Valeria vive hace dos años en Bolivia, donde emprendió diversos negocios
“No tenía opción”: la historia de una argentina en Tarija
Atrás quedó el departamento residencial y los lujos de clase media alta que su trabajo le había permitido llevar en Nueva Córdoba. La crisis económica argentina la obligó a buscar en Bolivia una oportunidad
Tras varios meses de intentar sobrevivir y consumir todos sus ahorros en ello, un día de 2019 Valeria tomó su maleta negra, la cargó de lo que tenía y se encaminó hacia el Puente Internacional, sin mirar atrás, o quizá sí, dejaba toda una vida en Argentina pues la situación económica ya era insostenible.
Atrás quedaron todos aquellos lujos de clase media alta que su trabajo le había permitido llevar. Vivía en Nueva Córdoba, en un edificio residencial de esos que sus construcciones desafían a la gravedad, su departamento era amplio, con aire acondicionado, gas domiciliario y hasta un portero que diariamente la saludaba.
Casi al centro de esa ciudad alquilaba un local donde vendía prendas de vestir, pagaba casi 40.000 pesos argentinos al mes solo en rentas por el 2013, que actualmente representarían 361.137 pesos y como 18.000 bolivianos en el país.
“Metieron la mano al bolsillo de los que tenían un poco más, nos persiguieron con los impuestos, todo aumentaba, pero ya no había dinero. Yo no culpo a la gente de allá, pero si al Kirchnerismo”, dice Valeria, quien asegura que desde que el Frente Para la Victoria entró al Gobierno, la economía se fue hundiendo lentamente.
Al igual que la historia de muchos, ella nació en el país vecino, pero sus padres eran bolivianos. Su madre era maestra y por temporadas trabajaba en Argentina y por otras en Bolivia. A ella le tocó la misma vida migrante, hasta que a sus seis años decidió permanecer con su abuela en Orán, allí estudió, allí creció, conociendo del país de sus progenitores solo lo necesario para no perder el contacto con su familia.
Le faltaron dos materias para recibirse de una carrera técnica, y por azares de la vida terminó siendo secretaria en una fundación para celiacos, en un spa y hasta fue asistente en una institución parecida a lo que hoy es el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) en Bolivia. Sus trabajos le permitieron ahorrar para emprender, pues en aquella época de oro, todo era tan bien pagado, que llegó a compararse a Argentina con España.
Llegó a Córdoba, ciudad que no solo fue testigo de su superación, sino que también le abrió las puertas de par en par para prosperar. Conoció mucha gente, y entre ellos al amor de su vida, como ella lo llama, un doctor con el que hizo una promesa de matrimonio que por azares de la vida no se dio.
Las ventas la perseguían, al punto de que llegaba a ganar más de 8.000 pesos argentinos al día. Pero la prosperidad fue decayendo en el segundo mandato de Cristina de Kirchner en medio de bonos, la devaluación de la moneda argentina y la fuga de divisas a causa de que el dólar se había disparado.
Intentó aguantar mientras Mauricio Macri ascendía al poder, más un nuevo gobierno no fue garantía para que las cosas mejoraran, fue así que meses antes de que la pandemia del Covid-19 golpeara el mundo, ella ya había entregado su departamento, vendido algunos objetos personales y emprendido el viaje hacia el pueblito de su madre en Tarija.
“Argentina fue un país que albergó a todo al mundo, pero en los últimos años todos nos terminamos fundiendo. Me resistía tanto a volverme, que ya no me alcanzaba el dinero, un montón de gente se fue para Chile, Uruguay, pero yo no tenía otra opción”.
Desde que Valeria vive en Tarija intentó de todo, cocinaba en una pensión por Villa Montes, empezó a traer ropa argentina y ofertarla en grupos de Facebook, a sentarse en ferias por días, al punto de que su piel nunca más tuvo el tono claro que un día tuvo.
Ahorrando cada boliviano, logró poner un kiosko sobre la carretera a Bermejo, y ahora allí vende sándwiches, pizza, jugos y hasta café desde las cuatro de la mañana. “Nunca escuché a alguien decir: vamos a Bolivia a progresar, porque no es real, aquí la gente vive con lo justo, los salarios son bajos, hay mucha pobreza, yo soy pobre”.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el 2020, la mayor cantidad de inmigrantes que viven en Bolivia proceden principalmente de Argentina (29,86%), Brasil (17,96%) y España (8,52%), este flujo migratorio incrementó por la pandemia.
Ya pasaron casi dos años desde que Valeria reside en Bolivia, y aunque los golpes duros de la vida le han dado un carácter fuerte e implacable, aún alberga muchos sueños por cumplir. Entre ellos, volver a su país, tener un espacio propio en Córdoba y allí vivir su vejez, pero antes, ya casi a sus 50 años desea viajar a Europa y repetir la historia de muchos migrantes que probaron suerte.
Aumenta el número de argentinos en Bolivia
En Bolivia viven 156.114 de inmigrantes hasta el año 2020, según publica la ONU, lo que representa un 1,36% de la población del país. La inmigración masculina es superior a la femenina, con 81.818 hombres, lo que supone el 52.40% del total, frente a los 74.296 de inmigrantes mujeres, que son el 47.59%.
Los inmigrantes en Bolivia proceden principalmente de Argentina y sus destinos principales son Santa Cruz, Yacuiba y Bermejo. Con el peso argentino devaluado, la falta de trabajo, el alto costo de vida, muchos eligen destinos cercanos para asegurarse un ahorro en dólares y poder volver a su país.