Las promesas que sostienen a los fieles de la Virgen de Chaguaya
El último viernes de agosto es un día de suma importancia en el imaginario tarijeño, pues muchos fieles recorrerán cerca de 60 kilómetros para cumplir su promesa llegando a los pies de la Virgen de Chaguaya. El camino es largo y el recorrido se hace pesado, pero si hay algo que sostiene a...



El último viernes de agosto es un día de suma importancia en el imaginario tarijeño, pues muchos fieles recorrerán cerca de 60 kilómetros para cumplir su promesa llegando a los pies de la Virgen de Chaguaya. El camino es largo y el recorrido se hace pesado, pero si hay algo que sostiene a los fieles es la promesa que le hacen a la Virgen.
Claudia Ríos caminará mañana hacia el santuario por quinta vez, su promesa además del amor a la Virgen la motiva su hijo, quien padece de leucemia y se encuentra en pleno tratamiento. Claudia asegura que la Virgen le ha escuchado y su hijo está en proceso de recuperación.
Pedro Domínguez tiene 40 años, dice que aunque el tiempo le va cobrando factura su promesa con la “Mamita” es irrenunciable. Cuenta que cuando su esposa Carmen Fernández sufrió un accidente, tras ser atropellada por un vehículo, allá por agosto del año 2005, él muy nervioso en la sala de espera del hospital comenzó a hurgar sus bolsillos y de pronto encontró una estampita de la Virgen de Chaguaya. De inmediato la besó y con las manos temblorosas la puso en su pecho y le prometió caminar hacia su Santuario si salvaba a su esposa.
El tiempo pasó y luego de diez días, Carmen, quien sufrió un traumatismo craneoencefálico grave despertó del coma, estuvo meses sin recuperar la conciencia, pero hoy goza de buena salud. “Son trece años de mi promesa, el recorrido aunque me duelen los pies lo hago con gusto, pues nada se compara con el sufrimiento que he vivido”, admite emocionado.
Aunque la mayoría pide salud hay muchas personas que piden bienestar económico. Claudia Díaz cuenta que se casó en 2015 y de a poco se va construyendo su casa, sin embargo cuenta que el dinero a veces no le alcanza para “la mesa”. “Tenemos muchos deseos de estabilizarnos, de prosperar como familia y hemos decidido apromesarnos a la Virgencita, mi esposo y yo”, dice.
Mañana ella y su esposo partirán del puente El Peregrino a las cuatro de la tarde, se han preparado todo lo necesario, algo de comer, de beber, zapatillas, ropa de abrigo pero liviana y algunas cremas para amortiguar el dolor de los pies.
Más aún también están los que más allá de la promesa buscan la purificación de sus pecados por lo que un paso fundamental es la confesión que hacen una vez llegados al templo. Aunque se recomienda también hacerlo antes de iniciar la caminata en Tarija, debido a que los sacerdotes no podrían confesar a la cantidad de gente que llega a Chaguaya.
El duro recorrido y el ritual
Los fieles salen de la ciudad de Tarija rumbo a San Jacinto, donde se encuentra una primera parada, continúan hacia Tolomosa siguiendo siempre una ruta de tierra. Una vez en Tolomosa se ha avanzado aproximadamente 14 kilómetros. En esta pequeña comunidad los peregrinos pueden descansar y consumir algo caliente antes de proseguir el viaje.
“Mi mamá siempre recomienda que cada que nos paremos a descansar hay que masajearse las piernas y revisar los pies para que no se hagan muchas ampollas y nos agarre el calambre – explica Jimena de 25 años - quien se prepara para ir por tercera vez en peregrinación a Chaguaya.
Ésa es la clave, explica Antonio, quien logró llegar a Chaguaya recién el año pasado. “Es que antes no conocía el secreto de friccionarse las piernas”, dice.
Ya por Pampa Redonda, ubicada 9 kilómetros se pueden encontrar puestos de la cruz roja que se establecen especialmente para auxiliar a los peregrinos en caso de ser necesario.
