Tarija de antaño
La “Feria de la Pascua”, el paganismo en la antigua Tarija
La tradicional Feria de la Pascua se realizaba en la "Pampa vieja", donde se armaban carpas, colocando asientos y mesas, y preparando los famosos "calientes", "canelaos" y "dianas" de leche
En la Tarija de antaño no todo era religiosidad, también el paganismo tenía su lugar y éste se presentaba en la "mentada" Feria de la Pascua, que tenía su colorido porque allí iban a parar la mayoría de los chapacos después de haber cumplido con Dios, pues también le daban regocijo al cuerpo.
De acuerdo al libro “Estampas de Tarija” del fallecido Agustín Morales Durán, para eso traían a “sus buenas mozas; tanto los chapacos cuanto las mozas venían bien estrenados". Cuenta que los hombres llegaban agarrados de sus rústicos violines para hacer zapatear a la gente y las mujeres se lucían bien "enfloradas", cubiertas con mantas de seda bordadas, ojotas de charol y flamantes sombreros embarquillados.
La tradicional Feria se realizaba en la "Pampa vieja", donde se armaban carpas, colocando asientos y mesas, y preparando los famosos "calientes", "canelaos" y "dianas" de leche; aparte se instalaban mujeres con sus pailas para freír los ricos pastelitos rellenos con jigote de queso, cebolla y ají amarillo, delicia que pervive hasta hoy.
Comenzaba la fiesta: "canelao" tras “canelao” con suficiente "fuerza" de aguardiente de uva negra, hasta que llegaba el entusiasmo y los violines rasgaban con la tonadita alegrona y repitente de su rige-rige-rin...rigu-rigu-rin o sea que se entendía como una melodía que decía: "pala Pascua y pala Cruz, viva Tarija"...
“Y así… vuelta y vuelta, dale que dale al zapateo levantando polvareda, con un taconeo rítmico y sostenido, se armaban las ruedas combinadas entre un mozo y una mocita agarrados de las manos; un frenético zapateo, cimbrear de cinturas, volar de polleras y vuelta pa' la Pascua pa' la Cruz...”, narra Morales en su libro.
Cuenta que cuando se llegaba al cansancio y ya el violín sonaba con carraspeo, todos se sentaban a invitarse recíprocamente los ricos y calientes “canelaos” que efectivamente calentaban la cabeza y el espíritu.
En ese momento comenzaba la entonación de canciones y el contrapunto, primero la copla del hombre y luego la respuesta de la linda moza. “Yo como todavía fui muchachito, observaba las vistosas escenas, recorría de carpa en carpa, pero algo se me quedó de aquellas lindas tonadas con melodía de Pascua, como esta de: ninguna Pascua es tan linda como la miya... Azucena, margarita, rosa amarilla...”, detalla el escritor.
Sin duda para el avisado observador aquella fiesta en la que tenía predominante participación la gente del campo y se repetía en pueblos y campiñas, podía sacarse interesantes conclusiones, porque aparte de seguir costumbres y tradiciones, se podía apreciar toda la vena vernácula del chapaco, pues no solo resultaban interesantes cuadros y escenas de cada conjunto espontáneo y fiestero, si no que se podía apreciar el interesante hablar, los modismos, las maneras de enamorar, los requiebros, las aceptaciones, los romances y desdenes.
En esa fiesta se encontraba el más puro costumbrismo en todo su sentido y valor, lo mismo sucedía con la música. Pero no podemos recordar la Feria de la Pascua sin recordar al menos un poco la pascua de antaño, y ahí destacaban dos.
La Pascua Sanlorenceña
Comenzaba en las primeras horas de la tarde del día viernes y durante toda la noche, para esperar el sábado. Poco a poco llegaban los feligreses de todas las poblaciones circunvecinas, que en aquellos años las constituían la plaza actual, luego el riachuelo a poca distancia.
Habían carpas improvisadas y barandas para sujetar las riendas de los caballos ensillados y después de la misa de resurrección comenzaba lo que se llamaba “el zapateo de la Pascua”, donde el violín era el instrumento que remplazaba a la camacheña y la caja en las manifestaciones folklóricas que son tradicionales.
En esta festividad el juego de la taba y la rayuela era un espectáculo porque había expertos en el juego, que lanzaban el hueso vacuno con el famoso “tiro y volteo” no solamente para la cara de la suerte sino que era común el llamado “pinino de la taba’”.
Junto al juego comenzaba el libado de la chicha, los singanis y vinos dando paso las copleadas y los contrapuntos de pascua y resurrección.
El elixir de dominio en todas las inmediaciones de la iglesia como de las tolderías era el “agua y anchi”, una chicha elaborada de maíz con pasas de uva y nuez, hecha con el llamado “mu´ku” y la culinaria abundante con gallinas criollas y maicenas diversas, donde el arroz con leche y natas era el manjar de los niños.
Las tablillas, ancucos, pepitas de leche, rosquetes y empanadas blanqueadas de lacayote eran el gusto de todos y caracterizaban a sus elaboradoras.
Cuentan que éstas diferenciaban a una y otra experta porque a unos les gustaba más los rosquetes de doña Petrona, a otros los ancucos de doña Rosa, a otros el arroz con leche de doña Sara, o los picantes y chicha como el “agua y anchi” de la “miss San Lorenzo”.
La Pascua tomayapeña
Cuentan también que en el pueblo de Tomayapo, la fiesta de la Pascua era de mayores relieves porque además era aparejada con la aparición del llamado durazno “cuaresmero” o “cuaresmillo” en toda la región que alcanzaba hasta Paicho. Ese fruto era la última cosecha perteneciente a la época del verano porque la fiesta movible de Semana Santa y la Pascua oscilaba entre la primera quincena de marzo y la segunda de abril.
Para pasarse la fiesta de la Pascua en Tomayapo o Paicho, el viaje era largo y a lomo de bestia, en caballos ensillados que salían desde San Lorenzo en caravana, el viaje duraba por lo general toda una madrugada y todo el día siguiente para llegar a la noche por lo que se salía por lo general en la madrugada del miércoles y se llegaba el Jueves Santo, para descansar el viernes y esperar la madrugada del sábado de Gloria y luego el domingo de Pascua.
Cuenta Agustín Morales que desde Tarija iban las familias de los Ugarte, Durán, Sánchez, Fernández –de Pompeya- Díaz que eran originarias y las más antiguas de Paichu; los Madariaga, Ortega, Madalleno, Retamozo, Vaca, Gutiérrez, Vilte, Bejarano, Leytón y otras igualmente originarias de la población.
Apuntes sobre la temática Feria
En esa fiesta se encontraba el más puro costumbrismo en todo su sentido y valor, lo mismo sucedía con la música.
Juegos
En esta festividad el juego de la taba y la rayuela era un espectáculo porque había expertos en el juego, que lanzaban el hueso vacuno con el famoso “tiro y volteo” no solamente para la cara de la suerte sino que era común el llamado “pinino de la taba’
Arcos
Los arcos de Pascua fueron siempre verdaderos artes florales que con el paso del tiempo, ahora como no hay cultivos de la flor como otrora, son hechos en la actualidad inclusive con flores de fantasía con papel