Basado en el reportaje de la revista La Brava
Las violencias machistas que golpean a las artistas en Bolivia
En Tarija la situación es similar. Claudia Farfán tiene 35 años, lo suyo es la pintura. Sin embargo, afirma que su trabajo en varias ocasiones ha sido motivo de sorpresa y malos comentarios: “no puedo creer que una mina pinte así”, es el tipo de comentarios que soporta
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“Las artistas están expuestas a maltrato psicológico, laboral, sexual, simbólico, económico, social y a ser medidas en función al trabajo de los varones. Pese a ello, éstas continúan con la creación y logran reconocimientos importantes tanto fuera como dentro del país”, así lo confirma la revista boliviana La Brava, que ha recogido una serie de testimonios que reflejan el fuerte machismo existente en el eje central del país.
Más aún, en Tarija la situación es similar. Claudia Farfán tiene 35 años, lo suyo es la pintura. Sin embargo, afirma que su trabajo en varias ocasiones ha sido motivo de sorpresa y malos comentarios: “no puedo creer que una mina pinte así”. “Lindo, ¿pero verdad que lo hace una mujer?” son algunas de las frases que la han molestado en las ocasiones que ha expuesto su arte.
Jessica Encinas es escultora y ha perfeccionado su arte durante la cuarentena por la pandemia. “Perdí mi trabajo y me dediqué a la escultura, vi como una buena opción para exponer mis obras las redes sociales, pero todos me preguntaban quién era el creador, pensaban que yo solo era un contacto o su esposa”, cuenta.
“¿Por favor puedes consultar al artista a cuánto me la deja por último?” le preguntaron en varias ocasiones.
Pero éste no es el único comentario con el que las mujeres artistas se enfrentan a diario y en todos los ámbitos. La Brava recoge las siguientes expresiones: “Sí, bonito tocan, chicas son pues… pero a ver que toquen bien como un hombre”. “Oh, una mina tocando guitarra, no lo puedo creer”. “¿Tú eres la directora y ahora, con quién puedo hablar?, ¿Quién es el encargado?”. “Una mujer, no puede alzar (material técnico de filmación)”. “Todas las actrices son dramáticas y exageradas por naturaleza”. “Tal vez mejor lo haría un diseñador de modas más que una diseñadora”.
Éstas son algunas de las frases que cotidianamente escuchan las artistas bolivianas y que reflejan la persistencia de estereotipos, cosificación de las mujeres, maltrato y, principalmente, la normalización de la violencia machista dentro del arte.
Frases similares salieron a la luz el 8 de marzo “Día Internacional de la Mujer”, cuando medio centenar de mujeres se plantó en pleno paseo de El Prado paceño. Las artistas, con carteles en mano, develaban las actitudes machistas, a las que ellas y sus colegas están expuestas en su trabajo. También leían a voz en cuello los testimonios anónimos que fueron recopilados por el grupo de Mujeres Artistas rumbo al 8M – Bolivia.
Este colectivo, según La Brava recibió más de 40 testimonios anónimos y 50 frases de violencia machista de las que fueron víctimas cantantes, escritoras, actrices, músicas, productoras, cineastas, fotógrafas y gestoras culturales. Estos relatos expresaban casos de acoso sexual y laboral, pero también de violencia simbólica que incidían en el menosprecio hacia las mujeres.
Si bien estas actitudes se arrastran hace muchos años, aún no está normalizado cuestionarlos debido a la naturalización de estas.
Doris Mamani —productora, gestora cultural y actriz— explica a La Brava que uno de los motivos de esta situación es que la violencia machista está instaurada en toda la estructura social y se refleja en la desigualdad de poder en todos los espacios, entre ellos en el arte.
“El poder ejerce comportamientos cotidianos de control y dominio que la mayoría de las veces están naturalizadas e incluso legitimadas por las distintas poblaciones”, afirma.
Muchas de las entrevistadas se vieron expuestas a acoso sexual, abuso de poder, manipulación, menosprecio e invisibilización de sus capacidades, cosificación y falta de igualdad de oportunidades, entre otras formas de violencia.
“¿Por qué no me das un beso?"
