Las plazas que dividieron a la antigua ciudad de Tarija
La historia señala que en el siglo XX la ciudad de Tarija registraba edificaciones de una sola planta, con construcciones de adobes, caracterizadas por amplios patios y tradicionales huertas con naranjos y parrales.
El centro cívico, plaza Luis de Fuentes, contaba con los inmuebles más altos como la casa del Márquez Campero, contigua al actual Club Social, de la familia Ávila y que había pertenecido al general Trigo, (ex Mutual Tarija). La vivienda contaba con un altillo desde donde el presidente Isidoro Belzu arrojó monedas a la multitud.El centro urbano estaba atravesado por acequias y en el barrio de El Molino se construyó un sistema de baños públicos a cargo de la Municipalidad, denominado “El Urbano”, hecho que significó un valioso aporte al esparcimiento de la comunidad. En la década de los años cuarenta, grupos de mujeres se dedicaban al transporte de agua de las acequias a los domicilios para uso doméstico en cántaros de arcilla. Éstas eran denominadas “Aguateras”.De acuerdo al libro “Imaginarios Urbanos” la infraestructura de Tarija estaba dividida en dos partes importantes, la división fue dada por dos plazas que marcaron historia en la ciudad.
La división El 6 de agosto de 1911 fue inaugurada la plaza Francisco de Uriondo, en homenaje al valeroso guerrillero que tuvo brillante actuación en la guerra de la independencia, en el actual barrio de El Molino. Sobre esta plaza, en la época de la Colonia, el registro histórico señala que luego de la fundación de la ciudad el 4 de julio de 1574, los conquistadores trazaron la construcción de la Villa erigiendo dos plazas en cumplimiento de la práctica hispana de posesión de tierras en nombre de Dios. Una de ellas fue la “Plaza Común”, donde concurrían los pobladores de la Villa, actual Plaza Luis de Fuentes y la “Plaza del Rey”, posteriormente denominada plaza San Juan y finalmente actual plaza Uriondo.“Las plazas diferenciaban claramente dos mitades de la ciudad: la Plaza del Rey (hoy plaza Uriondo) relacionada topográfica, política y socialmente con lo “alto” mientras que la otra, la Plaza Mayor o común (plaza Luis de Fuentes) constituía lo bajo”, relata Sergio Lea Plaza en su libro “Imaginarios Urbanos”.Añade que “Lo alto” fue habitado por la clase “patricia”, constituida por hombres de armas y poseedores de haciendas, es decir por una clase económicamente dominante mientras que en lo bajo se concentraron artesanos y hombres ligados al campo. En función de esos centros se fue edificando la ciudad con un diseño urbanístico basado en un concepto de cuadras y barrios. Desde la Plaza Mayor partían en líneas rectas y paralelas las calles principales. En su crecimiento la Villa mantuvo ese modelo urbano tal como se puede apreciar en un plano que data del año 1771. En Tarija a diferencia de otras ciudades coloniales, se levantaron en el área popular conventos y templos que fueron un referente urbano, importante, pues los barrios estaban íntimamente ligados a ellos: San Roque, San Juan, San Francisco, entre otros. La actual Plaza Sucre en el año 1893 fue nominada con ese nombre en conmemoración del natalicio del Mariscal Antonio José de Sucre. La “Plaza Luis de Arce”, donde actualmente está ubicado el actual Palacio de Justicia de la ciudad, cambió a “San Francisco”, y la “Plazuela de San Roque”, en el año 1914 tomó el nombre de “Plaza Campero”, en ocasión de la celebración del centenario del general Narciso Campero.
La “plaza del Rey”Ésta fue instaurada en el barrio más antiguo de Tarija, denominado el barrio El Molino, el cual pertenece a la capilla de la Loma de San Juan. Se dice que en este lugar se fundó Tarija.El nombre surgió espontáneamente, como sucedía antes, sin mucho pensar. Los pobladores de Tarija de antaño seguramente decían: “vamos al molino”, o “viceversa del molino”, o “nos vemos detrás del molino”. Era un punto de referencia y finalmente le dio nombre a la zona y a la misma plaza.El molino está ubicado en la calle Pantoja e Ingavi, perteneció a la familia Prada. Dejó de funcionar hace unos 25 años, según recuerda Oscar Esper, cuyos abuelos compraron el terreno en el que construyeron la casa en la que nació su padre y él mismo. “Cuando yo tenía unos seis años por aquí pasaba una acequia, cuenta mostrando la calle, una de las arterias de la plazuela Uriondo o El Molino. Todo estaba lleno de árboles, había también árboles frutales, y había unas rejas para protegerse de los animales que pasaban todo el tiempo por aquí. Los vecinos tenían sus potreros en todo ello”, refiere Esper remontándose a la imagen del barrio en las décadas de los años 60 y 70.En esa época, los árboles que caracterizaban el barrio eran los ceibos, éstos estaban ubicados a lo largo de la calle La Madrid. “Las aceras eran más anchas y la calle era angosta, cuenta Esper, a quien su madre solía decirle que antes el río también llegaba hasta la zona”.La peculiaridad de la plaza eran sus árboles de nísperos que rodeaban gran parte de su contorno y los hermosos ceibos. Los vecinos cuentan que la mayor parte del año la plaza permanecía cerrada por un cerco de alambrado exterior. Sin embargo, para la fiesta del Rosario se vivía una colorida fiesta, pues las rosas desbordaban la plaza dejando su fragancia en el aire.
