Bolivia: predicciones erradas sobre convergencia económica
"En teoriía" durante periodos de bonanza económica “debería producirse una convergencia de los ingresos de los países menos ricos hacia los niveles de ingreso de los países más ricos”, explica Luis Carlos Jemio, investigador del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo...
"En teoriía" durante periodos de bonanza económica “debería producirse una convergencia de los ingresos de los países menos ricos hacia los niveles de ingreso de los países más ricos”, explica Luis Carlos Jemio, investigador del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD).
Efectivamente, eso es en esencia lo que plantea el modelo de crecimiento de Solow-Swan, también conocido como el modelo exógeno de crecimiento o modelo de crecimiento neoclásico, derivado de los trabajos de los famosos economistas Robert Solow y Trevor Swan en 1956.
Décadas más tarde, en 1992, los también conocidos economistas de la misma tendencia neoclásica, Gregory Mankiw, David Romer y David Weil, agregaron la variable de acumulación de capital humano. Supuestamente robustecido con estos aportes, el modelo neoclásico afirma que los países con la misma tasa de progreso tecnológico, van a converger todos a un sendero de crecimiento balanceado, a una tasa de crecimiento del ingreso per cápita determinada, según explica Jemio.“Si las tecnologías de producción, tasas de ahorro, y tasas de crecimiento de la población son las mismas para los países, todos van a converger al mismo nivel de ingreso per cápita también.
La existencia de rendimientos decrecientes de los factores de insumo implica que los países pobres (con una base más pequeña de capital y trabajo) van a crecer a un ritmo más rápido que los países más ricos enfrentados a tecnologías idénticas, tasas de ahorro, y tasas de crecimiento de la población”, afirma.
Por tanto, aprovechando la época de bonanza económica, los países más pobres deberían haberse acercado a los niveles de ingreso per cápita de los países más ricos de la región.
Sin embargo, la trayectoria seguida por los PIB per cápita de varios países de América Latina entre los años 2000 y 2017 no parece coincidir con las predicciones de este modelo. Usando información de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) para dicho periodo, Jemio identifica cuatro grupos de países con trayectorias diferentes en la región.
Aciertos y desaciertos del modelo neoclásico
El primero grupo está compuesto por Chile y Uruguay, que son los países de mayores ingresos per cápita, y que también han mostrado un crecimiento consistentemente mayor en sus niveles de PIB per cápita. “Claramente, a 2017, estos dos países son los de mayores ingresos en relación al resto de países de la región, con niveles de PIB per cápita superiores a 14.000 dólares, medidos en dólares constantes de 2010”.
Un segundo grupo está conformado por las economías de mayor tamaño (Brasil, México y Argentina), a las que se agregan Panamá y Costa Rica, y donde estaba también Venezuela hasta el año 2013.
Este grupo ha registrado un comportamiento dinámico en sus economías, y para 2017 tenían un PIB per cápita en un rango de en-tre 10.000 y 12.000 dólares (salvo Venezuela que para ese año pasó al tercer grupo). Precisamente, Panamá y Venezuela destacan como “casos especiales” por tener desempeños opuestos en sus economías: Panamá duplicó su PIB per cápita, de 5.500 dólares en 2003 a 11.700 en 2017, mientras que el de Venezuela cayó de 8.900 en 2013 a 5.600 en 2017, una caída de casi el 30% y que continúa en esa tendencia.
Del tercer grupo forman parte Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana y Paraguay, a los que se suma Venezuela desde 2017. Este grupo presenta un crecimiento “más moderado”, y para 2017 muestra niveles de PIB per cápita que fluctúan en un rango de entre 5.000 y 8.000 dólares.
Finalmente, en el cuarto grupo están los países “más rezagados de la región”: El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Guyana y Bolivia. Estos países muestran en 2017 un nivel de PIB per cápita que fluctúa entre 2.000 y 3.500 dólares.
Ante esta situación, a Jemio le “resulta sorprendente que, pese a la gran cantidad de ingresos de exportación que disfrutó Bolivia durante el periodo de bonanza (2006-2017), el país haya mostrado una tasa de crecimiento promedio anual en su PIB per cápita de solo 3,2%, la cual le permitió superar solo a Honduras y Nicaragua”.
A esta tasa de crecimiento, a Bolivia le tomaría 56 años igualar el nivel actual de PIB per cápita que tiene Chile, 43 años el de Costa Rica, 35 años el de Colombia, y 10 años el de El Salvador, advierte el investigador de INESAD.
Cuando la realidad refuta la teoría
De acuerdo con los cálculos de Jemio con datos de la CEPAL, las trayectorias del PIB per cápita de la mayoría de los países latinoamericanos no coinciden con las predicciones del modelo Solow-Swan.“Si bien es necesario realizar una evaluación más precisa sobre la existencia o no de convergencia de los PIB per cápita de los países de América Latina, a priori se observa que durante este periodo de bonanza no ha existido convergencia”, y al contrario, “las diferencias existentes entre países han tendido a aumentar”.
La información muestra que sólo “algunos pocos países” han podido crecer a tasas muy elevadas, como Panamá, República Dominicana y Costa Rica, “que les ha permitido cerrar las brechas existentes”. Los demás casos estarían contradiciendo el modelo neoclásico, aunque según el experto se requiere más profundidad y precisión para confirmar el hallazgo.
