos inconvenientes a la navegación. Debe tenerse en cuenta que el presente año es excepcionalmente seco, y también fueron secos los tres años anteriores. Puede concluirse, que en nueve meses del año, es posible navegar con normalidad el Pilcomayo, en: embarcaciones que tengan un calado de 40 a 50 centímetros. Posiblemente durante 6 meses, pueden navegar embarcaciones de 1 metro de calado. A este respecto no hago afirmación exacta, por faltarme la observación del río en el tiempo oportuno.
Solo en tres meses del año quedaría dificultada o interrumpida la navegación.
Por lo pronto me permito aconsejar el pedido de una pequeña lancha a vapor de mim 12 metros de largo y 35 centímetros de calado, para llenar las primeras y urgentes necesidades de la Delegación, y que sirva para conducir a remolque las chalanas.
Con esto se puede tener en corto tiempo un exacto conocimiento del lecho del río, para determinar las superiores embarcaciones que le sean adaptables.
Confirmando a Ud. mis consideraciones, me suscribo su atento S. S.
Guillermo Herrmann, Ingeniero”
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A lo anterior se puede aumentar los datos que hemos tomado del importantísimo trabajo publicado por el ingeniero señor G. Lange.
De la boca del Pilcomayo a nuestro fortín d’Orbigny en el 22o sud, hay 1090 kilómetros de vía fluvial, pasando del bajo al alto Pilcomayo, por los esteros y el arroyo Dorado. La distancia en línea recta entre estos dos puntos, es de solo 637 kilómetros.
La altura sobre el nivel del mar a que se halla el fortín d’ Orbigny, es de 285 metros, y la de la boca del Pilcomayo es de 75 metros. La diferencia de 210 metros de altura, en la vía fluvial de 1090 kilómetros, representa un desnivel de poco menos de 20 centímetros por kilómetro.
Entre él fortín d’Orbigny y la laguna Escalante o Chajá, que es donde termina el alto Pilcomayo y comienzan los esteros, cuyo estudio nos interesa particularmente, hay por la. Vía fluvial 563 kilómetros y una diferencia de altura de 140 metros, que da un desnivelado poco menos de 25 centímetros, por kilómetro.
En la segunda expedición, obtuve en el; Gran Chaco el conocimiento de que se quería sustentar una paradójica pretensión, afirmada en. la falsa existencia de un Pilcomayo que decían, tenía su curso inclinado hacia el norte, desviándose y separándose del propio río de este nombre, en una larguísima extensión. Para esto, se hablaba de una bifurcación que no existe del Pilcomayo, cuyos rastros eran buscados sobre el terreno, sin ningún resultado positivo.
Con estos propósitos y a raíz de la fundación de la colonia argentina Buenaventura, se organizó una expedición bajo las órdenes de su Jefe Administrativo señor Domingo Astrada, y del Jefe técnico, el ingeniero sueco señor Otto Asp, nacionalizado argentino, para explorar las riberas del Pilcomayo hasta el Paraguay, lo que practicaron en cien días, del 17 de junio al 24 de septiembre de 1903, fecha en que arribaron a Asunción.
El señor Domingo Astrada ha publicado en Buenos Aires un libro titulado “Expedición al Pilcomayo”, en el que se hallan dos artículos de polémica sostenida con el señor Asp, y que define el asunto enunciado.
Ha escrito el señor Asp; “Mi objeto al hacer esta primera refutación al señor Ástrada, es hacer notar que entre el brazo norte y el del sur o Ferreira, de la Horqueta al estero Bravo, existe una zona de un ancho variable entre 5 y 10 leguas, que contiene campos fertilísimos y los mejores quebrachales que he visto en toda la República.
“Por las teorías del “práctico” señor Astrada, esta hermosa extensión de tierra podría llegar a ser de otra nación; por las teorías del “técnico” que suscribe, tratado respectivamente por su colega de expedición, esas tierras son indiscutiblemente argentinas, porque el verdadero Pilcomayo es el brazo norte que determina nuestros límites con el Paraguay.”
Se ve que el ingeniero señor Asp, habla como una entidad soberana, y que resuelve motu propio los más delicados asuntos internacionales. Se comprende que quiere halagar a su patria adoptiva y le endilga tentaciones que han estado muy lejos de desviar la tradicional lealtad con que procede aquel país, cuya hegemonía, en Sudamérica, que ha llegado a constituirlo en el juez árbitro del derecho de sus hermanos, está fundada en su noble y alta justificación.
A esto ha respondido el señor Astrada con el corazón de verdadero, argentino: “El señor ingeniero comprobó que en el lugar de la Horqueta, las aguas todas del río bajaban por el Ferreira (brazo occidental), y que el verdadero cauce del antiguo Pilcomayo, está completamente cegado en este punto. Sentado esto, puede asegurarse desde luego que el Pilcomayo no corre ya por su antiguo y verdadero cauce.
“Después de lo dicho, sostengo las afirmaciones contenidas en el capítulo y plano gráfico publicados, donde no veo lo que me atribuye el señor Asp; y agrego en rigor NO EXISTEN DOS BRAZOS DEL PILCOMAYO”,
De esta manera ha quedado rectificada la verdad.
En el mismo libro citado ha escrito el señor Astrada: “Dirijo la marcha por la costa del río. Esas aguas turbias, bermejas y ligeramente salobres del Pilcomayo, que tenemos a la vista, son las que nos han de servir de guía a través del desierto, y que hemos de buscar y reconocer en caso de perder o confundir su curso”.
