Cuida a tu madre
No le grites.
No la culpes.
Escúchala en silencio, dale tu atención aunque siempre te diga las mismas cosas.
Sé paciente, ríe con ella, quédate cerca, aunque pienses que no le queda nada más que enseñarte.
Ve a verla tan a menudo como puedas.
No la hagas sentir sola.
Tráele una flor.
Dale un beso, una caricia, una sonrisa
Llévala a cenar, junto al mar...un paseo también será suficiente
Si no tienes tiempo, encuéntralo
Si estás lejos, llámala y dile que vas con ella.
¡Hazlo, no lo evites!
Hazlo antes de que esa silla esté vacía
Ella está esperando por ti.
Desde entonces...
Ella tiene tanto que decirte y más que darte, más de lo que puedas imaginar.
Toda madre sostiene lo eterno, donde siempre hay perdón.
Si tienes una madre todavía, dale gracias a Jesucristo nuestro salvador y aprovecha todo el tiempo que puedas con ella.
Pues cuando ella ya no esté solo te quedarás con eso vivido a su lado.
Ámala, disfrútala, respétala, vívela y hazla vivir felizmente.