La “plaza Mayor”De acuerdo al escritor René Aguilera Fierro, la Plaza de Armas, Mayor o principal data desde la misma fundación de la ciudad, acaecida el 4 de julio de 1574, por el capitán Luis de Fuentes y Vargas. De acuerdo a Aguilera Fierro entre las principales y primeras edificaciones, se tuvo que erigir el cabildo, una iglesia, guarnición militar y su propia casa que hacía las veces de casa de Gobierno. En el centro urbano, dejó una gran explanada a la que los peninsulares llamaban Plaza Mayor (Maior) y, como las de su época, era destinada al ejercicio de las tropas españolas, razón por la que tomó el nombre de Plaza de Armas, a semejanza de sus similares del resto del mundo. Por aquellos inicios se tuvo por alcaldes a don Antonio Domínguez y Gutiérrez Velásquez, como regidor a Jaime de Luca, Blas González Cermeño, Francisco Ortiz; Hernán Gonzales y, como Procurador a don Diego de Palacios, asimismo, el escribano era don Francisco Fernández de Maldonado, persona que registraba los hechos más importantes de la Villa y, como Tesorero de la Real Hacienda, estaba el Hidalgo don Alonso de Ávila.Empero, el tiempo pasó indefectiblemente y, como fruto de su desarrollo, fue rodeada de edificios y casas particulares, vetustas primero, luego mejoradas y finalmente llegaron a la suntuosidad. Cuentan que la plaza servía para los ejercicios militares y concentraciones ciudadanas. Existían varias calles pero el centro de la ciudad por entonces estaba despoblado, no habían edificaciones sobre el manzano de la entonces Prefectura, así tampoco en el manzano que da al Norte de la Plaza “Luis de Fuentes”; por ello, llegó a servir de mercado abierto, se trataba de cuatro manzanas. Según el escritor, debió pasar mucho tiempo para que la Plaza Mayor vaya tomando forma debido a la construcción de ciertas casas, como también fue un proceso el relegar la Iglesia Matriz al lugar que ocupa. El cambio fue lento hasta llegar a atisbo de Plaza de pueblo con la instalación de la Taza de Bronce, obsequiada por el Dr. Luis Paz Arce, Ministro de Gobierno del Presidente Mariano Baptista. De acuerdo a Aguilera corría el año 1894 y el regalo se dio en ocasión de celebrar los 320 años de fundación de Tarija.La última concentración militar que se recuerde, con fines militares y bélicos, fue el año 1879 durante la guerra del Pacífico; puesto que los soldados que marchaban al Chaco el año 1932 en adelante, fueron recibidos y concentrados en el parque Bolívar y El Tejar, mientras que los heridos en el antiguo hospital y el propio Colegio Nacional “San Luis”.Luego de la Independencia y fundación de la República, en la Plaza de Armas se tuvo una serie de históricas concentraciones y Cabildos, que anexaron o reincorporaron al partido de Tarija a la nueva República. En época republicana, la Plaza “Luis de Fuentes” fue el trofeo en las conquistas por el poder, se luchaba y el vencedor tomaba la plaza y enarbolaba su insignia o bandera.
Algunos recuerdos de las plazas
La plazuela Sucre
La plazuela Sucre estaba rodeada de amplias avenidas de pinos, en los cuales se anidaban miles de canarios y pajarillos silvestres. Cuentan que habían dos pilas públicas que provocaban una gran reunión de “mochas” (sirvientas).
El parque Bolívar
Fue alambrado y se cultivaron vistosos jardines con plantas ornamentales y flores, cuentan que pocas veces se habría paso al público, pero daba gusto contemplarlo y pasear por debajo de sus altísimos álamos y pinos.
La plaza Campero
Cuentan que permanecía cerrada la mayor época del año, poseía avenidas interiores y jardines en el centro. Había temporadas en las que esta plaza permanecía muy descuidada, sin embargo siempre se la arreglaba para la tradicional fiesta del barrio.