Del humor de Arce y el cálculo de Mesa a la extinción del MAS
Los últimos movimientos sobre el TSE han incidido en la tesis de que algunos operadores del gobierno prevén acabar con el MAS y la formación de un nuevo partido, pero el perfil del presidente está ciertamente tocado
En enero de 2020 Evo Morales eligió candidato del MAS a Luis Arce en aquel salón del CTA de Buenos Aires, pero la campaña no empezó hasta septiembre, por aquellas cosas de la pandemia. Entonces llegó Sebastián Michel, le quitó los lentes de intelectualoide, le puso la guitarra entre las manos y lo mandó a desayunar por todos los mercados del país. Ganó con 54% aquella elección organizada por Salvador Romero y Michel retornó a su embajada de Venezuela, desde donde pasa más tiempo tomando el pulso a los humores nacionales que ejerciendo la diplomacia.
Michel, uno de los alumnos aventajados de Walter Chávez que lleva años operando campañas para el MAS, no siempre con el mismo éxito, se dio cuenta al tiro que el país necesitaba sonreír un poco después de tantos meses de caras largas y sonrisas forzadas. El resto estaba hecho siempre que se corrigiera el pecado original: El MAS seguía siendo el único capaz de conectar con las grandes mayorías populares del país y solo necesitaba tener un candidato legal. Y así fue.
Evidentemente, Arce nunca había sido ni de lejos ese personaje afable y dicharachero que se promocionó en campaña complementando el perfil técnico solvente y con el aura de ser el gestor del “milagro boliviano”, cuyo crédito le concedió a regañadientes Evo Morales, poco acostumbrado a compartir éxitos. En realidad, Arce siempre se había acomodado al perfil del académico exigente no exento de soberbia y poco propenso a la discusión constructiva. Dos veces se levantó en mitad de sendas entrevistas en nuestra humilde redacción en Tarija en la época del “milagro” cuando preguntábamos “demasiado” por las reservas o por la redistribución, y sus conferencias de prensa solían acabar en monólogos irónicos con recados concretos, pero la magia de las campañas tiene esas cosas.
Deterioro Aunque Arce se está aplicando en conciencia con aquello de ponerse el poncho, el sombrero y la guirnalda, su conexión con la clase media se viene deteriorando
De aquello no queda casi nada. El poder agria el carácter, dicen, y aunque Arce se está aplicando en conciencia con aquello de ponerse el poncho, el sombrero y la guirnalda, su conexión con la clase media se viene deteriorando no solo por el desgaste de la campaña contra el dólar y la estabilidad económica, que ha tenido poco calado entre la base popular, sino por la deriva autoritaria que parece haber asumido como inevitable.
Tal vez la primera sonada fue aquella de cesar y volver a nombrar al ministro Eduardo del Castillo luego de haber sido censurado en la Asamblea Plurinacional emulando a la mismísima Jeanine Áñez. Después vino la purga institucional que se llevó por delante cualquier rastro de evismo, la ocultación de datos clave en lo económico y la orquestación de ciertos contubernios en los legislativos y otras instancias departamentales para acumular poder; después la connivencia indisimulada con la prórroga de los magistrados incluyendo el cierre vacacional por decreto 33 de la Asamblea; después la sentencia 1010 a la medida de los intereses del arcismo, el achique de espacios a Evo que ya ha aceptado cualquier cosa con tal de poder disputar la primaria (que también le niegan) y finalmente, el movimiento en el Tribunal Electoral sacrificando a Dina Chuquimia por nuestro viejo conocido Gustavo Ávila, ambos elegidos en esta ocasión por el dedo presidencial de Arce pero con experiencia previa en el manejo de los órganos electorales y que conocen muy bien cómo está el empate técnico en la Sala Plena que al final tendrá que decidir si reconoce el Congreso de Evo, el de las organizaciones sociales del MAS que responden básicamente a Arce o directamente acaba con la sigla, que parece ser la prioridad de algunos operadores del gobierno, empezando, según fuentes, por el ministro de Justicia Iván Lima, figura clave en todo esto.
Ya lo advirtió el vocal Tahuichi Tahuichi Quispe, señalado como cuate de Juan Ramón Quintana cuando fue elegido y hoy considerado verso suelto, pero no tanto: “Las bolivianas y los bolivianos estamos enfrentando la madre de las batallas políticas. La elección 2025 va a ser la madre de las batallas políticas”. De momento el MAS ocupa todo el centro del tablero frente a una oposición cada vez más mermada, pero ¿qué pasará si desaparece? Tal vez Arce calcule que si la economía no se hunda, pueda volver a bastarle con sacar la guitarra.
Mesa, la “amenaza” de la oposición
Bastó con que el jefe de Comunidad Ciudadana, a la sazón líder de la oposición, hiciera referencia directa a su futura candidatura de 2025, en este caso echando balones fuera, para que el resto de actores que pretenden pintar algo en la diatriba del “no masismo” salieran a degüello a cuestionar su figura como posible candidato.
Mesa estuvo cerca de la segunda vuelta en 2019 y fracasó severamente en 2020, precisamente después de 11 meses de desprestigio por parte de los líderes del “antimasismo”, pero pocos lo contemplan como candidato ante la alta probabilidad de que justo en ese momento la justicia nacional, siempre tan independiente, activara los procesos contra él. Aunque precisamente por esto, tampoco hay que descartarlo.