Tarija, donde abundan los “esclavos del alcohol”
En el último tiempo han proliferado las personas con problemas de alcoholismo en la ciudad de Tarija, pero más allá de la imagen pública que supone esta problemática, existen muchas familias detrás de los bebedores que viven un calvario al no poder ayudar a los suyos y ver cómo día a...



En el último tiempo han proliferado las personas con problemas de alcoholismo en la ciudad de Tarija, pero más allá de la imagen pública que supone esta problemática, existen muchas familias detrás de los bebedores que viven un calvario al no poder ayudar a los suyos y ver cómo día a día, hijos, padres, amigos y hermanos, se destruyen por mano propia.
Según estándares internacionales se consideran alcohólicas a aquellas personas que cumplan con al menos tres criterios durante un mes: fuerte e irresistible deseo de consumir alcohol, falta de control sobre el consumo, síntomas físicos como temblores por abstinencia, el llamado efecto costumbre que lleva a consumir cada vez más y el consumo continuado pese a encontrarse enfermo.
Marlene M. es madre de uno bebedor consuetudinario. Ella tuvo a su hijo a sus 17 años y ahora tiene 57, trabaja como propietaria de una tienda en un barrio céntrico de la ciudad que abre incluso los domingos. Su hijo que cumplió recientemente 40 años de edad, es uno de los bebedores que frecuenta las inmediaciones del hospital San Juan de Dios, donde se reúne con amigos extraños para tomar alcohol todos los días.
Ella que se declara evangelista y no sabe en qué momento su hijo se convirtió en “un esclavo del alcohol”, sin embargo reconoce que pasó de tomar en fiestas, a tomar en aniversarios patrios, feriados religiosos, eventos sociales, hasta llegar a convertir el hábito en algo cotidiano. “Ya son 10 años que toma, para solamente cuando se enferma; viene pide perdón dice nunca más pero desaparece de nuevo a seguir tomando. Solo espero que Dios lo recoja porque sufre”, cuenta Marlene.
Por ello le tocó ser cabeza de hogar y mantiene a un nieto de 10 años que es la esperanza de su vida, ya que su mayor sueño es que sea un hombre de bien para su familia y la sociedad, todo lo contrario a lo que es hoy su hijo alcohólico, a quien prefiere recordar como el joven alegre que alguna vez la abrazaba cariñosamente cuando llegaba de trabajar en un taxi que compraron porque no le fue bien en la universidad.
Sin embargo, encontrar la causa que llevó a su hijo a ser un alcohólico le quita a veces el sueño, es para ella “un misterio” ya que dice que era un chico normal, que a lo mejor se rodeó de malas amistades en el camino. “Una vez vino una señora a decirme: Ayudemos a nuestros hijos, luchemos. Fue como hace cuatro años creo, y me contó que su hijo y el mío andaban en un mismo grupo de bebedores de esos que se forman, y que el problema nació por una depresión que tenía su hijo por la muerte de su hermana, pero en el caso de mi hijo no pasó nada tan fuerte, más bien fue el alcohol el que le hizo perder todo, hasta su matrimonio”, explica.
El alcohol en la salud
Más allá de los dramas que esconden estos bebedores, las campañas, albergues, grupos de ayuda, charlas o concientizaciones que existen, parecen no poder ayudar cuando una persona afronta un problema con el alcohol, siendo la voluntad lo único que puede realmente marcar la diferencia para asumir la gran decisión de alejarse de ese mundo. El País conversó con doctor Elías Vidaurre, un médico con 20 años de trayectoria que explicó cómo afecta éste habito a la salud.
El alcohol puede afectar a la salud de una persona y a su comportamiento. Las personas borrachas pueden ser más agresivas o tener más cambios de humor. Pueden comportarse de formas vergonzantes para ellos o para sus allegados. Vidaurre explica que alcoholismo es una enfermedad y como cualquier enfermedad, requiere tratamiento, ya que sin ayuda profesional, una persona alcohólica probablemente seguirá bebiendo y hasta es posible que su alcoholismo empeore con el tiempo.
“Las enfermedades como el alcoholismo no son culpa de nadie. Algunas personas son más susceptibles que otras a beber demasiado. Los científicos han hecho importantes investigaciones en este tema, y en resumen consideran que el alcoholismo tiene que ver con la genética, así como con los antecedentes familiares y los acontecimientos de la vida”, explica el doctor.
