A menos de una semana del cambio de gobierno
Luis Arce: ¿cómo dejó y cómo encontrará la economía?
Después de un año, el MAS volverá a asumir el gobierno. La situación económica, sin embargo, es sustancialmente distinta, tanto por la crisis económica global así como por la gestión del gobierno saliente
El 10 de noviembre de 2019, unas horas antes de que Evo Morales Ayma presentara su renuncia a la presidencia, lo hizo el que fuera uno de sus ministros más cercanos durante su gobierno, Luis Arce Catacora. El entonces ministro de economía renunciaba recalcando en su misiva el que consideraba su principal logro: “nuestro país liderizó durante seis años la tasa de crecimiento económico en Sudamérica como nunca antes en la historia económica de Bolivia”.
Un día faltó para que el Movimiento Al Socialismo (MAS) cumpliese un año sin estar en el gobierno. Este 8 de noviembre este partido volverá a asumir la presidencia, pero esta vez con Arce Catacora como primer mandatario. Sin embargo, en este tiempo la situación económica cambió significativamente y el nuevo gobierno deberá enfrentar un escenario mucho más complejo.
La ralentización que ya afectaba a la economía nacional en los últimos años se vio acentuada por las consecuencias de la crisis política, pero nada se compararía con los efectos de la pandemia de la Covid-19, los procesos de confinamiento y la debacle de la economía a la que el mundo se está enfrentando en los últimos meses. Junto a ello una gestión económica muy cuestionada por sus objetivos y su transparencia.
“El futuro gobierno sufrirá un desgaste rápido por la gravedad de la crisis económica”. Pablo Solón
El año 2019 Bolivia creció a un recatado 2,7%, pero para este 2020 el Banco Central (BCB) espera que el crecimiento sea de -6,2%. Luis Arce Catacora, como ministro, dejó una economía en aprietos, que arrastraba un conjunto problemas estructurales. Un año después, como presidente, recibirá una economía en profunda crisis.
Años de bonanza económica
Según datos del Banco Mundial, entre 2006 y 2019 Bolivia tuvo un crecimiento promedio de su PIB de 4,67%, fue el crecimiento más elevado de la región, la cual creció en 3,56% en el mismo periodo. El crecimiento del PIB per cápita tuvo un desempeño importante, creció a una tasa promedio de 3,03%, aunque en este caso países como Uruguay o Perú superaron al país, con tasas de 3,94% y 3,48%, respectivamente.
Asimismo, la medición de la pobreza por nivel de ingresos mostró que tanto la incidencia de pobreza como la de pobreza extrema tuvieron una reducción considerable. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la incidencia de pobreza pasó de 59,9% en 2006 a 34,6% en 2018, mientras que la incidencia de pobreza extrema pasó de 37,7% a 15,2% entre 2006 y 2018.
Al mismo tiempo, el Índice de Gini pasó de 0,59 a 0,42, durante el gobierno del Movimiento Al Socialismo, lo que significa una disminución de la desigualdad en el ingreso per cápita a nivel nacional.
Estos datos han sido los que Arce Catacora, en el proceso de campaña electoral, ha levantado en reiteradas oportunidades. Señalando el avance económico en el marco de una estabilidad que ha sido sostenida en la última década.
Sin embargo, una lectura más compleja de la situación social, como la realizada por CEDLA, permiten mostrar que si bien la pobreza por ingresos descendió, la pobreza multidimensional ‒que incluye otros factores‒ sigue siendo muy elevada, alcanzando al 61% de la población. Por otro lado, muchos analistas coinciden en la fragilidad de esta reducción de la pobreza, que se sostiene en factores circunstanciales y no estructurales.
Con todo, es importante señalar que la situación económica que tuvo a Arce Catacora como Ministro de Economía debe entenderse en dos contextos diametralmente distintos. El periodo del gobierno del MAS que va hasta 2014 y el siguiente, entre 2014 y 2019. Fue el primer periodo el que dio cuerpo a la bonanza económica, principalmente por el proceso de nacionalización parcial del sector de hidrocarburos y el inusitado incremento del valor de las exportaciones de las materias primas, que en el caso de Bolivia afecto considerablemente al sector hidrocarburífero.
El valor de las exportaciones de gas para el año 2006 era de 1.667 millones de dólares. En los siguientes años estas exportaciones mantendrían un incremento sostenido ‒a excepción del año 2009 que fue la crisis mundial‒, llegando a su punto más elevado entre 2013 y 2014. En esos años la exportación de gas superó los $US 6 mil millones.
Según un estudio realizado por la Fundación Jubileo, la renta estatal proveniente de los hidrocarburos llegó a representar $US 1.016 millones el año 2005. En cambio, para el año 2014 el aporte de los hidrocarburos a las arcas del Estado fue de 5.777 millones de dólares. Es decir, en 9 años el gobierno sextuplicó sus ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos.
Estas exportaciones, además, marcaron una época de elevado superávit comercial que ya se había iniciado en 2004 y que terminaría abruptamente en 2014. Este superávit permitió incrementar sustancialmente las Reservas Internacionales Netas (RIN), las cuales en 2005 alcanzaban $US 1.759 millones, mientras que para 2014 llegaron a los $US 15.084 millones.
La economía del MAS en aprietos
La política económica del MAS se vio en problemas desde el año 2015, cuando la demanda internacional de materias primas y los precios de las mismas tuvieron una pronunciada caída. Como un dato revelador de la situación, la participación de la renta hidrocarburífera pasó de representar $US 5.777 millones en 2014 a $US 2.788 millones en 2018.
