Alfredo Rivera, el actor que enseñó a no videntes de Tarija a jugar fútbol
La primera vez que escuché de Alfredo Rivera Achá me llamó poderosamente la atención que hubiera una persona que hubiera creado un método para enseñar a jugar futbol de salón a no videntes, algo que además me pareció extraordinario de lograr. Cuando por fin pude contactarlo para...



La primera vez que escuché de Alfredo Rivera Achá me llamó poderosamente la atención que hubiera una persona que hubiera creado un método para enseñar a jugar futbol de salón a no videntes, algo que además me pareció extraordinario de lograr.
Cuando por fin pude contactarlo para hablar del tema no esperaba encontrarme con un personaje tan multifacético, lleno de una seguridad en sí mismo y en que no existe nada imposible de lograr, a tal punto que contagia esa energía a los que se ponen en contacto con él.
De contextura gruesa me llamo la atención su barba blanca llena, con un mechón de pelo negro en el centro. Con su hablar franco y tranquilo y su mirada profunda recuerda con claridad varios sucesos de su vida y cierra los ojos como volviendo a revivir aquellos momentos.
La sala de su casa guarda más de una veintena de archivadores, en una mesita de living, donde se hallan registrados metódicamente todos los logros alcanzados por él, que a lo largo de casi siete décadas obtuvo innumerables reconocimientos por su actividad artística en el teatro, así como en diferentes disciplinas deportivas, participando unas veces como actor y atleta y otras como director.
En miles de páginas quedaron registrados todos sus logros así como las elogiosas críticas que recibió. Las medallas y reconocimientos también forman parte de la decoración de la sala donde destaca la cruz azul, entregada por el Gobierno de Bolivia por su meritoria y prolífica carrera.
Para hablar de cómo logró la difícil tarea de enseñar a jugar fútbol a personas no videntes, entre muchas otras disciplinas en las que también formó atletas invidentes, es necesario remontarse a algunas décadas atrás y ver sus inicios en el teatro, porque fue una técnica desarrollada por el para lograr que los no videntes se movieran libremente en el escenario la misma que utilizo al enseñarles fútbol de salón.
[gallery columns="1" size="large" ids="479228"]
Rivera cuenta que su primera experiencia en el teatro fue desastrosa: “Tenía 7 años y mi padre organizó una obra teatral ‘hambre, miseria y alcohol’. Me convenció de actuar, pero no me convenció de llamarle papá a alguien que no lo era. Mi padre y mi madre me hablaban de que era solo una obra.
Pero ya en escena no pude llamar papa a un alcohólico que quería golpear a mi madre, que tampoco lo era. Yo escapé y dije nunca más, se acabó esto para mí”, cuenta que fue la única vez que vio a su padre verdaderamente enojado.
Cuenta que a los 15 años, en la ciudad de La Paz alguien lo convenció de inscribirse a un curso de teatro en la escuela de Bellas Artes, recuerda que asistió durante un mes a las clases de Fernando Medina Ferrá, tras lo cual el profesor de teatro simplemente despareció por lo que la escuela se vio obligada a cerrar dejándolo a medias en su instrucción teatral.
Años más tarde, en 1960, Liber Forti lo invitó a instruirse en el grupo de teatro que tenía en Tupiza, sin pensarlo mucho consiguió un trabajo en el Banco Minero, emocionado por participar del mejor grupo de teatro del sur del país, sin embargo al poco tiempo Forti tuvo que huir de Tupiza, debido a la antipatía que se granjeo con algunos personajes importantes de la región por el contenido de sus programas radiales. Rivera quedó nuevamente a medias en su formación artística y decidió formar un grupo de teatro con jóvenes de colegios.
[caption id="attachment_479229" align="aligncenter" width="696"] Práctica de salto alto[/caption]
Pasado un tiempo retornó a Oruro donde Jorge Wilde Cervantes lo invita a hacer un monólogo, sin apenas tener una preparación profesional sueña una nueva forma de presentar un monologo “Vi la obra completamente diferente y así nació el bi teatro mono dramático con la obra “Las manos de Euridice”.
Posteriormente viajo por diferentes países como Venezuela, México y Chile, donde inició propiamente su carrera profesional.
En una de esas ocasiones que regresó al país una compañera de teatro le pide ayuda para enseñar actuación a no videntes en la ciudad de La Paz. Las técnicas que él había visto que se usaban para no videntes no lo convencían del todo, pues el movimiento de los actores en el escenario no era fluido y no se veía natural. Pasó un mes tratando de solucionar el problema del movimiento.
