Las pocas que mantienen su empleo no tienen beneficios
Tarija: Trabajadoras del hogar engrosan el comercio informal
Los bonos sociales en tiempos de pandemia no llegaron a la mayoría del sector debido a que carecían de algunos documentos esenciales, que se constituyeron en requisito para cobrarlos



La dirigente y expresidenta de la Asociación de Trabajadoras Asalariadas del Hogar “30 de Marzo” de Tarija Miriam Azama manifestó que el sector se encuentra sumido en una grave crisis económica en Tarija, pues dijo que solo el 5% de sus colegas logró mantener su trabajo, lo que quiere decir que el 95% lo perdió debido a la pandemia por el Covid-19.
Entre los principales motivos citó la exigencia de trabajar cama adentro, lo que para la mayoría de las trabajadoras del hogar fue un requisito imposible, ya que, según Azama, muchas de ellas tienen niños pequeños y son madres solteras, a esto se suman las clases virtuales que complican su situación.
Más aún, también señaló que en algunos casos fueron despedidas por la crisis económica, pues muchos hogares tuvieron que desistir de este servicio. Dijo que otro aspecto en el que se vieron perjudicadas fue el corte de las constantes capacitaciones que realizaban para perfeccionar su labor.
Sumado a ello, los bonos sociales en tiempos de pandemia no llegaron a la mayoría del sector debido a que carecían de algunos documentos esenciales, que se constituyeron en requisito para cobrarlos, pero también muchas de ellas no aparecían en el sistema.
La lucha constante y el comercio informal
La dirigente afirma que frente a esa situación ingresaron en el rubro del comercio informal, pues tuvieron que hacer uso de sus conocimientos en repostería y costura para crear productos y venderlos recorriendo las calles de la ciudad. O en algunos casos recurrieron a comercializar productos de limpieza.
Janet Guerrero es trabajadora del hogar y para subsistir ha tenido que vender queques recurriendo a las instituciones públicas, sin embargo, señala que la discriminación y el miedo han sido dos grandes obstáculos a la hora de conseguir más clientes.
“He sentido que la discriminación hacia nosotras ha crecido, primero en las casas en las que algunas compañeras siguen trabajando las tratan mal, pesando que ellas pueden llevar cualquier rato el virus y segundo cuando vamos a vendernos a las instituciones pasa lo mismo, no nos dejan entrar o tienen miedo de nosotras”, explica.
Añade que ninguna autoridad ha puesto su ojo en el sector para impulsar algún tipo de ayuda y pide a los gobernantes algún proyecto, que les permita salir a flote.
El desempleo en cifras
Blanca Garnica, representante de la Asociación de Trabajadoras Asalariadas del Hogar “30 de Marzo” de Tarija, da cuenta que el sector atraviesa una difícil situación por falta de trabajo, pues de las más de 100 asociadas en la ciudad de Tarija, más de la mitad está sin trabajo, situación que les obligó a buscar alternativas para subsistir.
Señaló que por la pandemia del Covid-19, no solo el trabajo ha disminuido, pues las que todavía están trabajando no perciben ni el salario el mínimo nacional, pero vieron triplicadas sus tareas, ya sea en la modalidad de cama adentro o por horas cumpliendo así diversas funciones.
El sector más vulnerado
Según un informe de las oficinas regionales de ONU Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), las trabajadoras del hogar “son uno de los principales colectivos afectados por la crisis”.
En numerosos casos se han cancelado contratos o se ha reducido el tiempo de trabajo con una rebaja proporcional del pago. Según estimaciones de la OIT, 70 por ciento de las trabajadoras domésticas están afectadas por la disminución de la actividad económica, desempleo, reducción de las horas de labor o pérdidas de salarios.
El informe indica que, en determinadas situaciones, esas trabajadoras son persuadidas a pernoctar en los lugares de trabajo, manteniéndolas alejadas de su familia y sin el descanso adecuado, según denuncias de sindicatos recogidas en el informe.
En América Latina y el Caribe entre 11 y 18 millones de personas se dedican a labores domésticas remuneradas, y 93 por ciento son mujeres. El trabajo doméstico supone entre 10,5 y 14,3 por ciento del empleo de las mujeres en la región.
Más de 77 por ciento de ellas operan en la informalidad, lo que significa que una parte importante trabaja en condiciones precarias y sin acceso a la protección social.
“Son por lo regular personas que tienen salarios muy bajos, tienen jornada de trabajo excesiva, día de descanso semanal no garantizado, y enfrentan distintas formas de riesgos de discriminación y violencia”, dice el informe.