Marilina Bertoldi lanza “El gordo” y no deja títere con cabeza
Con sátira, glam y rock de dormitorio, Marilina pone el dedo en la llaga… y lo hace bailando.



A una semana de haber soltado su explosivo nuevo disco Para quien trabajás Vol. I, Marilina Bertoldi presentó el videoclip de “El gordo”, una sátira audiovisual donde el delirio televisivo se convierte en espejo de la realidad. Dirigido por Malena Pichot y Nano Garay Santaló, y protagonizado por Dolores Fonzi, Julián Lucero, la misma Pichot y la propia Marilina, el video es un guiño ácido —y muy argentino— al show constante en que se ha convertido todo.
Con idea original de Marilina y Malena, el clip no se limita a ilustrar la letra: le da una vuelta irónica y filosa, amplificando su crítica con una puesta en escena de humor negro y actuaciones brillantes. Mientras una ciudad colapsa y un estudio de TV se cae a pedazos, Marilina, montada como diva pop, canta desde el centro del caos. Según ella, es la canción más argentina del disco, y basta verla una vez para entender por qué.
Para quien trabajás Vol. I —título que ya suena a cachetada con pregunta incluida— es el quinto álbum de estudio de Bertoldi y probablemente el más jugado. Rock desde la habitación, con un sonido más contenido y teclas al frente, el disco la muestra como compositora, intérprete, productora y multiinstrumentista en modo laboratorio, acompañada por Mariano Otero en la producción. Aquí, la potencia clásica del rock se cuela en una forma nueva, con beat, profundidad y sensibilidad generacional.
Canciones como “No quieren más mi rocanrol”, “Autoestima” o “Por siempre es un lugar” construyen un repertorio sólido, reflexivo, pero nunca solemne. Es un disco que baila con la angustia, que se ríe de los mandatos y que suena igual de bien en auriculares que en un escenario con luces.
Y sí, Bertoldi no para de reinventarse. Después de ganar el Gardel de Oro, editar un álbum en vivo (Luna en Obras) con documental incluido, y formar parte del programa global Spotify Singles junto a Juliana Gattas, ahora se planta como una artista queer, libre y sin fórmula. Marilina hace lo que le divierte, pero lo hace con rigor y con fuego.
Con “El gordo”, reafirma que el arte, cuando se hace desde las tripas y con cabeza, todavía puede decir cosas incómodas y hacer que te rías mientras tanto. ¿Quién dijo que pensar no se puede bailar?