Los niños invisibles, que habitan las calles de Tarija
Rodrigo tiene diez años, desde que tenía ocho se dedica a limpiar parabrisas de los autos y los fines de semana a lavar vehículos en la feria de Villa Fátima. De sus padres no quiere escuchar, ya que aunque dice que fueron buenos le queda la rabia, “Mucho tomaban”, dice y revela que ese...



Rodrigo tiene diez años, desde que tenía ocho se dedica a limpiar parabrisas de los autos y los fines de semana a lavar vehículos en la feria de Villa Fátima. De sus padres no quiere escuchar, ya que aunque dice que fueron buenos le queda la rabia, “Mucho tomaban”, dice y revela que ese fue el motivo por el que decidió salirse de casa.
Si le preguntas si tiene amigos responde que sí, y son los chiquillos que venden globos con helio en la plaza Luis de Fuentes. Muchos autos pasan por su lado, a algunos choferes logra convencer, a muchos no. “Me lo ensucias peor”, dice uno que se va con el ceño fruncido.
Rodrigo siempre está en la avenida Víctor Paz poco antes de llegar al parque Temático. Hablar de infancia con él y de juegos suena hasta cruel, así que sólo le preguntamos si tiene tiempos libres y qué hace en ellos.
Con un brillo en los ojos cuenta que en sus momentos libres patea una vieja pelota que le regaló un tío que un día llegó a su casa a visitarlos, de su nombre no se acuerda. Al terminar la frase ya ha sacado su balón de una pequeña mochila desgastada que lleva en la espalda.
[caption id="attachment_11163" align="alignleft" width="269"] Niños trabajando[/caption]
Pero mientras Rodrigo limpia parabrisas en San Blas, Felicidad de diez años, amasa una amalgama de arcilla con los pies desnudos. Vive con su familia en una casa de adobe, a la que volvieron luego de dos años, debido a que en el 2014 se fueron a probar suerte a Argentina, donde “no hubo nada bueno”, dice la niña con voz cansada.
Junto a sus padres duerme en una cama de plaza y media, posee un horno de barro para cocer los ladrillos, una mesa, dos ollas oscurecidas por el hollín, algunas frazadas y una radio que a momentos les hace olvidar la pobreza. De muñecas ni hablar, la misión de Felicidad es ayudar a sus padres en el trabajo de hacer ladrillos chapacos.
Sin embargo, las historias no terminan aquí. Juana es niñera, cuida a dos niñas, una de un año y otra de tres. Ha aprendido el oficio mejor que la misma madre de las menores. Trabaja desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Dice que trabajar para ella no es problema, pues su madre fue empleada doméstica desde sus doce años, edad que ella tiene ahora.
Más allá…en el mercado Campesino, Lucho de trece años gana 40 bolivianos a la semana. A cambio trabaja los 365 días del año, ocho horas diarias. A veces lavando parabrisas y otras veces haciendo de cargador. Está acostumbrado a soportar el enojo de los choferes a quienes les ha lavado el parabrisas sin que se lo pidan. Aguanta también los gritos de las amas de casa cuando una bolsa resbala de su espalda.
Pero ¿por qué un niño está cargando bolsas en vez de jugando al fútbol con amigos en el recreo del colegio? Lucho dice que del estudio no se habla en su casa, ya que “debe ayudar a su madre” que ha quedado sola, luego del abandono de su padre.
Como estos cuatro niños, muchos otros, en vez de llevar en la espalda una mochila escolar llevan un emplomado pico o una bolsa llena de papas. No dicen “me voy a la escuela” sino “Me voy a trabajar” y a cambio de notas anuales llevan un sueldo mensual a casa.
Así, mientras ellos trabajan y pasan el mayor tiempo de su vida en las frías calles, los niños de clase media alta asisten al colegio, aprenden inglés, escogen un pasatiempo como fútbol o ballet y además tienen vacaciones. Los niños invisibles no, ellos deben trabajar para sobrevivir y son ignorados a diario.
En Bolivia existen más de 100 mil niñas y niños trabajadores de entre siete y 12 años, según el Censo Nacional de 2012. Otros 289 mil son adolescentes entre 12 y 17 años, haciendo un total de 391.000 menores de 17 años que trabajan, muchas veces en oficios peligrosos, como ladrilleras, en obras de construcción e incluso en interior mina.
[caption id="attachment_30529" align="aligncenter" width="620"] Imagen ilustrativa/Erbol[/caption]
Concentrados en más de quince rubros
Trabajar es normal para muchos niños de Tarija, más aún cuando los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la población económicamente activa para el Censo 2012 arrojan un total de 8.053, más del triple que los estimados manejados hasta el momento por las instituciones públicas encargadas de esta problemática.