A partir de allí se ha recorrido la mitad del camino pero generalmente el cansancio se empieza a hacer sentir y si sucede como en años pasados el frío es intenso y no es posible hacer paradas de descanso muy largas.
“Mucha gente comienza a desertar desde ese lugar, el cansancio es fuerte y no hay que sentarse mucho rato porque luego ya no puedes seguir, hay que caminar sin parar”, dice Antonio y agrega que en cada parada hay menos gente.
En las paradas suelen estar los voluntarios, quienes ofrecen bebidas calientes y algo de comer. “También hay soldados en el camino que está vigilando que todo esté bien”, cuenta.
Tras pasar por el Tunal se llega a Desemboque, donde se establecen puestos de comida y donde también es posible tomar un refrigerio para seguir a Juntas del Rosario. Desde ese punto la carretera es asfaltada por lo que el camino es más fácil.
El Mollar es la última parada. Desde esa comunidad ya se puede divisar el templo de Chaguaya, éste es el lugar, donde los peregrinos recobran las fuerzas movidos por la satisfacción de haber cumplido con su promesa.
El ritual
La llegada es un momento que cada promesante vive de manera muy particular. “No sabes la emoción que se siente cuando lo logras y estás muy cansado, es una felicidad tremenda”, asegura Antonio y dice que algunas personas se detienen a descansar y otras van directo a la fila para entrar a la iglesia.
En el pueblo se ve mucha gente que ha pasado la noche ahí y ha prendido fogatas para calentarse y descansar en espera de la misa.
El sábado posterior a la peregrinación el templo se llena y no hay sitio para tanta gente. De acuerdo al párroco de Chaguaya Simón Díaz, un promedio de 20.000 jóvenes hace la peregrinación cada año.
Luego de la misa es una tradición muy importante hacerse pisar con la Virgen, una costumbre, cuya esencia radica en la posibilidad de ser tocado por la imagen como una especie de bendición.
La fila es interminable y por ello son dos las imágenes que se utilizan como pisadoras.
El devoto inclina la cabeza y el encargado del ritual asienta sobre ella la imagen de la Virgen de Chaguaya. “Es una práctica única que sólo se hace aquí en Tarija”, explica el padre Díaz en referencia a las costumbres que se desarrollan alrededor de la devoción en diferentes lugares del país.
También es parte de la promesa ir al calvario que se ha construido al frente del templo en un pequeño cerro, al que se sube reflexionando en cada estación. Esto hace revivir la pasión de Cristo. “Se sube rezando el rosario y cuando se llega a la cruz, entonces se deja el rosario colgado en el molle”, comenta Sandra.
Otro aspecto de la peregrinación a Chaguaya es el alimentarse una vez cumplidos los rituales eucarísticos, la comunidad ofrece una variedad de comida criolla para el deleite de los peregrinos: sopa de maní o arroz con gallina criolla, además de picante, chancho al horno, tamales y las infaltables chirriadas que son la especialidad de Chaguaya.
El argentino al que la Virgen de Chaguaya salvó
Hace seis años el argentino Elio Torres estaba internado en el hospital de Orán “San Vicente Paul” y se sanó de una enfermedad de la rodilla derecha en la que tenía un tumor de meniscos y ligamentos rotos. El pie se le hinchó y estuvo ocho meses en la cama de aquel hospital. El doctor Buleman, como lo recuerda, lo quería operar y él se opuso, buscó otro médico traumatólogo y éste le dio un tratamiento con resultado de largo plazo.
Relata que una noche cuando estuvo internado soñó que una Virgen lo llamaba al pasillo del tercer piso del hospital, él no tenía fe; pues era ateo. No creía en nada. Pero este sueño se le repitió tres noches consecutivas, después de la tercera noche decidió obedecer y pidió al servicio del hospital que lo llevara al piso superior. Inmediatamente lo trasladaron en una silla de ruedas.
