Crónicas de cuarentena: “Encerrado” con mi tapa diaria
El portón pesa, chilcha, el centro está como a un millón de pasos. Día de esos de quedarse en casa, salvo si no fuera porque es el primero de los que te obligan a quedarte en casa. No hizo frío. Al revés, un día de esos pesau, caluroso, con solcito traicionero al medio día. De esos de...
El portón pesa, chilcha, el centro está como a un millón de pasos. Día de esos de quedarse en casa, salvo si no fuera porque es el primero de los que te obligan a quedarte en casa. No hizo frío. Al revés, un día de esos pesau, caluroso, con solcito traicionero al medio día. De esos de quedarse metido en cama, salvo por las dos wawas de las que no cobraran bono que corretean por el pasillo.
Tengo permiso para salir, o eso dijo el Viceministro: Credencial y nada más. Ahora parece que algo más. Prendo el auto. La vecina del frente levanta furtivamente la esquina de la cortinilla de su salita y la vuelve a bajar rapidito. “Tengo permiso. No soy un delincuente. Es absurdo” me repito.
El barrio está oscuro, como siempre, aunque con la lluvia parece junio. Ensayo de nuevo: “Oficial, ¿cómo está? Al diario El País voy, periodista soy, de turno estoy, tengo que mandar tapa hoy”. Tengo el pdf del decreto, tengo el video de la Presidenta. - ¡Ah! Pero los has visto salir – dice mi conciencia –. “No tiene sentido lo que estás pensando” dice mi otra conciencia.
Sorteo perros callejeros hasta la avenida, giro a la derecha. ¡Pum! Ahí está la vagoneta policial. Ni veinte metros. ¿Sigo? ¿Paso? ¿Paro? Paro. “Oficial, ¿Cómo está?” le digo mientras hago visible el papelito con el logo y mi credencial.
Pollito por el medio, siga nomás. Tengo permiso. Es ridículo. ¿Es el coronavirus o es la Policía? ¿Soy yo? Informar es tarea de riesgo. Extraña reacción. Las calles están vacías, como cualquier día de lluvia, aunque no son las 20.00. Un deportista trota por aquí. Una pareja se roba dos besos en el portal por allá. Tres jóvenes despistados buscan tiendita abierta – que están todas -. Doña María no se enteró de nada y está con sus choripanes en el parque Bolívar. Todos duermen. O eso parece.
¿Qué será cuando no llueva? ¿Cuántos días aguantará Tarija sin que los casos exploten? ¿Cuántos amanecerán a las 5.00? ¿Será todo esto suficiente? ¿Será demasiado?
Hoy arrancamos las crónicas de cuarentena en Tarija ¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]
Tengo permiso para salir, o eso dijo el Viceministro: Credencial y nada más. Ahora parece que algo más. Prendo el auto. La vecina del frente levanta furtivamente la esquina de la cortinilla de su salita y la vuelve a bajar rapidito. “Tengo permiso. No soy un delincuente. Es absurdo” me repito.
El barrio está oscuro, como siempre, aunque con la lluvia parece junio. Ensayo de nuevo: “Oficial, ¿cómo está? Al diario El País voy, periodista soy, de turno estoy, tengo que mandar tapa hoy”. Tengo el pdf del decreto, tengo el video de la Presidenta. - ¡Ah! Pero los has visto salir – dice mi conciencia –. “No tiene sentido lo que estás pensando” dice mi otra conciencia.
Sorteo perros callejeros hasta la avenida, giro a la derecha. ¡Pum! Ahí está la vagoneta policial. Ni veinte metros. ¿Sigo? ¿Paso? ¿Paro? Paro. “Oficial, ¿Cómo está?” le digo mientras hago visible el papelito con el logo y mi credencial.
Pollito por el medio, siga nomás. Tengo permiso. Es ridículo. ¿Es el coronavirus o es la Policía? ¿Soy yo? Informar es tarea de riesgo. Extraña reacción. Las calles están vacías, como cualquier día de lluvia, aunque no son las 20.00. Un deportista trota por aquí. Una pareja se roba dos besos en el portal por allá. Tres jóvenes despistados buscan tiendita abierta – que están todas -. Doña María no se enteró de nada y está con sus choripanes en el parque Bolívar. Todos duermen. O eso parece.
¿Qué será cuando no llueva? ¿Cuántos días aguantará Tarija sin que los casos exploten? ¿Cuántos amanecerán a las 5.00? ¿Será todo esto suficiente? ¿Será demasiado?
Hoy arrancamos las crónicas de cuarentena en Tarija ¿Quieres contarnos como lo estás viviendo? Mándanos tu texto o tus fotos a [email protected]