La arquitectura de “ayer y hoy” en la ciudad de Tarija
Aunque las edificaciones de la Tarija colonial han cambiado bastante y la modernidad se ha hecho presente. El centro histórico aún mantiene algunas construcciones que nos transportan al pasado y reflejan la belleza de la Tarija de antaño. La arquitecta Ximena Vargas hace un análisis del...



Aunque las edificaciones de la Tarija colonial han cambiado bastante y la modernidad se ha hecho presente. El centro histórico aún mantiene algunas construcciones que nos transportan al pasado y reflejan la belleza de la Tarija de antaño.
La arquitecta Ximena Vargas hace un análisis del cambio de la infraestructura citadina en Tarija. Afirma que la modernización definida como “la acumulación de innovaciones” no ha logrado una armonía de conjunto.
En su análisis asegura que durante el proceso de urbanización las ciudades latinoamericanas de países que no han construido una sólida base económica, empezaron a recibir un ingente número de personas sin tener las condiciones propicias para acomodarlas y brindarles las oportunidades necesarias y prestación de servicios. “Con el tiempo eso produjo desequilibrios”.
De acuerdo a la experta, aunque en Tarija el avance hacia el modernismo fue más lento, sucedió la misma lógica. A finales del siglo XVII la ciudad se caracterizó por las fundaciones de conventos y la presencia de órdenes religiosas, que establecieron en ella su centro. A fines de siglo, Tarija poseía alrededor de 800 habitantes, seis iglesias, cuatro conventos y la capilla del hospital.
En el siguiente siglo la aún pequeña ciudad, hija de Luis de Fuentes, creció en importancia como punto de partida de las expediciones hacia las misteriosas llanuras del Chaco y del río Pilcomayo. Empero, durante el siglo XVIII el vecindario fue creciendo debido a numerosas familias españolas que se trasladaron desde Chuquisaca y Potosí atraídas por la fama del buen clima y la producción agrícola tarijeña. En esa época, según estimaciones del historiador Edgar Ávila, Tarija sobrepasó los 2.000 habitantes.
La Tarija hispana en su configuración territorial respondía al modelo de centralidad de las ciudades. Se trataba de una ciudad principal (Tarija) conectada estelarmente con pueblos colindantes (San Lorenzo, Concepción, Padcaya y Chaguaya), que giraban en torno y desde donde se organizaban pueblos en los que se asentaban las comunidades rurales, dedicadas principalmente a la agricultura. En ese contexto las fincas se constituyeron en los puntos de integración de lo urbano y lo rural.
La villa fue construida bajo el patrón urbano hispano que consideraba a la plaza como el centro de la estructura urbana. En la Tarija hispana se establecieron dos plazas, significando cada una de ellas un centro a partir del cual se desarrolló la ciudad.
En función de esos centros se fue edificando la ciudad con un diseño urbanístico basado en un concepto de cuadras y barrios. Desde la Plaza Mayor partían en líneas rectas y paralelas las calles principales. En su crecimiento la Villa mantuvo ese modelo urbano tal como se puede apreciar en un plano que data del año 1771.
En Tarija a diferencia de otras ciudades coloniales, se levantaron en el área popular conventos y templos que fueron un referente urbano, importante, pues los barrios estaban íntimamente ligados a ellos: San Roque, San Juan, San Francisco, entre otros.
Características de las construcciones coloniales
Entre las principales características de las casas antiguas se destacan los amplios patios centrales alrededor de los cuales se construyeron las habitaciones destinadas a la familia, en el primer patio. Con un segundo patio reservado a los servicios y un tercero a los animales.
Ejemplos son las casas que rodean a la plaza Luis de Fuentes, la Casa Dorada, o la antigua casona ubicada en la calle General Trigo y Domingo Paz.
Uno ejemplo de cambios en las corrientes arquitectónicas es el del hotel Atenas, hoy hotel Victoria que fue construido en la década de 1930 y que tiene elementos arquitectónicos diferentes a los de las casas cercanas.