Explica que fue todo un reto preparar a los actores invidentes, que habitualmente se mueven a través de sonidos, técnica que no puede ser usada en teatro.
“Finalmente una noche tuve un sueño, entonces me despierto y anoto las claves de tres puntos adelante tres al medio y tres atrás y diagramo en un escenario estos nueve puntos que me daban triángulos perfectos, entonces le puse nombres cifrados a estas ubicaciones, y utilice estas ubicaciones para movilizar por el escenario a los actores invidentes”, recuerda y agrega que con su método logró una forma de actuación innovadora para no videntes.
[caption id="attachment_479227" align="aligncenter" width="696"] No videntes practicando natación[/caption]
Esta técnica permitió que los actores no videntes pudieran desplazarse con naturalidad en el escenario. “Nos presentamos con tres obras, en el Teatro de la Cultura de La Paz. La noche del estreno no había donde poner un alfiler, el teatro Modesta Sanjinés estaba lleno”, recuerda cerrando los ojos como reviviendo esa noche. La obra presentada fue un éxito.
“Pese al éxito logrado no se tuvo el apoyo debido, es más sabotearon el trabajo de los muchachos. Así que tuve que abandonarlos y me fui a Oruro. Ahí formamos el segundo elenco igual o superior al primero”.
En una época posterior se le presenta la oportunidad de trabajar nuevamente con no videntes, pero esta vez para formar atletas no videntes en diferentes disciplinas para una competencia nacional en diciembre de 1997. Es así que forma la selección de Oruro para participar del Segundo Campeonato Nacional de no videntes en Sucre, donde con su técnica de teatro y otras aplicadas en diferentes disciplinas logran arrasar con el medallero.
Obtuvieron 12 medallas de oro, 13 de plata y 3 de bronce.
Lo destacaron como mejor director técnico. Y recuerda que uso la técnica de teatro para formar al equipo de futbol de salón, y que implemento la participación de arqueros videntes, y constituía todo un espectáculo ver como los jugadores no videntes lograban meter goles a los arqueros videntes.
Recuerda que el equipo de futbol de salón de no videntes de Oruro jugó con la selección nacional, que había salido campeona mundial en futbol de salón de personas videntes.
Posteriormente con los años y por azares de la vida termina radicándose en la ciudad de Tarija, luego de haber dado un taller de teatro, que tuvo mucho éxito.
Explica que formó un grupo de 140 alumnos, todos menores y logró presentar durante un mes cuatro obras teatrales.
“Luego de hacer un gran espectáculo en Tarija y presentar durante un mes, cuatro obras de teatro para niños. Las mamás quedaron encantadas con la actuación de los niños. Sin embargo ahí surgió la oportunidad de formar un elenco en la Universidad y tuve que abandonar el grupo que había formado”, recuerda con tristeza.
La propuesta era para formar el elenco de teatro de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, durante la gestión del rector Carlos Cabrera, quien impulso la formación de nuevos talentos eximiendo del pago de matrículas a quienes formen parte del grupo de teatro de la Universidad e instruyendo los debidos permisos y tolerancias cuando el grupo se ausente a presentaciones en el interior como exterior del país. Explica que dejó el trabajo en la Universidad pues con el cambio de rector también llegaron cambios para el grupo de teatro donde los estudiantes dejaron de tener los privilegios de que gozaban y comenzaron ciertas exigencias que no permitían la realización de las actividades del grupo de teatro, que finalmente se disolvió.
[caption id="attachment_479226" align="alignleft" width="300"] Practicando con la bicicleta[/caption]
Luego de décadas dedicadas al arte y al deporte, se percibe como un desperdicio de cualidades extraordinarias el hecho de que Alfredo Rivera Achá no haya podido formar atletas no videntes en nuestra tierra chapaca, debido quizás a la falta de visión de las autoridades de lograr una formación integral para personas no videntes.
En el ámbito teatral, sin embargo, Rivera asegura que las puertas de su casa están abiertas para recibir nuevos alumnos, que deseen aprender de él el talento artístico logrado a lo largo de décadas y que supo enseñar a niños, adultos y no videntes, inculcando sobre todo la firme idea de que todo se puede lograr.
