Crónica política de la semana
Del pánico congresual en el MAS a la frialdad Arce - Montes
Avanza el calendario y el TSE no resuelve el conflicto en el Movimiento Al Socialismo. El Congreso sigue pendiente por falta de consenso y varios apuestan ya por la desaparición de la sigla para superar la crisis
La incertidumbre política en la rama evista del Movimiento Al Socialismo (MAS) se ha convertido en desasosiego, y probablemente pronto se convierta en pánico. El nombramiento de Gustavo Ávila como nuevo vocal presidencial en la Sala Plena del Tribunal Supremo Electoral (TSE) – aparentemente - ha roto los equilibrios y echado por tierra la estrategia planeada en el partido azul controlado por el expresidente para forzar un Congreso con un consenso precario pero definitivo ante la inexorable premura del tiempo. Alguien ha visto un colmillo.
De momento el TSE ha vuelto a rechazar la convocatoria de Congreso que Morales preveía realizar en junio, aunque el plazo dado por el organismo para tener directivas habilitadas concluye el 5 de mayo. El problema, dicen, es que no hay consenso real con las organizaciones que forman parte del MAS. Un consenso que su propio Estatuto dispone.
De momento el mismo TSE también rechaza el otro Congreso convocado por el ala arcista para el 3 de mayo, pero “ya veremos”, dicen los operadores.
Morales está convencido de que tiene los votos, como lo estaba en el referéndum de 2016 y en las elecciones de 2019. En el arcismo sin embargo se aferran a la legalidad de la mesa, en este caso el TSE, para interpretar cualquier movimiento y de momento, todos le han salido a favor.
Los estrategas reconocen en privado que las victorias en mesa requieren poco o ningún público y que en este caso hay incluso atención internacional, también que los bolivianos más jóvenes y de clase media, imprescindibles para el triunfo final, están aborrecidos de chicanas y argumentos judiciales, por lo que un knock out fuera de la contienda restaría legitimidad y votos. Nadie quiere arriesgar demasiado, pero no hacer nada conduce al desastre.
En lo electoral quedan dos vías.
- Una pasa por ir a la primaria a ver qué sucede, pero los primeros informes de seguridad indican que lo de los sillazos quedaría en juego de niños y que el asunto de los habilitados podría generar una segunda guerra civil.
- La otra pasa por tumbar la sigla y que cada facción se busque la vida, a priori un movimiento de alto riesgo pero que satisface sobre todo a los operadores del gobierno, que creen que queda el tiempo suficiente para superar el duelo.
Después hay otras opciones creativas que no contemplan lo electoral, sino puramente la eliminación del rival:
- Hay gente en el gobierno dispuesto a llevar a Evo Morales a la cárcel, y sin ir más lejos, el viernes el ministro de Obras Públicas, Edgar Montaño, ya ensayó una acusación hablando de amenazas e incluso citando el famoso caso “Noemí” y el sábado “el entorno de Lima” promovió la apertura de un nuevo juicio por el caso del Hotel Las Américas.
- También hay gente en el otro lado interesada en armar un enorme escándalo de corrupción con el gobierno de Luis Arce que lo inhabilite como candidato: las operaciones del hijo de Arce están en el foco, y nada duele más en Bolivia que eso.
- Hay una variante de esta que pasa por tumbar el dólar, provocar la reacción popular y que en esa deriva, el pueblo se lleve puesto al presidente. El único problema es que van 15 meses augurando la debacle inminente y nada.
Y claro, también hay opciones abonadas para los más ingenuos:
- Concertar una candidatura con Evo Morales de presidente y Luis Arce de vicepresidente.
- Y la vía García Linera: Bajar las aspiraciones de ambos y buscar un tercero con respaldo suficiente. Alguna vez fue Andrónico, para ya se escoró demasiado con Evo.
Como sea, los plazos apremian, pues ya se han modificado tres veces sin efectos, y hay una Primaria que convocar que no puede estar a expensas del MAS, aunque a la oposición, según Carlos Mesa, también le conviene que suceda en junio de 2025 para aprovechar el tirón.
Van tres semanas con la posibilidad de la suspensión de la sigla en el tejado. Va saltando del TSE al MAS de Evo y de ahí, al Pacto de Unidad que apoya a Arce… El tiempo se acaba.
Arce – Montes, una relación fría y sin propósito
Tarija vive probablemente el aniversario de la Independencia más pobre desde que se celebran estos fastos. La caída de la producción del gas, reincidente y progresiva desde 2016 ha llegado a su punto álgido en estos últimos dos años impactando en las reservas internacionales por la ausencia de captación de dólares, por lo que la inversión en obra pública del Gobierno Departamental está suspendida desde hace años (dos licitaciones en tres años de gestión) y efectivamente la del Gobierno Nacional, que siempre fue escasa, no se ha revertido: sumando de aquí y de allá, incluyendo parcheos de carreteras y promesas de larga data, el gobierno ha entregado con bombo y platillo obras por algo más de 150 millones de bolivianos.
Curiosamente, la relación Gobierno – Gobernación es más fría que nunca. La Gobernación no ha logrado gestionar ninguna inversión de calado en el departamento y apenas reclama nada, más allá de algún planteamiento genérico sobre un nuevo Pacto Fiscal y aún así, el Gobierno de Luis Arce lo paga con el vacío: el gobernador de Tarija no ha acompañado al presidente en ninguno de los actos que ha presidido en estos días de celebración por la efeméride.
Aunque al cierre de la edición la agenda no estaba reconfirmada, se supone que Arce y Montes se encontrarán hoy en la Sesión de Honor de la Asamblea Departamental que se celebrará en el Teatro de la Casa de la Cultura. Nadie espera tensión en el ambiente, pero tampoco fraternidad. Ha pasado tanto tiempo que la agenda de “afrentas” que solía exhibir Waldemar Peralta y todo el equipo de Adrián Oliva se ha perdido en ese mismo ambiente, sin tensión y sin amistad.
Lo que sí se espera son promesas, y cabe recordar que el puente de Tomatitas, la Circunvalación externa, el aeropuerto y demás ya se prometieron el año pasado. Veremos que hay de nuevo porque n i en su círculo quieren adelantar algo.