Agenda de Salud
Alimentos ultraprocesados, en el punto de mira de los científicos
Los expertos consultados coinciden en que el vínculo entre ultraprocesados y mala salud se explica, primero, porque estos productos suelen tener un pésimo perfil nutricional. Es el grupo de alimentos que nueva evidencia asocia con más riesgo de cáncer y mortalidad cardiovascular. Bolivia se aleja de
Comer, bien o mal, puede hacer virar la balanza entre la salud y la enfermedad. La dieta juega un papel crucial en el desarrollo de enfermedades crónicas, como la obesidad o la diabetes, y la comunidad científica encuentra cada vez más vínculos entre la ingesta de alimentos poco saludables y su repercusión en el organismo humano. Dos estudios publicados esta semana en la revista British Medical Journal (BMJ) avanzan en esta línea y alertan del riesgo del consumo de alimentos ultraprocesados: una de las investigaciones encontró que los hombres con dietas nutricionalmente pobres tienen casi un 30% más de riesgo de padecer cáncer de colon, una asociación, por cierto, que no vieron en el caso de las mujeres. Otro estudio, por su parte, reveló que los individuos que comen de forma menos saludable tienen también un 27% más de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. A pesar de las limitaciones que presentan –son estudios observacionales que encuentran una asociación, no causalidad–, sendas investigaciones ponen el foco en la amenaza para la salud de este tipo de alimentos. Las enfermedades cardiovasculares y el cáncer se encuentran entre las primeras causas de muerte en el mundo.
Los alimentos ultraprocesados suelen tener menor calidad nutricional que los no procesados. Más sal, más azúcar, más grasas, menos fibra, menos vitaminas y minerales. Según el sistema nutricional NOVA, una escala de clasificación de alimentos según su nivel de procesamiento, son “formulaciones industriales” que incluyen sustancias alimenticias como edulcorantes, colorantes o aditivos, entre otros, para darle un determinado aspecto o sabor o que sean duraderos, accesibles o estar listos para comer. Son, por ejemplo, aperitivos envasados, bollería industrial, galletas y cereales edulcorados, bebidas azucaradas y productos listos para cocinar, como pizzas, hamburguesas o barritas de pescado, por ejemplo.
La comunidad científica ha estudiado sus riesgos, sobre todo, para desarrollar enfermedades cardiovasculares, metabólicas y cáncer. Y aunque hay evidencia de su papel, una asociación entre el consumo de estos productos y una peor salud, todavía no se pudo establecer una relación de causa-efecto. Todavía no se puede demostrar que comer muchas hamburguesas, salchichas y refrescos provoque problemas cardiovasculares, pero sí que las personas que consumen mucho estos productos tienen un riesgo mayor de desarrollarlos.
Sustancias preocupantes
Un nuevo estudio de investigadores de las universidades de Tufts y Harvard concluye ahora, tras estudiar tres grandes cohortes estadounidenses con más de 200.000 personas a las que se les siguió durante dos décadas, que los hombres que consumían altas tasas de alimentos ultraprocesados tenían casi un 30% más de riesgo de desarrollar cáncer de colon que los hombres que consumían cantidades más pequeñas de estos alimentos. En concreto, la asociación se vio en el cáncer de colon distal (no en el proximal o el de recto) y el vínculo más fuerte se encontró con los productos listos para comer a base de carne, pollo o pescado y con refrescos o bebidas a base de leche azucarada.