“Cuando un alumno me dice ‘profe no sé si podré’, lo saco de la clase hasta que esté convencido de que si podrá o al menos que lo intentara, porque esa es la actitud que uno debe tener. Hasta el momento nunca he fracasado en nada, porque siempre tuve la convicción de que todo lo que uno se propone lo puede lograr”.
[caption id="attachment_479230" align="aligncenter" width="696"] Practicando lanzamientos[/caption]
Cuando por fin pude contactarlo para hablar del tema no esperaba encontrarme con un personaje tan multifacético, lleno de una seguridad en sí mismo y en que no existe nada imposible de lograr, a tal punto que contagia esa energía a los que se ponen en contacto con él.
De contextura gruesa me llamo la atención su barba blanca llena, con un mechón de pelo negro en el centro. Con su hablar franco y tranquilo y su mirada profunda recuerda con claridad varios sucesos de su vida y cierra los ojos como volviendo a revivir aquellos momentos.
La sala de su casa guarda más de una veintena de archivadores, en una mesita de living, donde se hallan registrados metódicamente todos los logros alcanzados por él, que a lo largo de casi siete décadas obtuvo innumerables reconocimientos por su actividad artística en el teatro, así como en diferentes disciplinas deportivas, participando unas veces como actor y atleta y otras como director.
En miles de páginas quedaron registrados todos sus logros así como las elogiosas críticas que recibió. Las medallas y reconocimientos también forman parte de la decoración de la sala donde destaca la cruz azul, entregada por el Gobierno de Bolivia por su meritoria y prolífica carrera.
Para hablar de cómo logró la difícil tarea de enseñar a jugar fútbol a personas no videntes, entre muchas otras disciplinas en las que también formó atletas invidentes, es necesario remontarse a algunas décadas atrás y ver sus inicios en el teatro, porque fue una técnica desarrollada por el para lograr que los no videntes se movieran libremente en el escenario la misma que utilizo al enseñarles fútbol de salón.
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Rivera cuenta que su primera experiencia en el teatro fue desastrosa: “Tenía 7 años y mi padre organizó una obra teatral ‘hambre, miseria y alcohol’. Me convenció de actuar, pero no me convenció de llamarle papá a alguien que no lo era. Mi padre y mi madre me hablaban de que era solo una obra.
Pero ya en escena no pude llamar papa a un alcohólico que quería golpear a mi madre, que tampoco lo era. Yo escapé y dije nunca más, se acabó esto para mí”, cuenta que fue la única vez que vio a su padre verdaderamente enojado.
Cuenta que a los 15 años, en la ciudad de La Paz alguien lo convenció de inscribirse a un curso de teatro en la escuela de Bellas Artes, recuerda que asistió durante un mes a las clases de Fernando Medina Ferrá, tras lo cual el profesor de teatro simplemente despareció por lo que la escuela se vio obligada a cerrar dejándolo a medias en su instrucción teatral.
Años más tarde, en 1960, Liber Forti lo invitó a instruirse en el grupo de teatro que tenía en Tupiza, sin pensarlo mucho consiguió un trabajo en el Banco Minero, emocionado por participar del mejor grupo de teatro del sur del país, sin embargo al poco tiempo Forti tuvo que huir de Tupiza, debido a la antipatía que se granjeo con algunos personajes importantes de la región por el contenido de sus programas radiales. Rivera quedó nuevamente a medias en su formación artística y decidió formar un grupo de teatro con jóvenes de colegios.
[caption id="attachment_479229" align="aligncenter" width="696"] Práctica de salto alto[/caption]
Pasado un tiempo retornó a Oruro donde Jorge Wilde Cervantes lo invita a hacer un monólogo, sin apenas tener una preparación profesional sueña una nueva forma de presentar un monologo “Vi la obra completamente diferente y así nació el bi teatro mono dramático con la obra “Las manos de Euridice”.
Posteriormente viajo por diferentes países como Venezuela, México y Chile, donde inició propiamente su carrera profesional.
En una de esas ocasiones que regresó al país una compañera de teatro le pide ayuda para enseñar actuación a no videntes en la ciudad de La Paz. Las técnicas que él había visto que se usaban para no videntes no lo convencían del todo, pues el movimiento de los actores en el escenario no era fluido y no se veía natural. Pasó un mes tratando de solucionar el problema del movimiento.
Explica que fue todo un reto preparar a los actores invidentes, que habitualmente se mueven a través de sonidos, técnica que no puede ser usada en teatro.
