La numismática de Cuenca
El economista empezó con una monedita. Ahora tiene una gran colección de monedas, billetes y medallas que cuentan la historia económica de Bolivia.



Entre el 24 y el 28 de abril, Juan Carlos Cuenca Benítez expuso alrededor del 20 por ciento de su colección numismática en la Galería de Arte de la Casa de la Cultura, en el marco del XXXII Festival Abril en Tarija. Lo hace todos los años; por lo menos una vez, saca alguna parte de su colección a vista del público. También da conferencias sobre el tema, además de las charlas de emprendedurismo, el ciclismo, el doctorado en Educación Superior y las consultorías. Eso sí, dice que trabaja solo 2 horas al día. “Si trabajo tres, me estreso”, ríe.

Para Cuenca, la numismática es un pasatiempo interesante, “porque te ayuda a conocer la historia económica de los países, las caídas, las subidas. No se puede volver a caer en los mismos errores”, cuenta mientras muestra las medallas del vicepresidente Sucre, de Banzer, de Hitler, y de la visita del Papa Juan Pablo II a Bolivia; también el Cóndor de los Andes, o la antigua medalla de plata con el rostro de Goyeneche, y las muchas medallas de la Guerra del Chaco. Incluso guarda una chuspa con monedas de plata de la corona española, de Perú, y algunas con la cara de Melgarejo. “Es algo histórico que usaban las personas que vivían en Tarija”, dice, dando cuenta de la extensión de la cultura andina.

“La economía se mueve de forma cíclica”
Sobre la plata, cuenta que en Tarija siempre se ha conocido la moneda argentina. En su colección se encuentran monedas con soles y la leyenda “Provincias del Río de la Plata”, piezas históricas de un momento en que Tarija era un territorio anexado a ese dominio. Juan Carlos toma una moneda y la muerde, verificando su factura. En su bolsillo, asoman un par de billetes de 20 bolivianos, esos con la Casa Dorada en su reverso. “Este billete hay que guardar. Hay unos de las primeras series que ya se venden en 120 bolivianos”, aconseja.

En las muchas mesas de exposición que llevó a la galería, reposan billetes que cuentan la historia socioeconómica de Bolivia. A inicios del siglo XX, los billetes tenían diferentes tamaños de acuerdo a su valor pues, dice Cuenca, “la gente era analfabeta, y era la única forma de no hacerse engañar. Las personas antiguas decían, ‘tengo corte chico’. Ahora son todos del mismo tamaño”.

Avanzando, se encuentra un ejemplar de 500 bolivianos de 1928, época en que no existía la cinta para reparar billetes. “A la fuerza teníamos que coserlos, era la forma de restaurar”. Más allá, piezas de 1962, en cortes de 1, 5, 10, 20, 50 y 100 boliviano. Luego, en el periodo inflacionario de la UDP, cortes de 500, 1.000, 5.000, y hasta 100.000 pesos. Pero del tiempo de la hiperinflación, Cuenca guarda algunos cheques de gerencia, cuyos valores llegan a los 10 millones. “Con el decreto 21060 se eliminan 6 ceros, y volvemos a los billetes de 2, 5, 10 bolivianos. La economía se mueve de forma cíclica”, dice.

La economía actual de Bolivia
Cuenca observa que Bolivia tiene un potencial económico gigante basado en la extracción de recursos naturales, pero nunca se ha pensado en “apalancar la tecnología”. En los últimos 20 años, se pasó de un gobierno fuerte a un estado de división partidaria interna que ha debilitado la economía nacional. “Sea de izquierda o de derecha, si se divide la fuerza política, se ataca la economía y eso nos afecta a todos. Y también estamos mal porque nos hemos acostumbrado al monoingreso de los hidrocarburos. Hace 7 años, dos golpes, baja el precio y baja la producción. Cuando decíamos, ‘hay que sembrar gas’, hemos sembrado millonarios”.

“Cuando decíamos, ‘hay que sembrar gas’, hemos sembrado millonarios”
El economista conversó con Pura Cepa que esa falta de inversión fue el error cometido en un tiempo de “economía blindada”. Sin embargo, “con esta plata que hay ahora, hemos vivido mucho mejor hace 40, 20, 10 años atrás. Es buena cantidad, pero no nos están entrando más recursos y el estado no se ajusta el cinturón”. Observó también la falta de organización entre los sectores público y privado. “Colocas tu empresa, te cae impuestos y todo el mundo. Mejor cierro y me vuelvo político, porque no hay incentivo para el emprendedor. Ahí entra la política barata: ‘No hay dólares, quiebran los bancos, la economía se va al tacho’. La gente pierde confianza, pensaban invertir, pero mejor se lo guardan y no hacen nada porque tienen miedo”.

La educación y el futuro
Para Cuenca, se deben repensar los sueldos en todas las instituciones. “Era buena la política de Evo. El sueldo máximo lo gana el presidente. En las universidades ya no reciben más alumnos porque un docente viejo gana siete sueldos de un nuevo docente. Prefieren ir contra su estado físico y morir pasando clases que bajarse el sueldo”.
El ajuste también debe aplicarse a la forma de educarnos, pues en Bolivia “nunca hemos tomado en serio la educación. Hay que tener bases filosóficas, sociales, tecnológicas. Estamos en un mundo que va diez pasos adelante. ¿Qué vamos a hacer?”. Juan Carlos comenta que hizo una encuesta con estudiantes y muchos respondieron que piensan ser políticos, narcotraficantes o policías. “La juventud de ahora tiene esa perspectiva, porque son trabajos que no pagan impuestos, ganan lo que quieren, rápidamente hacen plata”.

Cuenca explica el resultado como efecto de la falta de énfasis en una educación emprendedora y científica. “Todos quieren ser influencer, pero nadie quiere hacer economía. Sus papás venden, pero no quieren ayudar ni aprender. Niegan su identidad, siendo que es la base de su economía. Después viven de sus papás”. La solución también está en una educación multidisciplinaria. “No puedes trabajar solo, siempre trabajas con otros, ingenieros, sociólogos, doctores. Hay que aprender a trabajar en equipo y no escaparse de la tecnología. La universidad necesita emprender. Pueden hacer sus propios alimentos, por ejemplo. Los chicos tienen ahí un campo grande de práctica”.
