Bolivia apuesta por la deforestación y desplaza a la agroforestería
Al menos desde el año 2013, y ahora con un reciente decreto supremo, el gobierno boliviano profundiza su apuesta por la deforestación para la expansión de la ganadería y el modelo agroindustrial, en desmedro de alternativas locales más acordes con la vocación productiva y del suelo de las...



Al menos desde el año 2013, y ahora con un reciente decreto supremo, el gobierno boliviano profundiza su apuesta por la deforestación para la expansión de la ganadería y el modelo agroindustrial, en desmedro de alternativas locales más acordes con la vocación productiva y del suelo de las distintas regiones de Bolivia.
Este mismo mes de julio, los expertos del Centro para la Investigación Internacional Forestal, Syed Ajijur Rahman y del Centro Mundial para la Agroforestería, Roger Leakey, explicaron que la práctica agrícola “altamente amigable con el medio ambiente y la biodiversidad” conocida como agroforestería, cuyos orígenes son “profundamente indígenas”, es practicada ampliamente en el mundo y gana más adeptos.
Sin embargo, en el Estado boliviano la tendencia oficial parece ser la contraria. El más reciente avance en favor de la deforestación para la expansión de la ganadería y el modelo agroindustrial se dio el pasado 9 de julio, cuando el presidente Evo Morales anunció la aprobación de la modificación del Decreto Supremo (DS) 26075 sobre tierras de producción forestal permanente a través de la promulgación de DS 3973.
El nuevo decreto modifica en particular el artículo 5 del anterior, estableciendo que: “En los departamentos de Santa Cruz y Beni se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias que se enmarquen en el manejo integral sustentable de bosques y tierra (...). En ambos departamentos se permite la quema controlada de acuerdo a reglamentación vigente en las áreas clasificadas por el Plan de Uso de Suelo (PLUS) que así lo permitan".
El argumento del gobierno para dicha medida se sustenta en generar mayor crecimiento económico. En palabras del presidente Morales, durante el acto de promulgación del Decreto celebrado en Trinidad, el objetivo es que “Bolivia crezca económicamente, no sólo en base a los recursos naturales no renovables sino también en base al tema agropecuario”, y agregó que en el país "no puede haber departamentos de primera ni de segunda" para el desarrollo, porque "todos tenemos los mismos derechos y deberes".
Minutos después del acto, a través de su cuenta de Twitter, la autoridad agregó: “Otra responsabilidad con #Beni es la construcción de un matadero industrial a través de un acuerdo público y privado. Beni tiene que prepararse para exportar carne directamente a #China".
Expertos ven incoherencias
Al respecto, el investigador del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), Carmelo Peralta, advirtió que “no existe una justificación técnica” que sustente la modificación del DS 26075, además de que “no existe coherencia respecto a cómo el desmonte y/o deforestación de tierras de producción forestal permanente puede ser parte del manejo integral sustentable del bosque, vigente como política de estado en el rubro”.
[caption id="attachment_474469" align="alignnone" width="509"] Nuevo Decreto Supremo legaliza deforestación para ampliar frontera agrícola y ganadera.[/caption]
Según el análisis del experto, para el desmonte se consideran tierras privadas, “pero también a las tierras comunitarias, donde además los pueblos indígena campesinos han desarrollado diversos modelos productivos, en general contrarios a la visión de los ganaderos, la empresa maderera o el agronegocio”.
Distintas investigaciones de CIPCA han mostrado que, en general, estas tierras de carácter colectivo “garantizan el sustento e ingreso familiar que en mucho depende de los recursos del bosque donde se efectúan agricultura de subsistencia, ganadería menor, caza, pesca y recolección”, mientras que, al mismo tiempo, son las que menos deforestan.
Por estas y otras “incoherencias”, el investigador sospecha que la modificación del DS 26075 “es una manera fácil de legalizar la deforestación en estos dos departamentos en los cuales urge la expansión de la agroindustria y así consolidar el corredor agroindustrial que se expande desde Santa Cruz y tiene como horizonte en Beni”, y al mismo tiempo “abrir el candado para que la ganadería se expanda por la demanda actual de carne para el mercado de la China”.