Esta tendencia continuó y, sobre todo, en la década del 50 “el patrimonio arquitectónico tarijeño fue incorporando edificios que rompieron con las escuelas academicistas, producto de la corriente moderna, incorporando estructura de hormigón armado y ladrillo gambote, estableciendo de esta manera una nueva técnica constructiva. Estos edificios rompieron con el perfil edilicio en el entorno de la plaza, lugar donde fueron emplazados”.
Recién en la década de los 70 los edificios construidos en ese decenio se fueron incorporando en su estructura el hormigón armado, los voladizos, losas planas en las cubiertas, volúmenes sin aleros y grandes ventanales. Los edificios denominados torres surgen en aplicación a la normativa del Plan de Desarrollo Urbano, que se pone en vigencia a finales de los setenta.
También surge un nuevo estilo de casas en este periodo, denominadas “chalets”, cuya principal característica era el jardín que las antecedía.
También es parte de esta época la construcción de edificios destinados a la administración tanto pública como privada, además del colegio Belgrano, “que se convierte en modelo de tecnología”.
Uno de los modelos de arquitectura de la década de los 80 fue el edificio destinado a la Corte Superior de Justicia, de corriente vanguardista, en reemplazo del antiguo edificio. En él destaca la construcción secundada por el espacio verde lo cual constituye un aporte a la imagen urbana.
Ya en la década de los 90 la construcción se convirtió en la principal actividad comercial de la ciudad, con construcciones en la zona central, donde se introducen nuevas tipologías formales, edificios que por su altura riñen con el tejido urbano y con la imagen del centro de la ciudad.
Y finamente la arquitectura del nuevo siglo que está marcada por un crecimiento importante de la inversión privada en el rubro de la construcción cuyas características principales son la edificación de infraestructuras con potencial comercial, con tiendas a la calle y edificios de más de 10 plantas que antes no se construían en la capital chapaca.
Recuerdos de la Tarija colonial
La Plaza del Rey
Las plazas diferenciaban claramente dos mitades de la ciudad: la Plaza del Rey (hoy plaza Uriondo) estaba relacionada topográfica, política y socialmente con lo “alto”
La Plaza Mayor
La Plaza Mayor o común (plaza Luis de Fuentes) constituía lo “bajo”. Desde ésta partían en líneas rectas y paralelas las calles principales
La iglesia Catedral
Fue construida por los padres Jesuitas, conocidos históricamente como la Compañía de Jesús, a pedido y apoyo del primer Marqués de Tojo don Juan José Fernández Campero.
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La arquitecta Ximena Vargas hace un análisis del cambio de la infraestructura citadina en Tarija. Afirma que la modernización definida como “la acumulación de innovaciones” no ha logrado una armonía de conjunto.
En su análisis asegura que durante el proceso de urbanización las ciudades latinoamericanas de países que no han construido una sólida base económica, empezaron a recibir un ingente número de personas sin tener las condiciones propicias para acomodarlas y brindarles las oportunidades necesarias y prestación de servicios. “Con el tiempo eso produjo desequilibrios”.
De acuerdo a la experta, aunque en Tarija el avance hacia el modernismo fue más lento, sucedió la misma lógica. A finales del siglo XVII la ciudad se caracterizó por las fundaciones de conventos y la presencia de órdenes religiosas, que establecieron en ella su centro. A fines de siglo, Tarija poseía alrededor de 800 habitantes, seis iglesias, cuatro conventos y la capilla del hospital.
En el siguiente siglo la aún pequeña ciudad, hija de Luis de Fuentes, creció en importancia como punto de partida de las expediciones hacia las misteriosas llanuras del Chaco y del río Pilcomayo. Empero, durante el siglo XVIII el vecindario fue creciendo debido a numerosas familias españolas que se trasladaron desde Chuquisaca y Potosí atraídas por la fama del buen clima y la producción agrícola tarijeña. En esa época, según estimaciones del historiador Edgar Ávila, Tarija sobrepasó los 2.000 habitantes.
La Tarija hispana en su configuración territorial respondía al modelo de centralidad de las ciudades. Se trataba de una ciudad principal (Tarija) conectada estelarmente con pueblos colindantes (San Lorenzo, Concepción, Padcaya y Chaguaya), que giraban en torno y desde donde se organizaban pueblos en los que se asentaban las comunidades rurales, dedicadas principalmente a la agricultura. En ese contexto las fincas se constituyeron en los puntos de integración de lo urbano y lo rural.