Sin embargo, advierte que a veces lo que empieza como un mal hábito se puede acabar convirtiendo en un grave problema, independientemente de la edad de la persona. Por ejemplo, la gente puede beber alcohol al inicio para afrontar emociones, como el aburrimiento o el estrés, o problemas, como los de tipo económico, una persona enferma en la familia o problemas sentimentales.
“El pasado año recuerdo que leí una noticia sobre que en Bolivia la esperanza de vida había pasado de 64 años a 71. Bueno si hablamos de alcoholismo, es bueno aclarar que las personas dependientes tienen una esperanza de vida 20 años menor que las abstemias o aquellas que beben con moderación. Hay que aclarar que las terapias para curar el alcoholismo no contribuyen a mejorar la esperanza de vida para ese tipo de adictos, ya que se realizan generalmente demasiado tarde y cuando los afectados sufren varios males derivados del consumo enfermizo”, menciona Vidaurre.
Una mirada psicológica
El psicólogo, Gonzalo Batallanos, que conoció de cerca casos de personas alcohólicas, sostiene que en Tarija hay insumos para realizar una investigación profunda, ya que en muchas formas la cultura local gira en torno a actividades que aceptan el consumo de bebidas, un aliciente que incluso pareciera funcionar como “un lubricante social” en una sociedad compleja que vive una realidad particular.
Pese a ello, el profesional recomienda que si vives con alguien que tiene problemas con el alcohol, puedes sentirte avergonzado, enfadado, triste, dolido o experimentar un sinfín de emociones. “También es posible que la personas que conocen a un dependiente se sientan impotentes, ya que generalmente el bebedor promete que va a dejar de beber, por ejemplo, pero en muchos casos deja a todos defraudados si no logra cumplir su promesa”, explica.
Asimismo, detalla que los problemas con la bebida pueden alterar el funcionamiento de una familia profundamente, ya que un progenitor puede tener problemas para conservar el trabajo y para pagar las facturas, por lo que en muchos casos los hermanos mayores pueden verse obligados a cuidar de sus hermanos menores.
“Se tienen muchos casos en los que los padres o madres que tienen problemas con el alcohol pueden maltratar a sus hijos emocional o físicamente. Otros pueden desatenderlos al no proporcionarles suficiente guía ni suficientes cuidados. Sin embargo, independientemente de lo que ocurra, la mayoría de los hijos de alcohólicos quieren a sus padres y les preocupa que les pueda ocurrir algo malo. Los niños que viven con un progenitor alcohólico suelen probar todo tipo de cosas para impedir que beba. Pero, del mismo modo que los miembros de una familia no puede provocar la adicción al alcohol, tampoco la pueden frenar”, asegura Batallanos.
La mayoría de los familiares según el Psicólogo, caen en la trampa de pensar que el problema con la bebida de uno de sus parientes es solo es algo temporal, que cuando solucione determinado problema, como atravesar un momento difícil en el trabajo, la tendencia a beber cesará, empero lo científicamente corroborado es que aunque un progenitor alcohólico tenga otros problemas, el alcoholismo es un problema independiente y no se resolverá hasta que el bebedor reciba ayuda profesional. En este punto, Batallanos observó que en general Bolivia y Tarija, aún tienen mucho trabajo por hacer para crear entidades y espacios que brinden un servicio integral a este tipo de población.
Comando Policial confirma el incremento de alcohólicos
“Bebedores consuetudinarios” es el denominativo que se usa en las entidades públicas para referirse a esta población, que dicho sea de paso se incrementa cada vez más en la capital tarijeña. Tarija está ubicada en un mapa social nacional como uno de los departamentos en los que más se consume alcohol, según un estudio preliminar que fue avalado por el Ministerio de Salud del Estado.
Sobre esta problemática el comandante departamental de la Policía, Coronel Freddy Gordy, confirmó que la cantidad de grupos de bebedores se ha incrementado en la ciudad, por lo que subrayó la necesidad de generar un plan conjunto con el Gobierno Municipal y el Gobierno Departamental que permita encarar esta realidad.
