Crónica política de la jornada
Del “martirio” de Camacho a la redención de Arce (y II)
Tanto el Presidente como el Gobernador han fortalecido sus posiciones políticas, mientras que Evo Morales trata de volver al marco anterior a la detención con “revelaciones” sobre un intento de asesinato en marcha



Si Luis Fernando Camacho acepta el “martirio” para colocarse en el eje central de la oposición y la excepcionalidad de Santa Cruz como factor de negociación ineludible y Luis Arce acepta el desgaste de la medida para redimirse en el Movimiento Al Socialismo y dejar sin argumentos a los críticos, ¿qué le queda a Evo Morales? El asunto no es sencillo, pues si algo no aceptará el expresidente - recuerdan los que algún día fueron parte de su círculo más cercano -, es rendirse, o apartarse, o jubilarse de la política, que en este caso significan lo mismo.
La foto de las escaleras del viernes, llena hasta la bandera, rebosante de dirigentes y movimientos sociales dando respaldo a Arce, ha dolido en el cuartel general de Lauca Ñ, y aunque no hay fecha para el Congreso Orgánico del MAS, queda poco margen de maniobra. De momento el círculo de Evo intenta volver a la situación previa a la detención de Camacho, cuando habían conseguido instalar la sospecha de un pacto entre Arce y el propio Camacho: “gobernabilidad por impunidad”, decían.
Al frente de la estrategia: Evo y su programa dominical en la radio Kawsachun Coca. Allí expuso que el exsenador Ávalos le llamó para asegurarle que había dos dirigentes cívicos que habrían decidido eliminarle por envenenamiento o por sicariato: “Quiero denunciar, si pasa algo conmigo, va a ser responsabilidad de estos señores”, y a más, aseguró que el día miércoles en La Paz, el general Juan José Zúñiga comandante interino del Ejército planteó que después de la detención de Camacho había que detener a dirigentes cívicos y eliminar a Evo Morales.
Morales aseguró que la información es “oficial” obtenida por mandos del ejército molestos porque no se ha respetado el escalafón – ay, el famoso escalafón – para designar al comandante. “Solo quiero decir, si pasa algo conmigo, estamos advirtiendo quiénes van a ser responsables. El sábado estaba un carro rojo y un día antes ese mismo carro estaba en Tarata con el ministro de Gobierno parado en la puerta y algunos se dan cuenta y se escapan. Los pachajchos 2025 están permaneciendo en el Trópico detrás de Evo”, manifestó.
Zúñiga es el elegido por Arce porque así se hacen las cosas en el Ejército, así que lo señalado es de una gravedad máxima, pero que ni siquiera sus cercanos se han tomado en serio.
Factor Del Castillo
Más o menos lo mismo que le ha pasado al exministro de Gobierno Carlos Romero, readmitido en las filas del evismo pese a haber sido clave en la caída de Morales en 2019 luego de no poder controlar el motín policial: la última imagen rezando con el comandante Calderón y el hecho de no haberse desplazado a una embajada lo convirtió desde siempre en sospechoso. Romero articuló una de esas teorías de la conspiración que tanto gustan en Bolivia para señalar que la quema de la Fiscalía Departamental de Santa Cruz no ha sido cosa de los camachistas, sino todo lo contrario, y por un motivo: limpiar casos de narcotráfico que él le ha adjudicado a su sucesor en el cargo en el gobierno de Arce: Eduardo del Castillo del Carpio.
Del Castillo lleva un año soportando presiones de todo tipo, como Arce, que sin embargo lo mantiene en el cargo contra viento y marea probablemente asesorado por uno de los pocos ministros de gobierno que ocuparon la cartera unas semanas en la época de Evo Morales: Hugo Moldiz. Duró apenas dos meses ni bien iniciada la legislatura con todo el escándalo del peruano Belaunde, finalmente fugado en un hecho que olía a trampa policial, pero que acabó con Carlos Romero - que había querido ser senador para presidir la Asamblea pero que no convenció a Morales – de vuelta al Ministerio.
El ataque ahora a Del Castillo es personal: lo han acusado de robar los teléfonos de Morales, de armar el plan negro y de narcotraficante. Meter preso a Camacho y mantener dos semanas de represión policial en Santa Cruz sin que nadie se amotine le ha liberado de complejos: ayer salió al frente a pedirle a Morales que deje de denunciarlo por los sets de televisión y que formalice la denuncia del robo donde corresponde y, de paso, mandar un recado a otros opositores que tuvieron mayor o menor papel en 2019 – particularmente Carlos Mesa – “no queremos que otras personas investigadas puedan escapar de nuestras fronteras”.
Oposición calculada
El desafío de Luis Fernando Camacho ha vuelto a pillar a contrapié a los opositores más clásicos: Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina no pasan de las palabras de solidaridad; Carlos Mesa analiza y analiza posibilidades en la Asamblea ante el incómodo momento político, y otros, como Juan del Granado, se enrocan en la propuesta de modificar la Justicia para lograr algo de garantía democrática.
Quien sí ha dado un paso al frente es Jeanine Áñez, personalmente y a través de sus hijos, que no solo quiere recordar que antes de Camacho fue detenida ella, sino reivindicar su vilipendiada gestión al frente del gobierno en plena pandemia, que la política aun empeoró.