Era mi corazón un ala viva y turbia…

Era mi corazón un ala viva y turbia...

un ala pavorosa llena de luz y anhelo.

 

Era la primavera sobre los campos verdes.

Azul era la altura y era esmeralda el suelo.

 

Ella -la que me amaba- se murió en primavera.

Recuerdo aún sus ojos de paloma en desvelo.

 

Ella -la que me amaba- cerró sus ojos... tarde.

Tarde de campo, azul. Tarde de alas y vuelos.

 

Ella -la que me amaba- se murió en primavera...

y se llevó la primavera al cielo.

 

Neruda nos brinda la oportunidad de disfrutar de esta pieza, en la que el autor habla del recuerdo de esa mujer que una vez amó. Es la fuerza del alma, que invade cada segundo de su pensamiento. Aunque hable de que el amor está muerto, sigue vivo como el primer día.


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