Un punto final, el desafío de romper el oscuro círculo de la violencia
El mismo día que escuchó la sentencia para el abusador de su hija, Angélica, entre sollozos y aún sentimientos de culpa, dio a las madres familia un consejo: “Yo digo a todas las mamás: No confíen en nadie. Nunca dejen solos a sus hijos, nunca. Y no sean violentos con sus hijos, por eso...



El mismo día que escuchó la sentencia para el abusador de su hija, Angélica, entre sollozos y aún sentimientos de culpa, dio a las madres familia un consejo: “Yo digo a todas las mamás: No confíen en nadie. Nunca dejen solos a sus hijos, nunca. Y no sean violentos con sus hijos, por eso es que ellos no hablan y se callan”.
Angélica (nombre ficticio para resguardar su identidad) fue víctima de abusos sexuales y físicos y, ahora, es madre de una joven que también fue víctima de violación.
El abusador de su hija resultó ser un familiar suyo, hijo de su propia madre: su hermanastro.
-Yo lo denuncié, y mi mamá se vino contra mí.
Además de ser una víctima de violencia y que su hija fue vejada, Angélica tuvo que soportar que su propia madre le diera la espalda cuando inició el proceso penal contra el abusador.
-Cuando yo denuncié al hijo de mi madre, ella me inició un juicio falsificando mis firmas.
Abusos sexuales contra ella, violaciones, golpes, vejaciones sexuales cometidos contra su hija, amenazas… no fueron el único vía crucis.
Angélica también tuvo que vivir el tormento que por sí mismo representa la justicia boliviana para muchas víctimas de abusos. El caso estuvo a punto de quedar en nada, pero al final el abusador fue condenado.
-Le dieron quince años.
La sentencia, cerraba así, un capítulo más de un largo círculo de abusos cometidos dentro del seno familiar.
Angélica, pese a todo lo vivido, se levanta de nuevo. Y aunque sufre extrañas enfermedades que la están dejando sin el sentido de la vista, ella no se rinde: logró salir adelante, tener una profesión y escribirá un libro con todas sus experiencias. Dice estar agradecida a Dios. Y da señales de no guardar resentimientos:
-A pesar de todo bendigo a mi madre.
El desafío
Está demostrado estadísticamente que las mujeres son las más vulnerables cuando se habla de violencia, y las denuncias así lo demuestran. Niños y adultos de la tercera edad completan el escalafón de uno de los flagelos que afecta a la sociedad. Muchas veces esto se da de manera silenciosa, situación que dificulta visualizar y solucionar el problema.
Lo que sucede, es que la agresión es utilizada por los hombres a fin de mantener una relación de discriminación, desigualdad y de poder. Dicho estado de tensión se manifiesta a través de agresiones físicas, sexuales, verbales y psicológicas, perpetradas generalmente dentro del ámbito familiar.
Pero cuando nadie interviene en una situación como esta, la misma se cronifica y se vuelve en algo difícil de revertir. Silvina Bentivegna, abogada explica la violencia es un tema álgido en el cual se produce un daño real o potencial para la salud, el desarrollo y la dignidad de la persona que lo sufre, de allí la importancia de combatirla a tiempo.
Es importante recalcar que este carácter de circularidad en el que se desarrolla la violencia está constituido por tres etapas en donde las interacciones violentas dentro de la pareja están vinculadas con un incremento de la tensión en las relaciones de poder establecidas.
Durante el ciclo intercambios son cada vez más tensos y allí es cuando emerge la violencia física. En el caso de las parejas “El golpe del él debe ser visto como un acto de impotencia más que como una demostración de fuerza, ya que cuando no logra cumplir con las expectativas, siente que pierde el poder frente a ella”, explicó la especialista.
En las primeras fases del círculo de la violencia no hay una violencia física, sin una previa y paralela violencia psicológica. “Cuando el hombre le pide perdón, la mujer vuelve a confiar en él y deja sin efecto la exposición realizada en el juzgado. Éste es el momento en donde esta situación se transforma en algo habitual y se naturaliza. Esto demuestra que la violencia es crónica, porque va sucediendo de manera circular”.
La violencia cíclica en la pareja
Entre sus muchas modalidades, la violencia contra las mujeres se manifiesta a nivel físico, sexual, emocional y económico. Las formas de violencia más comunes incluyen la violencia doméstica y violencia dentro de la pareja, violencia sexual (incluyendo la violación), acoso sexual y violencia emocional/psicológica.
