Análisis geoestratégico
El Norte descubre la Tercera Guerra Mundial
Los números son evidentes: desde el fin de la segunda Guerra Mundial los muertos se han acumulado en los países del Sur Global hasta la llegada de la intervención rusa en Ucrania, cuyos números son tergiversados por ambas partes
«La tercera guerra mundial ya comenzó» es el título del best seller que el antropólogo e historiador francés Emmanuel Todd lanzó en Japón en 2022. La obra analiza el involucramiento militar y económico de Europa y Estados Unidos en el conflicto de Ucrania con Rusia, que también incluye a China con su respaldo político a Moscú.
Todd, cuyo libro ha vendido ya más de 100.000 ejemplares, dijo en enero, en una entrevista con el diario francés Le Figaro, que corresponde el calificativo de guerra mundial, porque un conflicto territorialmente limitado se ha transformado en una confrontación económica global de todo Occidente contra el eje Moscú-Beijing.
Con una mirada centrada en el Norte, el autor asume como «todo Occidente» a Estados Unidos más Europa, y por derivación a su común estructura militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En la misma entrevista Todd apuntó que esta tercera guerra mundial comenzó «en pequeño», cuando se esperaba una corta duración del conflicto. Hoy, a 12 meses del inicio de las hostilidades, es posible prever que podría extenderse por unos cinco años, o sea un tiempo más o menos similar al de las dos guerras mundiales del siglo XX.
Es cierto que el conflicto Kiev-Moscú plantea escenarios inéditos en la política internacional, con repercusiones económicas también sin precedentes, como bien apunta el analista francés. ¿Pero es realmente el detonante de una tercera guerra mundial, entendida esta como una conflagración generalizada entre la OTAN y Rusia más China?
El sociólogo y científico político brasileño Emir Sader, en un artículo difundido por el diario argentino Página 12, consideró apocalíptico el título del libro de Todd, como un buen recurso de ventas, pero que no se sustenta en la realidad, ya que falta precisamente el ingrediente militar en gran escala.
«Si estuviéramos en una guerra mundial, estaríamos viendo, todos los días, las escenas de destrucción y bombardeo, con el número correspondiente de muertos y heridos, con hospitales superpoblados, con ambulancias circulando por todas las ciudades. Un escenario que puede estar teniendo lugar en Ucrania y quizás en una ciudad de Rusia, pero no en cualquier ciudad de Estados Unidos o de China», escribió Sader.
«No se pasa mágicamente de la palabra guerra, de la guerra de las palabras a la guerra realmente existente. Este uso banal de la palabra guerra, que utiliza a los lectores como instrumentos del narcisismo intelectual de quienes aman todo lo que escriben», puntualizó el analista brasileño.
Un contexto histórico
La idea de la tercera guerra mundial está rondando prácticamente desde 1949, cuando la entonces Unión Soviética desarrolló su poderío atómico y planteó un equilibrio nuclear con Estados Unidos.
Comenzó así la pugna hegemónica entre ambas potencias, con la creación de la OTAN en 1949 y del Pacto de Varsovia en 1955. Este último desapareció en 1991 con la disolución de la URSS, mientras la alianza atlántica no ha cesado de crecer.
La competencia ideológica y política entre Oriente y Occidente tuvo desde los años 50 el telón de fondo de la amenaza del holocausto nuclear, que aventó los temores de una conflagración mundial y dio paso a la Guerra Fría. La paz se instaló en los territorios de los protagonistas de las dos conflagraciones mundiales.
Pero esta guerra fría fue más bien guerra candente en la periferia, de la mano de los procesos de descolonización en el Sudeste Asiático y en África y de los levantamientos guerrilleros en América Latina. El conflicto árabe-israelí, en sus tres versiones, y más tarde el prolongado enfrentamiento de Irán e Iraq marcaron, entre otros, una permanente inestabilidad en el entonces llamado Tercer Mundo.
Ambos bloques cuidaron sus zonas de influencia, utilizando la fuerza cuando lo estimaron necesario. La Unión Soviética intervino en Hungría en 1956 e invadió Checoslovaquia en 1968. Estados Unidos, ya sea bajo el paradigma de la Seguridad Hemisférica o de la Doctrina de Seguridad Nacional, promovió golpes de Estado en América Latina, ocupó militarmente República Dominicana en 1965 y la isla de Granada en 1983. Haití, en la postguerra, ha sido invadido dos veces, en 1994 y 2004.
En 1970 los cubanos Julio García Espinoza, Miguel Torres y Roberto Fernández Retamar estrenaron el documental Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial, filmado en Vietnam del Norte, que denunciaba crímenes de guerra de los Estados Unidos. La guerra de Vietnam servía así para caracterizar el trasfondo bélico de la Guerra Fría.