Y en verdad, son esas aguas las que fijan el curso real y propio del Pilcomayo, que si pudieran perderse o confundirse por expedicionarios que marcharan por sus tortuosas riberas, ofrecen la comprobación más exacta e indiscutible a los que, como el explorador señor Gunardo Lange subieron navegando el río Pilcomayo, y a nosotros con el ingeniero señor Herrmann, que descendimos navegando el mismo río desde el fortín Guachalla, hasta donde pierde su cauce en los llamados esteros de Patiño, Poco tiempo antes, nuestras chalanas hicieron la navegación del Pilcomayo desde villa Montes hasta el fortín Guachalla.
El señor Lange ha escrito en su importantísimo libro publicado a raíz de su exploración: “... desde que el Pilcomayo sale de la quebrada honda, por la cual atraviesa la cierra de Caiza aguas arriba de la población de San Francisco, no recibe afluente ninguno, hasta donde se desparrama en el Estero Patino, mermándose sus aguas constantemente por la infiltración en el suelo y por la evaporación.”
La demostración gráfica del verdadero y único curso del Pilcomayo, sin ninguna bifurcación, está en el precioso mapa publicado por el señor Lange, cuyo superior estudio, es de indiscutible competencia científica, siendo a la vez el más completo.
La inexplicable hipótesis con la que se pretende fijar de manera inconcebible, un imaginario río, por una línea marcada sobre terreno seco, pretextando que por allá debió haber corrido el caudaloso Pilcomayo en otros, tiempos, y alejar nuestra línea fronteriza del acceso inmediato al propio río para navegado, y al agua para tener vida, es supremamente inadmisible.
Sólo el anterior abandono pudo dar lugar a tales conceptos erróneos. Hoy está allá la acción efectiva de nuestra legal soberanía, afirmando el sagrado derecho de Bolivia.
Después de incorporar a la guarnición del fortín Guachalla el destacamento que expedicionó hasta los esteros, establecimos un nuevo fortín a 35 kilómetros al sudeste del anterior, en la margen izquierda del Pilcomayo, a los 22o 42’ de latitud sud, frente a la villa María Cristina, capital de la colonia argentina Buenaventura. El sitio elegido para este fortín, es de muy superiores condiciones por tener terreno firme y ofrecer mayores seguridades contra los avances del río Pilcomayo y sus derrames anuales.
Con este motivo se despertaron infundadas susceptibilidades, y el señor Juez de Paz de la colonia Buenaventura, me envió un oficio de protesta en términos que evidenciaban su falta de justificación. Respondí a este oficio concretándome a expresar que el derecho de Bolivia en la margen izquierda del Pilcomayo, era incontrovertible.
Conocido este incidente en Buenos Aires, nuestro Ministro Plenipotenciario me pidió una información, la que fue en el telegrama siguiente:
“Villa Montes, enero 31 de 1907.—A los Exclmos. Ministros Claudio Pinilla y Eliodoro Villazón.—Buenos Aires.—Reclamación argentina es motivada por trabajos de nuevo fortín en “Paso de las Gallinas”, 35 kilómetros al sudeste de Guachalla, bajando por margen izquierda del Pilcomayo indiscutiblemente.—Vecinos argentinos de Colonia Buenaventura, pretenden pasar a margen izquierda Pilcomayo, que respetaron y siguen respetando como boliviana.—Son recientes nuevas pretensiones.—Sírveles de pretexto para reclamaciones, la pretendida existencia de un antiguo lecho del Pilcomayo, que hoy no existe.—Afirman que actual Pilcomayo sigue curso de un riachuelo llamado arroyo Ferreira que en todo caso habría sido un brazo del Pilcomayo.—Evidencia verdadera es que caudal del Pilcomayo, tiene un curso patente indiscutible.—Pretendido antiguo lecho del Pilcomayo, completamente perdido, dicen que se desprendía quince kilómetros al sudeste de Guachalla.—Próximo correo llevará informe detallado.—Anteriormente mandé Ministerio de Colonización, plano del Pilcomayo detallados informes.—L. Trigo.”
En el anunciado informe expuse entre otros detalles, lo siguiente: En la demarcación de los lotes de la colonia argentina Buenaventura, el río Pilcomayo ha servido de límite infranqueable y legalmente respetado, aun en la región del supuesto arroyo Ferreira, conceptuado natural y verdaderamente como propio río Pilcomayo.—En las expediciones que hemos realizado por la margen izquierda del Pilcomayo, hemos ocupado la ribera boliviana, frente a todas las estancias argentinas de la margen derecha, evidentemente limitadas por este río de cauce antiguo y lecho profundo, con márgenes bien determinadas.
Confirmo el oficio informativo elevado al Ministerio de Colonización, el 2 de febrero de 1907,. Número 8.
En cumplimiento del pliego de instrucciones de 19 de abril, de 1905, y el Decreto Supremo de 27 de diciembre del mismo año, ha sido fundada la Villa Montes, en las Misiones de San Francisco Solano y San Antonio de Padua, que con este fin fueron recogidas.
Este ha sido el primer caso en el Gran Chaco, en que se ha querido obtener la realización de un noble esfuerzo civilizador y el cumplimiento de una aspiración nacional, que desde muchísimos años atrás han sido entregados a la labor de los misioneros cristianos. Han sido constituidas en pueblo boliviano sometido a las condiciones generales de nuestra, administración, dos misiones de indios chiriguanos.
Bolivia tenía la Indispensable e inaplazable necesidad de fundar un pueblo en las márgenes del Pilcomayo, que sirva de centro a la acción colonizadora, y a la nueva vida industrial y de intensa influencia nacional que hoy se desenvuelve sobre aquel vasto territorio de la provincia del Gran Chaco.
