Así es la vida
De tanto perder, aprendí a ganar; de tantas lágrimas, nacieron las sonrisas que hoy tengo.
Conozco tanto el suelo que solo miro hacia el cielo. Toqué fondo tantas veces que, cada vez que caigo, ya sé que mañana volveré a ascender.
Me asombro de la naturaleza humana, hasta el punto de aprender a ser yo mismo.
Tuve que experimentar la soledad para aprender a estar a gusto conmigo mismo y darme cuenta de que soy una buena compañía.
Intenté tantas veces ayudar a los demás, que aprendí a permitir que me pidieran ayuda.
Busqué la perfección, pero comprendí que todo, en su esencia, es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome a mí).
Hago solo lo que debo, de la mejor manera que puedo, y que los demás hagan lo que deseen.
Vi tantos correr sin rumbo, que aprendí a ser como la tortuga y disfrutar del camino.
Comprendí que en esta vida nada es seguro, solo la muerte, por eso, valoro el presente y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y que las personas estarán a mi lado el tiempo que quieran y necesiten estar. Quien realmente se interesa por mí, lo demostrará a cada momento, sin importar las circunstancias.
La verdadera amistad sí existe, pero no es fácil encontrarla.
Quien te ama, siempre te lo demostrará, sin que se lo pidas.
Ser fiel no es una obligación, sino un verdadero placer cuando el amor lo dirige todo.
Así es la vida, con sus subidas y bajadas, sus dulzuras y amarguras, la vida es bella.
Aprendí a vivir y disfrutar cada pequeño detalle. Aprendí de los errores, pero no vivo anclado en ellos, porque muchas veces son solo recuerdos amargos que impiden avanzar, y algunos errores son irreparables.
Las cicatrices profundas no se borran del corazón, pero siempre hay alguien dispuesto a curarlas, con la ayuda de Dios.
Camina junto a él, todo mejorará con el tiempo.
Y no te preocupes demasiado, ya que las mejores cosas de la vida llegan cuando menos las esperas. No las busques, ellas te encontrarán.
Lo mejor ya está sucediendo…