Castillo de naipes

En una de esas tardes en las que el frío y la lluvia le impedían obtener el permiso para salir a la calle a jugar, se quedaba durante horas pegando su nariz en el cristal de la ventana de su habitación, observando los paraguas y chubasqueros y pensando lo tontas que eran todas aquellas personas, que pudiendo disfrutar del placer de saltar sobre los charcos y salpicar con sus botas de agua, se limitaban a esquivarlos y, si por accidente, caían sobre alguno, se marchaban maldiciendo su mala suerte.

El aburrimiento aumentaba con cada minuto que pasaba y daba vueltas a su habitación tratando de encontrar alguna distracción con la que pasar el resto de la tarde de una forma más divertida. Registró las estanterías en busca de un libro que no hubiese sido devorado por los ojos de su imaginación, pero según fue recorriendo con su dedo índice los lomos, se dio cuenta de que ya los había leído todos, e incluso algunos podría recitarlos de memoria.

Buscó entre sus cajones algún juego de mesa, pero enseguida se dio cuenta de que no tenía con quién jugar y cerró de nuevo los cajones. Entonces se metió debajo de la cama y de las profundidades de la oscuridad, cerca de donde moran los monstruos que se esconden debajo de la cama, sacó un balón de fútbol y empezó a imitar a sus grandes ídolos, locutando en voz alta los increíbles dribblings que se hacía así mismo, hasta que un pase mal dirigido volvió a colarse por debajo de la cama y decidió no tentar de nuevo a la suerte de encontrarse con uno de esos malvados de los que sólo se acordaba cuando se tenía que dormir.

Se tumbó boca arriba en la cama y extendió los brazos, dirigiendo su mirada al pequeño avión que colgaba de la lámpara del techo. De repente se le ocurrió una idea, se acordó de los castillos que su abuelo le había enseñado a hacer con cartas, durante el verano anterior en el pueblo. Buscó en el cajón de la mesita de noche una baraja y encontró dos y se propuso construir el castillo de naipes más grande que ninguna persona de siete años hubiese edificado nunca.

Hoy mi canción es: “Castles in the sky” Ian Van Dahl


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