El sitio elegido para fundar la villa Montes no sólo es el mejor, sino el único de satisfactorias condiciones, en las riberas del Pilcomayo, por ofrecer las seguridades de estabilidad, con terreno firme y libre de los avances del río. Después de este sitio en el que los bordes del Pilcomayo son firmes y resistentes; se presentan las riberas de este río con terrenos areniscos, sumamente deleznables e inseguras:
En villa Montes se halla el mejor, si no es el único sitio, donde tendrá que colocarse el puente del ferrocarril que en todo caso debe cruzar el río Pilcomayo, para llevar la línea férrea que siguiendo de Ledesma, deberá pasar por Yacuiba y villa Montes a Santa Cruz. Aquél es el sitio por donde pasa el camino que liga la República Argentina con Santa Cruz, siendo de grande importancia el cambio comercial de importación y exportación por allí establecido.
Ya fueron abiertos el camino carretero de Yacuiba a villa Montes que debe seguir hasta Santa Cruz, y el camino de herradura directo a Tarija.
Por la proximidad a la cordillera, son abundantes los materiales de construcción, cal y piedra, así como las maderas de primera clase. Es fácil la fabricación de ladrillo y teja, con la abundancia de excelente tierra apropiada. Exceptuando las maderas, desaparecen estos elementos de construcción a medida que se desciende el Pilcomayo.
Han sido instaladas dos escuelas de niñas y una de varones.
Se presta el Servicio médico y de botica, en condiciones satisfactorias.
Se protege decididamente a la población indígena compuesta, de chiriguanos y matacos.
Fueron reparados los edificios públicos.
Se atiende el servicio de chalanas para el paso del río.
El comerciante señor Carlos Holzer, construye una casa, para la que ya tiene invertidos en la preparación de materiales, la suma de cinco mil pesos. Esta casa comercial ha expedido en villa Montes, en 4 meses, la suma de ocho mil pesos.
La propaganda insidiosa de que pronto serán devueltas las ex Misiones de San Francisco Solano y de San Antonio de Padua, a los P. P. Conversores, concluyendo la existencia de villa Montes, ha impedido que se establezcan algunas familias que solicitaron lotes.
Por los límites que debe tener este conciso informe, no me ocupo de la acción que se ha dirigido insistentemente para combatir la nueva villa. A este respecto confirmo mis detallados informes anteriores, Este asunto, demasiado extenso, será tratado si llega el caso, ampliamente con la debida documentación que existe en el archivo de la Delegación Nacional.
Aprovechando de excepcionales Circunstancias, los indios salvajes han dado algunos golpes de mano, felizmente aislados, que fueron reprimidos Como lo indicaba la prudencia. Cuando hubo suficiente fuerza en nuestras guarniciones, reducidas Un tiempo a muy escaso número, por el retardo de las fuerzas de relevo.
Son ampliamente satisfactorias las condiciones de perfecta salud en que se desarrollan, en el territorio del Gran Chaco y riberas del Pilcomayo, las crias ganaderas en general, dando una reproducción máxima. Háyanse libres del flagelo de las epidemias que se presentan en otros territorios.
En especial informe han sido estudiadas las causas del éxodo de las razas indígenas de los Departamentos de Tarija, Sucre y Santa Cruz, estableciendo las diferentes condiciones en que a este respecto se halla la población chiriguana, que es muy superior en civilización, y las particulares condiciones de las demás tribus salvajes y nómadas del Pilcomayo. Se evitará la despoblación, cuando se pueda ofrecer a los pueblos indígenas, dentro del propio suelo los recursos y el trabajo que hoy van a buscar en otro país, Además hay otros medios secundarios, que desde luego podrán ponerse en práctica, mejorando las condiciones de administración protectora y de amparo para estas razas inferiores.
Respecto a las Misiones sostenidas por el Colegio de Padres franciscanos de Tarija, he elevado al ministerio de Colonización, los informes correspondientes. Es incalificable la actitud de reacia oposición en que pretendieron sostenerse los P. P. Conversores, al frente de las disposiciones y leyes que determinan su regular acción, dentro de las funciones que les encomienda el Estado.
Hoy ha mejorado mucho el servicio de las Misiones, con el espontáneo retiro de algunos Conversores que se manifestaban heridos y enconados, los que han sido reemplazados por sacerdotes jóvenes y de buena voluntad.
En conclusión
La Delegación de mi cargo ha avanzado por la margen izquierda del Pilcomayo, fundando fortines, afianzando de manera estable nuestras posesiones, reconociendo y estudiando el territorio para utilizarlo en seguida, y ligando todos nuestros puestos ocupados, para que con fácil comunicación, se sostengan los unos a los otros.
Se ha tomado posesión de nuestro suelo y se ha sometido a sus habitantes salvajes, haciendo real nuestra soberanía y el imperio de las leyes de la República en aquella alejada frontera.
La precisa indicación desprendida del conocimiento del terreno, de la actitud pacífica de las tribus salvajes y de las comunicaciones fáciles por los caminos que hemos dejado abiertos, así como por la navegación del Pilcomayo, que permite el abastecimiento de víveres y de todos los demás medios necesarios, es de establecer un baluarte próximo al último punto alcanzado, para llenar debidamente los altos fines que persigue el Supremo Gobierno y dar sólida firmeza a todas nuestras posiciones sucesivas del Pilcomayo.
Para establecer este último fortín, y sólo después de haber tenido conocimiento de las condiciones en que puede navegarse el alto Pilcomayo, se presenta la oportunidad de obtener con datos precisos, las lanchas a vapor apropiadas al servicio en este río.