Agroforestería, la alternativa rezagada
La agroforestería “es la práctica de cultivar árboles, arbustos, hierbas y vegetales juntos en un grupo que imita al bosque, o dentro de un bosque ya existente, de manera que cada planta provea a las otras ciertos beneficios como sombra, protección de depredadores, humedad vital y nutrientes”, explica Erik Hoffner, experto del sitio especializado en medio ambiente y conservación, Mongabay.
Esta práctica, considerada como “altamente con el medio ambiente y la biodiversidad”, tiene raíces “profundamente indígenas”, pero se ha expandido a varios países en el mundo y ahora se estima que se aplica en aproximadamente mil millones de hectáreas, “secuestrando más de 45 gigatoneladas de carbono atmosférico”.
A través de la imitación de procesos naturales, o combinándose con estos, se asocian cultivos y frutales con especies nativas, melíferas, medicinales. Este sistema logra una producción diversa en un menor espacio utilizando diferentes estratos productivos en la misma parcela, combinando especies nitrificadoras del suelo con cultivos que necesitan mucha cantidad de este nutriente, logrando producción de mayor calidad (sin uso de agroquímicos) y de mayor cantidad, ahorrando además el agua de riego.
[caption id="attachment_474470" align="aligncenter" width="534"] Miembros de la cooperativa de mujeres Cosagual Lenca, en Honduras, frente a sus plantas de café bajo la sombra de los pinos.[/caption]
Antonella Cordone, especialista en pueblos indígenas del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, considera que los sistemas agroforestales deberían extenderse mucho más en el mundo, ya que pueden ayudar a crear métodos sostenibles e integrados para manejar la agricultura y los ecosistemas de una manera multifuncional.
Por su parte, Syed Ajijur Rahman, consultor del Centro Internacional para la Investigación Forestal en Bogor, Indonesia, concuerda en que, en muchos sentidos, las comunidades saben lo que es mejor: “su familiaridad con su tierra, que les lleva a realizar una cuidadosa selección de lugares para plantar ciertas especies, que, junto con un buen manejo de los árboles, produce elevados niveles de consolidación y crecimiento de las plantas”.
Esta alta productividad se traduce en beneficios en términos de diversificación, cantidad y calidad de la producción, lo que a su vez puede permitir no solo satisfacer necesidades alimentarias para una dieta equilibrada, sino también mejorar la economía familiar y comunal.
[caption id="attachment_474471" align="alignnone" width="545"] Arboles de cacao, banano y otras especies imitan al bosque natural y se benefician mutuamente.[/caption]
En Bolivia, la agroforestería y la producción agroecólógica -esta última basada en abonos orgánicos, rotación de cultivos, combinación estratégica de cultivos, sistemas de riego y microrriego, y otras- son técnicas fomentadas en comunidades indígenas y campesinas a nivel nacional por diferentes instituciones y ONGs.
Ambos métodos reciben escaso apoyo desde el Estado, que está apostando mayormente por la ampliación de la frontera agrícola (monocultivos para exportación y agrocombustibles) y ganadera.
Apuesta por la deforestación
Ya el año 2013, con la Ley 337 de Apoyo a la Producción de Alimentos y Restitución de Bosques, el gobierno boliviano explicitó su intención de aumentar la frontera agrícola de Bolivia de 5,6 millones de hectáreas (ha) a 9 millones de ha hasta el año 2025 (incremento del 60%). Mientras, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y otras organizaciones agroempresariales consideran que Bolivia puede expandir su frontera agrícola a 15 millones de ha en los próximos años.
Desde finales de 2017, con las propuestas presentadas por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) de siete complejos productivos en tierras bajas (ganadero en el Beni, ganadero Chiquitanía-Pantanal, ganadero Chaco, extractivo forestal Amazonía, extractivo forestal Amazónico-Chiquitano, plantaciones comerciales Abayoy y agricultura intensiva), y otras tres áreas exclusivamente para que se amplíe la frontera agropecuaria en el Beni, se mantiene la tendencia.
Según Peralta, investigador de CIPCA, estos planes y propuestas gubernamentales responden a “una visión economicista que no considera los potenciales problemas en materia socioambiental para diferentes grupos que habitan la región”.
Por otra parte, el informe “El estado de los bosques del mundo (SOFO)” de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advierte que la agricultura comercial es la principal generadora de deforestación en América Latina: entre 2000 y 2010 el 70% de la deforestación se dio gracias a la agricultura comercial, afectando especialmente a la Amazonía.