En todos estos casos, la violencia contra las mujeres tiende a presentarse de forma cíclica, intercalando periodos de calma y afecto hasta situaciones que puedan poner en peligro la vida. Muchos sociólogos coinciden en que este círculo tiene tres fases: de tensión, de golpe y de luna de miel. Tal dinámica advierte el establecimiento de un vínculo de dependencia emocional y posesión difícil de romper, tanto para el agresor como para la víctima.
La investigadora estadounidense Leonore Walker, quien describió en 1979 el círculo de la violencia, trabajó en un refugio para mujeres maltratadas y observó que muchas mujeres describían patrones similares en el proceso de maltrato y que éste tenía una forma cíclica.
Al analizar el círculo de la violencia se puede responder a ciertas preguntas: ¿Por qué la mujer agredida no deja a su agresor? ¿Por qué no denuncia la agresión? ¿Por qué si se atreve a denunciar (en la mayoría de los casos) retira la denuncia? ¿Qué sienten las mujeres agredidas en cada fase?
Incluso se dan casos en los que puede llegar a hacer creer a la víctima que la fase de violencia se ha dado como consecuencia de una actitud de ella, que ella la ha provocado. Con estas manipulaciones el agresor conseguirá hacer creer a su pareja que “no ha sido para tanto”, que “sólo ha sido una pelea de nada”, verá la parte cariñosa de él.
La mujer que desea el cambio, suele confiar en estas palabras y en estas “muestra
s de amor”, creyendo que podrá ayudarle a cambiar y entonces ingresa a la fase de luna de miel, donde ya no denuncia y continúa en el círculo.
Fases del ciclo de violencia
Fase I: “De acumulación de tensión”
Aquí se dan pequeños episodios que llevan a roces permanentes entre los miembros de una pareja, con un incremento constante de ansiedad y de hostilidad. Esta fase puede durar años, por eso, si la víctima busca ayuda se puede prevenir la irrupción de la fase aguda o del golpe.
Fase II: “Del Golpe”
Esta es la etapa en donde la mujer, frente al golpe, lleva a cabo la denuncia judicial. La violencia física se convierte en un detonador y es por eso que intenta poner fin a esta crisis.
Fase III: “De idealización o luna de miel”
Finalmente se produce el arrepentimiento por parte de él. La mujer lo perdona y vuelve a creer en su pareja debido a su escasa capacidad de poner en palabras lo que siente y piensa. En ésta fase, él demuestra su arrepentimiento y suele hacerle regalos para que ella vea que es el hombre del cual se enamoró. Frente a tal comportamiento, la mujer deja sin efecto la denuncia.
Angélica (nombre ficticio para resguardar su identidad) fue víctima de abusos sexuales y físicos y, ahora, es madre de una joven que también fue víctima de violación.
El abusador de su hija resultó ser un familiar suyo, hijo de su propia madre: su hermanastro.
-Yo lo denuncié, y mi mamá se vino contra mí.
Además de ser una víctima de violencia y que su hija fue vejada, Angélica tuvo que soportar que su propia madre le diera la espalda cuando inició el proceso penal contra el abusador.
-Cuando yo denuncié al hijo de mi madre, ella me inició un juicio falsificando mis firmas.
Abusos sexuales contra ella, violaciones, golpes, vejaciones sexuales cometidos contra su hija, amenazas… no fueron el único vía crucis.
Angélica también tuvo que vivir el tormento que por sí mismo representa la justicia boliviana para muchas víctimas de abusos. El caso estuvo a punto de quedar en nada, pero al final el abusador fue condenado.
-Le dieron quince años.
La sentencia, cerraba así, un capítulo más de un largo círculo de abusos cometidos dentro del seno familiar.
Angélica, pese a todo lo vivido, se levanta de nuevo. Y aunque sufre extrañas enfermedades que la están dejando sin el sentido de la vista, ella no se rinde: logró salir adelante, tener una profesión y escribirá un libro con todas sus experiencias. Dice estar agradecida a Dios. Y da señales de no guardar resentimientos:
-A pesar de todo bendigo a mi madre.
El desafío
Está demostrado estadísticamente que las mujeres son las más vulnerables cuando se habla de violencia, y las denuncias así lo demuestran. Niños y adultos de la tercera edad completan el escalafón de uno de los flagelos que afecta a la sociedad. Muchas veces esto se da de manera silenciosa, situación que dificulta visualizar y solucionar el problema.
