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Dos generaciones dan vida al “Diablo del malambo”

El encuentro de Alfredo Heredia con el “Diablo del malambo” se dio cuando tenía apenas nueve años, en un concurso realizado el año 1986.

Ecos de Tarija
  • GUSTAVO MÁRQUEZ/EL PAÍS EN
  • 25/09/2016 04:42
Dos generaciones dan vida al “Diablo del malambo”
Dos generaciones dan vida al “Diablo del malambo”
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Ese día, aquel niño se presentó por vez primera ante un público más o menos masivo, cautivó a los presentes, ganó el premio y desde entonces consagró su vida a la enérgica danza chaqueña. Ser bailarín es una forma de vida que requiere determinación y perseverancia, y al pequeño Alfredo le sobraban ambas. Por eso, desde temprano empezó a interesarse en el baile, aprovechaba cada oportunidad que se le daba para aprender, ver a algún bailarín y/o hacer lo suyo. Pero su pasión tuvo un detonante, que ocurrió cuando Alfredo vio cómo los bailarines de música chaqueña, con el torso inmóvil, apenas tocaban el suelo a puro zapateo.Vivía en el barrio Villa Abaroa, en tiempos en los que la actividad cultural era escasa. Algunas veces veía a los Canarios del Chaco, por la televisión y en alguna presentación en vivo, cuando traían consigo a los primeros bailarines chaqueños que mostraban las raíces de aquella región. Había aprendido también algunas danzas tarijeñas, como el bailecito o la cueca, pero definitivamente su corazón ya tenía un norte.Sin tarimas en las que mostrar lo que practicaba en su casa, Alfredo se enteró un día sobre un concurso de danza organizado por el Obispado. Era una convocatoria abierta, gratuita y decidió inscribirse sin consultar a nadie, cuando tenía tan sólo nueve años de edad. Antes ya había mostrado algunos de sus pasos en la escuela, y de hecho, cuenta que fue justamente en su unidad educativa donde Nilo Soruco lo vio bailar. Luego llegó a ser el vecino del músico en el barrio San Roque.  Hasta ese entonces, a modo de molestarlo por la opulencia de sus pasos, sus amigos le pusieron algunos sobrenombres, como el “Tigre”, el “Demonio”, y otros similares. Pero fue en aquel concurso de 1986 que, tras su presentación en el escenario,  escuchó por primera vez  del “Diablo del malambo”, denominativo con el que Nilo Soruco lo bautizó con picardía.En aquella ocasión, sin pensarlo, ganó el concurso por lo novedoso de su arte y tuvo que defender el primer lugar en los siguientes concursos. Siguieron a ese evento el concurso en el barrio Villa Abaroa, luego mostró lo suyo en Juan XXIII, el barrio Senac y otros, en los que también resultaba ganador. Bailó hasta lograr la representación de Tarija en un concurso departamental, donde vio de cerca a los bailarines de Yacuiba, Caraparí y Villa Montes.Ante la mirada incrédula de su familia que vivía ocupada en el trabajo, el niño volvió del Chaco con un sobrenombre consagrado, que llegó a ser parte de su identidad. Cuenta que al pisar el escenario, con el tropel de las guitarras y los bombos legueros, siente como si una energía se le entrara a su alma para convertirlo en el diablo malambista.Siguió sus estudios y así, en la época de los 90 era requerido en los principales eventos del folklore, como el Festifront, el Festival del Lapacho y el Festival de la Pesca, entre otros. De hecho, ojeando su álbum de fotos, se lo ve en una entrevista con el compadre Carlos Palenque (RTP), pero también sentado junto a Javier Encinas, del programa Disca y Ve, por mencionar algunos. La lucha por un sueñoEra un camino difícil, vivir de la danza en esos tiempos no era un buen negocio, pero pese a la adversidad nada lo detuvo y continuó especializándose en el baile. Primero en Tarija, siendo aceptado como alumno de la consagrada maestra Ana Canedo; ella le enseñó técnicas de danza clásica, española y contemporánea, que dice que alimentaron su estilo de malambo.Luego se fue a un ballet nacional y después de eso fue hasta Argentina, para ser parte de la compañía Norte y Sur, con la que alcanzó el nivel superior; posteriormente se convirtió en profesor de danza. Al volver a Tarija, se unió a un grupo de bailarines reconocidos que eran parte del ballet Latinomericano, uno de los primeros que alcanzaron el nivel profesional.Cuenta que después de casi dos décadas de baile, por cuestiones laborales, tuvo que colgar el poncho, el pantalón chaqueño, sus botas y sombrero en el año 2000.Para ese entonces ya tenía 34 años, se había casado con Margot y era padre de Alfredo Junior y Natalia, familia que formó en la ciudad fronteriza de Bermejo. En ese periodo de su vida, la adrenalina de los escenarios, de las ovaciones del público y de la música, se esfumó. El 2014, el hijo de Alfredo, tras varios años de contemplar a su padre bailando y participar de las clases que su padre dictaba, decidió dedicarse al folklore y continuar la tradición del Diablo del Malambo.“Cuando empecé no tenía quien me enseñe. Ahora veo cómo mi hijo toma la posta del Diablo del Malambo a un nivel muy importante. Él nació en Bermejo y a diferencia de antes, tiene el apoyo de la Subgobernación y de la Alcaldía, con lo que ha dado un paso más llegando a festivales internacionales. Es como si me hubiera devuelto la vida”, comenta Alfredo con los ojos llenos de orgullo.