Para el caso de Bolivia, los investigadores Robert Müller (Universidad de Göttingen, Alemania), Daniel Larrea-Alcázar, Saul Cuéllar y Sara Espinoza (los 3 de la Fundación Amigos de la Naturaleza-FAN, Bolivia), evidenciaron que la agricultura mecanizada (producción de soya) fue la principal causa de deforestación en los 90’s.
Pero en el periodo 2000-2010, fue la ganadería la causante de más de la mitad de las 1.820.000 hectáreas de bosques deforestados, la agricultura mecanizada contribuyó con un 30%, mientras que la agricultura de pequeña escala fue responsable del 18%. Con el DS 3973 se da un paso más para avanzar en esta misma dirección.
[caption id="attachment_474472" align="alignright" width="436"] Deforestar para el agronegocio y la ganadería, sin considerar vocaciones productivas locales.[/caption]
No es necesario deforestar para alimentar
Según la directora de la División de Políticas y Recursos Forestales de la FAO, Eva Müller, “la seguridad alimentaria puede lograrse a través de la intensificación agrícola y otras medidas como la protección social, más que con la expansión de las áreas agrícolas a expensas de los bosques”.
La FAO en su informe SOFO mostró que más de 20 países han obtenido éxito desde 1990 al mejorar sus niveles nacionales de seguridad alimentaria y al mismo tiempo mantener o aumentar la cubierta forestal, demostrando que no es necesario talar los bosques para producir más alimentos.
La clave estuvo en: marcos eficaces, tenencia segura de la tierra, medidas para regular los cambios del uso del suelo, incentivos normativos para la agricultura sostenible y la silvicultura, financiación adecuada, y una clara definición de los roles y responsabilidades de los gobiernos y comunidades locales.
En Bolivia, pese a la coexistencia de dos visiones oficiales contrapuestas (ambientalista y agrarista), la tendencia es evidentemente en favor del modelo agroindustrial y ganadero basado en la deforestación.
Al respecto, Peralta afirma que “es importante entender que las tierras comunitarias responden a otra lógica según los diversos modelos locales de desarrollo, si no se toma en cuenta la idiosincrasia indígena y campesina, generalmente estos proyectos ambiciosos a implementar en el ámbito agropecuario no tienen éxito”.
Ejemplo de ello es lo que ocurre actualmente en el norte amazónico de Bolivia, “donde la producción de arroz bajo mecanización, impulsada por diferentes programas de gobierno ha dado como resultado una baja productividad y elevados costos de producción en relación a otras regiones de Bolivia y del continente, lo cual se torna insostenible”, advierte.
Este mismo mes de julio, los expertos del Centro para la Investigación Internacional Forestal, Syed Ajijur Rahman y del Centro Mundial para la Agroforestería, Roger Leakey, explicaron que la práctica agrícola “altamente amigable con el medio ambiente y la biodiversidad” conocida como agroforestería, cuyos orígenes son “profundamente indígenas”, es practicada ampliamente en el mundo y gana más adeptos.
Sin embargo, en el Estado boliviano la tendencia oficial parece ser la contraria. El más reciente avance en favor de la deforestación para la expansión de la ganadería y el modelo agroindustrial se dio el pasado 9 de julio, cuando el presidente Evo Morales anunció la aprobación de la modificación del Decreto Supremo (DS) 26075 sobre tierras de producción forestal permanente a través de la promulgación de DS 3973.
El nuevo decreto modifica en particular el artículo 5 del anterior, estableciendo que: “En los departamentos de Santa Cruz y Beni se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias que se enmarquen en el manejo integral sustentable de bosques y tierra (...). En ambos departamentos se permite la quema controlada de acuerdo a reglamentación vigente en las áreas clasificadas por el Plan de Uso de Suelo (PLUS) que así lo permitan".
El argumento del gobierno para dicha medida se sustenta en generar mayor crecimiento económico. En palabras del presidente Morales, durante el acto de promulgación del Decreto celebrado en Trinidad, el objetivo es que “Bolivia crezca económicamente, no sólo en base a los recursos naturales no renovables sino también en base al tema agropecuario”, y agregó que en el país "no puede haber departamentos de primera ni de segunda" para el desarrollo, porque "todos tenemos los mismos derechos y deberes".
Minutos después del acto, a través de su cuenta de Twitter, la autoridad agregó: “Otra responsabilidad con #Beni es la construcción de un matadero industrial a través de un acuerdo público y privado. Beni tiene que prepararse para exportar carne directamente a #China".
