Crónica política de la semana
De la cal y arena de Montes al círculo rojo amenazado de Evo
Si bien se encontró una vía para retomar el control de las cuentas pagando las deudas del interconectado con el SIN, el TCP dio la razón a los trabajadores del Sedeca que tendrán que ser reubicados (o denunciados)
La semana era corta en Tarija por las cosas de Encierro de San Roque, pero resultó intensa. Cualquiera diría que hasta productiva. En la Gobernación hubo una de cal y una de arena, y por el medio, presentación del presupuesto para 2023, que de momento es simplemente pre-supuesto y que debe pasar todo el trámite legislativo en Tarija y después en La Paz, donde se han acostumbrado a modificarlo sin consultar. En la Alcaldía, sin embargo, se sigue dando vueltas en círculo respecto al puente 4 de Julio y su impacto político y económico, que al final tendrá. Y en el Chaco vuelan los navajazos entre compañeros de partido que bien parecen estar reproduciendo el duelo nacional, pero a escala. Por partes.
En Tarija el gobernador Oscar Montes acabó poniendo la firma aceptando el enésimo crédito externo, esta vez del banco Bisa, con el que se pagará la deuda departamental con el Sistema Interconectado Nacional (SIN). 122 millones de bolivianos por los que la empresa monopólica y estatal no ha podido aguantar más ni establecer ni nuevo un plan de pagos– es cierto que hace años que no se paga – y que aparentemente librarán las cuentas congeladas que se registran ahora, eso sí, a costa de dejar una buena cantidad de recursos públicos en forma de intereses bancarios.
Lo que parecía una semana tranquila para el Gobernador, que hasta se atrevió a realizar un acto como el de la presentación del Presupuesto acompañado de sus secretarios, a los que tan poco se les ve, se complicó el viernes cuando los trabajadores del Servicio Departamental de Caminos (Sedeca) airearon la sentencia de la apelación al Tribunal Constitucional de Sucre en el que se ratifica la sentencia de Tarija, es decir, reincorporación en mismo sueldo, nivel y función, lo que unos interpretan que es retornar al Sedeca y otros, ingresar a la nueva unidad bajo otro régimen laboral.
Todo parece apuntar a que se venga un nuevo pleito por ahí, ya que la interpretación de la sentencia en Tarija difiere, sin embargo, en los círculos del MAS ya calculan cuál será el pago que se tendrá que hacer después de tantos meses teniendo funcionarios sin trabajar, y si eso puede ser constitutivo de delito de daño económico al Estado o similar. Cualquier cosa que sirva para seguir desgastando la gestión de Montes que, a falta de alegrías económicas por la ausencia de recursos, más parece haberse enrocado en la batalla política: se esperan novedades sobre las acciones cívicas a cuenta del estudio en Margarita.
Del resultado del pleito con los trabajadores del Sedeca parece estar pendiente también la cabeza del secretario de Gestión Institucional, Jorge Bacotich, responsable de la estrategia seguida y que parece no haber funcionado como se preveía. Está por ver si habrá una remodelación del gabinete más amplia, aunque a Montes siempre le han gustado los equipos estables y discretos.
El pulso chaqueño
En la Región Autónoma del Chaco los problemas de gestión son similares a los de Tarija: no hay recursos para tanta deuda y tantos compromisos. La diferencia es que no lo pueden airear tan abiertamente porque eso pondría en cuestión el argumento del voto útil frente al centralismo departamental.
La cuestión es que, a falta de inversión, buenas son las tarascadas. El incendio en el Aguaragüe ha desatado la primera de ellas de cierta magnitud entre el ejecutivo regional José Luis Ábrego y el alcalde de Yacuiba, Carlos Brú. Nuevo chaqueño el uno; converso y en diversos cargos desde los 90 el otro.
De este tipo de broncas verbales ya las tenía Brú con el concejal Mario Cavero o el ejecutivo Marcial Rengifo y también con Quecaña y su sucesor/antecesor en la alcaldía, Ramiro Vallejos, pero esta vez no sorprende tanto el verbo bravo sino el momento. A nadie se le escapa que Ábrego es un intercultural digno representante y más afín al binomio Arce – Choquehuanca mientras que Brú es el prototipo del “evista” que vio la luz y se reconvirtió al proceso de cambio.
Hay un Congreso Nacional pendiente que debe resolver esos pulsos y que no se realiza en tanto los congresos departamentales también están atascados. La ruptura de la unidad chaqueña puede acabar decantando la balanza hacia uno u otro lado. En cualquier caso y por el momento, no hay nada confirmado.
Del Castillo y el círculo rojo de Evo Morales
La crisis interna se ha elevado tanto que ya los cuadros dirigenciales del MAS ya no se empeñan siquiera en disimularlo. Ni Morales, ni Choquehuanca, ni Arce se han referido esta semana a la “unidad”, mientras que “el chico de la polémica”, el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, no solo se mantiene estoico en el cargo ante las presiones, sino que ha pasado a la ofensiva acusando a los exministros de Evo Morales de haber provocado los hechos de 2019 por su mala gestión.
El pulso tiene un marco concreto, el futuro Congreso Orgánico Nacional en el que tal vez se fijen las líneas estratégicas de la convocatoria a las primarias de 2024. Hay una clave: todas las candidaturas deben ser aprobadas por el jefe del partido. De momento Evo Morales.