Los investigadores mencionan que, efectivamente, el consumo de ultraprocesados contribuye a una peor calidad de la dieta y un mayor riesgo, por tanto, de sobrepeso y obesidad, factores de riesgo clave para el desarrollo del cáncer colorrectal. Pero los científicos van más allá y apuntan que su estudio muestra una asociación “independientemente de los diferentes índices dietéticos”, por lo que debe haber otras variables, señalan, que pueden estar implicadas: “Por ejemplo, los alimentos ultraprocesados suelen contener aditivos alimentarios, como emulsionantes y edulcorantes artificiales, que pueden alterar la microbiota intestinal y promover la inflamación y la carcinogénesis del colon. Además de los aditivos, se encuentran contaminantes recién formados con potencial carcinogénico (por ejemplo, acrilamida) en varios productos ultraprocesados que se han sometido a un tratamiento térmico, especialmente las patatas fritas. Los alimentos ultraprocesados también pueden contener contaminantes que migran de los envases de plástico, como el bisfenol A, que la Agencia Europea de Sustancias Químicas considera una sustancia de gran preocupación”, enumeran, aunque admiten que son necesarios más estudios para concretar otras vías de desarrollo del potencial cancerígeno de estos productos.
Propensión a morir
El otro estudio publicado también tiene a los ultraprocesados en el punto de mira: tras analizar una cohorte italiana de cerca de 23.000 adultos, en la que se evaluó durante 14 años la calidad de los alimentos consumidos según su perfil nutricional y el grado de procesamiento, los investigadores encontraron que las personas que consumían más ultraprocesados tenían un 27% más de riesgo de muerte cardiovascular.
“Se ha demostrado cada vez más que las dietas ricas en alimentos ultraprocesados están asociadas con una función renal alterada y una mayor inflamación, posiblemente a través de mecanismos desencadenados por componentes no nutricionales de la dieta, como los aditivos alimentarios y los contaminantes presentes en los alimentos altamente procesados, así como el propio procesamiento de los alimentos que afecta tanto a la composición nutricional como a la matriz alimentaria”, reflexionan los investigadores italianos.
Impacto Los investigadores encontraron que las personas que consumían más ultraprocesados tenían un 27% más de riesgo de muerte cardiovascular.
Jordi Salas, director de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira i Virgili e investigador del Ciberobn, celebra que el estudio de los científicos italianos mida el perfil nutricional y el nivel de procesado: “Son dos cosas diferentes, dos dimensiones de los alimentos. La comida no la podemos clasificar solo por su perfil nutricional, sino también por su grado de procesamiento y su nivel de sostenibilidad”. Puede haber productos con un buen perfil nutricional, pero que sean ultraprocesados o que producirlos implique un fuerte costo para el planeta en términos de sostenibilidad, ejemplifica el experto, que no participó en ninguno de los estudios.
Salas opina que, a pesar de las limitaciones asociadas a las investigaciones observacionales, ambos estudios están “muy bien planteados. La evidencia científica que se desprende es relativa porque no hay causa-efecto, pero añaden más evidencia científica para señalar que el consumo de ultraprocesados en exceso es malo para la salud”, dice. La pregunta aún sin respuesta, admite el investigador, es cuánto es en exceso, dónde está la línea que separa el riesgo del no riesgo. Coincide Agudo: “No podemos decir el nivel de consumo seguro, solo recomendar reducir su consumo tanto como puedas”.
Los expertos consultados coinciden en que el vínculo entre ultraprocesados y mala salud se explica, primero, porque estos productos suelen tener un pésimo perfil nutricional. Pero no solo eso. “Estos alimentos tienen menos sustancias fitoquímicas que protegen de las enfermedades, como los polifenoles o los antioxidantes. Si consumes menos de estos elementos protectores, tienes más riesgo de desarrollar enfermedades”, apunta Salas. El investigador comparte con Romaguera y Agudo la hipótesis de sendos estudios de que también pueden jugar un papel los aditivos de estos alimentos. “Aunque hubo estudios de que en las cantidades de aditivos que se usan no producen efectos deletéreos para la salud, lo que no sabemos es la interacción entre unos y otros en los alimentos”, reflexiona el investigador. Un estudio publicado la semana anterior sugería que estos endulzantes artificiales no son inertes, pueden alterar el microbioma y afectar a la tolerancia a la glucosa en adultos sanos.
