Los pueblos indígenas están sufriendo el gran impacto
Discriminados e intimidados: la nueva ola de Covid-19 y los indígenas
Desde la primera ola de la pandemia y la confirmación de los primeros casos en la región, organizaciones, instituciones, organismos internacionales y dirigentes indígenas demandaron a las autoridades una atención efectiva en sus territorios



“Los pueblos indígenas estamos totalmente desamparados y lo estamos desde el pasado gobierno y también en el actual”, afirmó Adolfo Chávez, Coordinador de Relaciones Internacionales de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) en su análisis sobre los seis meses del gobierno de Luis Arce y la gestión de la pandemia en un sector tan vulnerable como el de los indígenas.
Desde la primera ola de la pandemia y la confirmación de los primeros casos en Bolivia, organizaciones, instituciones, organismos internacionales y dirigentes indígenas demandaron a las autoridades una atención efectiva en sus territorios frente al virus (Covid-19), dada la vulnerabilidad y pobreza por la que atraviesan.
“Desde un inicio no se ha tenido un plan concreto para enfrentar la pandemia, no se ha encaminado una estrategia para dotar a los pueblos indígenas ´por ejemplo de medicamentos e incentivos a la medicina ancestral mientras nos llegan las vacunas y en estos seis meses, en que Luis Arce nos gobierna, tampoco tenemos cambios y siempre los pueblos indígenas salimos perdiendo, porque tenemos que esperar nuestro turno y quizás llegue el 2023, quizás ese año recién recibamos la vacuna”, manifiesta Chávez en entrevista con ANF.
Esta realidad y demanda de los pueblos indígenas se repite en varios países de la región. Desde la ONU se enfatizó en la necesidad de que los Gobiernos encaminen planes de información y concientización, usando las lenguas originarias de las naciones y pueblos, y accediendo a ellos a través de sus formas de vivencia.
“Pese a que hay la necesidad de atención a nuestro pueblos, lamentablemente no ha variado para nada la situación y no estamos tomados en cuenta en los planes logísticos. No hay lo básico que debió hacerse, como unas cartillas de información en nuestros idiomas y lenguas, así que estamos desamparados y discriminados”, agrega Adolfo Chávez.
Cuando el Covid-19 ingresó a la región latinoamericana, el pasado mes de marzo de 2020, los pueblos indígenas comenzaron a sufrir en mayor medida, dado que viven, en muchos casos, en aislamiento, pobreza y falta de acceso a sistemas de salud.
A medida que pasaban las semanas, estos territorios decidieron cercar y cerrar sus regiones para evitar el ingreso y expansión del virus; sin embargo, sus mecanismos fueron insuficientes y muchos de sus miembros enfermaron y murieron.
Frente a la segunda y tercera ola, Chávez asegura que el panorama no ha cambiado y los pueblos indígenas están enfrentando este escenario en la misma vulnerabilidad y a la espera de que puedan acceder a las vacunas de manera efectiva.
“Con la pandemia se ha podido ver con más claridad cuáles son las necesidades de salud en el lugar que vivimos. Era triste no tener médicos ni medicinas. Cuando íbamos a las comunidades era terrible, las personas estaban con fiebre y no sabíamos cómo conseguir medicinas para atenderlos”, dijo la lideresa indígena peruana Betty Rubio, presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo Curaray y Arabela (Feconamncua) a la agencia Mongabay.
Al igual que Perú, Bolivia y Colombia, Brasil es otra región donde se han registrado casos alarmantes de Covid-19 en pueblos indígenas y la demanda de éstos para tener mayor atención. Incluso, distintos líderes denunciaron a la administración de Jair Bolsonaro por intimidación y discriminación en la atención para enfrentar la pandemia.
Hasta hace una semana se conoció que en el gigante del sur hubo más de un mil decesos de indígenas a causa de Covid-19, concentrados en la región de la Amazonía.
La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) informó que hay un total de 52.997 nativos contagiados por la enfermedad en 163 pueblos.
Un punto coincidente en países de la región es la carencia de un sistema de conteo de casos y decesos en pueblos indígenas, por lo que, tanto en Bolivia como en otras regiones, no se cuenta con un número detallado de los pueblos indígenas afectados por el coronavirus.
Afectados y medidas tomadas
Hasta el 21 de diciembre de 2020, la cantidad de población afectada por coronavirus en la Amazonía superaba el millón de personas, mientras que la cantidad de fallecidos a consecuencia del COVID-19 estaba por encima de los 37 000.
Desde el inicio de la pandemia en Latinoamérica, en marzo del 2020, las comunidades indígenas optaron por cerrar las fronteras de su territorio, medida que esperaban los protegiera de la llegada del nuevo virus que paralizó al planeta. Pero el SARS-Cov-2, llegó hasta ellos.
