Los sueños de San Roque
Los Sueños de San Roque: Glorioso divino
Cada segundo martes después del primer domingo de septiembre se festeja el Encierro de la Fiesta Grande de Tarija, el final de un mes de celebraciones en honor de nuestro patrono San Roque
Hoy es el martes del Encierro, la máxima expresión ritual de la fiesta de San Roque. Hoy se reúnen los chunchos de todo Tarija para honrar al patrono San Roque y bailar desde la mañana hasta casi media noche. Este es el momento donde todos nosotros nos esforzaremos hasta el agotamiento extremo, con el único objetivo de vivir en nuestro cuerpo el cariño por nuestro querido San Roque. Propios y ajenos juntan hoy sus fuerzas y su cariño, poniendo a Tarija patas arriba. Hoy, mis hermanos y hermanas, es el día.
Hoy quiero terminar en un canto de alabanzas hacia San Roque, hacia sus hijos e hijas, hacia su tierra, su colina y sus templos. Hoy quiero cantar por todos aquellos que sufren y elevan sus esperanzas hacia el santo peregrino, el médico de los pobres, para curar sus dolencias. Hoy quiero entregarme a tus pies y pedirte por aquellas personas que luchan por su vida y por aquellos a quienes el dolor aqueja y tortura sus cuerpos. Hoy, San Roque, quiero pedirte que derrames tus bendiciones sobre este tu pueblo querido.
Yo sé que el camino es largo y difícil, pero hemos decidido caminarlo bajo tu manto de estrellas. Estamos aquí para ofrecerte nuestra promesa, hoy y siempre. Aquí nos tienes postrados de rodillas ante tus pies, y no nos levantaremos hasta que nos perdonéis.
Miro adelante y veo un campo lleno de flores, pero también de espinos. Pero como buenos baquianos no veo el problema. Hay que saber pisar con cuidado y girar a la derecha o a la izquierda según sea necesario. No hay prisa. Y, sobre todo: tener el cuero duro y saber mantener la calma. Yo conozco a mi gente y sé que puedo confiar en que vamos a saber salir adelante. Hay que hacer las cosas bien y las puertas se nos van a abrir solas; San Roque tiene las llaves.
Vamos a hacer muchos amigos en el camino. El mundo es ancho y hermoso. Yo creo que San Roque es como un árbol pegado a la tierra: con raíces profundas y ramas que se extienden bajo el firmamento. Nosotros somos las hojas, algunas verdes y frescas, otras grandes y nervudas. El viento sopla en nuestro follaje y el resultado es un canto de miles de voces que resuenan sobre el murmullo del agua. El sol y la luna se refleja en las hojas, de noche y de día. No debemos temerle al invierno, porque luego de cada invierno llega una primavera llena de vida.
Las raíces de este árbol son fuertes. Somos herederos de una tradición ancestral. Yo creo que podemos ser más, inmensamente más. Hay que darle tiempo al tiempo. Los frutos maduran a su propio ritmo y hay suficientes para todos. Y las semillas que dejemos serán retoños hermosos.
Hoy quiero rendir mis honores a los chunchos, guerreros sagrados; a los quenilleros, tamboreros y queneros, músicos divinos; a los cañeros, dueños del rugido del viento; a las alféreces, portadoras de la vara vestida. A los curas, carmelitas, franciscanos y agustinos. A las autoridades y demás personas encargadas de financiar la fiesta. Al barrio de San Roque, hijos preferidos de San Roque. A las familias devotas que adornan el camino con altares llenos de flores. A todas y cada una de los fieles que pagan las misas, que prenden velas y que acompañan la procesión. Porque la fiesta es de ustedes, y de ustedes nacerá una nueva vida.
La vida dentro y fuera de nuestra ciudad es complicada y nadie de nosotros es un santo ni una santa. Pero juntos jalamos el carro. Juntos construimos el sentido de lo que significa ser tarijeño. Que lindo es tener algo que nos una y nos dé una forma de sentirnos una gran familia. Porque la mejor manera de caminar hacia adelante es con la esperanza de que más allá de horizonte nos espera un futuro lleno de promesas.
Por eso y por todo más, brindo por este día, por este martes de Encierro, sabiendo que muchos de nosotros no volveremos a vernos nunca más, pero que nuestro espíritu vivirá siempre en las notas de la caña, en el redoblar de los tambores y en el latigueo de las flechas. Porque nuestra vida no es eterna pero nuestros sueños sí. Que nuestros hijos disfruten de la fiesta que nosotros les dejaremos. Que descubran que hoy estamos sembrando las semillas que ellos disfrutarán en el futuro.
Por ese futuro tan lejano y cercano que ojalá todos nosotros podamos todavía conocerlo. Por ese pasado denso y profundo que nos ha dejado la forma de esta fiesta que ahora vivimos. Por este presente, aquí y ahora, que nos une en una gran celebración. Por todos los que se fueron y todos los que vendrán, por los de aquí y los de allá.
San Roque, glorioso divino, acompáñanos hoy y el resto de nuestras vidas.
Hoy me despido llorando. Me voy con tu bendición. Para el año vendré a cantarte.