Los feminicidas son cada vez más crueles en Bolivia
Los asesinatos de mujeres son cada vez más crueles en Bolivia y aunque no existe un perfil criminal para el feminicida, la psicóloga clínica, Marynés Salazar, directora de la Asociación Psinergia, explica algunas características para identificar a los agresores, a quienes califica como...
Los asesinatos de mujeres son cada vez más crueles en Bolivia y aunque no existe un perfil criminal para el feminicida, la psicóloga clínica, Marynés Salazar, directora de la Asociación Psinergia, explica algunas características para identificar a los agresores, a quienes califica como “machos asustados”, que son los que cometen los crímenes con cuchillos, piedras, armas de fuego hasta acabar con la vida de la mujer.
La mayoría de los asesinatos que se reportaron en lo que va del año se caracteriza por ser violentos, donde hay mujeres que fueron maltratadas hasta morir, degolladas, apuñaladas, apedreadas e incluso quemadas.
Salazar señala que en la mayoría de los casos los feminicidas son amables y controladores. Dice que una vez que inician una relación, el agresor somete a la víctima, aunque al principio pasa desapercibido, hasta que la mujer se vuelve dependiente y de ahí comienzan a aparecer los primeros actos de agresión.
Menciona que al principio las agresiones van desde jalones, empujones, burlas, insultos, control económico, manipulación emocional, subvaloración, hasta agresiones físicas que pueden terminar eliminando el cuerpo de la mujer. “El hombre socava la autoestima de la mujer y ella naturaliza la violencia, por eso muchas veces calla”, dice.
La psicóloga señala que la sociedad tiene una carga de responsabilidad de la violencia hacia las mujeres, al ser indiferentes ante acciones que afectan su integridad física y emocional, o por la manera en que “algunos hombres” fueron educados por sus familias haciéndoles pensar que son los únicos protectores y dadores.
“Los feminicidas son productos del sistema, de la sociedad que los cría haciéndolos pensar que deben ser protectores, cuidadores, dadores únicos en la familia. Hay otros que son educados como verdaderos hombres, pero otros son criados como machos que son persona que quieren poseer un objeto para no sentir sus vacíos personales”, afirma.
De acuerdo a la experta, estos machos son los que están acabando con la vida de las mujeres, porque ante el empoderamiento e independencia económica de la gran mayoría de féminas, están asustados porque no encuentran “el lugar que les corresponde” en la relación de pareja y por atentan contra la mujer hasta cometer feminicidio.
Con Salazar coincide el psicólogo forense Carlos Velásquez, que relata que un feminicidio comienza a visualizarse desde las agresiones verbales, físicas, emocionales que pueden ser sutiles y poco a poco, el agresor controla la vestimenta y el comportamiento de la mujer.
“Qué mal te vistes, no me gusta los que has hecho, agarrones fuertes, empujones y así, poco a poco va invadiendo la intimidad de la víctima, hasta que ésta pierde su propia identidad y se hace una sombra del otro. Eso genera en muchos casos dependencia y la víctima termina por aceptar esa característica de la relación”, enfatiza.
“No es amor”
Velásquez aclara que ese tipo de características en una relación “no es amor” porque no hay un crecimiento en esa unión, sino obligación y agresiones que no permiten que la pareja prospere en sus sentimientos.
“No es amor, el amor hace referencia a la posibilidad de crecimiento en la relación, sin la necesidad de obligarte a nada. Frases como te necesito, te quiero, se vuelve (del agresor) en yo te requiero, ese tipo de relaciones ayuda a crecer. Es claro que las agresiones son paulatinas, no es de la noche a la mañana”, dice.