Prueba de artista: el grabado emergente en Tarija
Con cada trazo y cada escisión, el arte del grabado va echando raíces gracias al trabajo de un grupo de artistas que hacen lo posible por darle a Tarija un vínculo con su pasado cultural.



A Paulo Paricagua le conocen como “el profe”. Así le dicen sus colegas y los artistas en formación que han aprendido con él en el Instituto de Formación Artística José Mujica Mier (IFAJMM), o en su Taller de Grabado Estampa. Paricagua es arquitecto y pintor, pero una de las pasiones que tiene y que va sembrando en Tarija desde hace más de un año es el grabado. Su curiosidad le ha llevado a conocer algunas investigaciones de los antiguos pobladores de nuestro territorio, atesorando la idea de que el grabado era parte de sus vidas. “Tarija tiene un reservorio importante de grabado lítico antiguo, así que una idea es revitalizar esa herencia”, dice el profe.
La misión ha comenzado desde el año pasado, cuando Paricagua inició las actividades del Taller de Grabado Estampa, donde los artistas en formación tienen un lugar para aprender una de las artes más nobles, y de donde han salido muchas de las obras que reproducimos en estas páginas, las cuales ellos reunieron en la exposición Grabado Emergente Tarijeño, montada en las paredes de BioCultural y adherida al programa del Primer Encuentro Nacional de Grabadores celebrado en nuestra ciudad y al que asistieron artistas de La Paz, Santa Cruz, Cochabamba, Potosí y Oruro.
El día de la inauguración, estuvieron presentes Carlos Cordero, grabador paceño, y Edwin Mejía, grabador potosino. Cordero ensalzó el arte del grabado en su contundente cotidianidad: “ensuciarse, practicar, hacer todos los días algo, plasmar nuestras ideas y concretarlas en una estampa”. Para estos grabadores experimentados, es importante que en Bolivia los artistas trabajen para crear una referencia de grabado, tanto a nivel nacional como internacional: “Con el apoyo y las ganas de los artistas emergentes, espero que esto siga adelante”.
Pura Cepa tuvo la oportunidad de hablar con algunos de los grabadores emergentes para conocer sus experiencias y apreciaciones del arte del grabado. Liliana García, artista y gestora en BioCultural, estampó un sol sobre papeles reciclados de varias texturas, formas y colores. “Es como esculpir”, dijo refiriéndose al trabajo sobre la placa matriz de la cual se originan las obras. “La placa sigue viva”, aunque nadie la vea.
La joven artista, Ana Lucía Cari Andrade, cuya obra ocupa la portada de esta nota, tuvo su primera experiencia haciendo grabado en el Taller de Taco Perdido del “profe”, que compartió una técnica de grabado sobre cartón. “Me gusta, quiero seguir aprendiendo las demás técnicas. Me gusta la xilografía, la tonalidad y la fuerza que tiene. Quiero aprender y hacer más obras”, comentó con visible emoción.
“Perico Rey” es una estampa de Katy Fuentes, que la realizó en honor al lorito de su mamá, “su consentido”. Fuentes, ingeniera civil de profesión, conoció el grabado en el IFAJMM. “Tengo limitaciones de tiempo por mi trabajo, pero esto siempre me ha gustado. Aunque no siento que en Tarija un artista pueda vivir del arte como en otras ciudades, cada vez hay más grupos que se organizan para exponer. Mi meta es hacer una exposición individual muy pronto. Espero lograrlo”.
Para Isabel Soruco, autora de la estampa “Tarija”, la iniciativa de desarrollar el grabado es muy acertada: “Muchas personas en Tarija ni siquiera conocían esta técnica. Cuando les expliqué cómo se hace, dijeron, ‘guau, no sabía’. Todo el mundo hace dibujo y pintura. Pero esta técnica es tanto o más importante. Me parece bien que vayamos evolucionando y conociendo más del mundo del arte”. Para ella, el arte es un propósito de vida liberador que debería llegar a todo el mundo. “Muchas personas ni entran a una galería en su vida, por eso busco hacer arte en las calles, murales, intervenciones y nuevas ideas”.
Sadid Arancibia, que sumó varias estampas a la exposición, tiene un pensamiento similar: “Al ser una técnica de reproducción, aminora los costos y hace que el arte pueda llegar a otras personas que no pueden acceder, por decir, a comprar una pintura, pero si pueden comprar un grabado. De esa forma, hay una intencionalidad de democratizar el espacio artístico, que no sea el arte sólo para unos cuantos”.
Arancibia comparte la inquietud de Paricagua por la investigación de nuevas técnicas y materiales de grabado. “Todo es un atrevimiento. No sabes si te va a salir bien, es nomás atreverse y ver si funciona o no. En el camino encuentras dificultades, se va mejorando la técnica, completas con otras cosas. Como el grabado es nuevo en Tarija, hay que seguir buscando. Y eso puede ser un aporte para el grabado nacional”.
Junto al arte, la investigación y la técnica, está la poética de la calle. Arancibia viene “de una familia que ha vivido en el asentamiento. De niño he compartido esa colectividad que se necesita en esos espacios. He conocido y compartido con personas que, por cosas de la vida, terminan haciendo otras cosas, o no terminan en ningún lugar. Esas cosas es necesario reflejarlas. Escuchamos que somos la ciudad de la alegría, de la sonrisa. Pero vas a ciertos barrios, donde hay alegría, pero también hay otras cosas que yo no logro reflejar en una película, por ejemplo. Hay mucho más por decir, y hay una buena movida en el grabado”.