Cante hondo

Yo meditaba absorto, devanando

los hilos del hastío y la tristeza,

cuando llegó a mi oído,

por la ventana de mi estancia, abierta

 

a una caliente noche de verano,

el plañir de una copia soñolienta,

quebrada por los trémolos sombríos

de las músicas magas de mi tierra.

 

... Y era el Amor, como una roja llama...

?Nerviosa mano en la vibrante cuerda

ponía un largo suspirar de oro

que se trocaba en surtidor de estrellas?.

 

... Y era la Muerte, al hombro la cuchilla,

el paso largo, torva y esquelética.

¿Tal cuando yo era niño la soñaba?

 

Y en la guitarra, resonante y trémula,

la brusca mano, al golpear, fingía

el reposar de un ataúd en tierra.

 

Y era un plañido solitario el soplo

que el polvo barre y la ceniza avienta.


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