Los años mozos de un Guadalquivir navegable
Al finalizar el año cuando llegaba el verano los campos de Tarija reverdecían y los ríos cristalinos rebalsaban. Entonces era cuando la gente aprovechaba para ir al campo a pasar momentos agradables con sus niños y su familia. Unos optaban como ahora por ir a almorzar a lugares como...



Al finalizar el año cuando llegaba el verano los campos de Tarija reverdecían y los ríos cristalinos rebalsaban. Entonces era cuando la gente aprovechaba para ir al campo a pasar momentos agradables con sus niños y su familia. Unos optaban como ahora por ir a almorzar a lugares como Erquis, Paicho, El Rancho, pero muchos otros por hacer una parrillada o llevarse comida para disfrutar al borde del Guadalquivir. José Suárez de 70 años cuenta que años antes el Guadalquivir era navegable. Pues su margen era superior a los 150 metros. “Los chicos navegaban en pequeñas barcas de madera”, cuenta. En pleno verano la capital chapaca recuerda una antigua tradición cuando de refrescarse se trata. Muchos rememoran las hermosas pozas, que formaba el río Guadalquivir y las aventuras que vivieron en ellas Hoy bañarse en estas pozas ya no es posible, debido a la contaminación que ha dañado al río grande, pero aún quedan lugares en los que es posible continuar esta tradición. Carlos Casanova, profesor de natación, recuerda que cuando el Guadalquivir estaba en su época “moza” iba con sus amigos a la poza del sketing (donde es el Parque de los Changuitos), a la poza del puente San Martín o a la poza de Aranjuez. “En el sketing había una poza bárbara y era bastante concurrida porque tenía una particularidad: era llena de arena y por lo menos en quince metros cuadrados tenía la misma profundidad”, detalla. La otra poza era la del puente San Martín, detrás del colegio. Cuenta que ahí los más intrépidos saltaban desde los sauces o desde el puente, cuando llegaba el río. Pero también dice que estaban las otras pozas de Aranjuez, como la poza de los “Callejones” o la de los “Coalcitos”, donde se tenía agua en por lo menos 20 metros con piso de arena. “El agua era calma y gustaba mucho a todos los tarijeños. Empero, los accidentes no estaban ausentes”, concluye. Las pozas actuales A pesar de la contaminación del río Guadalquivir en un recorrido por la campiña chapaca podemos encontrar, en medio de atractivos paisajes, zonas cuyo principal encanto son sus pozas y cascadas de agua, las cuales invitan a hacer un día de campo en el cual caminar, practicar algún deporte, disfrutar de una buena parrillada y más tarde nadar, o simplemente zambullirse en el agua fresca. Empezando por el norte nos encontramos con lugares como Tomatas Grande, donde el río –a la altura del puente- es muy visitado por familias o grupos de amigos para hacer un día de campo. Siguiendo el curso del río está El sausal, un complejo turístico con una poza natural de agua que semeja a una pequeña piscina cubierta por laja negra. Se trata del mismo río que procede de la serranía y que atraviesa varias comunidades como Corana, Canasmoro o Lajas. Por estos lugares el río corre por detrás de las casas y sembradíos, por lo que en algunos sitios, los vecinos pueden tener su propio trozo de río como balneario privado. Además, en Corana se ha consolidado un espacio turístico en el que se han construido cabañas, señalización y basureros para que la gente que visita el lugar pueda prepararse una parrillada y disfrutar de una poza muy amplia. Su cualidad de destino turístico lo marca un letrero colocado por la comunidad en el que figuran las reglas que deben seguir los visitantes a la hora de hacer uso de las cualidades de la zona. [gallery td_gallery_title_input="Recuerdos del Guadalquivir" td_select_gallery_slide="slide" ids="220944,220943,220948,220949,220950,220941"]