Gordy manifestó que en los barrios de la ciudad existe al menos un grupo de bebedores consuetudinarios, un problema que contribuye a un ambiente de inseguridad que involucra a instituciones públicas, pero principalmente a las personas que padecen de la adición. En ese marco, identificó lugares como el río Guadalquivir, barrio Lourdes, IV Centenario, Los Chapacos, La Pampa, entre otros donde se tienen a grupos de bebedores.
En los últimos días, el Gobierno Municipal abordó también el tema desde el marco regulatorio, donde se informó que se habían emitido notificaciones a varias tiendas de barrios identificadas como proveedoras de alcohol a personas que están en estado de indigencia, por lo que fueron objeto de una llamada de atención. Sin embargo, los bebedores se dan formas para abastecerse, y les basta con uno a dos bolivianos para comprar alcohol de quemar que luego mezclan con agua.
En una nota anterior realizada por este medio, el presidente de la Federación Departamental de Juntas Vecinales (Fedjuve) de Tarija, Edwin Rosas, manifestó que el alcoholismo es uno de los problemas que crece día tras día y que va captando a más personas. Pero a pesar de ello no hay políticas para restablecerlos a sus familias y a la sociedad misma.
Rosas señaló que falta sensibilidad para trabajar por esa población y lograr que salgan de ese problema. En ese sentido, sugirió que se abran centros de orientación para estas personas tengan y se establezcan “fuertes” sanciones para evitar que beban en plazas, parques, etc. generando inseguridad a la población.
Algunos conSejos útiles si conoces a un bebedor
La familia
La persona que tenga problemas con la bebida deberá hacerse cargo de la situación. Si una persona ha adquirido un mal hábito con la bebida o una adicción al alcohol necesitará recibir ayuda acudiendo a un centro de tratamiento. El alcoholismo repercute sobre todos los miembros de la familia en la misma medida que sobre el alcoholizado.
Cómo tratar
La familia no debe relacionarse con el alcohólico con una actitud ‘policial’, controlando las salidas, los lugares que frecuenta o el tipo de amigos que tiene, sino que, desde una postura adulta, debe indicarle los comportamientos que sugieren un alto riesgo de seguir bebiendo y permitir que él decida sobre su conducta.
La promesas
Todos los miembros de la familia deben comprender que el alcohólico es un enfermo, no un degenerado ni un vicioso. Por tanto, hay que tratarlo como tal y no aceptar todas las condiciones que nos imponga ni creerse todas las promesas de abstinencia que pueda hacer. El alcoholismo no sólo se corrige a base de voluntad, sino que es preciso un tratamiento.
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Según estándares internacionales se consideran alcohólicas a aquellas personas que cumplan con al menos tres criterios durante un mes: fuerte e irresistible deseo de consumir alcohol, falta de control sobre el consumo, síntomas físicos como temblores por abstinencia, el llamado efecto costumbre que lleva a consumir cada vez más y el consumo continuado pese a encontrarse enfermo.
Marlene M. es madre de uno bebedor consuetudinario. Ella tuvo a su hijo a sus 17 años y ahora tiene 57, trabaja como propietaria de una tienda en un barrio céntrico de la ciudad que abre incluso los domingos. Su hijo que cumplió recientemente 40 años de edad, es uno de los bebedores que frecuenta las inmediaciones del hospital San Juan de Dios, donde se reúne con amigos extraños para tomar alcohol todos los días.
Ella que se declara evangelista y no sabe en qué momento su hijo se convirtió en “un esclavo del alcohol”, sin embargo reconoce que pasó de tomar en fiestas, a tomar en aniversarios patrios, feriados religiosos, eventos sociales, hasta llegar a convertir el hábito en algo cotidiano. “Ya son 10 años que toma, para solamente cuando se enferma; viene pide perdón dice nunca más pero desaparece de nuevo a seguir tomando. Solo espero que Dios lo recoja porque sufre”, cuenta Marlene.
Por ello le tocó ser cabeza de hogar y mantiene a un nieto de 10 años que es la esperanza de su vida, ya que su mayor sueño es que sea un hombre de bien para su familia y la sociedad, todo lo contrario a lo que es hoy su hijo alcohólico, a quien prefiere recordar como el joven alegre que alguna vez la abrazaba cariñosamente cuando llegaba de trabajar en un taxi que compraron porque no le fue bien en la universidad.