Con el importante plano levantado por él ingeniero señor Guillermo Herrmann, que envíe al Ministerio de Colonias, se ha llegado a la solución satisfactoria de que es posible sacar un canal de riego para la margen izquierda del Pilcomayo, a la altura de villa Montes: importantísimo trabajo que daría a esta villa las verdaderas condiciones de prosperidad y adelanto.
Mientras pueda realizarse esta obra de mayor importancia, debe darse riego a villa Montes con pozos artesianos, sin pérdida de tiempo, para hacerla adecuada a la colonización, atrayendo la inmigración europea y asegurarle también la concurrencia de población nacional.
Con particular consideración y respeto, me suscribo de Ud., señor Ministro, su obsecuente servidor.
Leocadio Trigo.
Partí a las 8 de la mañana con un piquete de 6 rifleros y 6 zapadores, y con 9 indios. Seguimos una angosta senda de salvajes, sin alejarnos del río, marchando sobre terreno fangoso recientemente abandonado por el agua. El suelo estaba surcado por múltiples zanjas. Había monte seco y enlamado. A corta distancia se tenía la continuación de la gran selva de quebracho. Se veía en la ribera derecha lo mismo que en la izquierda, la salida de pequeños riachuelos desprendidos del Pilcomayo. Las márgenes se presentaban cada vez más bajas y el terreno se hacía más fangoso, dificultando nuestra marcha a pie. A las 10 de la mañana vimos la separación de dos riachos del Pilcomayo por su margen derecha, después siguieron separándose otros más a cortas distancias. Atravesamos una ancha y profunda zanja, entonces sin agua, por donde debió correr un brazo del Pilcomayo, desprendido de la margen izquierda. Desde allí ya era ostensible la disminución del caudal del río, mermado por los riachuelos desprendidos. Abundante palizada seca interceptaba el curso del río. Seguía el cerrado bosque espinoso y enlamado, por entre el cual se escurría el agua. Nosotros seguíamos la margen izquierda sin abandonarla, hasta que llegamos a ver al gran Pilcomayo, convertido en un angosto riachuelo de poca profundidad. Al descansar a la sombra de un árbol, grabamos en él, el nombre de Bolivia. No teníamos una copa de champagne para saludar a la patria amada al llegar al feliz término de una empresa anhelada. Los hijos de Bolivia necesitamos ser muy sobrios para terminar la obra de reparación nacional en que estamos empeñados.
A medio día continuamos la marcha, internándonos por el bosque espinoso sin abandonar el riachuelo que nos guiaba. Salimos a vastísima playa, en la que se nos presentaron con todos sus detalles, las divisiones y subdivisiones del río en múltiples brazos, que volvían a reunirse para separarse nuevamente, formando una red inextricable en ancho campo, en el que el cauce de estos riachos tenía insignificantes bordes, y el agua se derramaba bañando el suelo completamente fangoso. Los únicos rastros que encontramos, fueron de tigre, el rey de aquellos desiertos. Avanzamos hasta que el fango nos lo impidió absolutamente. Teníamos al norte el bosque alto y cerrado de quebracho y algarrobo, y al sud las masas compactas de bobo, detrás de las que salían las espesas humaredas de los incendios que producían los vecinos pueblos de tobas o pilagas, que habitan en la margen derecha de los esteros, según afirmación de los indios que nos acompañaban.
En la tarde regresamos a nuestro campamento. El problema estaba resuelto; nuestras cargas no podrían avanzar más por impedirlo el fango. La chalana aún podría bajar por el Pilcomayo, unos pocos kilómetros más, para quedar detenida por la palizada seca y el bosque cerrado que interceptan el río.
El 1° de septiembre, llevamos con el señor Herrmann y el Sargento Mayor Natalio C. Suarez, la chalana “6 de Agosto”, hasta el punto final en que es posible navegar el alto Pilcomayo, donde la dejamos amarrada a un grueso tronco.
Regresamos con todo el cuerpo expedicionario, 5 kilómetros hasta un sitio conveniente para establecer un campamento de descanso, a orillas de un inmenso lago.
Resolvimos practicar una exploración parcial de los esteros, para lo que partimos el 4 de septiembre, en compañía del señor Herrmann y llevando un cuerpo de pocos acompañantes, todos a pie cargando sus provisiones y armas. Avanzando más de lo alcanzado anteriormente, entramos a la región de los esteros; múltiples y pequeños riachuelos corrían en todas direcciones; el bosque estaba enlamado, seco y con las señales de la altura que alcanzaba el agua, a 70 centímetros más o menos; era muy abundante la vegetación de pantano; las compactas enredaderas, formaban amplias grutas apoyándose y rodeando los árboles secos. Escogíamos los mejores sitios para avanzar, entrando en el fango hasta las rodillas. Impedidos por el pantano y los riachuelos, dimos un rodeo inclinándonos al E., hasta convencernos de lo imposible que nos era avanzar más. En seguida emprendimos el reconocimiento hacía el S., pasando algunos brazos del Pilcomayo y cruzando la ancha playa. Nos pusimos descalzos y desnudos, a pesar del viento frío del sud, porque solo de esa manera se podía pasar por aquella red de riachuelos, algunos profundos y fangosos El pantano volvió a impedir nuestra marcha en todas direcciones y nos obligó a regresar.,
De vuelta en el campamento, emprendimos la contramarcha con todo el cuerpo expedicionario.
Para ponernos en relación con los indios tapietes, permanecimos el 7 de septiembre, en una de sus principales rancherías. Les proporcionamos una verdadera fiesta, haciéndoles concursar al tiro de la flecha, con premios a los vencedores. En la noche bailaron y cantaron cerca de nosotros. Conservan el recuerdo de la expedición Campos.