Expertos ven incoherencias
Al respecto, el investigador del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), Carmelo Peralta, advirtió que “no existe una justificación técnica” que sustente la modificación del DS 26075, además de que “no existe coherencia respecto a cómo el desmonte y/o deforestación de tierras de producción forestal permanente puede ser parte del manejo integral sustentable del bosque, vigente como política de estado en el rubro”.
[caption id="attachment_474469" align="alignnone" width="509"] Nuevo Decreto Supremo legaliza deforestación para ampliar frontera agrícola y ganadera.[/caption]
Según el análisis del experto, para el desmonte se consideran tierras privadas, “pero también a las tierras comunitarias, donde además los pueblos indígena campesinos han desarrollado diversos modelos productivos, en general contrarios a la visión de los ganaderos, la empresa maderera o el agronegocio”.
Distintas investigaciones de CIPCA han mostrado que, en general, estas tierras de carácter colectivo “garantizan el sustento e ingreso familiar que en mucho depende de los recursos del bosque donde se efectúan agricultura de subsistencia, ganadería menor, caza, pesca y recolección”, mientras que, al mismo tiempo, son las que menos deforestan.
Por estas y otras “incoherencias”, el investigador sospecha que la modificación del DS 26075 “es una manera fácil de legalizar la deforestación en estos dos departamentos en los cuales urge la expansión de la agroindustria y así consolidar el corredor agroindustrial que se expande desde Santa Cruz y tiene como horizonte en Beni”, y al mismo tiempo “abrir el candado para que la ganadería se expanda por la demanda actual de carne para el mercado de la China”.
Agroforestería, la alternativa rezagada
La agroforestería “es la práctica de cultivar árboles, arbustos, hierbas y vegetales juntos en un grupo que imita al bosque, o dentro de un bosque ya existente, de manera que cada planta provea a las otras ciertos beneficios como sombra, protección de depredadores, humedad vital y nutrientes”, explica Erik Hoffner, experto del sitio especializado en medio ambiente y conservación, Mongabay.
Esta práctica, considerada como “altamente con el medio ambiente y la biodiversidad”, tiene raíces “profundamente indígenas”, pero se ha expandido a varios países en el mundo y ahora se estima que se aplica en aproximadamente mil millones de hectáreas, “secuestrando más de 45 gigatoneladas de carbono atmosférico”.
A través de la imitación de procesos naturales, o combinándose con estos, se asocian cultivos y frutales con especies nativas, melíferas, medicinales. Este sistema logra una producción diversa en un menor espacio utilizando diferentes estratos productivos en la misma parcela, combinando especies nitrificadoras del suelo con cultivos que necesitan mucha cantidad de este nutriente, logrando producción de mayor calidad (sin uso de agroquímicos) y de mayor cantidad, ahorrando además el agua de riego.
[caption id="attachment_474470" align="aligncenter" width="534"] Miembros de la cooperativa de mujeres Cosagual Lenca, en Honduras, frente a sus plantas de café bajo la sombra de los pinos.[/caption]
Antonella Cordone, especialista en pueblos indígenas del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, considera que los sistemas agroforestales deberían extenderse mucho más en el mundo, ya que pueden ayudar a crear métodos sostenibles e integrados para manejar la agricultura y los ecosistemas de una manera multifuncional.
Por su parte, Syed Ajijur Rahman, consultor del Centro Internacional para la Investigación Forestal en Bogor, Indonesia, concuerda en que, en muchos sentidos, las comunidades saben lo que es mejor: “su familiaridad con su tierra, que les lleva a realizar una cuidadosa selección de lugares para plantar ciertas especies, que, junto con un buen manejo de los árboles, produce elevados niveles de consolidación y crecimiento de las plantas”.
Esta alta productividad se traduce en beneficios en términos de diversificación, cantidad y calidad de la producción, lo que a su vez puede permitir no solo satisfacer necesidades alimentarias para una dieta equilibrada, sino también mejorar la economía familiar y comunal.
[caption id="attachment_474471" align="alignnone" width="545"] Arboles de cacao, banano y otras especies imitan al bosque natural y se benefician mutuamente.[/caption]
En Bolivia, la agroforestería y la producción agroecólógica -esta última basada en abonos orgánicos, rotación de cultivos, combinación estratégica de cultivos, sistemas de riego y microrriego, y otras- son técnicas fomentadas en comunidades indígenas y campesinas a nivel nacional por diferentes instituciones y ONGs.