La invasión soviética a Afganistán en 1982 llevó estas guerras periféricas al corazón de Asia, abriendo un foco de conflicto de largo aliento, hasta el debut del siglo XXI, con Estados Unidos enredado en una inútil guerra contra los talibanes que se prolongó desde 2001 hasta el año 2021.
La guerra “moderna”
Al culminar el siglo pasado, Europa tuvo por primera vez en su territorio, desde el fin de la segunda guerra, las luchas bélicas en la antigua Yugoslavia, con ingredientes nacionalistas y religiosos que escapaban al perfil de una Guerra Fría que se consideraba ya parte de la historia.
Durante el siglo actual no han cesado los conflictos bélicos en Asia y África, ya sea por disputas territoriales o confrontaciones étnicas o religiosas. En el Sahara Occidental se libra la guerra de descolonización más prolongada y silenciosa, iniciada en 1975.
Estados Unidos y la OTAN fueron actores directos o indirectos en varios de los conflictos armados en el tránsito de un siglo a otro, mientras Rusia aparecía relegada a sus problemas internos antes de 2014, cuando inició hostilidades con Ucrania.
La guerra civil en Siria, con la intervención de Estados Unidos, Turquía, Irán, Rusia y del Estado Islámico, creó las condiciones para un reestreno de la Guerra Fría, donde ya no prima la confrontación ideológica capitalismo-comunismo, sino más bien las aspiraciones hegemónicas en cuanto a zonas de influencia de Washington y Moscú.
En septiembre de 2014 el papa Francisco dijo: «hoy se puede hablar de una tercera guerra mundial combatida por partes, con crímenes, masacres y destrucciones». El pontífice citó como ejemplo de sus palabras los conflictos en Iraq, Siria, en la franja de Gaza y en países de África, junto con condenar al Estado islámico y sus campañas de agresión.
El 8 de septiembre de 2022 el líder de la Iglesia católica se refirió al conflicto de Rusia y Ucrania. «Desgraciadamente Europa y el mundo entero están sacudidos por una guerra de especial gravedad», equiparable a «una tercera guerra mundial en pedazos», expresó.
El papa ha recordado en sus alocuciones que la segunda guerra mundial causó alrededor de 70 millones de muertos y lamenta que el mundo no haya asimilado la lección.
Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España, después de las dos guerras mundiales, los conflictos más mortíferos del siglo pasado fueron el de Corea (2,9 millones de muertos), el genocidio de Camboya (2 millones), la guerra civil de Nigeria (2 millones), la guerra del Vietnam (2 millones), la guerra civil del sur de Sudán (2 millones).
El listado incluye también la invasión india a Bangladesh (1,5 millones), el genocidio armenio (1 millón), las luchas entre musulmanes e hindúes en la India (800 000), el genocidio de Ruanda (600.000), la guerra entre Etiopía y Eritrea (545 000) y la guerra Irán-Iraq (400 000). Otros conflictos provocaron más de 100 000 muertos.
En lo que va del siglo XXI, el conflicto más grave ha sido el de Siria, con un número de muertos estimado en 400.000 hasta el año 2020 y 5,6 millones de desplazados. En los ochos años de guerra en Yemen se contabilizan 200.000 muertes.
El 18 de febrero, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo en Múnich que se estima en 200.000 el número de soldados rusos muertos o herido en la guerra con Ucrania. Blinken no se refirió a las bajas ucranianas, que otras fuentes cifran en 100.000. A su vez, Naciones Unidas informó el 31 de enero que desde el inicio de la guerra han muerto 7.110 civiles en Ucrania.
En estas materias las comparaciones siempre son odiosas, pero no cabe duda de que las guerras dejan más víctimas en el otrora llamado Tercer Mundo que en el Norte. Si hablamos de tercera guerra mundial, ya sea por pedazos o por impactos globales, habría que citar al escritor uruguayo Mario Benedetti y advertir que «el Sur también existe».
Las guerras más cruentas de la América del Sur independiente
La propia conformación de Sudamérica y su identidad cultural común todavía evoca la idea de violencia. Fueron violentos los tiempos en los que Incas y guaraníes construían sus imperios; fue violenta la invasión española, fue violenta la resistencia y fue violenta la liberación.
La independencia no impidió que siguieran existiendo conflictos entre las nuevas naciones formadas, lo que ha desencadenado en guerras cruentas en varias ocasiones y muchas de ellas, precisamente desencadenadas por intereses de países europeos en la región. Bolivia ha protagonizado dos de ellas de magnitud, la Guerra del Pacífico (1879 - 1884) y la Guerra del Chaco (1932 – 1935) así como el choque armado con la Confederación Argentina entre (1837-1839) en el que Argentina renuncia a Tarija y Bolivia a Jujuy y el norte de Salta.