Lo que sucede, es que la agresión es utilizada por los hombres a fin de mantener una relación de discriminación, desigualdad y de poder. Dicho estado de tensión se manifiesta a través de agresiones físicas, sexuales, verbales y psicológicas, perpetradas generalmente dentro del ámbito familiar.
Pero cuando nadie interviene en una situación como esta, la misma se cronifica y se vuelve en algo difícil de revertir. Silvina Bentivegna, abogada explica la violencia es un tema álgido en el cual se produce un daño real o potencial para la salud, el desarrollo y la dignidad de la persona que lo sufre, de allí la importancia de combatirla a tiempo.
Es importante recalcar que este carácter de circularidad en el que se desarrolla la violencia está constituido por tres etapas en donde las interacciones violentas dentro de la pareja están vinculadas con un incremento de la tensión en las relaciones de poder establecidas.
Durante el ciclo intercambios son cada vez más tensos y allí es cuando emerge la violencia física. En el caso de las parejas “El golpe del él debe ser visto como un acto de impotencia más que como una demostración de fuerza, ya que cuando no logra cumplir con las expectativas, siente que pierde el poder frente a ella”, explicó la especialista.
En las primeras fases del círculo de la violencia no hay una violencia física, sin una previa y paralela violencia psicológica. “Cuando el hombre le pide perdón, la mujer vuelve a confiar en él y deja sin efecto la exposición realizada en el juzgado. Éste es el momento en donde esta situación se transforma en algo habitual y se naturaliza. Esto demuestra que la violencia es crónica, porque va sucediendo de manera circular”.
La violencia cíclica en la pareja
Entre sus muchas modalidades, la violencia contra las mujeres se manifiesta a nivel físico, sexual, emocional y económico. Las formas de violencia más comunes incluyen la violencia doméstica y violencia dentro de la pareja, violencia sexual (incluyendo la violación), acoso sexual y violencia emocional/psicológica.
En todos estos casos, la violencia contra las mujeres tiende a presentarse de forma cíclica, intercalando periodos de calma y afecto hasta situaciones que puedan poner en peligro la vida. Muchos sociólogos coinciden en que este círculo tiene tres fases: de tensión, de golpe y de luna de miel. Tal dinámica advierte el establecimiento de un vínculo de dependencia emocional y posesión difícil de romper, tanto para el agresor como para la víctima.
La investigadora estadounidense Leonore Walker, quien describió en 1979 el círculo de la violencia, trabajó en un refugio para mujeres maltratadas y observó que muchas mujeres describían patrones similares en el proceso de maltrato y que éste tenía una forma cíclica.
Al analizar el círculo de la violencia se puede responder a ciertas preguntas: ¿Por qué la mujer agredida no deja a su agresor? ¿Por qué no denuncia la agresión? ¿Por qué si se atreve a denunciar (en la mayoría de los casos) retira la denuncia? ¿Qué sienten las mujeres agredidas en cada fase?
Incluso se dan casos en los que puede llegar a hacer creer a la víctima que la fase de violencia se ha dado como consecuencia de una actitud de ella, que ella la ha provocado. Con estas manipulaciones el agresor conseguirá hacer creer a su pareja que “no ha sido para tanto”, que “sólo ha sido una pelea de nada”, verá la parte cariñosa de él.
La mujer que desea el cambio, suele confiar en estas palabras y en estas “muestra
s de amor”, creyendo que podrá ayudarle a cambiar y entonces ingresa a la fase de luna de miel, donde ya no denuncia y continúa en el círculo.
Fases del ciclo de violencia
Fase I: “De acumulación de tensión”
Aquí se dan pequeños episodios que llevan a roces permanentes entre los miembros de una pareja, con un incremento constante de ansiedad y de hostilidad. Esta fase puede durar años, por eso, si la víctima busca ayuda se puede prevenir la irrupción de la fase aguda o del golpe.
Fase II: “Del Golpe”
Esta es la etapa en donde la mujer, frente al golpe, lleva a cabo la denuncia judicial. La violencia física se convierte en un detonador y es por eso que intenta poner fin a esta crisis.
Fase III: “De idealización o luna de miel”
Finalmente se produce el arrepentimiento por parte de él. La mujer lo perdona y vuelve a creer en su pareja debido a su escasa capacidad de poner en palabras lo que siente y piensa. En ésta fase, él demuestra su arrepentimiento y suele hacerle regalos para que ella vea que es el hombre del cual se enamoró. Frente a tal comportamiento, la mujer deja sin efecto la denuncia.