Esta joven estudiante forma parte de la generación pandemia en Tarija
Estela Choque, la bachiller que cambiará la historia de su familia en Tarija
La primera bachiller de tres generaciones en su familia, recuerda las palabras de su abuela: “hijita estudia, no tienes que ser sonsa como yo, vos tienes que ser la primera licenciada de la casa”



Hace unos meses atrás, Estela Choque Valdez no pudo despedirse de su abuelo, la edad y el Covid-19 lo llevó sin más sentimentalismos a la tumba. Al mes su abuela también partió con la misma enfermedad, mientras que ella y cinco integrantes de su familia, rogaban no ser los próximos, pues de lo contrario no podría ser la primera mujer de tres generaciones en alcanzar el bachillerato.
Ella es la mayor de cuatro hermanos, antes que murieran sus abuelos eran ocho las personas de su familia que vivian en dos cuartos de alquiler por el barrio 3 de Mayo. “Todos hablaban de puntos de infección y yo sentía que nosotros vivíamos en uno. Mis abuelitos vendían afuera de la casa, mis papás diambulaban ofreciendo barbijos y empanadas en el Campesino, lo que ganaban nisiquiera alcanzaba para comprar alcohol, por lo que nosotros usábamos aguita en los chisquetes para desinfectarnos”.
Sus antepasados los resume entre mujeres con muchos hijos y hombres sumergidos en el alcohol. Desde pequeña recuerda que uno de los nueve hijos que tuvo su abuela, en cada borrachera la golpeaba, de esta forma los dos ancianos decidieron irse a vivir con la familia Choque Valdez antes de morir por la pandemia.
Siempre fueron pobres y ella lo supo desde niña, por eso cada vez que su madre se embarazaba Estela lloraba y no de celos, sino de tristeza, pues vivía en carne propia lo que era comer una sola vez al día y tener que cambiarse cada dos meses de cuarto, porque casi nunca alcanzaba para pagar los alquileres y los dueños los sacaban quedándose en el paso con su cocina, en otras ocasiones con colchones, pues de esa forma al menos cobraban en parte el alquiler perdido.
Su infancia no solo tuvo “malos sabores”, recuerda con amor a su abuelita que la llevaba al kinder cuando aún vivía en Potosí. “Hijita tienes que estudiar, no tienes que ser como yo, sonsa, vos tienes que ser la primera licenciada de la familia”, era lo que siempre le decía la fallecida Salomé, quien cuando ya la niña aprendió a leer, la sentaba en sus piernas y mientras acariciaba su cabello la escuchaba atentamente, en otras ocasiones con su dedo índice simulaba tambien seguir la lectura, aunque nunca fue al colegio.
Abandono El 60% de estudiantes del sistema regular abandonaron sus estudios este año en Tarija, solo el 40% mantiene las clases virtuales.
En varias oportunidades Elena dejó el colegio por dos o más semanas, eso pasaba cuando les tocaba buscar un nuevo cuarto de alquiler. Cuando tenía 10 años estaba inscrita en el colegio Pampa Galana, pero su nuevo cuarto estaba ubicado en el barrio Pedro Antonio Flores, al otro extremo de la ciudad. Recuerda que los primeros días su madre la llevaba, poco después, a su corta edad cruzaba sola una quebrada y regresaba caminando a su casa, pese a los peligros que eso representaba.
Pronto se convirtió en niñera de su hermano, llegaba de la escuela, bañaba a Wilson, lo cambiaba, alistaba su mochila donde colocaba una pipoca de 20 centavos y juntos de la mano caminaban por unos 20 minutos hasta llegar al kinder. Después, pasadas las cinco de la tarde, trechos corriendo y otros a pie, agitada llegaba nuevamente a recoger al pequeño.
Con Wilson tienen un vínculo especial, pues juntos enfrentaron las épocas más dificiles en su hogar, cuando incluso hasta no era sustentable enviarlos a la escuela.
Cuenta que su hermano era gordito y cada que salía del colegio le pedía un anticucho que costaba 50 centavos, “yo no me compraba nada con mi recreo, con tal de comprarle su anticucho a mi hermano”.
Al inicio de este año, sus padres, quienes muchas veces demostraban pesar por los gastos que generaba enviarla al colegio, con orgullo le dijeron que harían lo imposible para comprarle su traje de promoción, unos zapatos y hasta una camisa nueva y en eso estaban cuando llegó la pandemia.
Ella pensó que los obstaculos para ser bachiller ya los había vencido, pero la educación virtual aparecía para desmoronar sus sueños. “Los profesores pedían que nos conectemos, nosotros no tenemos wifi ni computadora. En mi caso, el día que el Gobierno dijo que nadie se aplazaría este año yo me sentí feliz y no porque soy floja, solo que sin esa orden yo me habría aplazado por no tener plata para internet”.
Hace una semana Estela ya fue a medirse su traje de bachiller y ahora espera que sus padres reunan los 400 bolivianos que restan por pagar para recogerlo. Faltan cinco días para su acto de promoción y entre uno de sus deseos está homenajear a su abuela con el diploma que reciba, “quizá no es la gran cosa, pero solo yo y ella sabemos cuánto costó antes y ahora en la pandemia”.
Alrededor de 8 mil bachilleres se graduarán
Luego de la clausura del año escolar, la Dirección Departamental de Educación (DDE) prevé entregar alrededor de 8 mil títulos de bachiller en Tarija, los procedimientos administrativos están en marcha, incluido el de formación técnica.
El 31 de julio el Gobierno comunicó de manera oficial que se clausuraba el año escolar en Bolivia, medida que también dispuso que todos los estudiantes debían ser promovidos al curso inmediato superior.
Las labores educativas de la gestión 2020 iniciaron en febrero hasta la primera semana de marzo, fecha en que se suspendieron las actividades presenciales, con el fin de evitar la propagación del Covid-19.