En la guerra del Pacífico se estiman unos 20.000 muertos, la mayoría del lado boliviano y peruano, mientras que en la Guerra del Chaco, que es considerada la primera gran guerra moderna del continente también por su dureza, se estiman unos 80.000 muertos del lado boliviano y 50.000 del paraguayo mientras que no hay datos de la guerra con Argentina.
Otros conflictos cruentos fueron los siguientes:
Guerra de Leticia o Guerra Colombo-Peruana
Fue el conflicto armado entre las Repúblicas de Colombia y Perú entre 1932 y 1933. Se llevó a cabo en afluencias del Río Putumayo y la ciudad de Leticia, en Colombia.
Según Reynel Salas Vargas, en su libro El conflicto colombo-peruano: Política-Guerra-Diplomacia, la causa de esta guerra, entre otras cosas, surge a partir de la falta de claridad en la definición de las fronteras entre el Virreinato de la Nueva Granada y el Virreinato de Perú, más precisamente en el territorio de Maynas. Ante este vacío legal, las tropas peruanas tomaron la base militar colombiana de “La Pedrera”, despertando el interés por negociar entre ambas naciones.
En 1922 se firmaría el Tratado Alberto Salomón y Fabio Lozano, por el nombre de los Ministros de Relaciones Exteriores de Perú y Colombia respectivamente, con el cual se limitaba las fronteras entre estas naciones. Sin embargo, en 1932, las tropas militares peruanas toman Leticia para reclamarla como su territorio. Ante esto hubo una escalada militar colombiana, que paralelamente estuvo acompañada de negociaciones diplomáticas respaldadas por varios países.
El conflicto no llegaría a su fin hasta que el Presidente Peruano, Luis Miguel Sánchez Cerro, murió y su sucesor, el General Óscar Benavides, aceptaran reunirse con el presidente colombiano, Enrique Olaya Herrera, para acordar los términos de la paz, la cual llegó a concretarse un año después en Rio de Janeiro, Brasil, en el cual se acordó respetar el Tratado Salomón-Lozano.
La guerra de la Triple Alianza
En La historiografía uruguaya sobre la Guerra de la Triple Alianza. Trayectos, tradiciones, ¿resignificaciones?, de Tomás Sansón Corbo, se describe la guerra de la Triple Alianza como el conflicto que enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay en 1864 y 1870. El origen del conflicto surge cuando Uruguay un grupo de liberales uruguayos se subleva en 1863 derrocando al gobierno federal, el cual era aliado de Paraguay.
La acción habría sido preparada y con el visto bueno del Presidente de Argentina y con el apoyo de la armada de Brasil. Ante esta situación, Paraguay sale en defensa del gobierno depuesto y decide declarar la guerra a Brasil y, posteriormente a Argentina, que, aunque se había declarado neutral, decidió no permitir el paso a tropas paraguayas por su territorio.
Entre tanto, el gobierno de Brasil, Argentina y el recién llegado gobierno uruguayo firmaron en 1865 el Tratado de la Triple Alianza. El resultado fue devastador para Paraguay, el cual fue perjudicado estructuralmente y a nivel social, ya que perdió gran parte de su población masculina. Asimismo, Argentina y Brasil adhirieron una porción del territorio paraguayo al suyo.
Se estiman unas 300.000 bajas paraguayas – 120.000 militares y el resto civiles – por unas 100.000 brasileras, 30.000 argentinas y 10.000 uruguayas. Sin embargo, Paraguay, cuya población estimada antes de la guerra era de medio millón, perdió prácticamente a toda su población entre los 11 y los 50 años.
La guerra de Cenepa
Fue un enfrentamiento bélico entre Ecuador y Perú llevado a cabo entre 1994 y 1995. Esta fue la última guerra vista entre dos países de la región.
Según el artículo El conflicto territorial entre Ecuador y Perú por el Río del Cenepa (1995): Entre una mediación Fallida y otra exitosa de Paula Lekada Laban, principalmente, el conflicto tuvo como origen el interés de las dos naciones por el control territorial comprendida entre la Cordillera del Cóndor y el Río Cenepa y por la interpretación diferenciada del tratado de paz “Protocolo de Río de Janeiro” firmado tras la guerra de ambos países en 1941.
Tras varios fallidos intentos diplomáticos de los presidentes del Perú (Alberto Fujimori) y Ecuador (Sixto Durán), las tropas de ambos países tuvieron varios enfrentamientos en la zona del conflicto, del cual no se saben a cifra cierta las cifras de muertos, las cuales oscilan entre 120 y 500.