Dan detalles de la expedición de Lange. No responden nada de Ibarreta, y muy temerosos, se manifiestan ignorantes en absoluto. Informan que el pantano es el obstáculo que no permite pasar la región de los esteros por la margen izquierda.
En conversación íntima y afectuosa me expresaron, que tendrán mucho agrado si regreso a visitarlos, llevándoles regalos; que nuestra generosidad los satisfacía; que ellos vivían cuidando sus ganados y creyéndose poseedores de cuanto necesitaban, pero que veían que les faltaban muchas cosas que nosotros les habíamos hecho conocer; que a mi regreso sería recibido como verdadero amigo y conocido, sin que haya razón para que se manifiesten temerosos como estuvieron al vernos por primera vez.
En conclusión: en 31 días, del 4 de agosto al 4 de septiembre, hicimos el avance desde el fortín Guachalla situado a los 22o 3o’sud, hasta los esteros de Patiño más allá de los 24” sud, la distancia calculada de 300 kilómetros, siguiendo la margen izquierda del Pilcomayo. En el regreso tardamos sólo 13 días de marcha, haciendo jornadas cortas y cómodas por el ancho camino que habíamos dejado abierto.
Esta distancia puede disminuir mucho, rectificando las tortuosas curvas que tuvimos que hacer en la marcha exploradora.
El 19 de septiembre de 1906, arribamos al fortín Guachalla, después de haber dado feliz término a la tercera expedición del Pilcomayo.
Me es muy grato hacer constar el distinguido comportamiento de todo el cuerpo expedicionario. Demostraron sus relevantes cualidades el jefe, Mayor Natalio C. Suárez y todos los oficiales, sin dejar nada que desear en el estricto servicio de la delicada campaña.
La clase de tropa, animosa y esforzada, demostró las superiores cualidades de disciplina y abnegación absoluta, del mejor soldado boliviano.
Confirmo el extenso diario descriptivo de esta expedición, que envié al Ministerio de Colonias y Agricultura, con fecha 25 de diciembre de 1906.
Como resultado inmediato de la anterior expedición, me fue permitido ofrecer la verificación del curso del Pilcomayo, acompañando un croquis del río, y las condiciones en que puede ser navegado. Los detalles se hallan consignados en el oficio siguiente:
“Fortín Guachalla, Set. 29 de 1906.
Al Señor Delegado Nacional en el Gran Chaco.
Doctor Leocadio Trigo.
Presente.
Señor;
Me es grato presentar a Ud. un plano provisorio con la escala de 1:1.000.000, del itinerario de la expedición del Pilcomayo, ejecutada desde el 4 de agosto hasta el 19 de septiembre del presente año. Las fechas marcadas al lado izquierdo se refieren a la ida, y las de la derecha a la vuelta de la expedición.
Las tribus salvajes y los nombres de sus caciques, están marcados y fijados en el lugar correspondiente.
El pequeño plano con la escala de 1: 1oo.ooo diseñado en el mismo pliego, detalla el itinerario de la última parte de la expedición en los Esteros.
Como resultado de la expedición por agua, navegando el río Pilcomayo en la chalana que puso Ud. a mis órdenes y disposición, puedo comunicarle lo siguiente: La chalana, que cargada y tripulada calaba 30 centímetros, ha navegado sin mayores dificultades, desde el fortín Guachalla hasta el grado 24o de latitud sud. En todo el curso recorrido del río, he comprobado que no existe ninguna bifurcación ni se desprende ningún brazo, lo que demuestra ser este el único y verdadero cauce del Pilcomayo hasta los Esteros.
Los importantes rápidos marcados entre los grados 23o y 24o de latitud sud, en casi todos los mapas; no existen. Los rápidos de Patiño son una fábula, como es inexacto todo el informe de dicho Padre, quien habría llegado hasta el interior de Bolivia, si en verdad hubiese recorrido 471 leguas, como afirma.
Los rápidos que he marcado en el preferido plano, son sitios en que hay corriente mayor que la general del río, que no ofrecen dificultad a la navegación y que desaparecen cuando aumenta el caudal de agua.
Siendo uno de los meses en que disminuye más el caudal del río, el de agosto, en que he descendido por el Pilcomayo, había en todo el trayecto recorrido bastante agua para navegar en embarcaciones con 40 y aun 5o centímetros de calado.
En casi toda la extensión recorrida, he constatado las señales bien marcadas en los bordes del río, del nivel alcanzado por el agua de 50 a 60 centímetros sobre la superficie actual, y que debe ser el nivel que conserva el Pilcomayo en la mayor parte del año, después que pasan las grandes crecientes de la estación lluviosa. En los tres primeros meses del año, en que el caudal del río alcanza su máximum, el agua se desborda y baña las riberas en más o menos grandes extensiones, sobre todo en la región de los Esteros y sus proximidades. Por las señales marcadas en los árboles se constata que el agua en los Esteros sube sobre la superficie del suelo hasta un metro 20 centímetros. En la ribera próxima a los Esteros, estas señales marcan 10 a 12 centímetros,
A nuestra vuelta he observado que el agua ha disminuido lentamente de 10 a 20 centímetros, lo que ofrecería ahora algunos inconvenientes a la navegación. Debe tenerse en cuenta que el presente año es excepcionalmente seco, y también fueron secos los tres años anteriores. Puede concluirse, que en nueve meses del año, es posible navegar con normalidad el Pilcomayo, en: embarcaciones que tengan un calado de 40 a 50 centímetros. Posiblemente durante 6 meses, pueden navegar embarcaciones de 1 metro de calado. A este respecto no hago afirmación exacta, por faltarme la observación del río en el tiempo oportuno.
Solo en tres meses del año quedaría dificultada o interrumpida la navegación.
