¿Por qué bostezamos?
Elías Vidaurre Médico El fenómeno del bostezo es uno de los más profundamente arraigados en nuestra biología. Básicamente, todo el mundo bosteza, independientemente de la cultura a la que pertenezca. Además, no solo está presente en bebés y hasta en fetos de tres meses de...
Elías Vidaurre Médico
El fenómeno del bostezo es uno de los más profundamente arraigados en nuestra biología. Básicamente, todo el mundo bosteza, independientemente de la cultura a la que pertenezca. Además, no solo está presente en bebés y hasta en fetos de tres meses de gestación, sino que también se manifiesta en prácticamente cualquier animal vertebrado, desde loros hasta tiburones.
A tomar en cuenta
Un bostezo es la acción involuntaria de mantener abierta las mandíbulas, inspirar profundamente durante unos segundos y volver a cerrar las mandíbulas a la vez que se expira brevemente. Los bostezos están muy vinculados al ciclo sueño-vigilia que regula la hormona llamada melatonina, y por eso durante muchos años se ha creído que es un fenómeno fisiológico relacionado con el nivel de actividad cerebral y con la respuesta a las situaciones estresantes que, a veces, pueden pillarnos con la guardia baja, ya sea porque estamos cansados o porque tenemos sueño.
En definitiva, el bostezo es algo muy vinculado a nuestros orígenes evolutivos y que ha calado en el funcionamiento más básico de nuestro sistema nervioso. Ahora bien, saber esto no nos dice nada concreto acerca de su utilidad. Si queremos saber a qué necesidades podría dar respuesta este mecanismo biológico tan curioso, es necesario realizar investigaciones concretas para averiguarlo.
Si partimos de la idea de que bostezar es básicamente captar mucho aire mediante una respiración profunda, fácilmente llegaremos a la conclusión de que el bostezo sirve para oxigenarnos. Sin embargo, esta hipótesis ha quedado refutada desde los años ochenta, cuando el investigador de la Universidad de Maryland Robert Provine observó que la frecuencia de los bostezos era la misma independientemente de si se estaba en una habitación muy bien ventilada o con mucho CO2.
Una de las hipótesis que podrían explicar la función del bostezo es la posibilidad de mantener en forma y tonificar los pequeños grupos musculares de la cara que, dependiendo de nuestro estado de ánimo o de los contextos sociales en los que nos encontremos, pueden permanecer casi totalmente relajados durante demasiado tiempo.
El bostezo es como una manera automática de desperezarnos
Una hipótesis sería que esta acción permite “reiniciar” la posición de las mandíbulas
Este movimiento puede ayudar a despejar los oídos corrigiendo diferencias de presión
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El fenómeno del bostezo es uno de los más profundamente arraigados en nuestra biología. Básicamente, todo el mundo bosteza, independientemente de la cultura a la que pertenezca. Además, no solo está presente en bebés y hasta en fetos de tres meses de gestación, sino que también se manifiesta en prácticamente cualquier animal vertebrado, desde loros hasta tiburones.
A tomar en cuenta
Un bostezo es la acción involuntaria de mantener abierta las mandíbulas, inspirar profundamente durante unos segundos y volver a cerrar las mandíbulas a la vez que se expira brevemente. Los bostezos están muy vinculados al ciclo sueño-vigilia que regula la hormona llamada melatonina, y por eso durante muchos años se ha creído que es un fenómeno fisiológico relacionado con el nivel de actividad cerebral y con la respuesta a las situaciones estresantes que, a veces, pueden pillarnos con la guardia baja, ya sea porque estamos cansados o porque tenemos sueño.
En definitiva, el bostezo es algo muy vinculado a nuestros orígenes evolutivos y que ha calado en el funcionamiento más básico de nuestro sistema nervioso. Ahora bien, saber esto no nos dice nada concreto acerca de su utilidad. Si queremos saber a qué necesidades podría dar respuesta este mecanismo biológico tan curioso, es necesario realizar investigaciones concretas para averiguarlo.
Si partimos de la idea de que bostezar es básicamente captar mucho aire mediante una respiración profunda, fácilmente llegaremos a la conclusión de que el bostezo sirve para oxigenarnos. Sin embargo, esta hipótesis ha quedado refutada desde los años ochenta, cuando el investigador de la Universidad de Maryland Robert Provine observó que la frecuencia de los bostezos era la misma independientemente de si se estaba en una habitación muy bien ventilada o con mucho CO2.
Una de las hipótesis que podrían explicar la función del bostezo es la posibilidad de mantener en forma y tonificar los pequeños grupos musculares de la cara que, dependiendo de nuestro estado de ánimo o de los contextos sociales en los que nos encontremos, pueden permanecer casi totalmente relajados durante demasiado tiempo.
El bostezo es como una manera automática de desperezarnos
Una hipótesis sería que esta acción permite “reiniciar” la posición de las mandíbulas
Este movimiento puede ayudar a despejar los oídos corrigiendo diferencias de presión
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