Mantén cerca a tu madre

No le grites.

No la culpes.

Escúchala en silencio, dale tu atención aunque siempre te diga las mismas cosas.

Sé paciente, ríe con ella, quédate cerca aunque pienses que no le queda nada más que enseñarte.

Ve a verla tan a menudo como puedas.

No la hagas sentir sola.

Tráele una flor.

Dale un beso, una caricia, una sonrisa.

Llévala a cenar, junto al mar... un paseo también será suficiente.

Si no tienes tiempo, encuéntralo.

Si estás lejos, llámala y dile que vas con ella.

¡Hazlo, no lo evites!

Hazlo antes de que esa silla esté vacía.

Ella está esperando por ti.

Ella tiene tanto que decirte y más que darte, más de lo que puedas imaginar.

Toda madre sostiene lo eterno, donde siempre hay perdón.

Si tienes una madre todavía, da gracias y aprovecha todo el tiempo que puedas con ella.

Pues cuando ella ya no esté solo te quedarás con eso vivido a su lado.

Ámala, disfrútala, respétala, vívela y hazla vivir felizmente.


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