Cuando ya estaba en el pasillo, al finalizar, vio a la Virgen con un nombre que decía Chaguaya. La miró y se dijo a sí mismo “ésta es la Virgen que soñé”, pero aún incrédulo le restó importancia al suceso y regresó a su sala. Las noches siguientes nuevamente la volvió a soñar, al final la vio una vez más y entró en pánico. Ahí le pidió que le diera una señal, una oportunidad de vida y le prometió que si lo curaba iría a conocerla a su santuario. Con esta simple petición y promesa Elio comenzó a recuperarse a partir del segundo mes. Así se sanó y desde ese entonces no falta en la caminata al Santuario de Chaguaya.
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Claudia Ríos caminará mañana hacia el santuario por quinta vez, su promesa además del amor a la Virgen la motiva su hijo, quien padece de leucemia y se encuentra en pleno tratamiento. Claudia asegura que la Virgen le ha escuchado y su hijo está en proceso de recuperación.
Pedro Domínguez tiene 40 años, dice que aunque el tiempo le va cobrando factura su promesa con la “Mamita” es irrenunciable. Cuenta que cuando su esposa Carmen Fernández sufrió un accidente, tras ser atropellada por un vehículo, allá por agosto del año 2005, él muy nervioso en la sala de espera del hospital comenzó a hurgar sus bolsillos y de pronto encontró una estampita de la Virgen de Chaguaya. De inmediato la besó y con las manos temblorosas la puso en su pecho y le prometió caminar hacia su Santuario si salvaba a su esposa.
El tiempo pasó y luego de diez días, Carmen, quien sufrió un traumatismo craneoencefálico grave despertó del coma, estuvo meses sin recuperar la conciencia, pero hoy goza de buena salud. “Son trece años de mi promesa, el recorrido aunque me duelen los pies lo hago con gusto, pues nada se compara con el sufrimiento que he vivido”, admite emocionado.
Aunque la mayoría pide salud hay muchas personas que piden bienestar económico. Claudia Díaz cuenta que se casó en 2015 y de a poco se va construyendo su casa, sin embargo cuenta que el dinero a veces no le alcanza para “la mesa”. “Tenemos muchos deseos de estabilizarnos, de prosperar como familia y hemos decidido apromesarnos a la Virgencita, mi esposo y yo”, dice.
Mañana ella y su esposo partirán del puente El Peregrino a las cuatro de la tarde, se han preparado todo lo necesario, algo de comer, de beber, zapatillas, ropa de abrigo pero liviana y algunas cremas para amortiguar el dolor de los pies.
Más aún también están los que más allá de la promesa buscan la purificación de sus pecados por lo que un paso fundamental es la confesión que hacen una vez llegados al templo. Aunque se recomienda también hacerlo antes de iniciar la caminata en Tarija, debido a que los sacerdotes no podrían confesar a la cantidad de gente que llega a Chaguaya.
El duro recorrido y el ritual
Los fieles salen de la ciudad de Tarija rumbo a San Jacinto, donde se encuentra una primera parada, continúan hacia Tolomosa siguiendo siempre una ruta de tierra. Una vez en Tolomosa se ha avanzado aproximadamente 14 kilómetros. En esta pequeña comunidad los peregrinos pueden descansar y consumir algo caliente antes de proseguir el viaje.
“Mi mamá siempre recomienda que cada que nos paremos a descansar hay que masajearse las piernas y revisar los pies para que no se hagan muchas ampollas y nos agarre el calambre – explica Jimena de 25 años - quien se prepara para ir por tercera vez en peregrinación a Chaguaya.
Ésa es la clave, explica Antonio, quien logró llegar a Chaguaya recién el año pasado. “Es que antes no conocía el secreto de friccionarse las piernas”, dice.
Ya por Pampa Redonda, ubicada 9 kilómetros se pueden encontrar puestos de la cruz roja que se establecen especialmente para auxiliar a los peregrinos en caso de ser necesario.
A partir de allí se ha recorrido la mitad del camino pero generalmente el cansancio se empieza a hacer sentir y si sucede como en años pasados el frío es intenso y no es posible hacer paradas de descanso muy largas.
“Mucha gente comienza a desertar desde ese lugar, el cansancio es fuerte y no hay que sentarse mucho rato porque luego ya no puedes seguir, hay que caminar sin parar”, dice Antonio y agrega que en cada parada hay menos gente.