La villa fue construida bajo el patrón urbano hispano que consideraba a la plaza como el centro de la estructura urbana. En la Tarija hispana se establecieron dos plazas, significando cada una de ellas un centro a partir del cual se desarrolló la ciudad.
En función de esos centros se fue edificando la ciudad con un diseño urbanístico basado en un concepto de cuadras y barrios. Desde la Plaza Mayor partían en líneas rectas y paralelas las calles principales. En su crecimiento la Villa mantuvo ese modelo urbano tal como se puede apreciar en un plano que data del año 1771.
En Tarija a diferencia de otras ciudades coloniales, se levantaron en el área popular conventos y templos que fueron un referente urbano, importante, pues los barrios estaban íntimamente ligados a ellos: San Roque, San Juan, San Francisco, entre otros.
Características de las construcciones coloniales
Entre las principales características de las casas antiguas se destacan los amplios patios centrales alrededor de los cuales se construyeron las habitaciones destinadas a la familia, en el primer patio. Con un segundo patio reservado a los servicios y un tercero a los animales.
Ejemplos son las casas que rodean a la plaza Luis de Fuentes, la Casa Dorada, o la antigua casona ubicada en la calle General Trigo y Domingo Paz.
Uno ejemplo de cambios en las corrientes arquitectónicas es el del hotel Atenas, hoy hotel Victoria que fue construido en la década de 1930 y que tiene elementos arquitectónicos diferentes a los de las casas cercanas.
Esta tendencia continuó y, sobre todo, en la década del 50 “el patrimonio arquitectónico tarijeño fue incorporando edificios que rompieron con las escuelas academicistas, producto de la corriente moderna, incorporando estructura de hormigón armado y ladrillo gambote, estableciendo de esta manera una nueva técnica constructiva. Estos edificios rompieron con el perfil edilicio en el entorno de la plaza, lugar donde fueron emplazados”.
Recién en la década de los 70 los edificios construidos en ese decenio se fueron incorporando en su estructura el hormigón armado, los voladizos, losas planas en las cubiertas, volúmenes sin aleros y grandes ventanales. Los edificios denominados torres surgen en aplicación a la normativa del Plan de Desarrollo Urbano, que se pone en vigencia a finales de los setenta.
También surge un nuevo estilo de casas en este periodo, denominadas “chalets”, cuya principal característica era el jardín que las antecedía.
También es parte de esta época la construcción de edificios destinados a la administración tanto pública como privada, además del colegio Belgrano, “que se convierte en modelo de tecnología”.
Uno de los modelos de arquitectura de la década de los 80 fue el edificio destinado a la Corte Superior de Justicia, de corriente vanguardista, en reemplazo del antiguo edificio. En él destaca la construcción secundada por el espacio verde lo cual constituye un aporte a la imagen urbana.
Ya en la década de los 90 la construcción se convirtió en la principal actividad comercial de la ciudad, con construcciones en la zona central, donde se introducen nuevas tipologías formales, edificios que por su altura riñen con el tejido urbano y con la imagen del centro de la ciudad.
Y finamente la arquitectura del nuevo siglo que está marcada por un crecimiento importante de la inversión privada en el rubro de la construcción cuyas características principales son la edificación de infraestructuras con potencial comercial, con tiendas a la calle y edificios de más de 10 plantas que antes no se construían en la capital chapaca.
Recuerdos de la Tarija colonial
La Plaza del Rey
Las plazas diferenciaban claramente dos mitades de la ciudad: la Plaza del Rey (hoy plaza Uriondo) estaba relacionada topográfica, política y socialmente con lo “alto”
La Plaza Mayor
La Plaza Mayor o común (plaza Luis de Fuentes) constituía lo “bajo”. Desde ésta partían en líneas rectas y paralelas las calles principales
La iglesia Catedral
Fue construida por los padres Jesuitas, conocidos históricamente como la Compañía de Jesús, a pedido y apoyo del primer Marqués de Tojo don Juan José Fernández Campero.
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