Por lo pronto me permito aconsejar el pedido de una pequeña lancha a vapor de mim 12 metros de largo y 35 centímetros de calado, para llenar las primeras y urgentes necesidades de la Delegación, y que sirva para conducir a remolque las chalanas.
Con esto se puede tener en corto tiempo un exacto conocimiento del lecho del río, para determinar las superiores embarcaciones que le sean adaptables.
Confirmando a Ud. mis consideraciones, me suscribo su atento S. S.
Guillermo Herrmann, Ingeniero”
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A lo anterior se puede aumentar los datos que hemos tomado del importantísimo trabajo publicado por el ingeniero señor G. Lange.
De la boca del Pilcomayo a nuestro fortín d’Orbigny en el 22o sud, hay 1090 kilómetros de vía fluvial, pasando del bajo al alto Pilcomayo, por los esteros y el arroyo Dorado. La distancia en línea recta entre estos dos puntos, es de solo 637 kilómetros.
La altura sobre el nivel del mar a que se halla el fortín d’ Orbigny, es de 285 metros, y la de la boca del Pilcomayo es de 75 metros. La diferencia de 210 metros de altura, en la vía fluvial de 1090 kilómetros, representa un desnivel de poco menos de 20 centímetros por kilómetro.
Entre él fortín d’Orbigny y la laguna Escalante o Chajá, que es donde termina el alto Pilcomayo y comienzan los esteros, cuyo estudio nos interesa particularmente, hay por la. Vía fluvial 563 kilómetros y una diferencia de altura de 140 metros, que da un desnivelado poco menos de 25 centímetros, por kilómetro.
En la segunda expedición, obtuve en el; Gran Chaco el conocimiento de que se quería sustentar una paradójica pretensión, afirmada en. la falsa existencia de un Pilcomayo que decían, tenía su curso inclinado hacia el norte, desviándose y separándose del propio río de este nombre, en una larguísima extensión. Para esto, se hablaba de una bifurcación que no existe del Pilcomayo, cuyos rastros eran buscados sobre el terreno, sin ningún resultado positivo.
Con estos propósitos y a raíz de la fundación de la colonia argentina Buenaventura, se organizó una expedición bajo las órdenes de su Jefe Administrativo señor Domingo Astrada, y del Jefe técnico, el ingeniero sueco señor Otto Asp, nacionalizado argentino, para explorar las riberas del Pilcomayo hasta el Paraguay, lo que practicaron en cien días, del 17 de junio al 24 de septiembre de 1903, fecha en que arribaron a Asunción.
El señor Domingo Astrada ha publicado en Buenos Aires un libro titulado “Expedición al Pilcomayo”, en el que se hallan dos artículos de polémica sostenida con el señor Asp, y que define el asunto enunciado.
Ha escrito el señor Asp; “Mi objeto al hacer esta primera refutación al señor Ástrada, es hacer notar que entre el brazo norte y el del sur o Ferreira, de la Horqueta al estero Bravo, existe una zona de un ancho variable entre 5 y 10 leguas, que contiene campos fertilísimos y los mejores quebrachales que he visto en toda la República.
“Por las teorías del “práctico” señor Astrada, esta hermosa extensión de tierra podría llegar a ser de otra nación; por las teorías del “técnico” que suscribe, tratado respectivamente por su colega de expedición, esas tierras son indiscutiblemente argentinas, porque el verdadero Pilcomayo es el brazo norte que determina nuestros límites con el Paraguay.”
Se ve que el ingeniero señor Asp, habla como una entidad soberana, y que resuelve motu propio los más delicados asuntos internacionales. Se comprende que quiere halagar a su patria adoptiva y le endilga tentaciones que han estado muy lejos de desviar la tradicional lealtad con que procede aquel país, cuya hegemonía, en Sudamérica, que ha llegado a constituirlo en el juez árbitro del derecho de sus hermanos, está fundada en su noble y alta justificación.
A esto ha respondido el señor Astrada con el corazón de verdadero, argentino: “El señor ingeniero comprobó que en el lugar de la Horqueta, las aguas todas del río bajaban por el Ferreira (brazo occidental), y que el verdadero cauce del antiguo Pilcomayo, está completamente cegado en este punto. Sentado esto, puede asegurarse desde luego que el Pilcomayo no corre ya por su antiguo y verdadero cauce.
“Después de lo dicho, sostengo las afirmaciones contenidas en el capítulo y plano gráfico publicados, donde no veo lo que me atribuye el señor Asp; y agrego en rigor NO EXISTEN DOS BRAZOS DEL PILCOMAYO”,
De esta manera ha quedado rectificada la verdad.
En el mismo libro citado ha escrito el señor Astrada: “Dirijo la marcha por la costa del río. Esas aguas turbias, bermejas y ligeramente salobres del Pilcomayo, que tenemos a la vista, son las que nos han de servir de guía a través del desierto, y que hemos de buscar y reconocer en caso de perder o confundir su curso”.
Y en verdad, son esas aguas las que fijan el curso real y propio del Pilcomayo, que si pudieran perderse o confundirse por expedicionarios que marcharan por sus tortuosas riberas, ofrecen la comprobación más exacta e indiscutible a los que, como el explorador señor Gunardo Lange subieron navegando el río Pilcomayo, y a nosotros con el ingeniero señor Herrmann, que descendimos navegando el mismo río desde el fortín Guachalla, hasta donde pierde su cauce en los llamados esteros de Patiño, Poco tiempo antes, nuestras chalanas hicieron la navegación del Pilcomayo desde villa Montes hasta el fortín Guachalla.
