Se estima que durante la pandemia se registrarán 4.606 embarazos no deseados
Embarazada involuntariamente en medio de la pandemia Covid
“No es que nunca haya escuchado hablar sobre condones para hombres u otros métodos, es que en realidad nunca habla sobre sexo. El sexo y los anticonceptivos son un mundo distante para Marisol”
Marisol tiene 32 años, no tiene trabajo y menos un lugar propio donde vivir. Sus dos hijos, la mayor de 12 y el menor de 6, se trepan en el interior del cuarto y corren la cortina celeste tratando de espiar lo que está pasando en la acera preguntándose por qué están haciendo preguntas a su mamá.
Ella alquila un cuarto con puerta y ventana a la calle. En el interior, tienen una cocinita con dos hornallas, una cama de plaza, un ropero de tela, una mesita, algunas ollas, platos y al Guardián, su perro amarillo de dos años que también mira inquieto desde la ventana a Marisol.
Cuando conoció al padre de sus hijos ella tenía 18 años. Una vez él le compró unas lanas costosas de color verde esmeralda para que se teja una manta que había visto en una revista. “Así no más, él sabía que me gustaba y se apareció con las lanas. Era tan diferente. Estaba siempre bien cambiado, bien bañado con su camisa azul. Era un coqueto. Venía a buscarme a la casa de mi hermana. Yo me había venido aquí a vivir con ella para ayudarla con sus hijos, pero su marido era malo. Siempre paraba borracho, gritándole”, recuerda.
Se fueron a vivir juntos a los meses, cuando quedaron embarazados. Cuando Marisol intenta hablar de anticonceptivos se ríe con vergüenza. No es que nunca haya escuchado hablar sobre condones para hombres, es que en realidad nunca habla sobre sexo. No lo habló ni con su madre que murió el año pasado en su pueblo, ni con su padre que apenas conoció a sus cinco años, ni en la escuela, ni en la misa, ni con el hombre con quien tuvo a sus hijos, ni con su hermana que soportaba a su marido y ahora no sabe cómo lo hablará con sus hijos.
El sexo y los anticonceptivos son un mundo distante para Marisol. Cuando dio a luz a su hija, el médico del Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD) que la atendió sugirió que se ligara las trompas, pero ella no confió en esta opción. El concubinato que vivió Marisol después del primer nacimiento fue tóxico e inestable. Violencia por las mañanas, durante y al terminar el día.
“Al principio a él le iba bien trabajando. Es soldador. No ganaba mal, pero en la casa era lo justo, no sobraba la comida. Y después vino el segundo. Sí quería separarme, pero no sé porque no lo hice”, explicó.
Durante la emergencia sanitaria por Covid, ambos quedaron sin trabajo. Ella solía ayudar a hacer la limpieza de un colegio en su barrio y él solía trabajar en lo que encontraba. A principios de mayo tuvo algunos síntomas que la alertaron. Le dolía la cabeza, no podía comer y una debilidad le tambaleaba el cuerpo. Después de tres semanas de intentar hacerse atender en la Posta de Salud del barrio, por fin logró un examen de sangre que confirmó su tercer embarazo. Él después de enterarse consiguió la forma de irse a su pueblo, dice que para trabajar.
Descenso En marzo y abril se dejó de atender a 82.213 mujeres bolivianas, eso supone un 44 por ciento menos que el año pasado
Marisol hace una pausa. “Creo que la olla se está quemando”, dice. Entra al cuarto, mueve con una cuchara la comida. Tranquiliza a los niños, baja el volumen a la radio y le pide a Guardián que se calme y deje de ladrar. “Cómo voy a querer tener otro hijo. Apenas tenemos para llenar la olla, pero ya que puedo hacer. En el hospital me han dicho que me tengo que cuidar más por el coronavirus y eso fue todo”, cuenta. No le dieron ni vitaminas, ni opciones.
El caso de Marisol es uno de los 4.606 embarazos no deseados que proyectó la investigación en Bolivia del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) junto a los incrementos de abortos inseguros, posibles gestaciones complicadas, morbilidad y mortalidad materna y neonatal.
Los datos los sacaron del Sistema Nacional de Información en Salud de Bolivia (2019 y 2020), donde dan cuenta de que en marzo y abril de 2020, en comparación con el mismo período de 2019, hubo una disminución de las “prestaciones en salud sexual y reproductiva (incluye entrega de anticonceptivos y orientación en anticoncepción)”. Se dejó de atender a 82.213 mujeres bolivianas, eso supone un 44 por ciento menos que el año pasado.
Este mismo estudio expone que además de embarazos no deseados habrá 614 abortos, dos muertes maternas y 51 fallecimientos infantiles. La situación podría agravarse si se considera además el desabastecimiento de insumos anticonceptivos, o el hecho de la interrupción de servicios por contagios y bajas entre el personal de salud, o que los y las profesionales no tienen las condiciones para atender a las mujeres en los servicios de salud.
2.2 millones de embarazos no deseados en América Latina
La situación de Marisol se repite en otros departamentos de Bolivia como en otros países de similares condiciones en América Latina y El Caribe. De acuerdo a proyecciones de la oficina regional del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las consecuencias de la interrupción de servicios de salud sexual y reproductiva por la crisis del Covid tendrán una consecuencia de 2.2 millones de embarazos no deseados, más de un millón de abortos, 3.900 muertes maternas y 51.000 muertes infantiles solo durante la emergencia sanitaria.