Esta situación conllevó un conjunto de consecuencias para la economía nacional. La primera y más evidente fue el retorno de un abultado déficit comercial, que entre 2015 y 2019 mantuvo un promedio anual de 1.047 millones de dólares. El problema es que en la etapa de expansión económica, el país pasó a depender de la importación de muchos productos, incluidos de consumo básico, por lo que las compras del extranjero no disminuyeron en la misma proporción a la caída de las exportaciones.
Fue así que el sostenimiento de este déficit comercial puso presión sobre las RIN, las cuales tuvieron una dramática caída entre 2015 y 2019, pasando de 15.122 millones de dólares a 6.467 millones de dólares. Es decir, según datos del BCB, en cinco años las RIN del país ‒que pueden considerarse como un respaldo y ahorro‒ disminuyeron a menos de la mitad. Una parte importante de la estabilidad económica que tuvo Bolivia desde 2015 tuvo que ver con el sistemático descenso de sus reservas internacionales.
En gran medida, el sostenimiento de varias políticas de corte más proselitista luego de la bonanza, como las del doble aguinaldo, ahondaron este problema, que terminó afectando al sector productivo.
Lo anterior también influyó en un deterioro significativo de las finanzas públicas. En los últimos años el Estado boliviano ha estado gastando mucho más de lo que dispone. En 2017 el déficit fiscal respecto al PIB fue de 7,8%, el 2018 de 8,1% y el 2019 de 7,2%. Es así que Bolivia acumuló el déficit fiscal más elevado de la región.
Además de la caída de los ingresos, el déficit fiscal se explica también por el incremento del gasto público, principalmente en su componente de sueldos y salarios que creció en un 25% entre 2015 y 2019.
Un déficit de esta naturaleza tiene que financiarse de alguna manera. Es así que se explica el pronunciado incremento de la deuda externa del país, que se encuentra en su máximo histórico. Si para 2015 la deuda externa era de 6.612 millones de dólares, para 2019 casi se duplicó, alcanzando los $US 11.267 millones.
En síntesis, más allá de los acalorados debates electorales, lo cierto es que la economía boliviana se encontraba en una delicada situación en el momento en que Luis Arce Catacora dejó de ser Ministro de Economía en noviembre de 2019, año en que el país tuvo crecimiento de su PIB más bajo desde 2003 (2,2%).
El problema estructural de la economía
Uno de los problemas estructurales más grandes y reconocidos de la estructura económica del país, y que tiene que ver con la frágil situación en la que se encuentra actualmente, es su dependencia a la exportación de materias primas. Así como en otras épocas el Estado vivió de la renta minera o, en menor medida de la cauchera, actualmente es la exportación de gas lo que sostiene las finanzas públicas y la estabilidad económica del país.
Solo como dato revelador, entre 2006 y 2014 los ingresos del Gobierno General dependieron en más del 40% de la renta hidrocarburífera. El año 2013, los ingresos por este concepto representaron el 51% del total de los ingresos del sector público.
Es así que cuando caen los precios internacionales de las materias primas, también se desplomó la participación de la renta petrolera en los ingresos del Gobierno General, llegando a caer hasta el 22% en 2017.
La economía que recibirá a la presidencia de Luis Arce
Aunque la situación económica actual tiene que ver con los problemas arrastrados durante años, la situación empeoró dramáticamente debido a la crisis económica global que derivó de la pandemia y de los largos procesos de confinamiento. Además de un manejo seriamente cuestionado de la economía nacional por parte del gobierno saliente durante la emergencia sanitaria.
Es importante anotar que la actual crisis que vive Bolivia se inserta en un contexto internacional, en el que, según un informe de la CEPAL, más del 90% de los países del mundo tendrán, por primera vez en la historia, un crecimiento negativo de manera sincrónica.
En el caso de América Latina y el Caribe, la CEPAL estima que la caída promedio del PIB será del 9,1%, mientras que el BCB estima que para Bolivia el desplome será de 6,2%, una caída menor al promedio pero que, en ningún caso, deja de ser preocupante y genera una situación muy delicada para la estabilidad económica.
Esta caída del PIB tiene que ver con el deterioro de un conjunto de indicadores, como la contracción del comercio internacional. El valor de las exportaciones del país cayó en casi un 40% para el mes de septiembre respecto al mes de enero de este año, y si bien también cayeron las importaciones, el mes de septiembre el déficit comercial retornó.
Entre fines de diciembre de 2019 y octubre de 2020 también cayeron las RIN, pasando de $US 6.468 millones a $US 6.078 millones, mientras que se estima que la deuda externa también se incrementará sustancialmente, lo que se reflejará en los datos del BCB una vez se registren los últimos créditos contraídos por el país para enfrentar la pandemia.
Por otro lado, la CEPAL estima que la pobreza en Bolivia pasará de 32,3% en 2019 a 36,1% durante el presente año. Esto significa que la población en situación de pobreza se incrementará de 3,7 millones en 2019 a 4,2 millones en 2020.
Además, la gestión de este gobierno ha sido fuertemente cuestionada porque, más allá de la aplicación de algunos bonos por única vez (como el Bono Universal de $US 72), el ejecutivo hizo poco para precautelar el bienestar social en medio de la pandemia.
En cambio, su Programa de Reactivación y Empleo destinó más de 2.000 millones de dólares a apuntalar los intereses de la banca, las grandes empresas y el sector agroindustrial, con muy poco impacto para los sectores populares y para la producción nacional. Junto a esto, el gobierno saliente se vio implicado en un conjunto de escándalos de corrupción que marcaron la gestión económica de la pandemia.
Dos gobiernos contrapuestos, un modelo
Si bien los gobiernos saliente y entrante se presentan como antagónicos, el modelo económico impulsado por ambas administraciones tiene como núcleo central a la renta extractiva.