Jess Velarde —actriz, cineasta y compositora trans— cuenta que cuando quería grabar sus primeras composiciones un hombre que se ofreció a representarla le pidió algo más que su música.
“Te voy a apoyar en tu carrera pero si me besas, —le dijo este— yo quiero llevarte a un estudio a grabar, quiero ser tu manager, pero…”. Jess lo dejó con la palabra en la boca y luego lo bloqueó en sus redes sociales.
Esta es una forma de acoso, pero también hay otras quizás más sutiles que muchas veces las mismas mujeres no las reconocen rápidamente.
Alexis Maceda explica que como actriz de teatro a ella le costó mucho darse cuenta que fue víctima de violencia en más de una ocasión y en situaciones distintas, principalmente, cuando no se sentía cómoda en una escena, ya sea sola o con alguien más.
“El gran ejemplo son los desnudos cuando no existe justificación o ciertos contactos muy íntimos con otro compañero o compañera y tú no te sientes cómoda con eso. Muchas veces ni siquiera es válido decir: ‘yo no me siento cómoda’, porque ahí entra en tela de juicio tu profesionalismo; ponen en duda qué tan buena actriz eres y te hacen dudar de ti. Tú misma te llegas a cuestionar 'por qué no eres capaz de hacer esto o lo otro'”, reflexiona Alexis, y en su voz se siente que aún le es difícil hablar de este tema.
El hecho de desnudarse injustificadamente, para muchas actrices también significa que están cosificando su cuerpo.
Paloma Delaine —directora, actriz y productora de cine y teatro— relata que muchas veces le piden que tenga un escote más pronunciado para llamar más la atención en las producciones audiovisuales en las que actúa.
Además, la actriz también afirma que muchas veces siente acoso por parte de sus colegas actores, pero que cuando los cuestionan estos se justifican hábilmente. “¿Cómo va a sentir que es acoso? si solo le estoy mirando el trasero (porque) mi personaje hacía esto y no hay problema”, fue una de las respuestas que dio un colega.
Paloma considera que esta manera de comunicación es violenta y refleja el pensamiento de que “las mujeres son consideradas casi siempre como símbolo sexual”.
Pero el acoso también se presenta en otras formas. Por ejemplo, Minka De la Zerda, docente y bailarina del Estudio de Danzas de la India Dil Deewana, recuerda que el director de una academia de danza utilizaba su puesto para coquetear con las chicas y salir con ellas.
“No era un abuso o agresión, pero siento que puede haber algún tipo de manipulación porque eran más changuitas”, dice la bailarina.
"Tú no deberías estar aquí”
“Algunos muralistas me han dicho de frente que yo no debería estar pintando en El Alto, por ejemplo…”, relata Knorke Leaf, artista urbana transdisciplinaria.
Muchas veces en los encuentros de muralismo se vio atacada por roscas de poder y privilegios, que, entre otras cosas, se debía a que el 99% de los invitados era hombre. Una muestra de ello es que todos contaban con andamios, escalera y material, mientras que a ella le decían que busque por su cuenta.
“Todos los invitados recibían buenos muros o hasta decidían con anticipación cuáles pintarían. En mi caso eran muros en mal estado, pequeños u ocultos”, recuerda la artista.
Pese a todo ello, Knorke Leaf es autora del único macromural en el país, ubicado en el barrio de Alto Chualluma y que se puede ver desde las cabinas del teleférico rojo de la ciudad de La Paz. Además, su trabajo se conoce en Dinamarca, Canadá, Chile y otros países.
Reflexionar, tomar conciencia y educar a las nuevas generaciones
Para dejar atrás esta situación las artistas coinciden en la necesidad de una nueva masculinidad, de educar en base a un nuevo concepto de ser humano, donde todos construyan un nuevo concepto de ser hombre y de ser mujer, sin tantas limitaciones estereotipadas.
Agregan que todo debe comenzar en la detección de estas violencias, la reflexión, la toma de conciencia y los nuevos conceptos.
Las nuevas masculinidades o masculinidades alternativas proponen replantear la idea de masculinidad y desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida y perpetuados a lo largo de siglos.
Según el sociólogo Jorge Elbaum, “representan la búsqueda de muchos hombres de la igualdad para el mundo”.