Problemas estructurales del Central se vuelven pesadilla
La poca concurrencia de compradores, la falta de agua, el humo y olores que suben del sector de comidas son los problemas que aquejan a los vendedores de la segunda planta del mercado Central, por lo que mantienen reuniones con las autoridades del Gobierno Municipal para buscar...



La poca concurrencia de compradores, la falta de agua, el humo y olores que suben del sector de comidas son los problemas que aquejan a los vendedores de la segunda planta del mercado Central, por lo que mantienen reuniones con las autoridades del Gobierno Municipal para buscar soluciones.
Elvira Tejerina ocupa uno de los puestos de la última planta del céntrico mercado de abasto de Tarija, oferta artículos de vestir para toda edad y su principal queja es el humo y vapor de las vendedoras de comida del piso inferior que sube durante las horas de la mañana, de las que fritan sopaipillas y pescados, lo que ennegrece e impregna sus productos.
También protestó porque sus ventas no son muchas, en los días que vende algo su ganancia no supera los 20 bolivianos, si bien admite que la gente sube hasta este nivel, lo hace por utilizar y divertirse con las escaleras mecánicas. Apuntó que otro factor son los vendedores callejeros apostados en los alrededores del mercado que les quitan clientela.
En la misma línea, otro vendedor del mismo piso, Edwin Sánchez, contó que la gente subió a este lugar los primeros tres meses solo por curiosidad, otro problema es el humo, vapor y olores que suben de las ventas de alimentos. “El humo es negro, denso del aceite quemado que no cambian y vuelve negra la ropa”, agregó.
Además, señaló que el calor es refractado por la cúpula transparente y afecta los productos de bisutería y cosméticos. También apunto que el agua no sube cuando la presión baja, los baños no funcionan y hay grandes espacios vacíos en los que deberían funcionar juegos para niños y de esta manera atraer la gente, pero que tampoco se hace.
Por su parte, el vendedor de cosméticos, Oscar Sánchez, expresó que el sector está “abandonado a su suerte” porque no hay movimiento en este espacio que ocupan, no hay ventas porque la población no sube a este lugar, por eso solicitaron se los traslade la planta baja. “Ya son nueve meses y no pasa nada”, subrayó.
Evaluación
Al respecto, el director del mercado Central, Mariano Gutiérrez, contó que estos problemas ya fueron abordados luego de una evaluación que realizó con los comerciantes sobre los primeros meses de funcionamiento desde que fuera abierto al público en la primera semana de enero de este año.
Luego de detectar estos contratiempos, la Secretaría de Obras y Servicios Públicos del Gobierno Municipal tomó contacto con empresas de La Paz y Santa Cruz, con las cuales estudiaron algunas alternativas sobre lo que se puede hacer, por ejemplo con la cúpula del patio que es de un material que provoca un efecto invernadero en la infraestructura.
También se pensó en la instalación de seis extractores que si bien soluciona el problema del humo y los olores, pero no el calor y el flujo de aire que se necesita para refrescar la zona. Otra posibilidad es colocar aire acondicionado, pero fue descartado porque es un mercado de grandes dimensiones y que tiene muchas aberturas.
En su opinión personal, el sector de las comidas debería ubicarse en la última planta y de esta manera olores y humo estarían más cerca de los respiraderos del techo, la gente estaría obligada a subir para servirse algún alimento y para eso tienen los ascensores y las escaleras mecánicas.
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Elvira Tejerina ocupa uno de los puestos de la última planta del céntrico mercado de abasto de Tarija, oferta artículos de vestir para toda edad y su principal queja es el humo y vapor de las vendedoras de comida del piso inferior que sube durante las horas de la mañana, de las que fritan sopaipillas y pescados, lo que ennegrece e impregna sus productos.
También protestó porque sus ventas no son muchas, en los días que vende algo su ganancia no supera los 20 bolivianos, si bien admite que la gente sube hasta este nivel, lo hace por utilizar y divertirse con las escaleras mecánicas. Apuntó que otro factor son los vendedores callejeros apostados en los alrededores del mercado que les quitan clientela.
En la misma línea, otro vendedor del mismo piso, Edwin Sánchez, contó que la gente subió a este lugar los primeros tres meses solo por curiosidad, otro problema es el humo, vapor y olores que suben de las ventas de alimentos. “El humo es negro, denso del aceite quemado que no cambian y vuelve negra la ropa”, agregó.
Además, señaló que el calor es refractado por la cúpula transparente y afecta los productos de bisutería y cosméticos. También apunto que el agua no sube cuando la presión baja, los baños no funcionan y hay grandes espacios vacíos en los que deberían funcionar juegos para niños y de esta manera atraer la gente, pero que tampoco se hace.
Por su parte, el vendedor de cosméticos, Oscar Sánchez, expresó que el sector está “abandonado a su suerte” porque no hay movimiento en este espacio que ocupan, no hay ventas porque la población no sube a este lugar, por eso solicitaron se los traslade la planta baja. “Ya son nueve meses y no pasa nada”, subrayó.
Evaluación
Al respecto, el director del mercado Central, Mariano Gutiérrez, contó que estos problemas ya fueron abordados luego de una evaluación que realizó con los comerciantes sobre los primeros meses de funcionamiento desde que fuera abierto al público en la primera semana de enero de este año.
Luego de detectar estos contratiempos, la Secretaría de Obras y Servicios Públicos del Gobierno Municipal tomó contacto con empresas de La Paz y Santa Cruz, con las cuales estudiaron algunas alternativas sobre lo que se puede hacer, por ejemplo con la cúpula del patio que es de un material que provoca un efecto invernadero en la infraestructura.
También se pensó en la instalación de seis extractores que si bien soluciona el problema del humo y los olores, pero no el calor y el flujo de aire que se necesita para refrescar la zona. Otra posibilidad es colocar aire acondicionado, pero fue descartado porque es un mercado de grandes dimensiones y que tiene muchas aberturas.
En su opinión personal, el sector de las comidas debería ubicarse en la última planta y de esta manera olores y humo estarían más cerca de los respiraderos del techo, la gente estaría obligada a subir para servirse algún alimento y para eso tienen los ascensores y las escaleras mecánicas.
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