“Finalmente una noche tuve un sueño, entonces me despierto y anoto las claves de tres puntos adelante tres al medio y tres atrás y diagramo en un escenario estos nueve puntos que me daban triángulos perfectos, entonces le puse nombres cifrados a estas ubicaciones, y utilice estas ubicaciones para movilizar por el escenario a los actores invidentes”, recuerda y agrega que con su método logró una forma de actuación innovadora para no videntes.
[caption id="attachment_479227" align="aligncenter" width="696"] No videntes practicando natación[/caption]
Esta técnica permitió que los actores no videntes pudieran desplazarse con naturalidad en el escenario. “Nos presentamos con tres obras, en el Teatro de la Cultura de La Paz. La noche del estreno no había donde poner un alfiler, el teatro Modesta Sanjinés estaba lleno”, recuerda cerrando los ojos como reviviendo esa noche. La obra presentada fue un éxito.
“Pese al éxito logrado no se tuvo el apoyo debido, es más sabotearon el trabajo de los muchachos. Así que tuve que abandonarlos y me fui a Oruro. Ahí formamos el segundo elenco igual o superior al primero”.
En una época posterior se le presenta la oportunidad de trabajar nuevamente con no videntes, pero esta vez para formar atletas no videntes en diferentes disciplinas para una competencia nacional en diciembre de 1997. Es así que forma la selección de Oruro para participar del Segundo Campeonato Nacional de no videntes en Sucre, donde con su técnica de teatro y otras aplicadas en diferentes disciplinas logran arrasar con el medallero.
Obtuvieron 12 medallas de oro, 13 de plata y 3 de bronce.
Lo destacaron como mejor director técnico. Y recuerda que uso la técnica de teatro para formar al equipo de futbol de salón, y que implemento la participación de arqueros videntes, y constituía todo un espectáculo ver como los jugadores no videntes lograban meter goles a los arqueros videntes.
Recuerda que el equipo de futbol de salón de no videntes de Oruro jugó con la selección nacional, que había salido campeona mundial en futbol de salón de personas videntes.
Posteriormente con los años y por azares de la vida termina radicándose en la ciudad de Tarija, luego de haber dado un taller de teatro, que tuvo mucho éxito.
Explica que formó un grupo de 140 alumnos, todos menores y logró presentar durante un mes cuatro obras teatrales.
“Luego de hacer un gran espectáculo en Tarija y presentar durante un mes, cuatro obras de teatro para niños. Las mamás quedaron encantadas con la actuación de los niños. Sin embargo ahí surgió la oportunidad de formar un elenco en la Universidad y tuve que abandonar el grupo que había formado”, recuerda con tristeza.
La propuesta era para formar el elenco de teatro de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, durante la gestión del rector Carlos Cabrera, quien impulso la formación de nuevos talentos eximiendo del pago de matrículas a quienes formen parte del grupo de teatro de la Universidad e instruyendo los debidos permisos y tolerancias cuando el grupo se ausente a presentaciones en el interior como exterior del país. Explica que dejó el trabajo en la Universidad pues con el cambio de rector también llegaron cambios para el grupo de teatro donde los estudiantes dejaron de tener los privilegios de que gozaban y comenzaron ciertas exigencias que no permitían la realización de las actividades del grupo de teatro, que finalmente se disolvió.
[caption id="attachment_479226" align="alignleft" width="300"] Practicando con la bicicleta[/caption]
Luego de décadas dedicadas al arte y al deporte, se percibe como un desperdicio de cualidades extraordinarias el hecho de que Alfredo Rivera Achá no haya podido formar atletas no videntes en nuestra tierra chapaca, debido quizás a la falta de visión de las autoridades de lograr una formación integral para personas no videntes.
En el ámbito teatral, sin embargo, Rivera asegura que las puertas de su casa están abiertas para recibir nuevos alumnos, que deseen aprender de él el talento artístico logrado a lo largo de décadas y que supo enseñar a niños, adultos y no videntes, inculcando sobre todo la firme idea de que todo se puede lograr.
“Cuando un alumno me dice ‘profe no sé si podré’, lo saco de la clase hasta que esté convencido de que si podrá o al menos que lo intentara, porque esa es la actitud que uno debe tener. Hasta el momento nunca he fracasado en nada, porque siempre tuve la convicción de que todo lo que uno se propone lo puede lograr”.
[caption id="attachment_479230" align="aligncenter" width="696"] Practicando lanzamientos[/caption]