En las paradas suelen estar los voluntarios, quienes ofrecen bebidas calientes y algo de comer. “También hay soldados en el camino que está vigilando que todo esté bien”, cuenta.
Tras pasar por el Tunal se llega a Desemboque, donde se establecen puestos de comida y donde también es posible tomar un refrigerio para seguir a Juntas del Rosario. Desde ese punto la carretera es asfaltada por lo que el camino es más fácil.
El Mollar es la última parada. Desde esa comunidad ya se puede divisar el templo de Chaguaya, éste es el lugar, donde los peregrinos recobran las fuerzas movidos por la satisfacción de haber cumplido con su promesa.
El ritual
La llegada es un momento que cada promesante vive de manera muy particular. “No sabes la emoción que se siente cuando lo logras y estás muy cansado, es una felicidad tremenda”, asegura Antonio y dice que algunas personas se detienen a descansar y otras van directo a la fila para entrar a la iglesia.
En el pueblo se ve mucha gente que ha pasado la noche ahí y ha prendido fogatas para calentarse y descansar en espera de la misa.
El sábado posterior a la peregrinación el templo se llena y no hay sitio para tanta gente. De acuerdo al párroco de Chaguaya Simón Díaz, un promedio de 20.000 jóvenes hace la peregrinación cada año.
Luego de la misa es una tradición muy importante hacerse pisar con la Virgen, una costumbre, cuya esencia radica en la posibilidad de ser tocado por la imagen como una especie de bendición.
La fila es interminable y por ello son dos las imágenes que se utilizan como pisadoras.
El devoto inclina la cabeza y el encargado del ritual asienta sobre ella la imagen de la Virgen de Chaguaya. “Es una práctica única que sólo se hace aquí en Tarija”, explica el padre Díaz en referencia a las costumbres que se desarrollan alrededor de la devoción en diferentes lugares del país.
También es parte de la promesa ir al calvario que se ha construido al frente del templo en un pequeño cerro, al que se sube reflexionando en cada estación. Esto hace revivir la pasión de Cristo. “Se sube rezando el rosario y cuando se llega a la cruz, entonces se deja el rosario colgado en el molle”, comenta Sandra.
Otro aspecto de la peregrinación a Chaguaya es el alimentarse una vez cumplidos los rituales eucarísticos, la comunidad ofrece una variedad de comida criolla para el deleite de los peregrinos: sopa de maní o arroz con gallina criolla, además de picante, chancho al horno, tamales y las infaltables chirriadas que son la especialidad de Chaguaya.
El argentino al que la Virgen de Chaguaya salvó
Hace seis años el argentino Elio Torres estaba internado en el hospital de Orán “San Vicente Paul” y se sanó de una enfermedad de la rodilla derecha en la que tenía un tumor de meniscos y ligamentos rotos. El pie se le hinchó y estuvo ocho meses en la cama de aquel hospital. El doctor Buleman, como lo recuerda, lo quería operar y él se opuso, buscó otro médico traumatólogo y éste le dio un tratamiento con resultado de largo plazo.
Relata que una noche cuando estuvo internado soñó que una Virgen lo llamaba al pasillo del tercer piso del hospital, él no tenía fe; pues era ateo. No creía en nada. Pero este sueño se le repitió tres noches consecutivas, después de la tercera noche decidió obedecer y pidió al servicio del hospital que lo llevara al piso superior. Inmediatamente lo trasladaron en una silla de ruedas.
Cuando ya estaba en el pasillo, al finalizar, vio a la Virgen con un nombre que decía Chaguaya. La miró y se dijo a sí mismo “ésta es la Virgen que soñé”, pero aún incrédulo le restó importancia al suceso y regresó a su sala. Las noches siguientes nuevamente la volvió a soñar, al final la vio una vez más y entró en pánico. Ahí le pidió que le diera una señal, una oportunidad de vida y le prometió que si lo curaba iría a conocerla a su santuario. Con esta simple petición y promesa Elio comenzó a recuperarse a partir del segundo mes. Así se sanó y desde ese entonces no falta en la caminata al Santuario de Chaguaya.
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