¿Bacterias en la casa?
Estos parásitos microscópicos no se pueden ver a simple vista, pero los miles de millones de bacterias y virus que crecen en las superficies que usted toca diariamente pueden ser la principal causa de su próximo estornudo, resfriado o gastroenteritis aguda. A continuación, 12 lugares...



Estos parásitos microscópicos no se pueden ver a simple vista, pero los miles de millones de bacterias y virus que crecen en las superficies que usted toca diariamente pueden ser la principal causa de su próximo estornudo, resfriado o gastroenteritis aguda. A continuación, 12 lugares importantes donde se esconden las bacterias y algunas sugerencias para exterminarlas. (Le damos una pista: les encanta su lavaplatos).
A tomar en cuenta
¿Quién recuerda cuándo limpió por última vez a fondo el mando de la tele, la brocha del maquillaje o el cesto de la ropa sucia? Esos tres, entre otros muchos objetos inesperados de nuestros hogares, son auténticos nidos de bacterias, virus, hongos y pequeños parásitos. La mayoría son inofensivos pero permanecen en una suspensión de bacterias con las que vivimos diariamente.
El origen de los microorganismos domésticos es diverso, pero la mayoría proceden de nosotros mismos. Cada individuo lleva consigo una ‘nube’ de microbios personal –las últimas tecnologías forenses permiten identificar al inquilino de un piso por los ‘bichos’ que deja atrás–, pero no intransferible: el contacto íntimo –abrazos, besos o caricias– y el social –apretón de manos– hacen que pongamos en común muchos de esos gérmenes todo el tiempo, a razón de un millón cada hora.
Estos organismos empiezan a colonizarnos desde el nacimiento, primero a través del canal del parto y enseguida por la alimentación. A lo largo de la vida vamos creando nuestra propia microbiota, formada por miles de especies distintas, adaptadas al lugar concreto en el que habitan. Solo en la boca cada persona alberga entre 60 y 90 especies distintas, y además cada una tiene clones diferentes según los sujetos.
A tomar en cuenta
¿Quién recuerda cuándo limpió por última vez a fondo el mando de la tele, la brocha del maquillaje o el cesto de la ropa sucia? Esos tres, entre otros muchos objetos inesperados de nuestros hogares, son auténticos nidos de bacterias, virus, hongos y pequeños parásitos. La mayoría son inofensivos pero permanecen en una suspensión de bacterias con las que vivimos diariamente.
El origen de los microorganismos domésticos es diverso, pero la mayoría proceden de nosotros mismos. Cada individuo lleva consigo una ‘nube’ de microbios personal –las últimas tecnologías forenses permiten identificar al inquilino de un piso por los ‘bichos’ que deja atrás–, pero no intransferible: el contacto íntimo –abrazos, besos o caricias– y el social –apretón de manos– hacen que pongamos en común muchos de esos gérmenes todo el tiempo, a razón de un millón cada hora.
Estos organismos empiezan a colonizarnos desde el nacimiento, primero a través del canal del parto y enseguida por la alimentación. A lo largo de la vida vamos creando nuestra propia microbiota, formada por miles de especies distintas, adaptadas al lugar concreto en el que habitan. Solo en la boca cada persona alberga entre 60 y 90 especies distintas, y además cada una tiene clones diferentes según los sujetos.