El señor Lange ha escrito en su importantísimo libro publicado a raíz de su exploración: “... desde que el Pilcomayo sale de la quebrada honda, por la cual atraviesa la cierra de Caiza aguas arriba de la población de San Francisco, no recibe afluente ninguno, hasta donde se desparrama en el Estero Patino, mermándose sus aguas constantemente por la infiltración en el suelo y por la evaporación.”
La demostración gráfica del verdadero y único curso del Pilcomayo, sin ninguna bifurcación, está en el precioso mapa publicado por el señor Lange, cuyo superior estudio, es de indiscutible competencia científica, siendo a la vez el más completo.
La inexplicable hipótesis con la que se pretende fijar de manera inconcebible, un imaginario río, por una línea marcada sobre terreno seco, pretextando que por allá debió haber corrido el caudaloso Pilcomayo en otros, tiempos, y alejar nuestra línea fronteriza del acceso inmediato al propio río para navegado, y al agua para tener vida, es supremamente inadmisible.
Sólo el anterior abandono pudo dar lugar a tales conceptos erróneos. Hoy está allá la acción efectiva de nuestra legal soberanía, afirmando el sagrado derecho de Bolivia.
Después de incorporar a la guarnición del fortín Guachalla el destacamento que expedicionó hasta los esteros, establecimos un nuevo fortín a 35 kilómetros al sudeste del anterior, en la margen izquierda del Pilcomayo, a los 22o 42’ de latitud sud, frente a la villa María Cristina, capital de la colonia argentina Buenaventura. El sitio elegido para este fortín, es de muy superiores condiciones por tener terreno firme y ofrecer mayores seguridades contra los avances del río Pilcomayo y sus derrames anuales.
Con este motivo se despertaron infundadas susceptibilidades, y el señor Juez de Paz de la colonia Buenaventura, me envió un oficio de protesta en términos que evidenciaban su falta de justificación. Respondí a este oficio concretándome a expresar que el derecho de Bolivia en la margen izquierda del Pilcomayo, era incontrovertible.
Conocido este incidente en Buenos Aires, nuestro Ministro Plenipotenciario me pidió una información, la que fue en el telegrama siguiente:
“Villa Montes, enero 31 de 1907.—A los Exclmos. Ministros Claudio Pinilla y Eliodoro Villazón.—Buenos Aires.—Reclamación argentina es motivada por trabajos de nuevo fortín en “Paso de las Gallinas”, 35 kilómetros al sudeste de Guachalla, bajando por margen izquierda del Pilcomayo indiscutiblemente.—Vecinos argentinos de Colonia Buenaventura, pretenden pasar a margen izquierda Pilcomayo, que respetaron y siguen respetando como boliviana.—Son recientes nuevas pretensiones.—Sírveles de pretexto para reclamaciones, la pretendida existencia de un antiguo lecho del Pilcomayo, que hoy no existe.—Afirman que actual Pilcomayo sigue curso de un riachuelo llamado arroyo Ferreira que en todo caso habría sido un brazo del Pilcomayo.—Evidencia verdadera es que caudal del Pilcomayo, tiene un curso patente indiscutible.—Pretendido antiguo lecho del Pilcomayo, completamente perdido, dicen que se desprendía quince kilómetros al sudeste de Guachalla.—Próximo correo llevará informe detallado.—Anteriormente mandé Ministerio de Colonización, plano del Pilcomayo detallados informes.—L. Trigo.”
En el anunciado informe expuse entre otros detalles, lo siguiente: En la demarcación de los lotes de la colonia argentina Buenaventura, el río Pilcomayo ha servido de límite infranqueable y legalmente respetado, aun en la región del supuesto arroyo Ferreira, conceptuado natural y verdaderamente como propio río Pilcomayo.—En las expediciones que hemos realizado por la margen izquierda del Pilcomayo, hemos ocupado la ribera boliviana, frente a todas las estancias argentinas de la margen derecha, evidentemente limitadas por este río de cauce antiguo y lecho profundo, con márgenes bien determinadas.
Confirmo el oficio informativo elevado al Ministerio de Colonización, el 2 de febrero de 1907,. Número 8.
En cumplimiento del pliego de instrucciones de 19 de abril, de 1905, y el Decreto Supremo de 27 de diciembre del mismo año, ha sido fundada la Villa Montes, en las Misiones de San Francisco Solano y San Antonio de Padua, que con este fin fueron recogidas.
Este ha sido el primer caso en el Gran Chaco, en que se ha querido obtener la realización de un noble esfuerzo civilizador y el cumplimiento de una aspiración nacional, que desde muchísimos años atrás han sido entregados a la labor de los misioneros cristianos. Han sido constituidas en pueblo boliviano sometido a las condiciones generales de nuestra, administración, dos misiones de indios chiriguanos.
Bolivia tenía la Indispensable e inaplazable necesidad de fundar un pueblo en las márgenes del Pilcomayo, que sirva de centro a la acción colonizadora, y a la nueva vida industrial y de intensa influencia nacional que hoy se desenvuelve sobre aquel vasto territorio de la provincia del Gran Chaco.
El sitio elegido para fundar la villa Montes no sólo es el mejor, sino el único de satisfactorias condiciones, en las riberas del Pilcomayo, por ofrecer las seguridades de estabilidad, con terreno firme y libre de los avances del río. Después de este sitio en el que los bordes del Pilcomayo son firmes y resistentes; se presentan las riberas de este río con terrenos areniscos, sumamente deleznables e inseguras:
En villa Montes se halla el mejor, si no es el único sitio, donde tendrá que colocarse el puente del ferrocarril que en todo caso debe cruzar el río Pilcomayo, para llevar la línea férrea que siguiendo de Ledesma, deberá pasar por Yacuiba y villa Montes a Santa Cruz. Aquél es el sitio por donde pasa el camino que liga la República Argentina con Santa Cruz, siendo de grande importancia el cambio comercial de importación y exportación por allí establecido.