Accesibilidad a alimentos frescos
Los científicos también coinciden en la necesidad de poner coto al consumo de estos productos. En España, donde los expertos alertan que la población se está alejando de la saludable dieta mediterránea, el consumo de ultraprocesados fue del 24,4% del total de energía de la dieta; en Canadá ronda el 62%; en Estados Unidos, el 58%, y en el Reino Unido, el 53%. “Hay que explicar a la población la importancia de esta dimensión. Mucha gente tira de estos alimentos porque no es consciente. Lo que compras en el mercado del barrio no es ultraprocesado; lo que compras en la estantería del súper, seguramente sí”, expone Romaguera, que reclama más accesibilidad a productos frescos, gravar las bebidas azucaradas y cambiar los hábitos de consumo.
“Todo el mundo necesita alimentos, pero nadie necesita alimentos ultraprocesados. La analogía es el tabaco”, advierten en el editorial de la revista médica BMJ Carlos Monteiro y Geoffrey Cannon, expertos que reclaman más acceso a productos saludables y políticas públicas que aconsejen evitar los ultraprocesados e insten a reducir su producción. “En el Reino Unido, recientemente se rechazó una versión de tales políticas encargada por el gobierno, aparentemente con el argumento de que la población necesita alimentos baratos, especialmente en tiempos difíciles. Pero nadie sensato quiere alimentos que causen enfermedades. La solución positiva general incluye hacer que los suministros de alimentos frescos y mínimamente procesados estén disponibles, sean atractivos y asequibles”, apuntan Monteiro y Cannon.
Bolivia se aleja de su dieta y advierten efectos
Las nuevas dinámicas sociales, el incremento del poder adquisitivo promedio y el ingreso de nuevas empresas agroalimentarias y de distribución de alimentos en el país está desplazando la dieta tradicional por nuevas fórmulas con alto contenido de alimentos ultraprocesados, algo que ya ha puesto en alerta a los expertos, ya que Bolivia de por sí es uno de los países del continente con peores datos de enfermedades cardiovasculares y de otras relacionadas como la diabetes.
Un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en 2015, alertaba que en el periodo 2000-2013 las tasas más rápidas de crecimiento en las ventas de productos ultraprocesados en América Latina se observaron en Uruguay (146,4%), Bolivia (129,8%) y Perú (107%). No existe un estudio estadístico similar más actualizado, pero se estima que la aceleración de la implantación de los productos de baja calidad nutricional en la dieta diaria se ha acelerado todavía más: Información oficial del Ministerio de Salud señala un incrementó en Bolivia de 21,1% en 1997 a 42,7% en 2016 y a 63,3% en 2019 en la ingesta de alimentos que generan factores de riesgo para numerosas enfermedades crónicas como la diabetes, los males cardiovasculares y el cáncer.
Una prueba de ello es el incremento de ganancias de las empresas dedicadas al rubro, pues “los dueños” de los alimentos y bebidas en Bolivia son diez empresas extranjeras con ingresos anuales que llegan a los Bs 1.000 millones -55.7% de los ingresos facturados en el territorio nacional-, refiere una investigación promovida por un grupo de investigadores denominado La Pública, con el apoyo de Wethungerhilfe y la Cooperación Alemana.
De esta cantidad de compañías internacionales, tres: Coca-Cola, Nestlé y Unilever, catalogadas como las mayores factorías de alimentos en el mundo, tienen oficinas en el país, mientras que, de manera indirecta, tiene presencia Pepsicola, a través de una sociedad con la Cervecería Boliviana Nacional (CBN), refiere la investigación.
La lista de las 10 empresas la complentan: PIL Andina e Industria de Aceite Fino, de capitales peruanos, la Sociedad Comercial e Industrial Hansa (alemanes), Miclar SRL (estadounidenses Herbalife), Procesadora de Oleaginosas (argentinos) y CAMSA Industria y Comercio de capitales chilenos-bolivianos, asegura la investigación.