Estos menores tienen edades que oscilan entre los 10 a 18 años. Mientras que no se debe dejar de lado que existen niños de 5 a 10 que también ejercen trabajos, pero que no están considerados en los datos del Censo. Esto representa un ocho por ciento del total de la población económicamente activa del municipio, un 22,5 por ciento de la población total infantil dentro de estos rangos de edad y aproximadamente un cinco por ciento de la población total.
Estos menores, en Tarija, están distribuidos en diferentes rubros como: ayudante de albañil, ama de casa, artista, ayuda familiar, cargador, chofer, empleada doméstica, impulsadora, mozo, niñera, obrero, repartidor de soda, técnico, vendedor callejero, venta de comidas y venta en puesto fijo.
[caption id="attachment_11450" align="aligncenter" width="696"] Niños trabajadores/ El País[/caption]
Datos y normativa sobre el problema
La normativa en Bolivia que regula y protege el trabajo infantil se basa en la Ley N° 548, se trata del nuevo Código Niña, Niño y Adolescente promulgado el mes de julio de 2014. La norma mantenía que la edad mínima para el trabajo adolescente era de 14 años de edad, pero se permitía “excepcionalmente” el trabajo infantil desde los 10 años.
Esto contravenía la Constitución Política del Estado y los acuerdos internacionales suscritos por el país. Finalmente, en un fallo el Tribunal Constitucional dictaminó que el artículo 129 del Código Niño Niña Adolescente es inconstitucional debido a esa causa.
Pero a pesar de las normas los menores trabajan y lo hacen porque de lo contrario no tendría qué comer. Los niños y adolescentes trabajadores constituyen un 8% del total de la población económicamente activa del municipio y un 22,5% de la población total infantil dentro de estos rangos de edad, constituyéndose aproximadamente en un 5% de la población total.L
En el área urbana de Cercado, según los datos recogidos son 120 niñas y niños trabajadores. El 90 % de los niños trabajan por necesidad, y el 80 % ayudan a su familia.
El trabajo de los Niños en Tarija
Niños zafreros
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por las condiciones en las que se produce la participación de niños, niñas y adolescentes, la zafra de caña de azúcar está considerada una de las peores formas de trabajo infantil.
Los limpiaparabrisas
Los niños que trabajan como limpiaparabrisas son jóvenes que hacen su vida en la calle, tanto de día como de noche, duermen en algún punto de la ciudad. Cada día sacan entre 25 a 30 bolivianos, con eso se reabastecen para el otro día.
Recicladores de basura
Al margen de la situación de penuria y de la contaminación que significa el vertedero para niños que recolectan desperdicios, el calor y las altas temperaturas que genera la propia descomposición de la basura intensifica el olor que afecta a los niños y a las casas cercanas.
[gallery size="large" ids="269791,269790,269788"]
Si le preguntas si tiene amigos responde que sí, y son los chiquillos que venden globos con helio en la plaza Luis de Fuentes. Muchos autos pasan por su lado, a algunos choferes logra convencer, a muchos no. “Me lo ensucias peor”, dice uno que se va con el ceño fruncido.
Rodrigo siempre está en la avenida Víctor Paz poco antes de llegar al parque Temático. Hablar de infancia con él y de juegos suena hasta cruel, así que sólo le preguntamos si tiene tiempos libres y qué hace en ellos.
Con un brillo en los ojos cuenta que en sus momentos libres patea una vieja pelota que le regaló un tío que un día llegó a su casa a visitarlos, de su nombre no se acuerda. Al terminar la frase ya ha sacado su balón de una pequeña mochila desgastada que lleva en la espalda.
[caption id="attachment_11163" align="alignleft" width="269"] Niños trabajando[/caption]
Pero mientras Rodrigo limpia parabrisas en San Blas, Felicidad de diez años, amasa una amalgama de arcilla con los pies desnudos. Vive con su familia en una casa de adobe, a la que volvieron luego de dos años, debido a que en el 2014 se fueron a probar suerte a Argentina, donde “no hubo nada bueno”, dice la niña con voz cansada.
Junto a sus padres duerme en una cama de plaza y media, posee un horno de barro para cocer los ladrillos, una mesa, dos ollas oscurecidas por el hollín, algunas frazadas y una radio que a momentos les hace olvidar la pobreza. De muñecas ni hablar, la misión de Felicidad es ayudar a sus padres en el trabajo de hacer ladrillos chapacos.
Sin embargo, las historias no terminan aquí. Juana es niñera, cuida a dos niñas, una de un año y otra de tres. Ha aprendido el oficio mejor que la misma madre de las menores. Trabaja desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Dice que trabajar para ella no es problema, pues su madre fue empleada doméstica desde sus doce años, edad que ella tiene ahora.