Junior el herederoAlfredo Junior tiene 18 años pero su razonamiento es de una persona mayor. Cuenta que nació en medio de la cultura y le ha tocado seguir con el legado del “Diablo del malambo”. Estudia la carrera de ingeniería comercial en Tarija, y es consciente del acelerado ascenso que tiene su carrera de bailarín por haber heredado la trayectoria de su padre. “El Diablo del Malambo es lo que ahora soy cuando piso el escenario, la pasión se lleva en la sangre y creo que nací rodeado del folklore. Mi padre me inculcó la cultura y yo pienso hacer lo mismo con mi familia, o con las generaciones que siguen. Seguir con la danza para aportar a la salud mental que se alcanza dedicándose a algo y siendo perseverante”, explica.El malambo es un baile que por su complejidad y esfuerzo físico requiere de muchas horas de ensayo. La condición física es importante para Alfredo Junior, quien sigue rutinas de aeróbicos, sesiones de gimnasio y ensayos de mudanzas de hasta 4 horas diarias, con el fin de actualizarlas en base a técnicas que va adquiriendo a partir de distintas influencias que le son impartidas en el ballet Libertad, del profesor Javier Michel.En su corta carrera, representó a Bolivia, participó de festivales de danza en Argentina, Chile, Perú, Brasil y más recientemente en Italia, como parte de la delegación escogida por su maestro Michel, donde hizo flamear la bandera boliviana en la plaza de Roma, la capital cultural del mundo. Pero la lista continúa, ya que le han confirmado que retornará a Europa en noviembre, sin embargo estos logros no lo vuelven confiado, ya que se prepara para representar a Bolivia el 2017, en el mítico Festival Nacional del Malambo en Argentina, uno de los festivales folklóricos más importantes del mundo en esa especialidad. El evento se realiza año tras año desde hace medio siglo y tiene una duración de seis noches consecutivas en la localidad cordobesa de Laborde.Más allá de todo, Alfredo hijo admite que tuvo momentos difíciles por vencer, primero superándose a sí mismo, ya que recuerda que cuando empezó a adentrarse en los escenarios, tuvo que armarse de coraje al ver que pisaba el mismo sitio que los campeones, de Argentina especialmente que es donde nació este baile. “He aprendido que es una satisfacción sentirse boliviano, demostrarlo y saber que a la gente de afuera le gusta nuestra cultura, entonces Bolivia sí puede, todo depende de un cambio en la gente. Nunca pensé llegar a estar donde estoy, las cosas como dicen, Dios las hace por algo, estoy feliz y lo único que puedo a hacer es incentivar y mandar un mensaje a los jóvenes, que si les gusta algo sean perseverantes. No es fácil estar donde estoy ahora, siempre hay algo que se impone, pero sepan vencer, tener una pasión y dedicarse a algo”, concluye.

El MalamboEl malambo es una danza típica del Chaco que nació en Argentina con un origen incierto, aunque se reconocen influencias de la danza africana y de ciertos bailes antiguos del norte de Italia. Hay dos vertientes principales, la sureña y la norteña que se distinguen por su acompañamiento musical y su vestimenta. La del norte se acompaña con guitarra, bombo, acordeón, violín o bandoneón y la del sur, sólo con guitarra.Una serie de estos movimientos combinados recibe el nombre de mudanza por que muda el zapateo de un pie al otro haciendo la devolución de la mudanza, y la conjunción de estos pasos se creó pisando insectos con la suela de las botas. Así fueron combinando los modos hasta crear un sonido. El creador de esta maravillosa música y estilo fue un hombre llamado Darío Díaz, el nació en la provincia de Santiago del Estero por el año 1605

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