Ambos métodos reciben escaso apoyo desde el Estado, que está apostando mayormente por la ampliación de la frontera agrícola (monocultivos para exportación y agrocombustibles) y ganadera.
Apuesta por la deforestación
Ya el año 2013, con la Ley 337 de Apoyo a la Producción de Alimentos y Restitución de Bosques, el gobierno boliviano explicitó su intención de aumentar la frontera agrícola de Bolivia de 5,6 millones de hectáreas (ha) a 9 millones de ha hasta el año 2025 (incremento del 60%). Mientras, la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y otras organizaciones agroempresariales consideran que Bolivia puede expandir su frontera agrícola a 15 millones de ha en los próximos años.
Desde finales de 2017, con las propuestas presentadas por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) de siete complejos productivos en tierras bajas (ganadero en el Beni, ganadero Chiquitanía-Pantanal, ganadero Chaco, extractivo forestal Amazonía, extractivo forestal Amazónico-Chiquitano, plantaciones comerciales Abayoy y agricultura intensiva), y otras tres áreas exclusivamente para que se amplíe la frontera agropecuaria en el Beni, se mantiene la tendencia.
Según Peralta, investigador de CIPCA, estos planes y propuestas gubernamentales responden a “una visión economicista que no considera los potenciales problemas en materia socioambiental para diferentes grupos que habitan la región”.
Por otra parte, el informe “El estado de los bosques del mundo (SOFO)” de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advierte que la agricultura comercial es la principal generadora de deforestación en América Latina: entre 2000 y 2010 el 70% de la deforestación se dio gracias a la agricultura comercial, afectando especialmente a la Amazonía.
Para el caso de Bolivia, los investigadores Robert Müller (Universidad de Göttingen, Alemania), Daniel Larrea-Alcázar, Saul Cuéllar y Sara Espinoza (los 3 de la Fundación Amigos de la Naturaleza-FAN, Bolivia), evidenciaron que la agricultura mecanizada (producción de soya) fue la principal causa de deforestación en los 90’s.
Pero en el periodo 2000-2010, fue la ganadería la causante de más de la mitad de las 1.820.000 hectáreas de bosques deforestados, la agricultura mecanizada contribuyó con un 30%, mientras que la agricultura de pequeña escala fue responsable del 18%. Con el DS 3973 se da un paso más para avanzar en esta misma dirección.
[caption id="attachment_474472" align="alignright" width="436"] Deforestar para el agronegocio y la ganadería, sin considerar vocaciones productivas locales.[/caption]
No es necesario deforestar para alimentar
Según la directora de la División de Políticas y Recursos Forestales de la FAO, Eva Müller, “la seguridad alimentaria puede lograrse a través de la intensificación agrícola y otras medidas como la protección social, más que con la expansión de las áreas agrícolas a expensas de los bosques”.
La FAO en su informe SOFO mostró que más de 20 países han obtenido éxito desde 1990 al mejorar sus niveles nacionales de seguridad alimentaria y al mismo tiempo mantener o aumentar la cubierta forestal, demostrando que no es necesario talar los bosques para producir más alimentos.
La clave estuvo en: marcos eficaces, tenencia segura de la tierra, medidas para regular los cambios del uso del suelo, incentivos normativos para la agricultura sostenible y la silvicultura, financiación adecuada, y una clara definición de los roles y responsabilidades de los gobiernos y comunidades locales.
En Bolivia, pese a la coexistencia de dos visiones oficiales contrapuestas (ambientalista y agrarista), la tendencia es evidentemente en favor del modelo agroindustrial y ganadero basado en la deforestación.
Al respecto, Peralta afirma que “es importante entender que las tierras comunitarias responden a otra lógica según los diversos modelos locales de desarrollo, si no se toma en cuenta la idiosincrasia indígena y campesina, generalmente estos proyectos ambiciosos a implementar en el ámbito agropecuario no tienen éxito”.
Ejemplo de ello es lo que ocurre actualmente en el norte amazónico de Bolivia, “donde la producción de arroz bajo mecanización, impulsada por diferentes programas de gobierno ha dado como resultado una baja productividad y elevados costos de producción en relación a otras regiones de Bolivia y del continente, lo cual se torna insostenible”, advierte.