Más allá…en el mercado Campesino, Lucho de trece años gana 40 bolivianos a la semana. A cambio trabaja los 365 días del año, ocho horas diarias. A veces lavando parabrisas y otras veces haciendo de cargador. Está acostumbrado a soportar el enojo de los choferes a quienes les ha lavado el parabrisas sin que se lo pidan. Aguanta también los gritos de las amas de casa cuando una bolsa resbala de su espalda.
Pero ¿por qué un niño está cargando bolsas en vez de jugando al fútbol con amigos en el recreo del colegio? Lucho dice que del estudio no se habla en su casa, ya que “debe ayudar a su madre” que ha quedado sola, luego del abandono de su padre.
Como estos cuatro niños, muchos otros, en vez de llevar en la espalda una mochila escolar llevan un emplomado pico o una bolsa llena de papas. No dicen “me voy a la escuela” sino “Me voy a trabajar” y a cambio de notas anuales llevan un sueldo mensual a casa.
Así, mientras ellos trabajan y pasan el mayor tiempo de su vida en las frías calles, los niños de clase media alta asisten al colegio, aprenden inglés, escogen un pasatiempo como fútbol o ballet y además tienen vacaciones. Los niños invisibles no, ellos deben trabajar para sobrevivir y son ignorados a diario.
En Bolivia existen más de 100 mil niñas y niños trabajadores de entre siete y 12 años, según el Censo Nacional de 2012. Otros 289 mil son adolescentes entre 12 y 17 años, haciendo un total de 391.000 menores de 17 años que trabajan, muchas veces en oficios peligrosos, como ladrilleras, en obras de construcción e incluso en interior mina.
[caption id="attachment_30529" align="aligncenter" width="620"] Imagen ilustrativa/Erbol[/caption]
Concentrados en más de quince rubros
Trabajar es normal para muchos niños de Tarija, más aún cuando los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la población económicamente activa para el Censo 2012 arrojan un total de 8.053, más del triple que los estimados manejados hasta el momento por las instituciones públicas encargadas de esta problemática.
Estos menores tienen edades que oscilan entre los 10 a 18 años. Mientras que no se debe dejar de lado que existen niños de 5 a 10 que también ejercen trabajos, pero que no están considerados en los datos del Censo. Esto representa un ocho por ciento del total de la población económicamente activa del municipio, un 22,5 por ciento de la población total infantil dentro de estos rangos de edad y aproximadamente un cinco por ciento de la población total.
Estos menores, en Tarija, están distribuidos en diferentes rubros como: ayudante de albañil, ama de casa, artista, ayuda familiar, cargador, chofer, empleada doméstica, impulsadora, mozo, niñera, obrero, repartidor de soda, técnico, vendedor callejero, venta de comidas y venta en puesto fijo.
[caption id="attachment_11450" align="aligncenter" width="696"] Niños trabajadores/ El País[/caption]
Datos y normativa sobre el problema
La normativa en Bolivia que regula y protege el trabajo infantil se basa en la Ley N° 548, se trata del nuevo Código Niña, Niño y Adolescente promulgado el mes de julio de 2014. La norma mantenía que la edad mínima para el trabajo adolescente era de 14 años de edad, pero se permitía “excepcionalmente” el trabajo infantil desde los 10 años.
Esto contravenía la Constitución Política del Estado y los acuerdos internacionales suscritos por el país. Finalmente, en un fallo el Tribunal Constitucional dictaminó que el artículo 129 del Código Niño Niña Adolescente es inconstitucional debido a esa causa.
Pero a pesar de las normas los menores trabajan y lo hacen porque de lo contrario no tendría qué comer. Los niños y adolescentes trabajadores constituyen un 8% del total de la población económicamente activa del municipio y un 22,5% de la población total infantil dentro de estos rangos de edad, constituyéndose aproximadamente en un 5% de la población total.L
En el área urbana de Cercado, según los datos recogidos son 120 niñas y niños trabajadores. El 90 % de los niños trabajan por necesidad, y el 80 % ayudan a su familia.
El trabajo de los Niños en Tarija
Niños zafreros
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por las condiciones en las que se produce la participación de niños, niñas y adolescentes, la zafra de caña de azúcar está considerada una de las peores formas de trabajo infantil.
Los limpiaparabrisas
Los niños que trabajan como limpiaparabrisas son jóvenes que hacen su vida en la calle, tanto de día como de noche, duermen en algún punto de la ciudad. Cada día sacan entre 25 a 30 bolivianos, con eso se reabastecen para el otro día.
Recicladores de basura
Al margen de la situación de penuria y de la contaminación que significa el vertedero para niños que recolectan desperdicios, el calor y las altas temperaturas que genera la propia descomposición de la basura intensifica el olor que afecta a los niños y a las casas cercanas.
[gallery size="large" ids="269791,269790,269788"]