Sin embargo, encontrar la causa que llevó a su hijo a ser un alcohólico le quita a veces el sueño, es para ella “un misterio” ya que dice que era un chico normal, que a lo mejor se rodeó de malas amistades en el camino. “Una vez vino una señora a decirme: Ayudemos a nuestros hijos, luchemos. Fue como hace cuatro años creo, y me contó que su hijo y el mío andaban en un mismo grupo de bebedores de esos que se forman, y que el problema nació por una depresión que tenía su hijo por la muerte de su hermana, pero en el caso de mi hijo no pasó nada tan fuerte, más bien fue el alcohol el que le hizo perder todo, hasta su matrimonio”, explica.
El alcohol en la salud
Más allá de los dramas que esconden estos bebedores, las campañas, albergues, grupos de ayuda, charlas o concientizaciones que existen, parecen no poder ayudar cuando una persona afronta un problema con el alcohol, siendo la voluntad lo único que puede realmente marcar la diferencia para asumir la gran decisión de alejarse de ese mundo. El País conversó con doctor Elías Vidaurre, un médico con 20 años de trayectoria que explicó cómo afecta éste habito a la salud.
El alcohol puede afectar a la salud de una persona y a su comportamiento. Las personas borrachas pueden ser más agresivas o tener más cambios de humor. Pueden comportarse de formas vergonzantes para ellos o para sus allegados. Vidaurre explica que alcoholismo es una enfermedad y como cualquier enfermedad, requiere tratamiento, ya que sin ayuda profesional, una persona alcohólica probablemente seguirá bebiendo y hasta es posible que su alcoholismo empeore con el tiempo.
“Las enfermedades como el alcoholismo no son culpa de nadie. Algunas personas son más susceptibles que otras a beber demasiado. Los científicos han hecho importantes investigaciones en este tema, y en resumen consideran que el alcoholismo tiene que ver con la genética, así como con los antecedentes familiares y los acontecimientos de la vida”, explica el doctor.
Sin embargo, advierte que a veces lo que empieza como un mal hábito se puede acabar convirtiendo en un grave problema, independientemente de la edad de la persona. Por ejemplo, la gente puede beber alcohol al inicio para afrontar emociones, como el aburrimiento o el estrés, o problemas, como los de tipo económico, una persona enferma en la familia o problemas sentimentales.
“El pasado año recuerdo que leí una noticia sobre que en Bolivia la esperanza de vida había pasado de 64 años a 71. Bueno si hablamos de alcoholismo, es bueno aclarar que las personas dependientes tienen una esperanza de vida 20 años menor que las abstemias o aquellas que beben con moderación. Hay que aclarar que las terapias para curar el alcoholismo no contribuyen a mejorar la esperanza de vida para ese tipo de adictos, ya que se realizan generalmente demasiado tarde y cuando los afectados sufren varios males derivados del consumo enfermizo”, menciona Vidaurre.
Una mirada psicológica
El psicólogo, Gonzalo Batallanos, que conoció de cerca casos de personas alcohólicas, sostiene que en Tarija hay insumos para realizar una investigación profunda, ya que en muchas formas la cultura local gira en torno a actividades que aceptan el consumo de bebidas, un aliciente que incluso pareciera funcionar como “un lubricante social” en una sociedad compleja que vive una realidad particular.
Pese a ello, el profesional recomienda que si vives con alguien que tiene problemas con el alcohol, puedes sentirte avergonzado, enfadado, triste, dolido o experimentar un sinfín de emociones. “También es posible que la personas que conocen a un dependiente se sientan impotentes, ya que generalmente el bebedor promete que va a dejar de beber, por ejemplo, pero en muchos casos deja a todos defraudados si no logra cumplir su promesa”, explica.
Asimismo, detalla que los problemas con la bebida pueden alterar el funcionamiento de una familia profundamente, ya que un progenitor puede tener problemas para conservar el trabajo y para pagar las facturas, por lo que en muchos casos los hermanos mayores pueden verse obligados a cuidar de sus hermanos menores.