Los primeros días de abril se confirmaba el primer caso de COVID-19 en la Amazonía brasileña. Se trataba de una mujer kokama en el estado de Amazonas, frontera con Perú y Colombia. Después vendrían los reportes de casos en Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, y el resto de países de América Latina con población indígena.
El coronavirus llegó como un tsunami para arrasar con la población más vulnerable del continente. Cuando empezó la pandemia, la antropóloga peruana especializada en pueblos indígenas, Beatriz Huertas, advirtió que la vulnerabilidad de las comunidades nativas se agravaría debido a las deficiencias del servicio de salud en sus territorios. No se equivocó.
En los meses siguientes, desde las comunidades se reclamaba atención para los afectados por el COVID-19. Era una constante la falta de medicinas y de personal de salud en los centros de atención. “Con la pandemia se ha podido ver con más claridad cuáles son las necesidades de salud en el lugar que vivimos. Era triste no tener médicos ni medicinas. Cuando íbamos a las comunidades era terrible, las personas estaban con fiebre y no sabíamos cómo conseguir medicinas para atenderlos”, recuerda ahora la lideresa indígena peruana Betty Rubio, presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo Curaray y Arabela (Feconamncua).
Las políticas de los gobiernos de América Latina para atender las necesidades de los pueblos originarios han sido criticadas por las federaciones indígenas. En una declaración del 23 de diciembre de 2020, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) señaló que en la Amazonía se viven procesos constantes de exclusión, discriminación y explotación de los territorios, los mismos que “se vieron encrudecidos con la pandemia del COVID-19”.
En el mismo documento se recuerda que “las pandemias son solo un síntoma de un planeta enfermo que necesita sanar”, por tanto, “es urgente restablecer el equilibrio, la armonía entre los seres y lograr un nuevo acuerdo para la Madre Selva Amazónica que permita evitar más asesinatos, más deforestación e incendios, y detener la extinción y las pandemias”. Coica exhorta, entonces, a entender la importancia de la Amazonia y los pueblos indígenas que habitan en ella, para la supervivencia del planeta, y hace un llamado a la acción urgente para que se detengan los efectos del cambio climático.
Uno de los últimos reportes sobre el impacto del COVID-19 en los pueblos indígenas de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y COICA indica que la cifra de personas afectadas por el virus en los nueve países amazónicos llega a 1 610 130 casos confirmados. En tanto, el número de fallecidos alcanzó 37 747 personas, hasta el 21 de diciembre de 2020.
Brasil lidera esta triste lista con más de 25 931 muertos; le siguen Bolivia con 6284 fallecidos, Perú con 3126 y Colombia con 1613. El resto de países amazónicos —Ecuador, Venezuela, Guyana, Guyana Francesa y Surinam— no superan las 500 personas fallecidas, según REPAM y COICA.
La partida de muchos líderes indígenas
Santiago Manuín luchó por su vida durante dos semanas. Había sobrevivido a una ráfaga de metralleta durante el conflicto ocurrido en Bagua, Perú, en el año 2009, pero falleció el miércoles 1 de julio por el coronavirus. Benjamín Rodríguez fue otro líder indígena en Perú que falleció a consecuencia del COVID-19. Fue uno de los principales impulsores de la creación del Parque Nacional Yaguas y del Área de Conservación Regional Ampiyacu Apayacu, en la región Loreto Humberto Chota, líder indígena peruano del pueblo Shawi, en la Triple Frontera en Loreto, la zona de frontera entre Perú, Colombia y Brasil; Silvio Valle, alcalde de Masisea y líder del pueblo Shipibo-Konibo en Ucayali y José Tijé, reconocido por ser la última persona que dominaba el Harakmbut, una lengua en peligro de extinción, son algunos de los 27 líderes y lideresas indígenas que fallecieron en Perú a causa del COVID-19.
En Colombia, Róbinson López, coordinador de Cambio Climático y Biodiversidad de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) falleció a consecuencia del COVID-19 luego de varios días internado en una unidad de cuidados intensivos.
José de los Santos Sauna Limaco, gobernador del Pueblo Kogui, comunidad indígena de la Sierra Nevada en Colombia, también perdió la batalla frente al COVID-19. Tenía 44 años y falleció los primeros días de agosto. En Bolivia, la nación Sura perdió a Claudio Centeno Quito, uno de sus más importantes líderes. Con esta pandemia “se han ido millones de conocimientos ancestrales sobre la selva. Conocimientos que pueden salvar al mundo, saberes sobre el manejo de plantas, el manejo de ecosistemas que no lo sabe ningún científico. Para nosotros el mayor dolor es que se va toda una historia de nuestros pueblos”, dijo José Gregorio Díaz Mirabal, quien está al frente de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA).