Rumbo al 3M: Plataformas ven falta de propuestas para mujeres
Mujer madre, mujer víctima, mujer pobre, mujer vulnerable. Esta es la percepción predominante en las organizaciones políticas en carrera electoral en torno a la mujer boliviana. En esa perspectiva es que no visibilizan la desigualdad de género en Bolivia y sus propuestas electorales no están...



Mujer madre, mujer víctima, mujer pobre, mujer vulnerable. Esta es la percepción predominante en las organizaciones políticas en carrera electoral en torno a la mujer boliviana. En esa perspectiva es que no visibilizan la desigualdad de género en Bolivia y sus propuestas electorales no están asociadas a una decisión política de transformación de las actuales relaciones de poder. Así, cinco de las ocho organizaciones políticas tienen pocas o ninguna propuesta para las mujeres dentro de su oferta programática, rumbo a las Elecciones Generales 2020.
Las mujeres tienen una amplia participación en las organizaciones políticas, a veces de más del 50% en la base militante, pero su participación disminuye en los niveles jerárquicos de las direcciones y en la toma de decisiones.
“Este déficit democrático muestra que, a pesar de la paridad lograda en distintos niveles de representación, ello no significa igualdad política sino una igualdad ficticia, al no tener correspondencia con la estructura orgánica, los estatutos, la dinámica interna de las organizaciones políticas y sus programas de gobierno”, afirma Mónica Novillo, directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer.
A propósito del Día Internacional de la Mujer, el Observatorio de Género, en el marco de la campaña #Protagonistas: Paridad-Poder-Juventudes, realizó un análisis de los programas político-electorales de Creemos, MAS-IPSP, FPV, LIBRE 21, CC, Juntos, ADN y PANBOL y su correlato con la Agenda Política desde las Mujeres, una construcción colectiva de más de 500 organizaciones de mujeres plurales y diversas de todo el país.
Dicha agenda resume las principales demandas del movimiento de mujeres de Bolivia, organizadas en seis ejes estratégicos que sintetizan los nudos claves de la desigualdad de género y cuya desestructuración es la base de la despatriarcalización: Democratización del poder, Desmontaje cultural y material del patriarcado, Vida libre de violencia, Autonomía sobre los cuerpos, Autonomía económica de las mujeres y Justicia ambiental con justicia de género.
En términos generales, se advierte que los asuntos relacionados a género apuntan, en todos los casos, al campo social, con un enfoque basado en la concepción de vulnerabilidad de las mujeres, como víctimas de violencia y personas pobres. Por otro lado, la subvaloración de su participación como sujetos sociales, económicos y políticos, y la invisibilización de sus aportes económicos, sociales y políticos es lo habitual.
“La oferta programática de las organizaciones políticas no visibilizan la realidad de la desigualdad de género en todas sus dimensiones”, sostiene Novillo. “Sus propuestas no corresponden a las demandas de las mujeres, sino a parcialidades de las mismas, pues las colocan en una posición marginal. En consecuencia, al minimizar la desigualdad de género, las medidas para reducir las brechas de desigualdad o eliminarlas son tangenciales, o responden a concepciones conservadoras en los partidos que tienen una inclusión baja e incipiente de las demandas de las mujeres”.
En ese marco, se observa que los programas de gobierno tienen concepciones distintas y niveles de inclusión diferenciados de las demandas de las mujeres: Comunidad Ciudadana (CC), Movimiento al Socialismo (MAS) y Juntos muestran un nivel de inclusión media, Creemos, LIBRE 21 y Frente Para la Victoria (FPV), un nivel bajo; ADN y PANBOL un nivel incipiente de corte.
Las mujeres tienen una amplia participación en las organizaciones políticas, a veces de más del 50% en la base militante, pero su participación disminuye en los niveles jerárquicos de las direcciones y en la toma de decisiones.
“Este déficit democrático muestra que, a pesar de la paridad lograda en distintos niveles de representación, ello no significa igualdad política sino una igualdad ficticia, al no tener correspondencia con la estructura orgánica, los estatutos, la dinámica interna de las organizaciones políticas y sus programas de gobierno”, afirma Mónica Novillo, directora ejecutiva de la Coordinadora de la Mujer.
A propósito del Día Internacional de la Mujer, el Observatorio de Género, en el marco de la campaña #Protagonistas: Paridad-Poder-Juventudes, realizó un análisis de los programas político-electorales de Creemos, MAS-IPSP, FPV, LIBRE 21, CC, Juntos, ADN y PANBOL y su correlato con la Agenda Política desde las Mujeres, una construcción colectiva de más de 500 organizaciones de mujeres plurales y diversas de todo el país.
Dicha agenda resume las principales demandas del movimiento de mujeres de Bolivia, organizadas en seis ejes estratégicos que sintetizan los nudos claves de la desigualdad de género y cuya desestructuración es la base de la despatriarcalización: Democratización del poder, Desmontaje cultural y material del patriarcado, Vida libre de violencia, Autonomía sobre los cuerpos, Autonomía económica de las mujeres y Justicia ambiental con justicia de género.
En términos generales, se advierte que los asuntos relacionados a género apuntan, en todos los casos, al campo social, con un enfoque basado en la concepción de vulnerabilidad de las mujeres, como víctimas de violencia y personas pobres. Por otro lado, la subvaloración de su participación como sujetos sociales, económicos y políticos, y la invisibilización de sus aportes económicos, sociales y políticos es lo habitual.
“La oferta programática de las organizaciones políticas no visibilizan la realidad de la desigualdad de género en todas sus dimensiones”, sostiene Novillo. “Sus propuestas no corresponden a las demandas de las mujeres, sino a parcialidades de las mismas, pues las colocan en una posición marginal. En consecuencia, al minimizar la desigualdad de género, las medidas para reducir las brechas de desigualdad o eliminarlas son tangenciales, o responden a concepciones conservadoras en los partidos que tienen una inclusión baja e incipiente de las demandas de las mujeres”.
En ese marco, se observa que los programas de gobierno tienen concepciones distintas y niveles de inclusión diferenciados de las demandas de las mujeres: Comunidad Ciudadana (CC), Movimiento al Socialismo (MAS) y Juntos muestran un nivel de inclusión media, Creemos, LIBRE 21 y Frente Para la Victoria (FPV), un nivel bajo; ADN y PANBOL un nivel incipiente de corte.