“Se tienen muchos casos en los que los padres o madres que tienen problemas con el alcohol pueden maltratar a sus hijos emocional o físicamente. Otros pueden desatenderlos al no proporcionarles suficiente guía ni suficientes cuidados. Sin embargo, independientemente de lo que ocurra, la mayoría de los hijos de alcohólicos quieren a sus padres y les preocupa que les pueda ocurrir algo malo. Los niños que viven con un progenitor alcohólico suelen probar todo tipo de cosas para impedir que beba. Pero, del mismo modo que los miembros de una familia no puede provocar la adicción al alcohol, tampoco la pueden frenar”, asegura Batallanos.
La mayoría de los familiares según el Psicólogo, caen en la trampa de pensar que el problema con la bebida de uno de sus parientes es solo es algo temporal, que cuando solucione determinado problema, como atravesar un momento difícil en el trabajo, la tendencia a beber cesará, empero lo científicamente corroborado es que aunque un progenitor alcohólico tenga otros problemas, el alcoholismo es un problema independiente y no se resolverá hasta que el bebedor reciba ayuda profesional. En este punto, Batallanos observó que en general Bolivia y Tarija, aún tienen mucho trabajo por hacer para crear entidades y espacios que brinden un servicio integral a este tipo de población.
Comando Policial confirma el incremento de alcohólicos
“Bebedores consuetudinarios” es el denominativo que se usa en las entidades públicas para referirse a esta población, que dicho sea de paso se incrementa cada vez más en la capital tarijeña. Tarija está ubicada en un mapa social nacional como uno de los departamentos en los que más se consume alcohol, según un estudio preliminar que fue avalado por el Ministerio de Salud del Estado.
Sobre esta problemática el comandante departamental de la Policía, Coronel Freddy Gordy, confirmó que la cantidad de grupos de bebedores se ha incrementado en la ciudad, por lo que subrayó la necesidad de generar un plan conjunto con el Gobierno Municipal y el Gobierno Departamental que permita encarar esta realidad.
Gordy manifestó que en los barrios de la ciudad existe al menos un grupo de bebedores consuetudinarios, un problema que contribuye a un ambiente de inseguridad que involucra a instituciones públicas, pero principalmente a las personas que padecen de la adición. En ese marco, identificó lugares como el río Guadalquivir, barrio Lourdes, IV Centenario, Los Chapacos, La Pampa, entre otros donde se tienen a grupos de bebedores.
En los últimos días, el Gobierno Municipal abordó también el tema desde el marco regulatorio, donde se informó que se habían emitido notificaciones a varias tiendas de barrios identificadas como proveedoras de alcohol a personas que están en estado de indigencia, por lo que fueron objeto de una llamada de atención. Sin embargo, los bebedores se dan formas para abastecerse, y les basta con uno a dos bolivianos para comprar alcohol de quemar que luego mezclan con agua.
En una nota anterior realizada por este medio, el presidente de la Federación Departamental de Juntas Vecinales (Fedjuve) de Tarija, Edwin Rosas, manifestó que el alcoholismo es uno de los problemas que crece día tras día y que va captando a más personas. Pero a pesar de ello no hay políticas para restablecerlos a sus familias y a la sociedad misma.
Rosas señaló que falta sensibilidad para trabajar por esa población y lograr que salgan de ese problema. En ese sentido, sugirió que se abran centros de orientación para estas personas tengan y se establezcan “fuertes” sanciones para evitar que beban en plazas, parques, etc. generando inseguridad a la población.
Algunos conSejos útiles si conoces a un bebedor
La familia
La persona que tenga problemas con la bebida deberá hacerse cargo de la situación. Si una persona ha adquirido un mal hábito con la bebida o una adicción al alcohol necesitará recibir ayuda acudiendo a un centro de tratamiento. El alcoholismo repercute sobre todos los miembros de la familia en la misma medida que sobre el alcoholizado.
Cómo tratar
La familia no debe relacionarse con el alcohólico con una actitud ‘policial’, controlando las salidas, los lugares que frecuenta o el tipo de amigos que tiene, sino que, desde una postura adulta, debe indicarle los comportamientos que sugieren un alto riesgo de seguir bebiendo y permitir que él decida sobre su conducta.
La promesas
Todos los miembros de la familia deben comprender que el alcohólico es un enfermo, no un degenerado ni un vicioso. Por tanto, hay que tratarlo como tal y no aceptar todas las condiciones que nos imponga ni creerse todas las promesas de abstinencia que pueda hacer. El alcoholismo no sólo se corrige a base de voluntad, sino que es preciso un tratamiento.
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