Ya fueron abiertos el camino carretero de Yacuiba a villa Montes que debe seguir hasta Santa Cruz, y el camino de herradura directo a Tarija.
Por la proximidad a la cordillera, son abundantes los materiales de construcción, cal y piedra, así como las maderas de primera clase. Es fácil la fabricación de ladrillo y teja, con la abundancia de excelente tierra apropiada. Exceptuando las maderas, desaparecen estos elementos de construcción a medida que se desciende el Pilcomayo.
Han sido instaladas dos escuelas de niñas y una de varones.
Se presta el Servicio médico y de botica, en condiciones satisfactorias.
Se protege decididamente a la población indígena compuesta, de chiriguanos y matacos.
Fueron reparados los edificios públicos.
Se atiende el servicio de chalanas para el paso del río.
El comerciante señor Carlos Holzer, construye una casa, para la que ya tiene invertidos en la preparación de materiales, la suma de cinco mil pesos. Esta casa comercial ha expedido en villa Montes, en 4 meses, la suma de ocho mil pesos.
La propaganda insidiosa de que pronto serán devueltas las ex Misiones de San Francisco Solano y de San Antonio de Padua, a los P. P. Conversores, concluyendo la existencia de villa Montes, ha impedido que se establezcan algunas familias que solicitaron lotes.
Por los límites que debe tener este conciso informe, no me ocupo de la acción que se ha dirigido insistentemente para combatir la nueva villa. A este respecto confirmo mis detallados informes anteriores, Este asunto, demasiado extenso, será tratado si llega el caso, ampliamente con la debida documentación que existe en el archivo de la Delegación Nacional.
Aprovechando de excepcionales Circunstancias, los indios salvajes han dado algunos golpes de mano, felizmente aislados, que fueron reprimidos Como lo indicaba la prudencia. Cuando hubo suficiente fuerza en nuestras guarniciones, reducidas Un tiempo a muy escaso número, por el retardo de las fuerzas de relevo.
Son ampliamente satisfactorias las condiciones de perfecta salud en que se desarrollan, en el territorio del Gran Chaco y riberas del Pilcomayo, las crias ganaderas en general, dando una reproducción máxima. Háyanse libres del flagelo de las epidemias que se presentan en otros territorios.
En especial informe han sido estudiadas las causas del éxodo de las razas indígenas de los Departamentos de Tarija, Sucre y Santa Cruz, estableciendo las diferentes condiciones en que a este respecto se halla la población chiriguana, que es muy superior en civilización, y las particulares condiciones de las demás tribus salvajes y nómadas del Pilcomayo. Se evitará la despoblación, cuando se pueda ofrecer a los pueblos indígenas, dentro del propio suelo los recursos y el trabajo que hoy van a buscar en otro país, Además hay otros medios secundarios, que desde luego podrán ponerse en práctica, mejorando las condiciones de administración protectora y de amparo para estas razas inferiores.
Respecto a las Misiones sostenidas por el Colegio de Padres franciscanos de Tarija, he elevado al ministerio de Colonización, los informes correspondientes. Es incalificable la actitud de reacia oposición en que pretendieron sostenerse los P. P. Conversores, al frente de las disposiciones y leyes que determinan su regular acción, dentro de las funciones que les encomienda el Estado.
Hoy ha mejorado mucho el servicio de las Misiones, con el espontáneo retiro de algunos Conversores que se manifestaban heridos y enconados, los que han sido reemplazados por sacerdotes jóvenes y de buena voluntad.
En conclusión
La Delegación de mi cargo ha avanzado por la margen izquierda del Pilcomayo, fundando fortines, afianzando de manera estable nuestras posesiones, reconociendo y estudiando el territorio para utilizarlo en seguida, y ligando todos nuestros puestos ocupados, para que con fácil comunicación, se sostengan los unos a los otros.
Se ha tomado posesión de nuestro suelo y se ha sometido a sus habitantes salvajes, haciendo real nuestra soberanía y el imperio de las leyes de la República en aquella alejada frontera.
La precisa indicación desprendida del conocimiento del terreno, de la actitud pacífica de las tribus salvajes y de las comunicaciones fáciles por los caminos que hemos dejado abiertos, así como por la navegación del Pilcomayo, que permite el abastecimiento de víveres y de todos los demás medios necesarios, es de establecer un baluarte próximo al último punto alcanzado, para llenar debidamente los altos fines que persigue el Supremo Gobierno y dar sólida firmeza a todas nuestras posiciones sucesivas del Pilcomayo.
Para establecer este último fortín, y sólo después de haber tenido conocimiento de las condiciones en que puede navegarse el alto Pilcomayo, se presenta la oportunidad de obtener con datos precisos, las lanchas a vapor apropiadas al servicio en este río.
Con el importante plano levantado por él ingeniero señor Guillermo Herrmann, que envíe al Ministerio de Colonias, se ha llegado a la solución satisfactoria de que es posible sacar un canal de riego para la margen izquierda del Pilcomayo, a la altura de villa Montes: importantísimo trabajo que daría a esta villa las verdaderas condiciones de prosperidad y adelanto.
Mientras pueda realizarse esta obra de mayor importancia, debe darse riego a villa Montes con pozos artesianos, sin pérdida de tiempo, para hacerla adecuada a la colonización, atrayendo la inmigración europea y asegurarle también la concurrencia de población nacional.
Con particular consideración y respeto, me suscribo de Ud., señor Ministro, su obsecuente servidor.
Leocadio Trigo.