De cualquier manera, estos cálculos preliminares pueden ter-minar formando parte del debate no sólo sobre la pertinencia del modelo neoclásico para explicar, predecir y definir políticas económicas, sino sobre los indicadores sobre los que se basa, esencialmente, el controvertido PIB.
Efectivamente, eso es en esencia lo que plantea el modelo de crecimiento de Solow-Swan, también conocido como el modelo exógeno de crecimiento o modelo de crecimiento neoclásico, derivado de los trabajos de los famosos economistas Robert Solow y Trevor Swan en 1956.
Décadas más tarde, en 1992, los también conocidos economistas de la misma tendencia neoclásica, Gregory Mankiw, David Romer y David Weil, agregaron la variable de acumulación de capital humano. Supuestamente robustecido con estos aportes, el modelo neoclásico afirma que los países con la misma tasa de progreso tecnológico, van a converger todos a un sendero de crecimiento balanceado, a una tasa de crecimiento del ingreso per cápita determinada, según explica Jemio.“Si las tecnologías de producción, tasas de ahorro, y tasas de crecimiento de la población son las mismas para los países, todos van a converger al mismo nivel de ingreso per cápita también.
La existencia de rendimientos decrecientes de los factores de insumo implica que los países pobres (con una base más pequeña de capital y trabajo) van a crecer a un ritmo más rápido que los países más ricos enfrentados a tecnologías idénticas, tasas de ahorro, y tasas de crecimiento de la población”, afirma.
Por tanto, aprovechando la época de bonanza económica, los países más pobres deberían haberse acercado a los niveles de ingreso per cápita de los países más ricos de la región.
Sin embargo, la trayectoria seguida por los PIB per cápita de varios países de América Latina entre los años 2000 y 2017 no parece coincidir con las predicciones de este modelo. Usando información de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) para dicho periodo, Jemio identifica cuatro grupos de países con trayectorias diferentes en la región.
Aciertos y desaciertos del modelo neoclásico
El primero grupo está compuesto por Chile y Uruguay, que son los países de mayores ingresos per cápita, y que también han mostrado un crecimiento consistentemente mayor en sus niveles de PIB per cápita. “Claramente, a 2017, estos dos países son los de mayores ingresos en relación al resto de países de la región, con niveles de PIB per cápita superiores a 14.000 dólares, medidos en dólares constantes de 2010”.
Un segundo grupo está conformado por las economías de mayor tamaño (Brasil, México y Argentina), a las que se agregan Panamá y Costa Rica, y donde estaba también Venezuela hasta el año 2013.
Este grupo ha registrado un comportamiento dinámico en sus economías, y para 2017 tenían un PIB per cápita en un rango de en-tre 10.000 y 12.000 dólares (salvo Venezuela que para ese año pasó al tercer grupo). Precisamente, Panamá y Venezuela destacan como “casos especiales” por tener desempeños opuestos en sus economías: Panamá duplicó su PIB per cápita, de 5.500 dólares en 2003 a 11.700 en 2017, mientras que el de Venezuela cayó de 8.900 en 2013 a 5.600 en 2017, una caída de casi el 30% y que continúa en esa tendencia.
Del tercer grupo forman parte Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana y Paraguay, a los que se suma Venezuela desde 2017. Este grupo presenta un crecimiento “más moderado”, y para 2017 muestra niveles de PIB per cápita que fluctúan en un rango de entre 5.000 y 8.000 dólares.
Finalmente, en el cuarto grupo están los países “más rezagados de la región”: El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Guyana y Bolivia. Estos países muestran en 2017 un nivel de PIB per cápita que fluctúa entre 2.000 y 3.500 dólares.
Ante esta situación, a Jemio le “resulta sorprendente que, pese a la gran cantidad de ingresos de exportación que disfrutó Bolivia durante el periodo de bonanza (2006-2017), el país haya mostrado una tasa de crecimiento promedio anual en su PIB per cápita de solo 3,2%, la cual le permitió superar solo a Honduras y Nicaragua”.
A esta tasa de crecimiento, a Bolivia le tomaría 56 años igualar el nivel actual de PIB per cápita que tiene Chile, 43 años el de Costa Rica, 35 años el de Colombia, y 10 años el de El Salvador, advierte el investigador de INESAD.
Cuando la realidad refuta la teoría
De acuerdo con los cálculos de Jemio con datos de la CEPAL, las trayectorias del PIB per cápita de la mayoría de los países latinoamericanos no coinciden con las predicciones del modelo Solow-Swan.“Si bien es necesario realizar una evaluación más precisa sobre la existencia o no de convergencia de los PIB per cápita de los países de América Latina, a priori se observa que durante este periodo de bonanza no ha existido convergencia”, y al contrario, “las diferencias existentes entre países han tendido a aumentar”.
La información muestra que sólo “algunos pocos países” han podido crecer a tasas muy elevadas, como Panamá, República Dominicana y Costa Rica, “que les ha permitido cerrar las brechas existentes”. Los demás casos estarían contradiciendo el modelo neoclásico, aunque según el experto se requiere más profundidad y precisión para confirmar el hallazgo.
De cualquier manera, estos cálculos preliminares pueden ter-minar formando parte del debate no sólo sobre la pertinencia del modelo neoclásico para explicar, predecir y definir políticas económicas, sino sobre los indicadores sobre los que se basa, esencialmente, el controvertido PIB.