La crisis económica agrava la situación
María Tola, la historia de una mendiga en Tarija
Analfabetismo, maternidad forzada, violencia y pobreza, la respuesta de María cuando baja la mirada y con algo de desconfianza relata a largos rasgos el punto de partida que la llevó a ser una mendiga



La luz cambia a rojo, tres autos paran y la camioneta de adelante cierra el vidrio al ver que una mujer se acerca con un sombrero viejo a pedir caridad, sus pasos son lentos y cojea un poco de la pierna izquierda, con suerte llega hasta el último vehículo que lanza una moneda antes de arrancar disparado.
No son ni las ocho de la mañana pero, María Tola ya estira la mano en la avenida La Paz buscando reunir algunos pesos antes de volver a Potosí, donde le esperan cinco hijos, cinco nietos huérfanos y un frío intenso que ha hecho la tierra infértil y sus esperanzas añicos.
La Fundación Jubileo en una publicación de análisis de la gestión 2019, establece que los niveles de pobreza en cuanto a porcentajes aún son altos en el país y sobre todo en el área rural. Dicho informe indica que: “La pobreza moderada rural afecta al 53,9% de la población, mientras que la pobreza extrema rural a un 34,6%”, según datos oficiales.
Esas cifras no solo tienen el matiz de la falta de dinero, vienen acompañadas del analfabetismo, de la maternidad forzada, de la violencia y hasta de tener que mendigar en las calles, pues aparentemente no hay otra opción. Ésa es la respuesta de María cuando baja la mirada y con algo de desconfianza relata a largos rasgos el punto de partida que la llevó a ser una mendiga.

Nació en 1963 en el sur de Potosí, donde el frío es tan fuerte que llega a congelar las piedras hasta reventarlas. Es la “del medio” en una familia de 12 integrantes, donde todos aprendieron a leer excepto ella, “antes de mi, todos mis hermanos eran varoncitos, así que cuando he nacido yo directo a cuidar ovejitas y vaquitas me mandaron”, cuenta.
Su madre tampoco fue a la escuela, por ello solía mantener una pelea constante con su padre pues, aunque él quería que la pequeña estudiara su progenitora no le veía más futuro que ser ama de casa.
María atesora entre sus recuerdos más valiosos y a la vez tristes las orillas del río Chullpa, pues cuando ya estaba atardeciendo ella corría hasta allí, se apostaba cerca a un arbusto y desde su escondite solía ver cómo niñas y niños salían de la escuela formados en una pequeña fila, algunos la invitaban a jugar, mientras que hubo ocasiones en las que solo tuvo que ser expectante.
Su ausencia en las aulas hizo que no tuviera amigos, creció solitaria en los cerros imaginando que sus vacas y ovejas le respondían cuando ella hablaba. Su madre y padre murieron casi juntos, desde allí a sus 14 años y sin desearlo tuvo que ser la matriarca de una familia que se redujo a diez integrantes.
El INE indica que el 80% de la población potosina es pobre. De ese porcentaje, el 36% está en la indigencia y el 11% vive en la marginalidad
Ella lavaba la ropa y cocinaba para todos, pero además pasteaba a los animales y se hacía cargo de la producción de papa, “desde esa edad ya andaba mendigando, mis hermanos no me daban para la cocina, yo tenía que andar traste llorando para que me dieran 10 pesos, porque las wawitas menores no saben que es no hay, solo tienen hambre y piden”, recuerda.
El destino y el rol que le tocó vivir siendo tan joven la orillaron rápidamente a querer salir de su casa, pero con un marido era la única opción. Se juntó cuando tenía 16 años con Teófilo Huallpa, quien le prometió llevársela a Argentina, sacarla de la pobreza y hacer “las tres cruces” para no tener que regresar, más eso nunca pasó.
María tiene una cicatriz notoria en el lado izquierdo de su boca, en una de sus tantas borracheras su pareja con un anillo le partió el labio y le sacó varios dientes. Ahora Teófilo ya no la golpea, no porque haya cambiado, sino porque es viejo y ya no puede.

Sin recibir justicia, María parece haber vivido más de dos vidas, todas ellas con un sufrimiento que es fácil encontrar en su rostro moreno. Aparenta ser una mujer de 60 o más años, por su cabeza blanca, sus arrugas, la encorvadura de su espalda y la lentitud de sus pasos, pero en realidad su carnet dice que tiene 57 y hace unos días atrás cobró el bono que le permitió llegar al departamento.
Hace dos años su hijo mayor perdió a su esposa en pleno parto, su quinta hija nacía, pero se quedaba sin madre. María tuvo que hacerse cargo de sus nietos, pues su hijo se fue a Chile a buscar trabajo, desde allí empezó “su gira”.
Cuando ya se acaba todo el dinero de la venta de papa, alista su aguayo, sus dos frazadas y un cambio de ropa. Mendigando conoció La Paz, Santa Cruz y ahora Tarija.
Duerme por el Campesino y en una jornada de 12 horas en la calle lo único que come es sopa y pan, “algunos me gritan que me vuelva a mi casa, pero la necesidad abarca”, dice.
Municipio alberga a 17 familias que llegan por Navidad
El municipio de Cercado, a través de la Secretaría de la Mujer y la Familia, puso en vigencia el plan “Intervencion en Familias Migrantes” que entra en vigor en diciembre por el flujo de personas que se trasladan a Tarija a pedir caridad en las calles de la ciudad.
La responsable del programa, Ruth Tola, indicó que este plan tiene un enfoque de defensa de los derechos de los niños y la prevencion de situaciones de riesgo en familias migrantes. Para esto se realiza el control de documentos de identificación de padres e hijos, además se habilitó el albergue municipal Pedro Antonio Flores, para que 17 familias puedan pasar la noche ahí y no pernoctar en las calles.